Partida Rol por web

Asentí a las palabras de Alec sobre Reuel, pero esperé a que terminase antes de hablar. Luego, con su pregunta, bajé un poco la mirada, con un pequeño nudo en la garganta.

- Yo... No sé de qué brillo hablas. - Le dije. - Yo estaba muerta para entonces.

- Keelin dijo que podía defenderse de los ataques nocturnos. - Expliqué entonces. - Y que en lugar de defenderse ella decidió defenderte a ti. Pero también dijo que lo hizo  porque estaba convencida de que yo era una asesina, y que iría a por ti para exculparme. - Relaté antes de hacer una pausa. - Allí ya nadie sabía si fiarse o no de ella, Alec. Me acusó a mí primero y luego a Hikari. Ni siquiera Andy sabía qué pensar al final, aunque tampoco es que él sea una referencia.

- Yo, por el momento, confío en vosotros dos: April y tú. No creo que Noor tenga tampoco nada que ver con los asesinatos, pero de los demás... No sé quién podría ser inocente de forma segura.

- En cuanto a sospechas, tengo sobre todo de Nathaniel, de Michelle, de Edraín y de Ian. Si necesitas que te explique alguna en concreto puedo hacerlo, sólo pregunta. También temo por Alicia, pero porque Louis no sólo podía matar: también podía llevarse a alguien a su bando, y Wolfgang dijo que Louis la había visitado durante la noche. Pero eso ni siquiera es seguro, claro.

- ¿Tú qué piensas, Alec? ¿Quiénes crees que pueden ser?

Alec escuchaba muy atento a Esther, pero sin mirarla demasiado rato seguido. De vez en cuando asentía, mostrando su disconformidad, pero no la interrumpió en ningún momento, básicamente porque él no era de interrumpir.

Yo no lo sé, la verdad... De Ian siempre he sospechado. Ha sido muy brusco con todos... Y después de lo que ha pasado... Si él es de verdad uno de ellos y no podemos matarlo en votaciones no sé lo que vamos a hacer. Alec se veía cada vez más nervioso. La noche se acercaba y, por alguna razón, creía que iba a ser el objetivo. En cuanto a los demás... No tengo nada en contra de ellos. No creo que Michelle sea una de los asesinos... El señor mayor tal vez sí y Efraín... Tampoco le veo matando a nadie.

Se encogió de hombros, no quería pensar demasiado en el tema. Sí que es verdad que Alicia ha cambiado un poco de actitud... Ya ni siquiera se acerca a nosotros, pero no se... No puedo pensar que nadie sea capaz de cualquier cosa.

Rápidamente, decidió cambiar de tema, aunque el tono seguía siendo melancólico. Creo que mañana traeré de vuelta a Reuel o a Keelin, aunque todo depende de quien muera esta noche... Y de sí no muero yo, claro.

- La verdad es que cuesta imaginar a Efraín y a Michelle como asesinos. - Respondí. - Pero si no están con ellos hay dos cosas que no entiendo. La primera, por qué Efraín dice que ya no deberíamos votar a Ian, y la segunda por qué Michelle aseguró que sabía con certeza que Louis era inocente, cuando eso es mentira. - Expliqué, antes de lanzar un pequeño suspiro.

- No sé, Alec, me encantaría tener a alguien muy claro para poder ir contra él esta noche aprovechando el poder de Louis. - Le dije. - Pero cuanto más hablo con vosotros más incierto parece todo. Sobre a quién traer mañana... Yo me fiaría de lo que diga April. Creo que sabe mucho más que tú o que yo y que está de nuestro lado. Así que aunque la decisión es tuya y sólo tuya, creo que deberíamos prestar atención a sus señas.

Una vez dicho todo esto me quedé algunos segundos callada, llevando la mirada al suelo. No quería dejarme nada importante por si al día siguiente no podíamos volver a hablar en privado.

- Yo sí creo que lo de Ian no fue cosa suya. - Afirmé. - No sé si es que Andy no puede matar como han dicho, o si alguien le protegió, pero viendo las cosas que dijo después no creo que él mismo sea quien se ha salvado.

- Y lo he estado pensando este rato, y creo que lo mejor sería hacer creer a todos que es otro el que puede traernos de vuelta para ponerte a salvo. Pero tenemos que tener cuidado: no puede ser uno de ellos o se darán cuenta de inmediato.

Alec negó con la cabeza, con una seguridad no muy común en él. No, eso no. No puedo consentir que un inocente muera en mi lugar... Si descubren que tengo esta capacidad y deciden ir a por mí, pues aceptaré lo que tenga que pasar... Un escalofrío recorrió su cuerpo. Pero no puedo permitir que vayan a por alguien que no tenga culpa de nada para salvarme yo.

Los ojos de Alec demostraban lo seguro que estaba de lo que decía. No iba a permitir aquello. Momentos después volvió a bajar la mirada. Yo... Creo que tal vez deberías ir a por Ian esta noche. No tengo pruebas sólidas, pero su actitud y que no haya muerto en votaciones me dan que pensar... ¿A quién a parte de uno de ellos podría venirle bien esa habilidad? Yo... si me equivoco puedo traerle de vuelta después.

Escuché las palabras de Alec y me quedé pensativa durante unos instantes.

- Si otro cae en tu lugar puedes traerle de vuelta. - Le recordé. - Si lo haces tú... Estaremos a merced de ellos. Y aunque no fuera por eso, Alec, tú no te mereces que te pase nada malo. Pero hay otros que ni siquiera están haciendo nada porque salgamos de aquí. Sé que suena egoísta, pero sólo tienes que pensar en lo que pasará si ellos dan contigo. - Expliqué con la voz ligeramente temblorosa.

Con respecto a lo de Ian tardé algunos segundos en responder. Antes de hacerlo tomé aire y puse una mano en su rodilla, buscando apoyo ante lo que estaba por venir.

- Está bien. Iré a por él. - Aseguré. - Sólo espero que no sea inocente, y que si es culpable sus compinches no me vean.

Tu conversación con Esther había terminado y sabían que ya no podían compartir la habitación para hablar, así que se acomodaron como pudieron en el salón con otros. Te acomodaste cerca a ella para sentir su compañía y tomaste su mano para que te transmitiera fuerza. De cierta manera, te sentías seguro.

En la mitad de la noche, escuchas un ruido y antes de poder hacer algo, sientes una mano en tu rostro y un frío líquido en tu boca. Tiene muy mal sabor y quema tu garganta. Esa persona te obliga a beberlo pero te niegas a tragarlo, temes que vayas a morir por ello pero mueve tu cabeza de manera que no puedas botarlo y terminas tragándolo.

Tus pupilas se dilatan por completo y no puedes ver con claridad, tu cuerpo reacciona violentamente con numerosos espasmos musculares y tú sólo tratas de ubicar nuevamente la mano de Esther, alertarle, pedirle ayuda, mas no lo consigues. Poco a poco, tus fuerzas desaparecen y vas perdiendo conciencia de tu cuerpo. A pesar de tener los ojos abiertos, dejas de ver por ellos por un rato y todo se convierte en oscuridad.

Cuando reaccionas, puedes ver a tu alrededor a aquellos que han fallecido, en aquella casita de madera abandonada y esas muñecas destrozadas que puedes identificar como aquellos huéspedes del hotel que ya habían fallecido. Solo había un humano entre todas esas muñecas y ese humano era Andy.

La desolación hacía mella en ti e ibas perdiendo poco a poco la esperanza de regresar a ese lugar. ¿Qué sería de tu hermana? Tú sólo habías venido por una muñeca para ella. ¿Y si no salías de allí nunca? No podrían siquiera darte sepultura. Morirías siendo una muñeca.

De repente, algo extraño comienza a sucederle a la muñeca que aprisiona tu alma. Tiembla cada vez más intensamente hasta que se convierte en cenizas, liberando tu alma. Liberada, sale a toda velocidad del lugar donde se encuentra atravesando paredes, vigas, madera, todo para llegar al lugar del cual nunca debió salir. Luego, llegas al museo y allí está tu cuerpo. Entras en él con afán y éste se mueve violentamente mientras se reacostumbra al alma, mas cuando tus ojos se abren, sientes un fuerte dolor de cabeza, malestar, sed y un tanto agotado. Casi como si hubiera sido sólo una noche de licor y te hubieras levantado con una resaca. Podía ser esa la sensación pero no importaba. Estabas vivo y al voltear a tu alrededor, ves que Esther se encuentra aún a tu lado, como cuando partiste al mundo de los muertos.

Alec tomó aire en su habitación. Esther, April, Keelin, Michele, Alicia, Loren... Demasiados nombres de sospechosos y se sentía cada vez más nervioso. Los asesinos parecían estar ganando la batalla y no podía permitirlo... Se centró en la imagen de Keelin. Aquella joven pelirroja que le había protegido la noche anterior, se lo debía.

Te sentías feliz de poder estar de vuelta y esa felicidad podías conjugarla para cumplir la promesa que habías hecho al otro lado. Habías prometido traer a Keelin de vuelta y eso era lo que harías.

Concentras toda tu energía en la esfera de cristal que se encuentra en tu corazón y la calidez de tu pecho va creciendo, mientras la luz se va expandiendo hacia tu cabeza, haciendo que tu cabello brille y al final, las alas se forman en tu espalda. Estabas decidido a cumplir tu promesa y te concentras en el cuerpo de Keelin, el cual se encuentra solo en su habitación. Ves sus manos rodeadas de un extraño barniz que las hace más brillantes y recuerdas aquellas conversaciones en la casa de madera y una lágrima se te escapa. Te acercas a su cuerpo despacio y tocas su pecho, viendo cómo la luz se expandía desde el toque de tus manos por todo su cuerpo mientras éste lucha por moverse y por vivir. Cuando sabes que llega el momento, te retiras de vuelta a tu habitación y esperas que Keelin se una con todos. Estabas feliz de haber podido cumplir tu promesa.

voto a april. como no me dejas votar en la urna lo pongo aqui XD

Keelin había muerto protegiendo a Lisseth de un ataque nocturno. Lastimosamente, no se había podido revivir a ella misma pero allí estabas tú. Decides ir a tu habitación para tener más tranquilidad, además, la idea de los otros ver tu transformación no llamaba del todo tu atención.

Tratas de concentrarte pero hay algo que impide el despliegue de tu poder. No entiendes qué sucede pero allí está, es una energía negativa y oscura que te rodea y te llena de tristeza y de miedo. Volteas a mirar y ves a aquella joven que te había dado la capacidad de devolver la vida a las personas, pero hay algo distinto en su mirada. Sus ojos brillan con un rojo intenso y el aura que inspira es más oscura que la anterior ocasión que se habían cruzado. Dubitativo, das unos cuantos pasos hacia ella y ella sonríe, recorre todo tu cuerpo con su mirada y sonríe. Se relame y avanza hacia ti. Te detienes en seco y con temor en tus ojos pero ella parece no detenerse.

Retrocedes hasta que chocas con la pared y allí, la joven se acerca de manera insinuante a tu cuerpo. Te sentías nervioso e intimidado, más por su cambio de actitud. Mira tu torso de manera lujuriosa mientras va subiendo la mirada y acaricia tu cuello, para decir suavemente - Mi hermoso ángel. Alguien te ha escogido y ahora, experimentarás el verdadero poder, el poder del amor - la joven te sujeta del cuello por la parte de atrás y atrae tu rostro hacia el tuyo. De su labio inferior brota una gota de sangre que tiñe con rapidez su boca. No sabes por qué no te sientes en la capacidad de luchar pero te quedas inmóvil mientras la joven te besa. Sientes el sabor metálico de sus labios y cómo tu boca se llena poco a poco de ese sabor. A pesar de ellos, te dejas llevar por ese beso, sin luchar y disfrutando de cómo tus sentidos se iban despertando. Una sensación nunca antes vivida.

Tu estado letárgico se ve interrumpido por un pinchazo en tu labio inferior. Ella te había mordido con fuerza y ahora eras tú quien sangraba pero en vez de alertarte, hace que cierto deseo te embargue y eres ahora tú quien la besa intensamente. El sabor de la sangre de ambos mezclándose hace que salives en gran cantidad y terminas tragando parte de esa saliva sangrienta.

El gesto de tragar hace que te detengas en seco y la joven se separa de ti, aún con la boca llena del néctar vital que habían compartido. En tu garganta, sentías la temperatura crecer, a medida que bajaba por tu sistema y pronto, sentías que estabas en llama. Agarras tu garganta con ambas manos confundido y tratas de mirar a la joven, interrogándola, tratando que te diera respuesta de qué era lo que te sucedía, mas no la ves a ella, sino a aquella pelirroja que estabas por devolver a la vida, Keelin. Era quien estaba frente a ti, sonriéndote, gustosa de ver lo que sucedía. Tu temperatura corporal seguía subiendo y tu poder luchaba por salir, tornando tu cabello en el iluminado color blanco y tus luminosas alas surgir en tu espalda, mas esto solo empeoró tu agonía, al sentir que todo ese calor se extendía hasta ellas y comenzaban a quemarse. Gritabas desesperado pero no podías correr, ya ni los ojos podías abrir. En un últim grito ensordecedor, ves cómo tus alas son consumidas por las llamas pero no se han desvanecido, sino que han tomado un color grisáceo y en sus puntas, aún hay rastros de fuego. Sientes líquido saliendo de las cuencas de tus ojos y piensas que son lágrimas pero al tocarlas, tus dedos se tiñen de rojo. Estabas llorando sangre. Buscas a Keelin pero ella también se había desvanecido, lo que te lleva a preguntarte si era sólo una visión.

Corres al espejo asustado y puedes ver un brillo rojo feroz en tus ojos, mas ti apariencia era aún más hermosa, tu cabello era aún más brillante y tu piel tersa y clara, haciéndote una aparición divina. Cualquiera que te mirara te amaría y adoraría, creyéndote lo más puro que existe, pero sabiendo tú que eres lo más letal. Estabas cansado de sentir temor, era el momento de sentir el poder en tus manos, el poder del amor. Eras un ángel caído, el mismo espejo de la divina creación.

Ellos sabrán que te temen pero temerán más porque saben que te aman y allí, radica tu poder y tu salvación...

SANADOR OSCURO...

Eres el ángel caído, puro como un ángel pero contaminado por la oscuridad. Cada día, podrás traer a un personaje de vuelta y esa persona quedará tan fascinada contigo que perderá la capacidad de votarte en las votaciones. Te unirás a los lobos y servirás a tus propósitos, aunque tu apariencia ante los demás no cambiará...

Estabas decidido a traer a aquella que te había ocasionado todo eso, aunque tu sentimiento de admiración por ella no había cambiado, en parte porque gracias a ella, podías experimentar de forma tan pura el verdadero poder.

Te concentras en usar tu nuevo poder, y tus ojos se tornan rojos una vez más, con las pupilas gatunas que habías adquirido, tu cabello brilla con aquella luz que lo convertía en blanco y tus alas se extienden, mas las llamas de las puntas se reactivan y hacen de la visión de tus alas algo más sobrenatural, más impactante.

Visualizas el cuerpo de Keelin y tocas su pecho como habías hecho días anteriores, mientras la expectativa surge en tu mirada. Estabas ansioso por ver el alcance de tu nuevo poder. Por el momento, no ocurre nada nuevo pero esta vez, querías que Keelin te mirara, a ti, tu salvador, que apreciara tu grandeza y hermosura. Cuando abre los ojos, puedes verla cómo te mira y en ella, nace un sentimiento diferente. Podía haberse enamorado de la figura que eras ahora. Le das un beso travieso en la mejilla y te marchas, satisfecho porque alguien ya te quería, y más aquella que te había hecho renacer.