Partida Rol por web

- Pedazos de hueso, origen esterlinga...un momento, un momento - con febril tesón, Aranuir se puso a rebuscar entre legajos y libros que habían perdido ya las costuras, de puro viejo. Finalmente, tras una larga espera, se le iluminó la cara - ¡Aquí está! El bueno del maestro Fiamir...viajó por las ignotas tierras de Rhûn durante décadas, y llegó a entender algo de esas crueles y remotas culturas - Los cinco aventureros escuchabais con atención las palabras del viejo, haciendo un paréntesis en vuestras atribuladas mentes. De todo lo que acababais de descubrir en el bosque, quedaban muchas preguntas en el aire, muchas conversaciones pendientes...pero costaba ser el primero en formularlas. Por eso Rowen había enseñado aquel exótico amuleto a su maestro. En el zaguán, el esterlinga permanecía echado sobre unas mantas, en un profundo sueño. Habíais decidido descargarlo del caballo y dejar a éste descansar del peso, atado a un poste del jardín de Aranuir.

- Ungfangs-nag - o algo parecido pronunció Aranuir, leyendo el volumen del tal Fiamir - huesos que proceden de un sacrificio ritual...una vez encantados por medio de sortilegios, al parecer tienen la propiedad de cambiar, al antojo del portador, el curso de pequeños acontecimientos, que como tales pueden llegar a ser decisivos...   

- Pues no le sirvieron de mucho a su desgraciado portador...- cortó con sorna el enano, poco o nulo crédulo en materia de magia, aunque con los últimos acontecimientos empezaba a abrir su cerril mentalidad.

- Por que han perdido el encantamiento que los mantenía activos - respondió ágilmente Aranuir, sin apartar la vista del papel - En las culturas salvajes de Rhûn los encantan con sangre humana, en sacrificios. Pero en este libro se explica una forma de hacerlo por medio de magia...

Volvisteis a esperar con atención unos minutos. El viejo esparció los huesos encima de la mesa junto al libro, e impuso las manos sobre ellos, con la mente fija en el texto del maestro Fiamir. De pronto observasteis con estupor como los trozos de hueso, que hasta ahora tenían una apariencia de convencional mercachifle, adquirían un fulgor verdoso, más intenso en algunos huesos, menos intenso en otros. 

- Tenedlos y guardadlos bien. Son amuletos extraordinariamente raros, y más en el Oeste. Pero pensad que los ritos que los crearon están bañados en sangre y no están concebidos para un uso descontrolado por parte de las razas libres. Sed cautos en ello, pues al parecer ni el mismo Fiamir llegó a averiguar los efectos que de ello se podría derivar. 

Volvió a guardar los huesos en el saquito y se lo entregó a Rowen. Durante unos instantes sólo se escuchó la profunda respiración comatosa del esterlinga inconsciente.

- Bien, mis queridos invitados - dijo finalmente Aranuir con aire solemne - creo que tenéis mucho que hablar entre vosotros. No tengáis prisa, no me entendáis mal, mi casa es también la vuestra... Pero este cuerpo viejo no puede dar mucho más de si por hoy, así que, si necesitáis de mi consejo sobre algún tema puntual, os ruego me lo formuléis sin mayor tardanza. Mañana tengo que tomar yo mismo algunas cartas en este asunto, pero de momento prefiero mantenerlas para mí. ¿Ya sabéis vosotros qué vais a hacer a continuación?

La pregunta final de Aranuir se metió en vuestras mentes como un insidioso polizón. ¿Qué diantres ibais a hacer a continuación? Eran las diez de la noche de vuestro, aún, primer día de aventura.

Con gran alivio respiró el grupo cuando llegaron al fin a la casa del maestro Aranuir. Mith ayudó a descargar al guardia malherido del caballo. Se desprendió de los bártulos y estiró su cuerpo mientras admiraba con curiosidad los salones del anciano, y escuchó luego con mucho interés el descubrimiento sobre los huesos misteriosos –Antes que nada, mi buen señor, me gustaría agradecerle su hospitalidad, y también por compartir su sabiduría sobre estos huesos. Creo que nos serán de gran ayuda para lo que nos espera en las colinas. Ahora bien, tengo algunas cuestiones para usted, junto con otras peticiones– dijo la sinda una vez se habían acomodado en una de las salas, al tiempo que hacía gestos al dunlendino para que desplegara el mapa –Sé que lamentablemente no dispone usted de información escrita sobre los túmulos, pero ¿tiene conocimientos sobre ellos? ¿Podría indicarnos dónde se encuentra el del rey Valandur? Teniendo en cuenta que el enemigo puede ya estar ubicado en determinados puestos para vigilancia y control de los mismos, ¿podría quizá aconsejarnos acerca de los caminos que hay para acceder a ellos?–. La elfa hablaba con algo de pesar, sabiendo que el mago se encontraba cansado, pero por otro lado pensaba que quizá no tendrían otra oportunidad de conversar con él en mucho tiempo. Mith quería tratar de sacar la mayor cantidad de información relevante posible para su próxima incursión. –Por otra parte, la Guardia de Bree y Arthedain... ¿Tenéis  alguien de confianza entre sus filas? Creo que sería bueno alertar sobre la traición de Ossandrei, pero no sé hasta qué punto podemos confiar en el capitán de la guardia. Ir a su encuentro supondría arriesgarnos a que nos encarcelaran a todos, por lo cual quizá no sea lo más apropiado ahora mismo, para pesar del desdichado primo de nuestro valiente hobbit. Pero si la guardia no es alertada, nos exponemos a que el traidor vuelva a tomar su cargo como si nada hubiese ocurrido, y que pudiera tomar acciones contra nosotros mientras exploramos los túmulos. Lo más seguro para nosotros sería que alguien de confianza pudiera transmitir el resultado de nuestras pesquisas, o que por lo menos pudiera mantener a buen seguro esa información...– Mith tomó aire y con un gesto indicó hacia exterior –Lo cual nos lleva al asunto del esterlinga que tenemos ahí fuera. ¿Conoce usted su lengua, maestro, o algún método para hacernos comprender y sonsacarle información? En caso de no entregarlo a la guardia ahora, ¿Tendría un lugar donde poder encerrarlo hasta nuestro regreso?

Genial, máster, la verdad es que así me permites participar más y sobre todo, enseñarle el libro a la elfa y dárselo con un sarcástico "de nada" jajaja 

Una cosa, los dos primeros párrafos no están en ninguna escena, ¿no? 

Ahhh vale vale, es que "Entre Bambalinas" no lo leí de primeras, empecé por la escena uno. Perfecto, pues le echo un ojo y a lo largo de mañana posteo.

Perfecto Öter. También al principio, en la creación del trasfondo, le di este texto al jugador anterior:

GUERRERO ENANO: Tu casta entró en un lento declive hace muchos años. Por supuesto esto es algo que en tu casa, donde convivís 5 hermanos, nadie se atreve siquiera a insinuar. Tu padre es un orgulloso heredero de uno de aquellos señores enanos que dispusieron de una de las más fabulosas fortunas de las Montañas (XXX), hace ya demasiado tiempo. En relación a este asunto de la gloria perdida, tu padre alterna entre el autoengaño (da empleo a sirvientes que no os podéis permitir, de los que exige un trato reverencial a pesar de los exiguos sueldos), la depresión e, incluso, la furia. Esta última aparece cuando, a veces, al viejo enano le parece que sus hijos no son lo suficientemente buenos como para que esta familia recupere algún día el esplendor y la riqueza de antaño. De ahí el entrenamiento sin descanso, la disciplina infernal: tu padre quiere forjar caracteres tal como los despreciados obreros de su ciudad forjan el metal.

Eres el hijo mayor. Sufres en mayor medida que cualquier de tus hermanos el drama de tu padre, que es el drama de toda tu familia. Has necesitado mucho tiempo para decidirte a encontrar una excusa con la que abandonar el agobiante nido familiar, pero no puedes permitirte volver con las manos vacías. En la vieja y abigarrada biblioteca de tu padre, entre los retablos representando marchitos árboles genealógicos y las crónicas de caducos Señores del pasado, leíste sobre los tesoros jamás desenterrados en todos los rincones de la Tierra Media. Un primer objetivo tomó forma en tu calculadora mente enana: los fabulosos tesoros que yacen enterrados en las Quebradas de los Túmulos, al suroeste de Bree, pertenecientes a los antiguos reyes y príncipes de los dunedain de Arhedain. Muchos de ellos artefactos mágicos, se dice, si bien en tu casa nunca se le prestó excesivo respeto ni a los humanos ni a la magia. Una primera incursión exitosa en los túmulos abriría la puerta de tu casa a nuevas riquezas, y sobretodo abriría el apesadumbrado corazón de tu padre al hijo que un día partió y volvió convertido en un digno heredero de su Casa.  

El camino hacia la casa del anciano fue corto pero intenso. A pesar de su avanzada edad, el mago no perdía el ritmo y la marcha hacía que el grupo no tuviera oportunidad de despistarse. Rowen y Mithgannel conversaban al lado del maestro, junto con Bradoc, a quien se la había hecho un hueco en el caballo para hacerle el viaje más llevadero debido al golpe que había sufrido.

- Hmmm... Cosas de magos y magia, pequeño amigo. - le comentaba Öter al mediando, que marchaba a su par, tras los otros - Se creen que tienen la solución a todos los problemas ¡Ja! Este martillo sí que soluciona problemas - Ruby lo miraba de vez en cuando sonriendo, pero no quería cortar su discurso heroico, incrédulo y fanfarrón - nosotros nos la arreglamos con nuestra fuerza y habilidades, compañero ¡ja! - y le dio un empujón amistoso con el codo a Ruby que por poco lo mete en un arbusto.

Una vez todos en casa del mago, Rowen le entregó los huesos que le había dado el enano, en busca de alguna pista o utilidad. Tras un ir y venir del anciano comenzó a explicar su naturaleza, a primera vista extraña pero muy útil. Öter suspiraba de vez en cuando por la nariz, atento pero ajeno al poder la magia de la que los allí presentes comentaban. El enano se acercó a la mesa y les echó un vistazo.

- ¿De verdad este trozo de hueso funciona? - miró contoneando la cabeza de un lado a otro, mientras se mesaba la barba - hasta que no lo vea con mis propios ojos no lo creeré... Y no estoy seguro- se separó de la mesa y apoyó sus dos codos en el martillo, mientras la elfa comenzó a hablar.

Sé que lamentablemente no dispone usted de información escrita sobre los túmulos, pero ¿tiene conocimientos sobre ellos? ¿Podría indicarnos dónde se encuentra el del rey Valandur? Teniendo en cuenta que el enemigo puede ya estar ubicado en determinados puestos para vigilancia y control de los mismos, ¿podría quizá aconsejarnos acerca de los caminos que hay para acceder a ellos?

- Un momento... - dijo en voz alta el enano mientras se incorporaba del martillo. Lo apoyó con cuidado en una silla cercana - Valandur... Valandur... - echó mano de su zurrón en un lateral, bajo la cota de malla - Vaya, vaya... - Öter ya saboreaba la "victoria" -.Quizás este libro le ayude a responder sus preguntas, señorita - Mostró el lomo: "Historia y construcción de los túmulos dúnadan de la Quebrada Sur" -. Antes de que me preguntes por qué lo tengo - dijo mientras abría el libro y pasaba las páginas lentamente, humedeciendo de vez en cuando con la lengua su pulgar para pasar la página con facilidad - Este ha sido uno de los motivos de mi viaje a Bree. Gracias a este libro, mi familia volverá a recuperar el respeto y la dignidad que antaño los caracterizaba - apretó el puño llevándoselo al pecho. Crujieron dos nudillos -. Y mi padre, volverá a recibirme con orgullo, declarándome legítimo heredero - el enano quitó el martillo de la silla y lo tumbó en el suelo con cuidado - Buscando en la biblioteca familiar, antes de partir, descubrí que en la ciudad de Fornost Erain se encontraban tomos que describían con gran lujo de detalles el entorno y la construcción interior de los túmulos que construyeron los Dúnedain para enterrar a sus muertos ilustres junto con sus riquezas.

El enano se sentó en la silla, reclinándose hacia atrás. Cruzó las las cortas piernas y las apoyó en el martillo tumbado.

- ¿Quiere echarle un vistazo, señora elfa? - y extendió el brazo, ofreciéndoselo, mientras sonreía echando la cabeza hacia un lado esperando a que Mith fuera a por el libro. El enano no cabía en él de satisfacción. - Tómalo como un favor y un préstamo, antes de que salgamos de esta habitación, estará de vuelta en mi zurrón - sonrió, sintiéndose victorioso de que la elfa tuviera que ceder al enano si quería encontrar respuesta.

Caminaban en dirección a la casa del maestro Aranuir, iba charlando animosamente con Oter cuando de repente casi se vio en la cuneta del camino entre unas zarzas y le dijo:

- Maese, controle usted su fuerza. Todavía estoy dolorido de la lanza de ese bastardo. - Dijo echando una mano a su hombro y señalando al esterlinga que viajaba sobre el caballo. A partir de ese momento continuaron su camino, manteniendo una distancia de seguridad con el enano, pero disfrutando con su animada charla.

Una vez llegaron a un lugar seguro se pudo relajar y atender el golpe de su hombro. Mientras escuchaba la conversación de sus compañeros y miraba el deambular de Aranuir con los huesos que tenía el guardia. Parecía que tenían una interesante utilidad que podrían aprovechar en el futuro. Propuso a sus compañeros cuando vio que el mago los había vuelto a encantar que se los repartieran hasta que llegara el momento de que les fueran útiles.

Ruby no tenía muchas preguntas que hacer a sus compañeros, estaba pensando en que deberían descansar. Debatía si pasar la noche en aquella casa antes de acudir a la cita con los exploradores hobbit o volver a la posada. Aquella casa era segura, habían descubierto que la posada tenía oídos y ojos, lo cual quizá no era un lugar tan seguro después de los recientes acontecimientos. Dirigiéndose a sus compañeros les dijo:

- Deberíamos descansar, puede que sea la última oportunidad para dormir seguros a pierna suelta durante toda la noche.

Cuando Mith pregunto por la guardia de Bree afirmo con la cabeza. Estaba claro que tenían que desmontar la conspiración,  tenían que encontrar alguien de confianza en la guardia que les apoyara o incluso acudir al propio Melendir si su anfitrión confiaba en él. Tenían una cita temprano con Bit y Zoz quizá podían ser sus hobbits al fin y al cabo habían sido fieles a su primo y su tío confiaba en ellos.

El aparentemente desheredado hijo de Hreimdar interrumpió a la elfa sacando un tomo que podría resultar de grandísima ayuda a la hora de la planificación de las próximas jornadas de viaje y evitar posibles emboscadas del enemigo. La cara del enano parecía emitir un aura de satisfacción y victoria que Mithgannel no llegaba a comprender –¡Por los tesoros perdidos de Belegost! Mi buen señor enano, le agradezco el favor y espero que le sea recompensado al lograr una vía segura de acceso a esas misteriosas colinas–. Con ojos relucientes la sinda se apresuró a tomar el libro, sacó unas hojas y un carboncillo, y rápidamente trató de buscar la información que le pudiera parecer relevante al respecto. Ubicación de cada tumba, diseño, particularidades de interés, etc. –Si no es indiscreción, maese gonnhir, ¿a qué se refiere con que gracias al libro podrá volver con honores su casa?– atinó a preguntar con una sonrisa, sin quitar la vista de las antiguas escrituras.

El bueno de Aranuir recuperó un brillo en sus cansados ojos cuando el enano sacó el volumen sobre los túmulos.

- Vaya, vaya! sois menos bisoños de lo que había pensado - sonrió amistosamente. Mithgannel ya había encontrado las páginas  referentes al túmulo de Valandur. Lo más interesante estaba en dos planos: uno que daba una vista general de la zona de túmulos y permitía referenciar cada uno de ellos con respecto a los demás y a otros elementos geográficos. De esta forma era posible llegar, directamente y sin vacilación, al túmulo de Valandur desde el punto donde los hobbits Bit y Zoz habían encontrado las huellas, conforme a su relato. El otro mapa era del interior del túmulo, sorprendentemente espacioso y complejo. Sin duda Valandur se trataba de un soberano importante.  

- ¿Lo ves, Öter? - dijo Rowen guiñándole el ojo al enano - los enanos no sois los únicos que construís bajo tierra - a los dúnadan tampoco se nos daba nada mal...  

- No estará de mas que tomemos un rápido bosquejo de ambos planos, por si volvemos a tener que separarnos - dijo Mithgannel sin esperar aprobación, pues ya estaba inclinada sobre la mesa trazando al carboncillo una talentosa copia, si bien simplificada, de los dos planos.  

Mith quería tratar de sacar la mayor cantidad de información relevante posible para su próxima incursión. –Por otra parte, la Guardia de Bree y Arthedain... ¿Tenéis  alguien de confianza entre sus filas? Creo que sería bueno alertar sobre la traición de Ossandrei, pero no sé hasta qué punto podemos confiar en el capitán de la guardia. 

- Ah! mi querida elfa - dijo Aranuir fijando su mirada en la sinda - si fuéramos capaces, siquiera por un momento, de vislumbrar la oscuridad o la luz en los corazones de los hombres, sería el final de muchos males de nuestro tiempo. Por lo que a mi respecta, llevo demasiados años apartado de los asuntos mundanos. El poder político y militar no forman parte de los asuntos en los que yo os pueda asesorar.

- Lo cual nos lleva al asunto del esterlinga que tenemos ahí fuera. ¿Conoce usted su lengua, maestro, o algún método para hacernos comprender y sonsacarle información? En caso de no entregarlo a la guardia ahora, ¿Tendría un lugar donde poder encerrarlo hasta nuestro regreso? 

- Mucho me temo que ese hombre valga más por lo que representa que por lo que pueda llegar a decir. En su cultura no existe un gran apego por la existencia individual, probablemente se dejaría matar antes de traicionar a su señor y poner en riesgo su ingreso en la Gran Tribu, o así llaman las culturas del este al reino inmortal al que las almas que lo merecen pueden acceder al término de su tránsito por el valle de lágrimas que suelen ser sus vidas. Y solo aquellos que se sacrifican al bien común de sus grupos tribales, que suelen traducirse en el culto incondicional a un jefe dominante, pueden ser merecedores de tales honores. Parece que el jefe dominante de estos guerreros sea, curiosamente, un señor de otra raza, el hombre de la cara quemada que me habéis relatado. En cualquier caso, no recomiendo que lo dejéis aquí, ni en ningún otro sitio. Este hombre podría morir de un momento al otro, y aunque muy probablemente no vaya a hablar bajo ninguna amenaza, su valor para las autoridades es mayor si está vivo. Si lo entregáis a las autoridades pertinentes y éstas son íntegras, podrán disponer de este enemigo a su antojo, y dejará de ser un asunto que deba preocuparos.  

Ruby no tenía muchas preguntas que hacer a sus compañeros, estaba pensando en que deberían descansar. Debatía si pasar la noche en aquella casa antes de acudir a la cita con los exploradores hobbit o volver a la posada. Aquella casa era segura, habían descubierto que la posada tenía oídos y ojos, lo cual quizá no era un lugar tan seguro después de los recientes acontecimientos. Dirigiéndose a sus compañeros les dijo:

- Deberíamos descansar, puede que sea la última oportunidad para dormir seguros a pierna suelta durante toda la noche.

Adivinando los pensamientos del hobbit, Aranuir se dirigió a él:

- No tengo más que lo que veis, pero aquí en la pieza principal os podríais acomodar en vuestros sacos. Si salís pronto por la mañana, simplemente cerrad la puerta detrás vuestro. Ah, una cosa más - añadió Aranuir con aire de importancia - entiendo que con la feliz aportación del libro sobre los túmulos que ha realizado el enano, conseguiréis acortar vuestra expedición considerablemente, pues dejará de ser una misión abierta de exploración de un área amplia para pasar a ser una incursión en un punto concreto. Volved a mi casa al término de vuestra expedición: con suerte habré podido tener éxito en mis pesquisas y os puedo dar información de utilidad.   

Con estas palabras y una leve inclinación de su cuerpo, Aranuir se retiró a sus aposentos.

Aranuir se retiró a sus aposentos y cuando se quedaron solos Ruby se dispuso a preparar su lecho para la noche. Tras los preparativos se acercó a sus compañeros que seguían junto a la mesa.

- Mañana acudiremos a la cita con los exploradores. Nos llevaremos al esterlina y se lo entregaremos a la guardia para partir hacia los túmulos.

Mientras aguardaba a que sus compañeros tomaran una decisión termino de preparar sus cosas para entregarse a los brazos de Morfeo* en un sueño placentero. Seguro que los próximos días serían tan intensos como hoy.

Apoyado en su cayado para aliviar el dolor que aún sentía en su pierna, Bradoc escuchó en silencio la explicación de Aranuir acerca de los huesos que el señor enano había encontrado en los restos del esterlinga. Su origen mágico parecía más que claro, pero no tanto sus habilidades. Aunque si el mago alababa su utilidad con toda seguridad les serían útiles.

También escuchó en silencio la discusión entre Mithgannel y Other. Algo habitual entre miembros de ambas razas pero en este caso nada de lo que preocuparse, tan solo unas pequeñas pullas y como debería actuar cada uno.

Pero para Bradoc seguía siendo preocupante la situación con el esterlinga.

— No creo que debamos ser nosotros los que entreguemos al esterlinga — dice después de las palabras de Ruby — Si lo hacemos, inmediatamente sabrán que hemos sido nosotros los que estuvimos en la reunión. Pero tampoco podemos dejar a este infeliz a sus anchas.

Bradoc meditó unos instantes, sopesando las opciones para entregarlo sin descubrirse.

— Podríamos dejarlo atado en alguno de los caminos de acceso a Bree —dice al fin— junto al caballo, con una nota si fuese preciso. Entregar al capitán Meneldir, o algo así podría poner. No es la mejor de las opciones pero si queremos seguir en el anonimato para investigar estos sucesos no tenemos muchas más opciones.

Rowen observaba cómo sus compañeros manifestaban sus dudas sobre la mejor manera de entregar al esterlinga a las autoridades. Pero a ella, de natural temerosa y pesimista con respecto a su destino, le preocupaba que ni siquiera les fuera posible llegar a ello, sobre todo si se dirigían a ello todos juntos. 

- ¿Y si entregamos al enano? - con aire pausado y casi pensando en voz alta, Rowen soltó estas palabras que sonaron explosivas incluso dichas por ella. Öter la miró estupefacto y casi tuvo la tentación de llevarse la mano a la empuñadura de su martillo. - Perdón, perdón, me explico: veamos, el único enemigo demostrado dentro de la guardia de Bree es, por lo que sabemos de momento, Ossandrei. Y él no habrá tardado mucho en relacionar el extravío de su pergamino con nuestra presencia en la sala de visitas de la torre de la guardia esta mañana y, posteriormente, con la voz y la imagen del enano en la casa de las afueras - pues la figura encapuchada lo pudo ver, aunque fuera fugazmente. Me atrevería a aventurar que esta misma noche habrá patrullas ordenadas por Ossandrei registrando la posada y las calles de Bree intentando tirar del único hilo que tiene ahora el subcapitán de la Guardia- hizo una pausa y miró a Öter con talante conciliador. - A lo que me refiero - prosiguió Rowen - es a tenderle un señuelo a Ossandrei. Pasear a Öter - y a alguien más de nosotros con él, si ello da más verosimilitud -  abiertamente por Bree para tarde o temprano ser apresado por Ossandrei y para que el traidor vea así saciadas sus ansias de control y represión sobre la brecha que se ha abierto en su mascarada. Si funciona, con Ossandrei apaciguado, podemos mientras tanto el resto, uno o dos es suficiente, deslizarnos por caminos poco transitados para llegar hasta la presencia de Meneldir - o de alguien de confianza en Bree que pueda hablar por nosotros ante Meneldir, como bien apuntan Bradoc y Mithgannel - y tratar de ser convencerle con las pruebas incriminatorias que representan el caballo y el esterlinga.

Tras estas palabras, la dúnadan calló y se sentó en una de las sillas junto la mesa del mago Aranuir. Tomó el saquito de huesos de Rhûn y lo tendió al resto - Bien, hágase pues al azar. ¿Quién es el primero que quiere sacar sus dos huesos? 

Bradoc, no hemos hablado mucho todavía de Draon, tu agente en Bree para los servicios de escolta. Él es una persona con cierta reputación entre la guardia de Bree y en el que, a tu parecer, se puede confiar. No tiene mal fondo aunque sea un poco pesetero con el dinero. Tal vez, con una tirada decente de "Liderazgo e influencia" y algunas monedas para ayudar a decidirse, os podría ayudar a mediar con Meneldir en el asunto del caballo y el esterlinga. Sólo para que lo sopeses... 

La sinda apenas pudo contener una risita cuando escuchó el plan de la estudiosa y el gruñido del enano mientras terminaba de copiar la información del libro –Me gusta la idea, dama Rowen. También creo que podemos contar con los dos hobbits exploradores. Si Ossandrei ya ha tenido tiempo de volver a su puesto y hacer los preparativos para pillarnos, probablemente nos prepararán una emboscada a la hora y punto de reunión con ellos. Si pudiéramos alertarlos con antelación, quizá mediante el familiar de Ruby, y  los propios medianos podrían arreglar una cita con el Capitán Meneldir. Mientras unos hacen de señuelo para la emboscada, los otros podrán informar al Capitán y proporcionarle las pruebas que tenemos–. La animada elfa se levantó y alzó la mano en dirección al mediano, al tiempo que se acercaba a la dúnadan –Ruby, perdona, no te duermas aún. ¿Sabrá tu tío dónde viven Bit y Zoz? ¿Creéis que será muy tarde ahora para hacerles una visita? Si no, la otra opción es que tu tío vaya al encuentro con los medianos y les dé el punto y la hora del encuentro real con nosotros. Si los exploradores son de fiar, esperarán un tiempo y al ver que no aparecemos, abortarán la misión "emboscada" y vendrán a vernos solos en el punto acordado. Yo empezaré, querida–. Mientras esperaba la respuesta de sus compañeros, metió la mano en el saquito y tomó un par de huesos.

Öter se mesaba la barba mientras seguía recostado en la silla. Todavía podía verse una sonrisa de satisfacción por haber ayudado con su libro, se sentía importante.

 - Vaya, vaya! sois menos bisoños de lo que había pensado - sonrió amistosamente.

- ¡Ha, ha! - rió el enano, mientras se levantaba. Un discurso en defensa de los Khazâd oteaba en el horizonte. Öter se veía en sus hazañas por las Montañas Azules - Señor del fuego, ¡los enanos somos más inteligentes de lo que la gente piensa - se puso puso de pie, más ancho que largo -. Una vez, cuando yo...

¿Y si entregamos al enano? - con aire pausado y casi pensando en voz alta, Rowen soltó estas palabras que sonaron explosivas incluso dichas por ella. Öter la miró estupefacto y casi tuvo la tentación de llevarse la mano a la empuñadura de su martillo. - Perdón, perdón, me explico:

El comentario de Rowen lo petrificó.

- ¿Mi señora? - el enano preguntó con semblante triste. La primera impresión que le dio fue desoladora, hasta que se explicó.

Mith tuvo que ahogar un risa al escuchar a Rowen, su plan le parecía estupendo.

- Hmmm... - gruño el enano mientra la miraba de reojo, la elfa seguía tomando notas del libro en el papel -. Me parece bien, señora Rowen, me habían confundido sus palabras - dijo ya mas tranquilo. Se rascó la barba, mirando al techo, pensando -. Es una buena idea para dar con ese maldito, así podremos ajustar las cuentas que tenemos pendientes, además de hacer justicia. ¡La compañía de los medianos me parece una excepcional decisión! ¡Gente humilde y con gran valor! - miró a Ruby, que ya tenía la mente más en dormir que hablar, según fidelidad a los horarios.

Si queremos contactar con ellos tendremos que estar presentes allí. O como mucho, encontrarnos con ellos en el camino al punto de reunión, lejos de posibles emboscadas.

- Si bien pasear al esterlinga hasta el edificio de la guardia no sea posible porque nos pararán, podemos hacerlo a modo de emboscada como bien decís. No obstante hoy deberíamos descansar, mañana tendremos las ideas más frescas.

Öter se acercó a la bolsa de huesos de la que había hablado el maestro y sacó un par de ellos. Los cogió con el índice y el pulgar y se los acercó a la cara para examinarlos mejor. Sus dedos gruesos rotaban el artefacto.

- No sé... - dijo incrédulo - Si tienen alguna utilidad, espero que funcione cuando sea necesario.

— ¿Se arriesgaría Ossandrei a actuar tan al descubierto? — preguntó Bradoc antes los planes de Rowen y Mithgannel, poco convencido. — Sigo pensando que no deberíamos apresurarnos en volver a Bree, cualquier paso en falso nos puede salir muy caro. Y aún no sabemos en quien podemos confiar...

— El capitán Meneldir y los medianos, como bien dice Mith, parecen ser dignos de confianza— continuó— pero no sabemos nada sobre el resto de guardias. Si son más fieles a Ossandrei estaremos entrando en la boca del lobo. Pasear por Bree tan al descubierto después de lo que hemos visto seguramente levante sospechas en todos los espías de las fuerzas oscuras.

Había tantos datos que desconocían que cualquier plan que pudieran hacer ahora en casa de Aranuir parecía condenado al fracaso.

— Bit y Zoz seguramente duerman junto al resto de los miembros de la guardia en el barracón que visitamos nada más llegar a Bree — le responde a Mith — por lo que verlos antes de que vayan al punto de encuentro será harto complicado, y no quedan demasiadas horas para el amanecer. Si queremos contactar con ellos tendremos que estar presentes allí. O como mucho, encontrarnos con ellos en el camino al punto de reunión, lejos de posibles emboscadas.

Mientras esperaba por alguna respuesta de sus compañeros cogió un par de huesos de la bolsa para sí.

Si una sola cosa estaba clara en referencia a aquellos condenados huesos, es que unos refulgían más que otros. Así lo vieron los aventureros que, por turnos, iban sacando su par de huesos de la bolsa de fieltro esterlinga. 

- Ignoro qué significará eso...pero me suscitan más interés los que brillan más intensamente - dijo Rowen mirando los dos huesos, de brillo intenso en verdad, que le habían tocado al azar - En cualquier caso - continuó - mejor favorecer la variedad - y en un rápido movimiento tomó de la mano de Bradoc uno de los suyos, de escaso fulgor, y lo cambió por uno de los de la dúnadan. 

Bradoc le lanzó una sonrisa de agradecimiento, y eso le bastó a Rowen para sentirse flotar. Y sí, empezaba a hacerse tarde.

- Bien, si no hay más preguntas, salgamos ahora y mi guardia os devolverá las armas. A las 7.00 de la mañana debéis presentaros en el barracón por donde habéis entrado y os repartiremos los víveres para la expedición. Os encontraréis aquí con Bit y Zoz - concluye Meneldir saliendo de la sala, y con él el resto de los presentes.

Tales habían sido las palabras del Capitán, marcando el punto de encuentro y la hora, que se acercaba inexorablemente. Como se había visto, había temor, reservas y diferencias en los aventureros, y si había una sola cosa en la que se ponían de acuerdo, era en la confianza unánime en Bit y Zoz. La cuestión de cómo llegar a ellos, o a Meneldir, con el caballo y el esterlinga, juntos o separados, era sujeto de mayor controversia. Tal vez el reposo de sus cansados cuerpos y mentes durante unas pocas horas les diera mayor claridad de ideas.