Partida Rol por web

Viendo que todos se retiraban y había bastante por hacer decidió irse también, no sin dar un último... varios últimos vistazos.

Uno a los invitados y sus primas, con una inclinación se despedida.

- Mis ocupaciones me llaman, pero espero poder verlos de nuevo pronto. - sonrió a todos, posando al final su vista en la recién llegada - Espero también poder dar una última revisión a tu vestido después del desayuno, prima mía. Estarás encantadora.

Con una sonrisa cálida pero los ojos brillantes se dio la vuelta. La siguiente mirada fue de nuevo a la estancia, buscando el origen del aroma tan persistente. Mandaría llevar más flores a las mesas, para aromatizar.

Su verdadera última mirada fue para lord Rhys y John, que se marchaban. Había un dejo de preocupación y duda, que cubrió llevando sus ojos al frente, apenas mirando el camino mientras se marchaba.

Con una inclinación de cabeza saludé a las personas que me saludaron, acompañada de la sonrisa mas cálida que pude y me senté tal como me indicó mi padre. Escuché lo de la pastilla de jabón y miré confusa el entorno, ¿el olor venía de alguien que no se había aseado?.

Me sentí ligeramente decepcionada cuando John anunció que se marchaba y miré a Ginebra que también se iba, bajé la mirada y solté un pequeño suspiro.

Miré a mi hermana Tabitha con los ojos llenos de duda, ¿me había perdido algo?

Marvin permanecía estoico, de pie, a la diestra de su señor con las manos estiradas y entrelazadas tras su espalda, exponiendo su pecho al resto de los presentes para mostrar confianza plena, dando una sensación de seguridad total. Parecía ajeno a las chanzas y comentarios del resto de los presentes, pero estaba perfectamente atento , saludando a cada uno de los presentes con la reverencia adecuada a medida que se presentaban, siendo Lenia la ultima. No usaba palabras, sólo gestos de cortesía. Si un noble no se dirigía directamente a él, no debía importunarlo con sus palabras. Esperaba el momento en el que el resto de la familia del señor llegase y tomase asiento para hacer lo propio. Las reglas eran claras: los nobles se acomodarían primero, luego el resto. 

La entrada del antiguo maestro de armas, Kalhan, con noticias para el señor Vaelys supuso una contrariedad. " Parece que los Siete han dispuesto que este desayuno este lleno de acontecimientos inesperados". Marvin observó al patriarca de la casa, esperando cualquier gesto para hacerse cargo de la situación. Esa orden no llegó, esta vez no se necesitaba de sus servicios, lo cual era buena señal. 

La salida de Ginevra, en parte, alivió al castellano. Seguramente, se había dado cuenta del hedor, desagradable para acompañar cualquier comida, que había inundado el comedor. Era menester que , o bien se dispusiese otro comedor, o se trajese cualquier cosa que ocultase el repugnante olor. No se podía permitir que Ser Bernard y Ser Tyler, o cualquier otro, tuviesen quejas de la cortesía de la casa Vaelys.

Cuando entró Lenia, le sonrió abiertamente acompañándolo de un gesto de mano. Ella su hermana más próxima y con la que tenía más afinidad, también Mira, pero la diferencia de edad hacía que se sintiera más cómoda y se mostrara más abierta con Lenia que con la más pequeña. 

Sonrió ante la respuesta de Ser Bernard, que daba la victoria a Ser Tyler, pero la respuesta de su padre... Bueno, hizo que parpadeara y se lo quedara mirando, entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza. ¿Estaba intentando bromear? No... No estaba intentando bromear ni seguirles el juego, hablaba en serio. A veces se preguntaba si él realmente era su hija. 

Estaban bromeando, padre, no tienen ningún problema con las pastillas de jabón -le aclaró, añadiendo una sonrisa danzarina. Eh, si les permitiera desayunar de una vez Tabitha no se metería, ¡pero tenía hambre!

Se despidió de Kalhan con una nueva sonrisa, y también de Ginevra acompañándolo de un movimiento de cabeza, para acabar devolviendo la mirada a su hermana. 

¿Sabes si van a tardar mucho más las demás? Estoy como, muerta de hambre, en serio. Casi literalmente. 

Se levantó mientras hablaba, procurando arrastrar la silla lo menos posible, para poder caminar hasta los ventanales y abrirlos. Al parecer, el foco del hedor se había ido, ahora solo faltaba que se fuera el pestazo que había dejado tras él. Y ya que a nadie se le ocurrió hacer algo como eso, pues ya lo hacía ella, tampoco hacía tanto frío. 

Regresó a la misma silla y volvió a sentarse.

La muchacha se apresuró a realizar sus labores. Primero que nada iría a por agua fresca, vino, cerveza… porque no iba a ofrecer leche a los hombres. En todo caso si querían tomarla tendría que ser cuando se sirviera el desayuno. El caso es que las hijas de Vaelys si que era probable que quisieran tomarla pero Fiona no tenía tiempo para hacerlo todo a la vez, así que mejor servir con lo disponible y luego ir donde el establo para conseguir leche fresca.

El segundo asunto era la decoración, los centros florales, muy necesarios a decir verdad. Por varias razones. Una embellecer las estancias y conjugar la belleza de las flores con las hijas de Vaelys y dos, disimular el mal olor que parecía haberse filtrado hasta el último rincón de la fortaleza.

Que contratiempo… - pensó preocupada Fiona al darse cuenta de que el mal olor llegaba más allá de la cocina.

Llamó a la puerta antes de entrar. -Toc, toc, se paró frente a esta unos segundos esperando permiso de su señor para acceder. Adelante-  escuchó la voz de Vaelys y por ende Fiona tardó solo unos segundos en asomar su nariz por la puerta.

- Buenos días, disculpen la intromisión... - comentó en tono educado y profesional, bajó la mirada en un primer momento hasta que tomó posesión visual de la estancia, dando unos primeros pasos hacia el centro del gran comedor.

Cargaba en sus manos una bandeja de plata con tres jarras, agua fresca, vino y cerveza, además de varias copas de plata extra por si había que ofrecer bebida a más invitados recién llegados.

- Mi señor... - se dirigió a Lord Vaelys haciendo una reverencia. - Vengo por orden de Ginevra. ¿Se le ofrece algo de beber antes de que se sirva el desayuno?. - había que atender primero al señor de la casa, como no, luego a sus hijas, a los caballeros Risefeller y por último a Marvin y a Jhon. Así lo marcaba el protocolo.

Tyler sonrió cuando John se despidió. La relación entre ellos era extraña. No podría decirse que fuesen amigos, era evidente que les separaba una diferencia de estatus. Pero eso a Tyler no le impedía tenerle afecto. John era un hombre de honor, y pocas cosas unen o separan más que luchar juntos en la guerra.

Tyler recordaba a menudo las batallas libradas. Sobretodo en sus sueños. No solía hablar de esos tiempos abiertamente, prefería olvidarlos lo máximo que podía. Sin embargo, en una de aquellas ocasiones en que dos ejércitos habían chocado Tyler se encontró cargando junto a Bernard. Los dos hermanos eran casi imparables juntos, pero en esa ocasión un desalmado decidió no arremeter contra Tyler, si no contra Furia, su yegua, lanzándose por debajo de la misma en un acto muy arriesgado y con su espada por encima, abriéndo en canal todo el vientre del animal. Furia cayó de inmediato pero Bernard no pudo parar tan rápido, era imposible. Tyler quedó atrapado por el cuerpo moribundo de Furia y ya había un enemigo preparado con un hacha a dos manos, listo para decapitarle. Tyler trató de pensar algo rápido, su espada había caído demasiado lejos y no lograba alcanzarla. Por suerte apareció John y le salvó de aquel trágico final. 

Tyler se sentía agradecido por ello. A los pocos segundos llegó Bernard y le liberó de su presa para continuar luchando juntos. 

John había pagado muy caro el precio de la guerra. Tyler había sido más afortunado en ese aspecto. 

Prefería no seguir pesando en la guerra. Solía empezar por recordar actos heroicos, momentos intensos de amistad y cosas así... pero después llegaban otros más amargos, las pérdidas, las barbaridades de las que los hombres eran capaces, la cara de algunos de sus oponentes cayendo muertos bajo su espada... Sacudió levemente la cabeza como para salir del bucle.

Agradeció que Tabitha abriese las ventanas, y cuando volvió a sentarse le dijo en voz baja:

-Por un momento temí que os fueseis a tirar por la ventana huyendo de mi olor corporal- 

Entonces apareció Fiona con jarras y una bandeja. Al fin parecía que todo empezaría a disponerse para saciar su hambre y sed. Aunque si el resto de la familia Vaelys tardaba mucho más aquello sería más una tortura que un alivio, pues tener comida y bebida delante de sus ojos pero sin poder tocarla es uno de los modos más crueles de torturar a un hambriento. 

Gracias, Fiona. 

No esperó a su padre para poder incorporarse y tomar la jarra del agua fresca y echarla a una copa, ¿cerveza y vino de buena mañana? Su estómago no estaba preparado para eso. Además, no solía tener una gran afinidad al vino, mucho menos a la cerveza. 

También les dio una copa a los dos hermanos, ya que se había incorporado, pero dejó que se la llenaran de lo que quisieran; dudaba que fueran a beber agua. 

Se rió de medio lado ante el susurro de Ser Tyler y lo miró de soslayo. 

De vos no, pero os aseguro que me estoy arrepintiendo de no haberme llevado el morral del ayudante del septón al jardín. Ya estaba con todo preparado -le respondió con un susurro, sin importarle que Ser Bernard también lo escuchara. 

Suspiró y dio un sorbo a la copa. 

A Bernard le gustó el comentario de Lord Rhys. Estaba seguro de que no era el culpable del olor y para nada se lo tomó como algo personal. Rió ante el comentario, sin intención de faltar al respeto. El culpable se daría por aludido si era uno de los presentes en el Gran Comedor. Tyler respondió a Lord Rhys con astucia y, tras la explicación de Tabitha, Bernard pensó que no hacía falta añadir más.

Miró a Tabitha abrir las ventanas. Gracias pensó. La ventilación era más que necesaria.

-Gracias- dijo cuando Tabitha le ofreció la copa. -Espero que no os importe que me sirva. Tengo la garganta algo seca.- se sirvió algo de agua. Le gustaba el vino, pero no bebería si no lo hacían los anfitriones. Además, no era un día para perder los sentidos por el alcohol. Bebió un sorbo y le costó no escupir el agua cuando Tabitha nombró el morral de Merol. La mañana había empezado con buen humor. Esperaba que siguiese así el resto del día.

La apertura de los ventanales agradó a Marvin. Si aún tendría que esperar un tiempo indeterminado a la llegada de la dama Vaelys y el resto de las hijas, prefería no sufrir una contrariedad como era el de ese olor. Sabía que Lady Myriah y Astrid se negarían a compartir el desayuno con el tufo. Desde su posición, todavía de pie, esbozó una ligera mueca de satisfacción.
La llegada de Fiona, cargada con bebidas y señalando que había sido idea de Ginevra, hizo pensar al castellano. La nueva ama de llaves podía haber actuado para, con las bebidas, distraer de la espera a los que ya se hallaban en el comedor.
Ver como Tabitha tomaba la jarra con el agua y se la servía a ella misma, primero,
provocó ligeramente a Marvin"¡NO! Primero el señor, es lo dictaminado desde que somos civilizados". Por suerte, nadie podía saber lo que el castellano pensaba.

-Sé que era una broma, hija. Mi respuesta también lo era, en su mayor parte. - respondió Lord Rhys a su hija tras el comentario del jabón, esbozando una sonrisa pero dejando entrever que todavía le preocupaba el tema del aseo personal de los presentes.

Tras eso, Fiona Ironsmith no tardó en hacer su aparición. Le dieron permiso para entrar, y Lord Rhys meditó unos segundos sobre el ofrecimiento de la criada. ¿Agua o vino?, se preguntaba. La duda quedó resuelta cuando Tabitha se alzó para tomar la jarra de agua y servirse ella misma, además de a los hermanos Risefeller. Lord Rhys arqueó una ceja ante este gesto, pero no dijo nada al respecto. Duda resuelta, se dijo.

-Un poco de vino estará bien, Fiona. Gracias. - le dijo a la criada y, mientras ésta le servía, observó la puerta de entrada al Gran Comedor. Estuvo unos cuantos segundos observándola antes de volver a hablar. - Me pregunto qué retiene a mi esposa y al resto de mis hijas. Temo que si se retrasan mucho más mi hija Tabitha acabe dándole un mordisco a la mesa... - comentó dirigiendo una mirada de soslayo a la susodicha, sonriendo.

Gracias, Fiona. - dijo Tabitha, por lo que su amiga contestó dedicándole una mirada sonriente. No era correcto decir - De nada, pues ella estaba allí para servir. Su señora Tabitha se sabía mover como pez en el agua en compañía de grandes señores, y a la vez tenía esa simpleza y naturalidad en su carácter que decía que no se creía superior a los demás. No podía menos que admirar la facilidad que tenía para ser ella misma y comportarse como queria ignorando el como y el por que sobre lo que dictaban las reglas de nuestra época.

Su gesto espontáneo sirviendo el agua a los Risefeller y a ella misma, provocó que Fiona no se aguantara una expresión divertida. Bajó la mirada y sonrió, eso si, apretando los cachetes de su rostro para ocultar su sonrisa.

Mi querida amiga… - pensó todavía incrédula, no podía creer que los Vaelys expusieran a sus hijas en un escaparate abierto donde caballeros de otros reinos pujaran por ellas como si se trataran de simples piezas de un mercado de ocasiones. El asunto de la boda rápida... ¿Cómo era aquello de casarse con alguien a quien no conoces? ¿Cómo amas si no conoces?

- Como gustéis señor. - comentó sirviéndole el vino en su copa a Lord Vaelys mientras sus ojos paseaban de los ventanales, al mobiliario, y de allí a su divertida amiga. "Esto es muy agradable. Incluso desde aquí se escucha el trinar de las aves. Gracias a que el aire fresco corre libremente, ya que ni las flores disimularían el fuerte olor a establo”. - puso las manos sobre la mesa y dejó la bandeja servida. - ¿Quieren tomar leche fresca en el desayuno? - preguntó en alto alternando la mirada entre todos los presentes. A la espera de que alguno se pronunciara en tal caso, iría a los establos, iba vestida con ropa de trabajo, para ella era un día normal.  - Si no me necesitan para nada más, iré de nuevo a la cocina Lord Vaelys. Las flores que han dispuesto para esta velada esperan mostrarse tan bellas en esta celebración, pero no tanto como sus hijas. - alabó con humildad la belleza de las señoritas de la casa.

- Gracias-
Dijo a Tabitha cuando le ofreció la copa. Sin embargo no se sirvió nada hasta que Lord Vaelys hubo dado su primer sorbo. Dado que Rhys había escogido el vino no vio problema en tomarlo también.
Tyler era un sibarita en cuanto a vinos se refería. Se sirvió su copa y bebió un poco, no era deseable beber demasiado con el estómago vacío.

Cuando Lord Rhys dijo haber hablado en broma Tyler no lo puso en duda, sin embargo no estaba muy convencido, dado que el señor de la fortaleza de sangre había aprovechado la ocasión para dejar patente su percepción del mal olor. Tras la broma había sin duda seriedad, y en cuanto al tema serio Tyler no tenía respuestas para arrojar la luz que su señor deseaba. No si solo eran conjeturas. Por otro lado era posible que a Ryhs le hubiese disgustado que se bromease sobre ese asunto sabiendo la importancia de lo que estaba por llegar.

Ante el comentario de Fiona Tyler sonrió, pero no dijo nada. No tenía ninguna necesidad en ese momento a parte de la de desayunar.

Me mantuve en silencio observando a las personas de mi entorno, había llegado cuando las conversaciones ya se habían iniciado y no quería meterme en ninguna en particular, para no ser entrometida, miré a Fiona, me apetecía leche, pero por alguna razón no le contesté, suspiré, ¿que me pasaba aquella mañana? me encontraba despistada.

Negué suavemente una vez más y traté de centrarme.

- Tabitha - dije en voz baja, no porque el resto no me escuchara, si no porque no me encontraba en situación de elevar mucho la voz - Si luego no estás ocupada, ¿podrías ayudarme a elegir los adornos del pelo? no termino de decidirme - quería iniciar una conversación con mi hermana para no sentirme desplazada y aprovechando que ahora nadie la requería directamente.

Sonreí ante el comentario de mi padre de que mi hermana podría morder la mesa.

Carraspee intentando aclararme la garganta.

Busqué con la mirada  los ojos de Tyler.

Entrecerró los ojos en dirección a su padre... No estaba segura si lo suyo había sido una broma antes o ahora que ella le había dicho que era una broma. Pero no iba a volver a decir nada, no quería sobrepasarse con su padre... No ante los invitados, al menos. 

Sonrió divertida cuando dijo que me comería la mesa, definitivamente este debía ser el menor de sus problemas. Lo mismo le daba por morder a alguno de los invitados... Y si no hubiera sonado tan mal en voz alta, lo hubiese dicho, así que se limitó a permanecer calladita.

Miró a Fiona y sonrió:

Sí, leche para el desayuno estaría bien -asintió a los agradecimientos de ser Tyler y ser Bernard y dio un nuevo sorbo a su vaso de agua. 

Cuando Lenia habló hacia ella, la miró y la escuchó. 

Claro, debo ir a repasar mi vestido en mi dormitorio, después me paso al tuyo -respondió en el mismo tono; no tenían que ir muy lejos ya que dormían en habitaciones contiguas.

Tyler escuchó la conversación entre las hermanas mientras movía la copa observando el cuerpo, color y lágrima del vino. 

Sonrió levemente para sus adentros. Pensó en lo diferente que parecía la relación entre hermanas y entre hermanos. Ellas hablaban de ayudarse con los adornos del pelo. Tyler y Bernard, cuándo tenían la edad de ellas, solían hacer carreras a caballo o jugar a emboscarse para entrenar el estar siempre alerta.

Le resultó una escena muy tierna. Lord Rhys tenía una inmensa suerte, las niñas tienden a ser cariñosas y dulces, pensó. No pudo evitar imaginarse un día, en un futuro, con una hija propia. No habrían suficientes pañuelos ni toallas para recogerle la baba. A pesar de las pérdidas Rhys era afortunado, esperaba que lo supiese. 

Alzó un poco la mirada y se encontró con los ojos de Lenia. Le sonrió. 

- Las joyas y adornos no os harán más bellas. Al contrario. Vosotras hacéis lucir mucho mejor esos complementos- Les dijo sin dejar de mirar a Lenia con una cálida sonrisa. Realmente era cierto que las hijas de Vaelys eran muy hermosas.

Tabitha se mostraba desenfadada y despreocupada. Su carácter parecía fortalecerla ante lo que estaba por llegar. Sin embargo, a Tyler le pareció que Lenia resultaba más sensible y frágil a su destino. Se permitió pensar un momento en qué debían estar sintiendo. Viéndolo desde el punto de vista de ellas la fiesta y su objetivo podía resultar un tanto aterrador.  Tyler y Bernard eran caballeros de título y corazón, esperaba que el resto de invitados lo fuesen también. Se autoconvenció de que ni Lord Rhys ni Lady Myriah lo hubiesen permitido de otro modo. Seguro que habrían escogido muy bien a quien enviar las invitaciones.

- Esta mañana la fortaleza aun está en calma. Relajémonos y disfrutemos de un agradable desayuno - Con estas palabras esperaba lograr deshacer un poco el nudo que debía formarse en el estómago de las chicas. Que no sintiesen tanta presión al menos por el momento, pues aunque en unas horas todo cambiaría, ahora vivían el ahora, y el después aún no había llegado.

Sonreí a mi hermana con intención de decirle algo cuando mi mirada se cruzó con la de Tyler.

Las joyas y adornos no os harán más bellas. Al contrario. Vosotras hacéis lucir mucho mejor esos complementos-

No pude evitar sonreir y desviar la mirada, tenía unos ojos tan bonitos y una voz tan cálida ... carraspee nuevamente y sonreí.

- Gracias Ser Tyler - volví a mirarle a los ojos - Después de todo, eso son complementos - dije intentando no quebrar mi voz. No hable excesivamente alto, más bien, lo más bajo, pero claro que me fue posible. Tyler era uno de esos caballeros que había imaginado de niña, alto, fuerte, apuesto, educado ... lo que nos convenía a mis hermanas y a mi.

Esta mañana la fortaleza aun está en calma. Relajémonos y disfrutemos de un agradable desayuno

Asentí con una gran sonrisa, era cierto, aún era temprano para andar con la presión que iríamos acumulando durante el día, tomé una copa con agua y di un pequeño sorbo para humedecer mi garganta que estaba especialmente seca esta mañana.

- Espero que no tarden mucho más en llegar o al final secundaré a mi hermana y mi objetivo serán las sillas - bromee ya que mi padre le había adjudicado la mesa. Miré a Tabitha y sonreí imaginando por un instante la escena. 

Al final, el castellano comprendió a qué se referían con la teatralidad generada por el tiempo necesaria para disponer una entrada triunfal que tanto mencionaban en Desembarco del Rey. Suponía que a eso se debía la demora del resto de las señoras de la casa Vaelys, un simple efecto para reforzar su aparición y atraer la atención de los presentes. El resto de los comensales mostraban ciertos nervios en sus comentarios por la espera.

Las palabras de Lord Rhys dichas a Evan eran el único consuelo que Marvin tenía en su posición.

"Deberías decirle a Fiona y Gwen que vayan a despertar al resto de mis hijas, y también a mi señora. Es hora de desayunar y no me gusta esperar."

A la única que debían haberle llegado las nuevas era a la dama Lenia, que ya llevaba un tiempo incorporada con el resto de los comensales a la mesa. 

Marvin se acercó sutilmente a su señor, tomando una posición algo más avanzada de la que tenía. Esta aproximación buscaba señalar la posibilidad de que si Lord Vaelys deseaba algo podía ordenarlo a su castellano. Sin atreverse a tomar asiento todavía, puesto que sería una falta grave para con las doncellas que no habían llegado, Marvin permaneció de pie, atento a las conversaciones.