Partida Rol por web

Al recibir la llave, subes a tu habitación para dejar tus pertenencias y poder dar el recorrido más libremente, aunque no puedes resistirte y dar un pequeño paseo por la habitación. No es muy grande pero es lo bastante acogedora como para pasar una cómoda estancia allí.

La habitación que se te ha asignado tiene una distribución sencilla, pero puedes sentir la comodidad en cada parte de las paredes. 

La cama es individual y a su lado, tienes una pequeña mesa con dos sillas. Ideal para un juego de cartas o un rato de relajación.

El baño tiene una bañera con una hermosa cortina de color turquesa que la cubre, decoración de caracoles marinos y 

algunas estrellas de mar.

Todo parece perfecto, pero hay un detalle que llama tu atención. Justo encima de la cama, puedes ver una lámpara bastante peculiar, donde las manos sujetan las dos bombillas y el rostro de esa extraña muñeca mira fijamente en dirección a la cama.

A pesar de la temática del ambiente, podía ser que lo hubieran tomado muy a pecho. Su ropa parecía un poco vieja y su figura no era tan trabajada como las muñecas de la exhibición. ¿Por qué estaría allí?  

Keelin entró en la habitación tirando de una maleta que le llegaba por la cadera y echó un breve vistazo en ella antes de colocarla sobre la cama y abrirla. Lo primero era meter la ropa en el armario, antes de que se arrugase y se hiciese inservible. De todas formas esperaba que en el hotel tuvieran servicio de planchado si fuese necesario. 

En cuanto tuvo toda la ropa ordenada y colocada sacó el móvil para comprobar si tenía cobertura e hizo unas cuantas fotos de la habitación, con la intención de publicar alguna en twitter si podía. Revisó también si el hotel tenía wifi gratuito o si tal vez hacía falta alguna contraseña, que pediría después si fuese el caso. 

Se aseó un poco en el baño, se lavó los dientes, refresco el cuello y retocó el ligero maquillaje natural que llevaba a diario. Después se cambió de ropa, con algo más apropiado para pasar la velada en el interior. Se metió en el bolsillo el móvil y algunas tarjetas de visita y se cepilló el pelo frente al espejo. 

Finalmente, antes de marcharse, dedicó un par de minutos a contemplar la extraña lámpara que había sobre la cama. La verdad es que era un poco extraño pensar en dormir mientras la muñeca te miraba con esos ojos eternamente abiertos, pero no es que Keelin tuviera muchos problemas para dormir normalmente, así que tampoco se preocupó demasiado. 

Se subió a la cama para estirarse y tratar de tocarla, preguntándose si la muñeca era realmente parte de la lámpara o se podría desmontar. La verdad es que tenía cierto encanto, con su ropa antigua y su figura poco trabajada. Le recordaba a una muñeca de trapo que tenía guardada y que había pertenecido a su abuela. Nada que ver con las bratz o ese tipo de cosas. Esta parecía más... artesanal.

Tras examinarla unos minutos, se bajó de la cama y salió de la habitación, sin darle más importancia. Le parecía más interesante ver lo que les tendrían preparado a continuación. Ya había conocido a un par de muchachos simpáticos - y además guapos, todo hay que decirlo - y todavía quedaba mucha gente más por conocer. Iban a ser unas maravillosas vacaciones, de eso estaba segura.

Te tomaste tu tiempo para arreglarte aunque no era mucho lo que necesitabas para verte bien. Siempre habías vivido de tu imagen y era importante mantenerla. La ducha acaba con todas esas dolencias que la tarde de festejo había dejado y poco a poco, te vas sintiendo renovada y fresca. Lista para bajar con todos y ver esa muñeca.

Cuando vas a abrir la puerta, determinada a bajar para hablar con esos apuestos gemelos, te das cuenta que la puerta no abre. Miras el móvil y te das cuenta que la señal del wifi comienza a hacerse intermitente, pero a gran velocidad. Lo último que te toma por sorpresa es un extraño parpadeo en las luces de la habitación. Te volteas un poco asustada, más como un reflejo que realmente intentando encontrar algo y justo, al lado de la ventana es que la ves. La joven del bosque estaba parada, mirándote. Su mirada era triste y se acercaba despacio hacia ti.

Sus ojos expresaban gran tristeza y su mirada clamaba ayuda, aunque las palabras que salieron de su boca expresaban todo lo contrario. Su voz poseía un eco extraño, haciendo parecer que dos personas diferentes hablaban por la misma garganta.

- Eres diferente. Eres fuerte. Tal vez sea por ser la primera de la colección. No podrán hacerte daño fácilmente - sus pasos eran lentos pero sabías que no podías escapar. Sin importar a dónde trataras de huir, así que ella se sigue acercando.

- El brillo de tu piel es especial. Esa será tu fortaleza. Tu coraza. Esa es tu verdadera naturaleza - estando a pocos centímetros de ti, toca tu mano derecha y luego te la muestra. Tu piel parecía porcelana, ahora. Tratabas de tocarte pero una capa dura impedía que sintieras el tacto de tu propia piel. Poco a poco, esa extraña capa te cubre y por un momento permaneces inmóvil. Creías que te quedarías sin poder respirar. Es entonces cuando puedes ver a la joven, sonriéndote. Era confuso ¿Por qué sonreía?

Obtuviste tu respuesta. Tu piel comenzó a absorber esa coraza y recuperaste el movimiento. Respirabas agitada de la angustia que sentiste pero ya estabas bien. Te miras en el espejo un segundo y puedes verlo. Tu piel adquirió un brillo sobrenatural, haciendo que su reflejo diera intensidad al color de tu cabello.

PROTECTOR...

Tu piel es impenetrable y tienes la capacidad de transferir esa cualidad.

Puedes proteger a un personaje de los ataques de los lobos durante la noche. Puedes ser tú misma. Los lobos no podrán matarlos, mas no podrás proteger al mismo personaje dos noches seguidas.

Buscas a la chica pero ella ha desaparecido. Te diriges a la puerta y puedes notar que todo ha regresado a la normalidad.

Durante el trayecto Keelin no le había dado importancia a la joven que había vislumbrado por el rabillo del ojo. Había pensado que sería alguien del hotel, o del pueblo más cercano, quizá la hija de alguno de los trabajadores, quién sabe... Pero ahora estaba ahí, parada en su habitación, donde hacía un instante estaba segura de que no había nadie. La mano de Keelin volvió a forcejear con el picaporte con nerviosismo mientras no le quitaba ojo de encima a la mujer que se acercaba. 

- ¿Quién eres? ¡¿Cómo has entrado en mi cuarto?! - Preguntó con voz temblorosa asiendo con fuerza el móvil con la otra mano, como si realmente pudiera amenazar a la chica con él y empezando a sentirse realmente asustada. Si era una broma o una performance le parecía completamente fuera de lugar. 

Sin embargo al escuchar sus palabras Keelin se quedó quieta, mirándola con los ojos muy abiertos y expresión asustada. ¿La primera de la colección? ¿De qué hablaba? ¿Qué sabía esa mujer de ella? Por un instante le pasó por la cabeza que pudiese ser alguna fan loca. Pero eso era imposible, Keelin no era famosa todavía ni nada por el estilo como para que le sucediese algo así.

Cuando la chica llegó a donde ella se encontraba y tocó su mano la sorpresa fue durante algunos instantes mayor que el miedo al contemplar su piel brillante como de porcelana. Poco a poco esa capa que parecía un barniz se extendió y Keelin estuvo segura de que iba a morir, asfixiada en la otra punta del mundo por una loca. Cerró los ojos, sintiendo una terrible indefensión hasta que se dio cuenta de que podía moverse de nuevo, su piel había absorbido ese... lo que fuera. Y la joven había desaparecido. ¿Acaso se lo había imaginado todo? ¿Quizá algo que había tomado contenía algún alucinógeno?

Respirando con dificultad se acercó al espejo y se contempló en él, llevándose una mano a los labios por la sorpresa al ver el brillo refulgir en su piel durante un instante. No sabía qué estaba pasando en ese lugar, pero tenía claro que no dejaría que le hiciesen daño. De alguna manera sentía que ahora tenía las herramientas para protegerse, incluso para proteger a otros... Pero, ¿de qué?

Tardó algunos minutos en reponerse y convencerse de que no debía contar nada de lo que acababa de sucederle. Las demás personas de la comitiva podrían tomarla por loca. Y a pesar de no saber cuál era el peligro, sentía que algo estaba sucediendo en ese lugar. Más que sentirlo lo había visto con sus propios ojos... Cuando se vio con fuerzas para bajar y comportarse con naturalidad se levantó y se dirigió hacia la puerta para reunirse con los demás. A partir de ahora mantendría los ojos bien abiertos.

El golpe en el pecho te revela tu rol secundario:

ALGUACIL...

A la hora de votar, tu voto valdrá el doble en votaciones. Si eres eliminada por un lobo, podrás elegir un sucesor que tome tu lugar.

Cuando todo pasó* Keelin entró en la habitación que le habían asignado de nuevo. Cerró la puerta tras de sí y apoyó la espalda en la madera, echando un vistazo rápido al cuarto, casi esperando ver de nuevo a aquella joven mirándola. Suspiró, aliviada en parte al no verla, pero preocupada por todo lo que había sucedido. 

Había intentado convencerse de que todo había sido cosa de su imaginación, distraerse charlando con los gemelos y escuchar sus poco sutiles insinuaciones, tratando de no pensar en la mujer vestida de rojo... Pero después esa mujer había muerto. Si todo era un montaje era jodidamente bueno. Y ella no se había imaginado el frío en su piel cuando se endureció hasta que pensó que iba a morir. Lo había sentido de verdad. Y había visto con sus propios ojos su piel refulgir durante un instante.

Caminó hacia el borde de la cama y se sentó en ella, tratando de buscarle el sentido a lo que estaba pasando en ese lugar. Con un nuevo suspiro se dejó caer sobre el colchón y ladeó un poco la cabeza, para mirar a la cara a la muñeca de la lámpara. Sus ojos le recordaban la tristeza que había visto en la mirada de la joven en ese mismo cuarto. No le daba miedo, más bien hacía que una intensa melancolía se extendiera por su pecho... 

Se preguntó durante algunos segundos qué o quién había sido el responsable de lo sucedido a la anfitriona. Su hijo había parecido dar a entender que el responsable estaba entre los invitados, pero parecía un poco chalado y Keelin no entendía cómo uno de los del viaje iba a poder manipular la muñeca de esa manera. En cualquier caso, fuese quien fuese el enemigo - y a estas alturas, las entrañas de la joven gritaban que existía - Keelin sabía que ella había llamado la atención. No sólo por el hecho de tener ya una muñeca a su imagen y semejanza, sino también por haber estado charlando con los gemelos y Michelle... Y bueno, por el color de su pelo y el simple hecho de ser modelo. La gente tendía a fijarse en ella y en su presencia, era algo inevitable que normalmente la hacía sentir halagada. Sin embargo, en este caso no terminaba de hacerle gracia.

De alguna forma sabía que ella podía ponerse a salvo esa noche, que podría protegerse de lo que fuera que asolaba ese lugar. Y mientras se tumbaba de lado, por encima de las mantas, sin molestarse en desvestirse o quitarse los zapatos, se concentró en hacer salir de su interior esa... Coraza. - Esa es tu verdadera naturaleza... - Recordó las palabras de la mujer mientras cerraba los ojos, centrada en protegerse a sí misma.

A pesar de todo lo ocurrido, logras concentrarte fuertemente en recuperar la sensación anterior de aquella extraña coraza que cubría tu piel. Poco a poco, sientes que de tus poros fluye aquel extraño barniz nuevamente, causándote frío al inicio pero luego te da mayor seguridad.

Termina por cubrirte completamente, aunque no sientes la falta de aire, de hecho, te era más cómodo. El brillo sobrenatural de tu piel había vuelto y ahora tu piel era dura y brillante como el diamante. No habría nada que pudiera hacerte daño esta noche.

En la mitad de la noche, comienzas a escuchar una melodía. No sabes muy bien de dónde viene pero por más que buscas por toda la habitación, no puedes encontrarla. Es una melodía tranquila y llamativa, así que te dejas guiar por ella y entre sueños, ella se mezcla como la partitura de los sucesos.

La paz que sientes se ve interrumpida por un terrible dolor en tu ojo derecho. Aunque te miras al espejo, no ves la diferencia pero el dolor que te embarga, hace que no puedas abrir los ojos. Pones tu mano, tratando de aguantar el dolor de la mejor manera, pero se hace más y más fuerte. Gritas pero el dolor no se va, hasta que sientes la cuenca vacía.

Tienes miedo de abrir los ojos por lo que puedas encontrar, pero lo haces después de un rato, aunque tienes visiones diferentes con tus dos ojos. Uno observa la habitación en la que te encuentras y el otro una habitación con decoración rosa y te ves sentada en una pequeña silla, con un pequeño comedor a un lado. Estabas en una pequeña cocina, mas no estabas sola. A tu lado, podías ver a otra huésped del hotel, mas su apariencia era la de una muñeca. Te sorprendes y te miras a tu misma, para encontrar que también eres una muñeca. Tus movimientos son un poco más rígidos, las articulaciones de tus muñecas se mueven, aunque tus dedos no lo hagan, tu cabeza se mueve de un lado al otro. Te habías convertido en la muñeca de aquella colección.

Durante largo rato Keelin permaneció tendida en la cama, intentando convencerse de que todo lo sucedido no era un sueño, de que realmente estaba en ese lugar. Y de que realmente estaba viendo dos lugares al mismo tiempo. No fue capaz de dormir más en toda la noche y finalmente se levantó con torpeza. Sus movimientos eran menos diestros de lo habitual, y caminaba confundida, tratando de acostumbrarse a la doble visión.

Dio algunos tumbos hasta llegar al baño y allí se contempló en el espejo, tapándose el ojo que la mantenía conectada con esa muñeca que tanto se parecía a ella misma y con la que ahora compartía mucho más. Aparte de las ojeras que se veían en su rostro, no había ninguna otra muestra visible de lo que le estaba sucediendo.

Asustada, Keelin se desnudó y se metió en la ducha. Necesitaba que el agua tibia se deslizase por su piel, borrando los horrores que este lugar contenía y que parecían no terminar nunca. Se metió bajo el chorro y se abrazó a sí misma. Pronto un sollozo escapó de su pecho y se dejó caer hasta el suelo, haciéndose un ovillo y abrazando sus rodillas, mientras el golpeteo del agua caía sobre su espalda. 

No supo cuánto tiempo permaneció en esa postura, dejando que sus lágrimas se mezclaran con el agua caliente de la ducha, pero finalmente se sintió un poco más fuerte y volvió a ponerse en pie. Se envolvió en una toalla y sin mirarse de nuevo en el espejo se tumbó sobre la cama, devolviéndole la mirada a la muñeca de la lámpara. Ojalá ella pudiera explicarle qué estaba sucediendo. 

Así se quedó, tumbada sobre la colcha, sin preocuparse por la humedad que su pelo dibujaba en la almohada, hasta que empezó a escuchar voces en el pasillo, al otro lado de la puerta. 

Fue entonces cuando se levantó y se vistió, sin fijarse demasiado en lo que se ponía, pero obteniendo igualmente un buen resultado. Escoger vestimenta era algo que ya sabía hacer por inercia y sin pensar en ello. Se peinó rápidamente y se echó un breve vistazo en el espejo. Estaba pálida, más de lo habitual. Y empezaba a tener pequeñas ojeras bajo los ojos, aunque todavía eran casi imperceptibles. 

Salió de la habitación dispuesta a exigir que la trasladaran al aeropuerto para marcharse cuando empezó a encontrar un cadáver tras otro y un nudo comenzó a apretar su pecho, cada vez con más fuerza.