Partida Rol por web

Estos son tus dominios. Este es tu lugar soñado, donde los anhelos de toda tu vida se han materializado en el paraíso perfecto. Tu soberanía puede ser oculta, al igual que tu verdadero deseo y es tu elección mostrarte ante ellos: su nuevo amo y señor.

Esta habitación se caracteriza por lo brillante del suelo. El tapizado es de una hermosa combinación entre blanco y rosa, lo cual le da un aire infantil pero lo sientes como un sueño hecho realidad. La pequeña mesita con su lámpara roja que hace juego con el tapiz, sólo hacen que la habitación sea aún más perfecta. Y al final, una casa de muñecas pequeña, de paredes blancas, con su baño, su cocina, dos habitaciónes, sala de estar y su propio balcón. Era una obra magnánima de carpintería. Solo tenía un defecto. No había una sola muñeca en ella.

Una casa tan hermosa no tenía alma sin las muñecas. No podías permitir que tu paraíso se viniera abajo. Es tu deber hacerlo perfecto, y la única manera es llenándolo con muñecas. Todas las que puedas. Ahora que sabes qué es lo que necesitas, sólo queda una cosa. Conseguirlas...

FLAUTISTA...

Gracias a tus años de prácticas, eres capaz de hacer muñecas perfectas, pero eso sólo tú lo sabes y, hasta ahora, lo descubres. Cada noche, irás a hurtadillas, tomarás una de las muñecas de la amplia galería que el museo presenta para ustedes y podrás copiarla. Con tus herramientas, lograrás copiarla a la perfección, pero solamente hay una cosa que no puedes. Su alma.

Como todo buen fabricante de muñecas sabe, el alma de una muñeca está en sus ojos, así que tomas uno de los ojos de la muñeca original y lo intercambias con el ojo de tu copia. Ante un ojo común, no hay diferencia alguna y así, tu muñeca tendrá alma.

Cada noche, puedes escoger dos personajes que serán llevados a tu reino. Ellos tendrán total libertad de sus acciones, pero estarán bajo tu hechizo, encerrados bajo tu eterna vigilancia.

Esta habitación se caracteriza por lo brillante del suelo. El tapizado es de una hermosa combinación entre blanco y rosa, lo cual le da un aire infantil pero lo sientes como un sueño hecho realidad. La pequeña mesita con su lámpara roja que hace juego con el tapiz, sólo hacen que la habitación sea aún más perfecta. Y al final, una casa de muñecas pequeña, de paredes blancas, con su baño, su cocina, dos habitaciones, sala de estar y su propio balcón. Era una obra magnánima de carpintería.

Se encuentran en una pequeña pero hermosa casa de muñecas, aunque sólo pueden verse entre ustedes en ese lugar. No saben cómo han llegado aquí pero todo en la casa era perfecto, los detalles eran precisos y era, básicamente, la casa de muñecas soñada para toda niña pequeña. La única extrañeza es que ahora eran ustedes las muñecas.

La muñeca pelirroja, que de alguna manera era al mismo tiempo Keelin en su interior, se movió, tanteando la sensación de moverse con esa rigidez. No podía mover los dedos, tan sólo las articulaciones mayores y el hecho de sentirse dividida en dos realidades era sumamente confuso. 

Con la máscara pálida de enormes ojos verdes en que se había convertido su rostro contempló a la muñeca que la acompañaba. Era inconfundible, se trataba de Michelle. Si hubiera podido habría fruncido el ceño preocupada. Sin embargo, su rostro fue inexpresivo cuando trató de hablar. - ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos? - La joven no estaba segura de si estaba soñando, o se le había ido la cabeza del todo, pero se sintió más aliviada al darse cuenta de que al menos podían hablar. - ¿Qué está sucediendo aquí? - Añadió con angustia en su voz.

Michelle se miró las manos, absolútamente horrorizada al descubrir sus articulaciones mecánicas. Miró a Keelin, sin poder salir de su asombro- Keelin... Eres... Somos... ¿Qué es esto?-dijo llorosa- Se ha muerto mucha gente y ahora... Ahora somos... ¿De plástico? Pero también estamos con los demás... No lo entiendo...-se llevó las manos a la cabeza, sin poder amoldarlas bien a su cráneo de juguete, dada la rigidez de sus manos.

- Esto, ¿es real? No estoy soñando, ¿verdad?

- No lo sé... - Respondió la muñeca que tenía el rostro de Keelin, ladeando la cabeza al mirar a Michelle. - No entiendo nada de lo que está pasando en este lugar, pero... Creo que no estamos soñando. No dejan de pasar cosas raras en este maldito lugar. - Se quejó, cerrando los ojos durante un instante, tratando de aclarar sus ideas y separar lo que veía en cada lugar.

- Oh, haz una cosa, si realmente esto es de verdad, en el otro lado, acércate a mí o hazme una señal. Así lo comprobaremos. - Realmente Keelin era consciente de lo absurdo de su propuesta, pero no podía evitar pensar que todo esto eran imaginaciones suyas y que Michelle no podía saber nada de lo que pasaba en este lugar si era imaginario. - Quizá me han drogado... - Musitó la muñeca, pasando la mano por sus cabellos con un gesto nervioso igual al que realizaba la joven en el salón.

- Bien, vamos a comprobarlo- asintió, nerviosa-Acabo de acercarme a ti. - dijo, y se mantuvo en silencio, mientras esperaba una oportunidad adecuada para comprobar junto a su acompañante si aquello era real o no- Voy a decir esto: "Soy americana y tengo mis derechos"-miró a Keelin entonces, expectante, mientas, en el otro lado, decía aquella frase- ¿Y bien?- preguntó, retorciéndose las manos.

Keelin observó en el otro lado cómo Michelle se acercaba a ella y cuando escuchó la misma frase en los dos lugares al mismo tiempo llevó su mano de plástico con los dedos rígidos delante de su boca. 

- Sí... Es real. - Dijo entonces, sin estar segura de si eso le provocaba alivio o una desazón mayor. - Oh, Michelle, ¿has oído lo que ha dicho ese tipo? Quiere matarnos a todos. - La angustia que sentía se traslucía perfectamente en su tono de voz mientras la muñeca buscaba un lugar donde sentarse. Finalmente se dejó caer en un sofá en la sala de estar, tan delicadamente tallado como el resto del mobiliario, y un pequeño suspiro salió de sus labios rígidos y fríos. - Tenemos que salir de este horrible lugar como sea. ¿Por qué no llaman a la policía? 

- No lo sé... Yo... Yo no vine aquí para esto. Y ahora estamos así...-dijo, llorosa, sentándose en el suelo, sintiendo cómo sus rígidas articulaciones se doblaban- Esto es una pesadilla. Y ese chico está loco. No quiero votar a nadie, Keelin. Pero si no lo hago...  Quizá otro lo haga, y nos señale. ¿Qué pasa si no votamos y por eso una de nosotras saca más votos que los demás?- el miedo en su voz era casi palpable- A saber lo que piensan hacerle al que saque más votos, en caso de haberlos. 

Suspiró, tratando de tranquilizarse- La cuestión es, ¿a quién podría votar? En caso de que realmente hubiese alguien, además del hijo de la dueña, haciéndonos esto, ¿quién podría ser? No sé, hay gente un poco rarita con nosotros, pero, ¿matar?

- Yo no pienso votar a nadie. - Anunció Keelin a través de la muñeca que era ella misma. - No sé en qué consiste el castigo para el más votado, pero me niego a participar. - Su voz era decidida y poso con firmeza sus manos sobre los brazos del sillón. - Y como vea que los guardias se despistan, pienso intentar escaparme. No tienen derecho a mantenernos aquí contra nuestra voluntad. No soy americana, pero tengo mis derechos. - Terminó, haciendo un esfuerzo por intentar hacer una pequeña broma hacia Michelle.

Cuando en el otro lugar el joven que parecía muerto se levantó como si nada, los ojos de la muñeca pelirroja se abrieron por la sorpresa. - ¿H-has visto eso? E-está vivo...

Keelin buscó la mirada de Michelle y cuando habló de nuevo su voz parecía haber perdido gran parte de su determinación. - ¿Crees que el señor Seung además de ser un loco psicópata y secuestrador podría tener razón con alguna de las cosas que ha dicho? - La voz de la muñeca era indecisa ahora y de sus labios salió un pequeño suspiro. - No tengo ni idea de quién podría ser el responsable si así fuese... No  había visto a esta gente en mi vida y realmente ninguno parece capaz de matar a nadie. Pero en este lugar están pasando cosas muy raras...

Permaneció en silencio, impresionada por la repentina reaparición de uno se los asesinados aquella noche- Estamos... ¿Estamos seguras de que estaba muerto? Eso es... Es imposible...- volvió a callar, tratando de asimilar todo aquello.

- No sé qué pensar. Pero que mueran tantas personas la misma noche... Debe haber alguien que esté detrás de todo esto, además de él. - sus palabras sonaban algo inseguras- No sé qué hacer... Yo sé que no es justo votar por nadie, pero... Es que tengo miedo... No quiero que ese loco me haga daño. 

- No lo sé. - Respondió la muñeca tras un suspiro. - Quizá lo de los asesinatos sea también un montaje y realmente no estuviesen muertos, pero... Estamos aquí, ¿no? Y esto sí es real. No es una alucinación, porque sabemos lo que dice la otra. Y desde luego esto no es algo "normal". 

La muñeca se levantó del sofá y dio algunas vueltas por el salón, moviéndose con la rigidez que le permitían sus piernas de porcelana. - Si no fuera por esto que nos está pasando, pensaría que no hay nada sobrenatural aquí y que es algún tipo de experimento sociológico o una cámara oculta o algo peor... Pero desde que llegamos he sentido algunas cosas raras hasta terminar con esto. Empiezo a creerme cualquier cosa, Michelle. Si podemos estar encerradas dentro de estas muñecas, ¿por qué ese tipo no iba a poder... resucitar? - La muñeca hizo un extraño movimiento cuando la joven que se encontraba en su interior trató de encogerse de hombros. 

- En cualquier caso, yo no voy a votar a nadie. Al menos por ahora. Si alguno de ellos es responsable de lo que sucede, antes o después cometerá algún error... No voy a votar sin tener motivos. Pero no te culpo por hacerlo, a mí también me da miedo salir escogida por ello. Aunque, ¿qué harán con el que salga? Supongo que lo encerrarán o algo así... ¿No? - Terminó, con la voz insegura y sin dejar de moverse nerviosa por el salón.

- No lo sé... A lo mejor lo convierten en muñeco, como nosotras... Y lo rompen...-dijo, con horror- Ya viste que esta mañana había muñecos de los muertos. No puede ser coincidencia, Keelin- negó, moviendo la cabeza coronada de pelo sintético.

- Creo que me voy a sentir muy mal si voto por alguien y le pasa algo malo- recapacitó- Tienes razón... A lo mejor me pasa algo pero, ya estamos así- se señaló a si misma, con dificultad- Ya es bastante malo... - suspiró- Y sí... El simple hecho de que nos pase esto debería hacernos creer otras cosas, pero no sé. Es que no es fácil asumir algo así, ¿sabes? -se le debilitó la voz- Jo... Encima no me funciona el teléfono. Si sólo pudiéramos llamar a la policía para que nos sacase de aquí. 

Miró entonces a Keelin, y tras unos segundos sin pronunciar palabra, entornó los ojos, y se fijó en sus rasgos- Al menos estamos bien hechas. A ti te han puesto un pelo muy bonito. Es casi igual que el tuyo. 

- Sí, eso es verdad. Lo cierto es que la señora esa hacía un buen trabajo, eso seguro... Aunque me pregunto cómo pudo hacer muñecas de vosotros también si no os conocía de antes. - La muñeca pelirroja se acercó a la rubia para examinarla más atentamente. - Tus ojos están genial. Son como los tuyos de verdad. 

Tras algunos segundos, volvió hacia el sofá y se dejó caer una vez más en él. - Cuando llegamos comprobé el móvil desde la habitación. Había cobertura y wifi. Por eso creo que han usado un inhibidor o algo por el estilo. Aunque a estas alturas también me creería que fuesen ondas sobrenaturales o ectoplasma o alguna cosa rara de esas... - Se quedó pensativa un instante. - Y quién sea el responsable ha sido listo, se ha cargado al tipo ese malhumorado que decía ser investigador paranormal. Probablemente era el único que sabría resolver esto con un exorcismo o alguna movida de esas. Mi madre es muy supersticiosa, allí en Irlanda tenemos muchas leyendas sobre seres mágicos. Pero nunca había oído nada sobre muñecas. 

La muñeca se dio cuenta de que no dejaba de hablar y suspiró. - Perdona, no quiero aburrirte. Es que estoy nerviosa, se acaba el plazo que nos dio el señor Seung y me da miedo que me haga algo por no votar.

Hizo una pequeña pausa antes de hablar una vez más, cambiando de tema. - Y oye, Michelle... Si considerásemos que alguno es responsable de todo esto, ¿tú de quién sospecharías? He estado pensando en cómo hemos podido llegar a esta... casita. ¿Crees que nos ha podido traer alguien? ¿O será cosa del señor Seung? ¿O de la muñeca? Es raro que justo nos haya pasado esto a nosotras dos, ¿no? ¿Crees que es por ser modelos?

- Quizá como parecemos muñecas, les pareció gracioso hacernos esto... Pero no sé si puede tener que ver con el hijo de la dueña o si ha sido otra persona o símplemente las muñecas diabólicas del techo o la otra que grita... -dijo, con fastidio- Mi familia no es nada supersticiosa. Creemos en Apple y en la tele por cable y poco más. Mis padres ni siquiera van a misa...-se cruzó de brazos, haciendo girar las articulaciones mecánicas de sus codos- No terminé de creerme lo del detective ese de fantasmas. Pero ahora dudo. Quizá es así y él sabía cómo sacarnos de esto- se levantó, y se acercó a Keelin, sentándose junto a ella.

- Si tuviera que nombrar a alguien... Diría que si debo sospechar de alguien, sería de esa mujer rubia, ¿Esther?- parpadeó, dudosa- Sí, Esther. Es una amargada. Y racista. Da un poco el perfil de persona a la que no le importaría quitarse a alguien de encima. Aunque no sé, también otros me dan bastante miedo. Nathaniel y Yorgan tienen cara de pervertidos. Pero supongo que no es motivo suficiente. 

La miró de nuevo, fijamente- ¿Qué cosas raras te han pasado? A parte de lo obvio, claro.

- Puede ser que nos lo hicieran por eso. Aunque no tiene ninguna gracia. - Dijo la muñeca frunciendo el ceño. - Me estoy volviendo loca viendo una cosa por cada ojo... ¿Tú también sentiste como si te quitaran un ojo antes de llegar aquí? - Preguntó, mientras seguía dándole vueltas a todo en la cabeza. - Yo tampoco me creí nada del cazafantasmas ese, pero... 

Suspiró, dudando durante unos segundos. - ¿Viste a la joven esa con el vestido rojo cuando veníamos con el autobús? ¿Una que se fue corriendo cuando pasábamos? - La muñeca empezó a pasar la mano por sus cabellos, enredando sus dedos rígidos. - Pues luego me pareció verla en mi habitación cuando subí a dejar la maleta. - Dijo, bajando la voz sin darse cuenta, recordando el miedo que había sentido. 

- Después fue todo lo de la muñeca que gritaba y luego... Esto del ojo y encontrarme aquí contigo. Al principio pensaba que todo era un montaje, parte de un espectáculo, pero ahora cada vez tengo más miedo. - Reconoció, bajando la mirada a su regazo. - ¿A ti te ha pasado algo aparte de esto?

- A mí también me pasó lo del ojo... Y... También vi a esa chica en mi habitación.-por su voz, se notaba que se había asustado al escuchar a Keelin- Me hizo tragar una cosa redonda-dijo, llorosa-Y me salió una luz del estómago. Y luego, por la noche, también me pasó eso que dices del ojo y empecé a ver dos cosas distintas.

- No quiero quedarme así para siempre, Keelin-comenzó a llorar abiertamente.

La muñeca llevó una mano a su boca al escuchar a Michelle y después habló con un hilo de voz. - A mí me cogió de la mano y entonces casi me ahogué, no podía respirar y la piel me brillaba... Me dijo que yo era fuerte por ser la primera de la colección... Pero luego pude respirar y ella había desaparecido. Y no sabía si me lo había imaginado, o era algún truco o qué... 

Se giró y abrazó a Michelle. Probablemente fuera de este lugar no sería el tipo de chica que Keelin escogería como amiga, pero aquí y ahora se empezaba a sentir unida a ella de alguna manera. - Yo tampoco quiero quedarme así. - Dijo con la voz temblorosa y bajando la mirada de nuevo. - Tenemos que encontrar la forma de escapar. O quitar el maleficio de las muñecas o lo que sea...

- Lo ha matado... Lo ha matado, Keelin. Lo convirtió en muñeco y lo rompió... Nos van a romper...- dijo, asustada- No quiero que me rompan... Sólo quiero irme a mi casa.-acostumbrada como estaba a no tenerse que preocupar por cosas realmente importantes, Michelle se sentía sobrecargada y desbordada por todo aquello. La muñeca que era, derramaba lágrimas, empapando sus mejillas de plástico y su ropa diminuta.

- ¿Quién ha sido? ¿Ha sido realmente ese hombre? ¿O alguien se lo metió en la cabeza?- se preguntó, con angustia- Yo no quiero matar a nadie... No quiero que nadie me obligue. 

La muñeca pelirroja abrazaba a la rubia mientras su pecho se agitaba por los sollozos que la sacudían. - Oh, joder, joder... Ese maldito oriental nos quiere matar a todos... - La voz de Keelin salía angustiada de sus rígidos labios de muñeca. 

Se separó un poco de Michelle para y trató de apretar el puño, sin conseguirlo pues sus manos no tenían articulaciones. - No creo que Charles fuese él mismo... Creo que Seung lo controlaba, ¿viste cómo se iluminaba su muñeca en la estantería? Quiere obligarnos a matarnos unos a otros. ¡Es un maldito psicópata!