Partida Rol por web

El momento de las votaciones se acercaba y tu nuevo poder brotaba por sí mismo, revelando frente a ti cuatro sombras, aunque tres de ellas tomaban forma. Puedes ver a Alec, también a Alicia y a ti misma, pero hay una sombra que aún es difusa.

Esa el momento de elegir a quién extenderás tu protección durante las votaciones y de probar los alcances de tu nuevo poder.

Keelin se sorprendió al sentir el nuevo poder brotando de repente de su interior. Miró alrededor, viendo cómo algunas de las sombras tomaban forma y al contarlas no pudo evitar sentir temor por la sombra que permanecía oculta. Probablemente era la persona que la había matado a ella... ¿Kenneth? 

Suspiró y cerró los ojos para concentrar esta nueva protección en Alec. No esperaba que le hiciera falta, pero en realidad ninguno de ellos lo necesitaría en esta ocasión.

Esta será tu primera noche y te encuentras emocionada en parte. Te encuentras meditando al respecto cuando un aura extraña te rodea. La sientes familiar y acogedora, así que no la rechazas. Esta energía se hace densa, hasta que se transforma en una neblina que se pega a tu piel de a poco, cubriéndote por completo.

Por un momento, crees que vas a asfixiarte pero la niebla parece entrar por los poros de tu piel, invadiendo tu ser. Un calor fuerte te cubre y por un momento, crees que morirás pero miras tus manos y ves cómo parecen volverse más densos tus músculos, más fuerte tu mandíbula, tus ojos están en llamas y cuando te das cuenta, están nuevamente del color licano en el cual se habían tornado. Ojos amarillos con un anillo rojo que los rodeaba y además, sentía una gran fuerza en tu mandíbula. Al parecer, no eras un hombre lobo ordinario, sino uno con una fuerza mayor.

Alguien ha recargado tu poder. Esta noche, podrás dar caza a dos víctimas, en vez de solo a una...

Te dispones a salir en tu primera cacería pero podías sentir el ansia de probar carne en tu paladar, además de un aumento de poder más allá de lo que hubieras imaginado. Tu objetivo era la joven oriental que se encontraba entre ustedes, la cual consideraban un peligro para su causa por la naturaleza de su poder. Decía no haberlo usado hasta ahora pero nunca se sabe lo que pueda suceder.

Esperas a que llegue el momento justo durante la noche, donde la oscuridad de ésta te ampararía de la manera adecuada y vas a buscar a tu víctima. Querías copiar la táctica de aquel que te había hecho sufrir y con gran sigilo, llegas hasta su habitación, abres la puerta y te acercas a su cama. Al parecer, no se había percatado aún de tu presencia y eso es algo bueno. La adrenalina recorría todas tus extremidades y sentías la excitación de lo que harías a continuación, aunque no era de la manera que más te sentías cómoda. Tal vez, matar a alguien así no era tu propio estilo. Apenas te acercas a tu cuello, sueltas un suave gemido y sientes cómo tu mandíbula se fortalece y tus dientes parecen volverse más filosos. Muerdes su cuello, de manera que puedas atravesar su tráquea y ahogarla al instante. El crujir de su piel, la sangre bañando tus labios, sus intentos de respirar... Todo hace que tu goce se incremente y comprendes el placer de tu depredador. Era una sensación incomprensible.

La vida de Hikari se va apagando y te aseguras de dejar su cuello lo suficientemente herido como para no dar pie a pensar en una imitación. La dejas caer cuando te das cuenta que ya no se mueve y con la sonrisa bañada en sangre, te diriges de nuevo al brazo de Alec, el cual te mira de forma traviesa al verte llegar a su lado y asiente ante tu cara de satisfacción por una misión cumplida.

Se acercaba el momento de las votaciones y podías sentir el nerviosismo y la ansiedad en el ambiente de aquellos que aún quedaban con vida. A pesar de ello, tu corazón pedía venganza y aquellos miedos de las almas débiles no alcanzaban tu corazón.

Recuerdas la sensación de aquel nuevo poder que Esther te había dado y tus ojos se tornan salvajes, bestiales, licanos. En ese momento, aparecen tres sombras frente a ti, las cuales se van aclarando de a poco. En la primera, ves la figura de Alicia, aquella niña cuya forma de pensar era atípica para su edad y su mente macabra mostraba mucho de otro tipo de jovencita. Luego, estaba Alec, aquel angelito que inspiraba en quien lo mirara un sentimiento incontrolable y que tú misma habías ya experimentado. Por último, estabas tú, aunque tu mirada era diferente, más fiera y desafiante, aunque con la fuerza de siempre pero magnificada.

Era el momento de decidir a cuál de los tres mantendrías a salvo de estas votaciones.

Keelin esperó hasta el último momento para fijarse en las sombras que la rodeaban buscando la del pequeño Alec. Una vez la tuvo localizada cerró los ojos y respiró lentamente, tratando de extender su protección hacia él, haciéndolo inmune a los ataques de cada anochecer. 

Ves dos sombras más que aparecen allí. Una de ellas toma forma y se despeja de a poco para encontrar la figura de Esther pero la segunda es difusa y no puedes identificarla. Con esas dudas, proteges a Alec.