Partida Rol por web

La aparición de Astrid, indispuesta según Alyra, cogió a Marvin por sorpresa. Nunca se habría atrevido a tomar asiento a sabiendas de que la heredera llegaría a la mesa, aunque fuese acompañada de la demora que había tenido. Ante su presencia, el castellano se puso de pie, imitando el acto de Ser Tyler, para saludar a la heredera de la casa. Una vez ella hubo tomado su asiento, él retomó su posición en la mesa. Ahora era adecuado sentarse.

Encontrarse ante charlas de entrenamiento de espada, de doma de bestias y de bailes no eran temas en los que el castellano podía dar su opinión. Odiaba más el acero que las bestias de monta. Jamás podría entender los supuestos placeres de cabalgar un animal o de lanzarse golpes simulando una contienda que realizaban los caballeros para mantenerse en forma. De todas maneras, simulaba interés por toda la conversación de la mesa afirmando con la cabeza cuando alguno de los comensales le miraba, pareciendo estar completamente de acuerdo con lo que se mencionaba. Lo interesante eran las pullas simuladas, algunas no tanto, y las frases con sentido oculto que los nobles lanzaban todo el rato. Eso sí resultaba entretenido de veras.

Lord Rhys prefirió no intervenir en aquella conversación que sus hijas y los caballeros estaban teniendo. Por un lado era consciente de que aquella conversación era un intento de cortejo por parte de sus hijas a los caballeros, o de los caballeros a sus hijas, o por ambas partes... y no se sentía cómodo interviniendo. Por otra parte confiaba en que su señora esposa intervendría cuando lo creyera necesario, y de hecho así lo hizo algo entrada la conversación.

Finalmente, y la razón principal por la que Lord Rhys guardaba silencio... es que intentaba controlar el ataque de tos que estaba teniendo. El Lord disimulaba tapándose la boca con la servilleta y desviando la cara hacia otro lado, así que parecía que le estaban dando algunos espasmos. De vez en cuando la tos remitía y podía dar cuenta del desayuno que le habían servido, pero pronto tenía que dejar la comida y aguantar la tos una vez más, disimulando como podía.

Aquello lo llenaba de rabia. Cuando Astrid hizo finalmente acto de presencia no le dijo nada y dejó que su esposa se encargara de los saludos y las explicaciones, pues él seguía con la tos. Se sirvió agua además del vino, pero nada de eso ayudó. Sacudió la cabeza con rabia, y suspiró profundamente cuando el ataque remitió un rato.

Gwen se había retrasado un poco en la búsqueda de las hijas de Rhys. Entre tanto y tanto, terminó llegando al salón comedor igual de apurada que había llegado a la cocina no hace demasiado rato.

En cuanto pisó la estancia, arrugó la nariz ya que un olor horrible inundó su olfato. Se adentró con cuidado de no molestar y buscó con la mirada a los demás, pensando en qué debía hacer ahora. Aunque aquello no le dejase pensar con claridad.

Se fijó en la conversación que se estaba dando pero no entendía bien qué ocurría. Así que como siempre, acudió a Fiona rápidamente por si ella sabía algo, o quizá con ver su cara descubriese lo que estaba pasando sin ni siquiera abrir la boca.

Sonrió de nuevo ante las palabras de Lenia, pero al oír la tos de Lord Rhys, que no cesaba, se volvió hacia él con cara de cierta preocupación.

No quería molestar a Lord Rhys, pues veía que trataba de disimular aquel ataque de tos tan insistente. Sin embargo optó por preguntar.

-¿Estáis bien mi señor?- 

Seguramente se habría atragantado con algo, pero ya llevaba un rato tosiendo y si no se solucionaba el asunto quizás debería intervenir para liberar Rhys Vaelys del objeto que no salía por si solo de su garganta.

La pregunta de su madre hacía Astrid la puso tensa, y aunque no miró a su madre, la mujer había terminado por socavar su estado de ánimo, pues se le hacía imposible que su madre no se diera cuenta de las intensiones de lo que había dicho, había solo querido evitar seguir esperando en medio de la peste del comedor. Su madre la había entregado en bandeja de plata a Astrid para hacer escarnio de ella, ¿cómo podía presentarse en sus aposentos  como una madre amorosa si a la primera de cambio la entrega así?. Se sintió abrumada, sus hombros bajaron, porque a pesar de ser consciente de la enorme preferencia de Lady Myriah por su hija mayor, no dejaba de ser doloroso constatarlo. Al resto de sus hijas cuestionaba al más mínimo error, como a Lenia por su coquetería con el invitado o a ella, con la mirada que le lanzó antes cuando Lady Astrid apareció, pero si se trataba del onix negro no tardaba en mostrar abierta alegría, incluso cuando llegara tarde a un desyuno importante. Era dolorosa la indulgencia con la que se movía Lady Astrid.

Lenia parecía contenta por su lado, sentanda a su lado, casi puede sentir como vibra su espíritu, Tyler la mira, debía reconocer que tenía una interesante mirada pero eso sí ojos azules se habían posado primero en su hermana mayor y Alyra no era de las que pagaban con la misma manera. Ella, en cambio suspiró inclinándose ligermante hacia adelante y esperando con todas sus fuerzas que aquello acabara, es más observó a John y la forma en que se relacionó con Ser Bernard - dicho sea de paso, le había molestado profundamente el tono socarrón en que el hombre se refirió a su maestro, aunque ese enojo se desvaneció al darse cuenta que John controlaba la situación y que ambos se conocían de antes - le pidió con ojos suplicantes que la sacara de ese evento, a sabiendas de que John poco y nada podría hacer por su pupila.

Además algo más oscuro pasaba en la mesa, su padre se estaba colocando rojo, sufriendo pequeños espasmos que buscaba contener, Alyra se volvió a poner en alerta y echó la silla hacia atrás, pensando que su padre se ahogaba, pero lo vio beber un poco de líquido, ¿tosía?. Tyler hace la pregunta que ella no se atrevió a hacer por temor de poner en evidencia a su padre sin embargo llama a Gwen con un gesto de su cabeza.

- Gwen, por favor, tráele un té a mi padre con limón y miel, rápido, ¿bueno? - volvió a mirar a su padre, esperando que su madre atinara a hacer algo, si era un ataque de tos, podrían ser solo que se había atorado con algo, y prefirió no pensar en nada otra cosa que pudiera ser, aunque no podía acallar lo que había en su cabeza, ese tiempo y el estado de su padre. ¡Por los siete!, su corazón se heló de solo pensarlo y fue evidente que palideció, algo extraño viniendo de Alyra que mantenía generalmente una imagen fría y distante.

-Evan se marchó hace un rato. Creo que tenía cosas que hacer. De Kyle no se nada.

Fiona agradeció con un suave asentimiento de cabeza a Ser Tyler la información que le había proporcionado, aunque Lady Myriah no tardó en aclararle la situación, al parecer Astrid estaba indispuesta y de ahí el retraso que se había formado para servirse el desayuno.

Mientras la sirvienta estuvo desayunando en la cocina, preguntó a su hermano que se tramaban él y Evan pero el primero no quiso responderle a su pregunta. Quizás era una simple tontería, cosas de chicos no?. Lo último que sabía Fiona de Evan es que estaba en los establos.

La conversación entre las damas presentes y los Risefeller fue muy agradable y a Fiona le sirvió para evadirse un poco de su situación actual, aunque las historias de caballeros y princesas no eran para ella.

-Son preciosas. Muy buen trabajo. Si además, pusieses a quemar algunas hebras de palosanto alrededor del Gran Comedor, sería perfecto.

A la sirvienta se le iluminó la cara gracias a las palabras de su señora. Como adoraba esos momentos en los que ella se esforzaba por dar lo mejor de si misma trabajando y Lady Myriah le reconocía su esfuerzo.

- Gracias Lady Myriah, me ha tomado un tiempo colocarlas bien y con cuidado. - a su siguiente petición asintió con una suave reverencia para salir del comedor. - Como no mi señora, voy a buscar lo que me pide. - La fragancia del palo santo unida al aroma fresco floral ayudaría a disimular mucho más el terrible olor a establo.

Justo cuando iba a retirarse, llegó su amiga Gwen, y dio la casualidad que a Lord Rhys le dio un pequeño ataque de tos, el cual él intentaba disimular como bien podía. Alyra inmediatamente le pidió a Gwen que le trajera un té a su padre, así que Fiona miró a Gwen y alzó las cejas en un gesto cómplice, por si quería retirarse con ella hacia la cocina.

Bernard asintió a John. Era difícil encontrar huecos en que el viejo maestro de armas estuviese libre, sobre todo en un día como aquel. -Te tomo la palabra- sonrió.

Miró hacia Lord Rhys y su ataque de tos. Tenía claro que algo no iba bien e intentó adivinar la gravedad del asunto por el rostro del Lord. Agradeció las intervenciones de Tyler y Alyra. Era obvio que todos, o la gran mayoría, estaban preocupados por él. No creía que fuese un simple catarro, esto vendría de largo tiempo atrás. Siguió escudriñando su rostro. -¿Estáis bien Lord?- preguntó serio. Era demasiado tarde para anular o aplazar la fiesta, pero dudaba que Lord Rhys quisiese que los invitados le vieran así.

Los Risefeller ahora charlaban alegremente con John y Lenia parecía contenta con el pequeño acuerdo al que habían llegado, así que Lady Vaelys se sentía complacida. La obvia expresión de felicidad de la criada ante su sencillo cumplido le recordó lo poco que costaba la mayor parte del tiempo hacer felices a los demás. Respondió a su reverencia con un leve asentimiento. Todo parecía marchar apropiadamente...

Excepto el señor de la casa. Lord Vaelys llevaba un buen rato tratando de disimular los accesos de tos; Lady Myriah se había dado cuenta en seguida y confiaba en que los demás invitados también lo pasarían por alto. Sabía que cuanto más caso le hicieran, peor lo pasaría. Lord Rhys no soportaba dar aquella impresión de un hombre enfermo y, por lo tanto, débil. Era algo que el señor de la Fortaleza de Sangre, sencillamente, no podía permitir. 

En cambio, cuando la tos pareciera intensificarse, la reacción de Lady Myriah fue la de tomar la mano de su esposo entre las suyas, inclinándose hacia él. Aquella mano grande y recia entre las otras dos, más pequeñas pero firmes. Ella estaba ahí. No tenía que cargar todo el peso de la casa sobre sus hombros. Si necesitaba descansar, podía hacerlo. Todo aquello parecía quedar implícito, de nuevo, en un gesto y una mirada. 

Luego, se reincorporó en su asiento y notó como Lady Alyra actuaba con presteza de nuevo, muy acertadamente, así que no añadió nada más. 

Parpadeo con fuerza, al final de la replica; lo del trabajo estaba bien, pero lo ultimo había sido como que… gratuito. Aunque en verdad ya había hablado en el pasado con el maestro de armas sobre la posibilidad de entrenarse un poco, la idea de cansarse con el esfuerzo físico no era algo que terminara por convencerlo. Pero por otra parte…

-Lo… lo consultare con el septon Tiziano, si me lo permite. +respondió pausadamente+ Ahora iré a ver que es este olor, señor, y me aprestare para estar lo mejor posible en la noche. Confié en mi. Si me disculpa…

Inclino la cabeza a modo de saludo y luego, con los hombros encogidos cual ratoncito que huye con su queso del gato, se retiro discretamente de la sala. El dia se tornaba mas y mas ocupado a cada paso…

Una vez afuera suspiro y recapacito. Ahora no tenia tiempo para reflexionar, ni para el hambre que le acuciaba ni para lamentarse, siquiera por no tener un cachito de pan de la mesa con el cual apagar el ansia, especialmente rebozado con una pizca de mantequilla y quizás un trago de leche, eso solo de desayuno…

Sacudió la cabeza, cuyos pensamientos desvariaban, haciendo temblar los cachetes al hacerlo. Comida no. Trabajo si. Olor. John tampoco sabia de donde venia aquella peste, asi que le tocaba a el encargarse. Si, mejor concentrarse en hacerlo. Demostrar lo que valía, aunque fuera un tanto. Por ende puso en orden sus pensamientos, con lo que sabía del problema.

Lo mas probable era que el olor viniera de abajo, y en las cocinas no había parecido estar el origen. Pero no eran las únicas salas del sótano. Con el firme autoconvencimiento de que seria mejor descubrir el origen con el estomago vacio y luego compensarse intentando otra vez procurarse el desayuno, Merol volvió a bajar. Esta vez intento evitar los dominios de Jarvic e ir primero a la sala de servicio. Si no estaba allí, la otra posibilidad eran las desagradables mazmorras…

Ser Tyler -¿Estáis bien mi señor?- 

De pronto Lenia se dio cuenta de que su padre llevaba un rato intentando disimular la tos y se preocupó, pero no quiso decir nada porque sabía lo incómodo que podía resultar que todos estuvieran intentando prestarle atención.

Nerviosa, empezó a jugar con la servilleta que tenía sobre sus rodillas, retorciéndola. ¿Que le pasaba a su padre? el era la luz de su vida, su todo, si algún día le pasaba algo, Lenia iba a morirse de la pena. Miró a su padre preocupada y volvió a bajar la mirada.

Alyra - Gwen, por favor, tráele un té a mi padre con limón y miel, rápido, ¿bueno?

Lenia se sintió bloqueada así que cuando Alyra pidió el té  para su padre se sintió agradecida, miró a su hermana y sonrió suavemente volviendo a bajar la mirada un instante y mirando como había enredado la servilleta de tela entre sus dedos. Miró como Fiona salía del comedor.

 Bernard- ¿Estáis bien Lord?-

Lenia intentó intervenir para quitarle un poco de presión al asunto, todo el mundo miraba a su pobre padre, el se parecía un poco a ella en ese aspecto, bueno, más bien, ella a el. 

- Estas temperaturas, yo también he despertado un poco molesta con la garganta - explicó, no era algo que quisiera hacer pero prefería que se centraran en ella y dejaran de agobiar a su padre con preguntas. Lo cierto es que se había levantado con una ligera afonía, por eso no hablaba muy alto, no quería quedarse sin voz para la noche y ella, solía cantar en las fiestas, pero si tenía que elegir entre cantar esta noche o hacer que su padre se sintiera mejor, no volvería a cantar jamás.

- Lo cierto es que entramos en esos días en que si uno se abriga mucho, pasa calor y si se abriga poco, es fácil pillar algo de frío - Lenia negó con la cabeza y miró de reojo a su padre, su voz sonaba nerviosa y algo quebrada, se notaba una ligera afonía y cuando alzaba el tono, debía carraspear con suavidad. para aclararse la garganta.

- Una vez escuché que en estos días lo mejor es comer mucha fruta porque ayuda a evitar que los cambios de temperatura nos vuelvan locos - sonrió abiertamente - Así que para evitar que esta noche alguno más pueda tener molestias, todos deberían desayunar fruta - Lenia se sentía un poco forzada pero no sabía de que manera llamar la atención y darle un respiro a su padre.

Lord Rhys adoraba a su esposa, siempre estaba ahí cuando lo necesitaba. Cuando le dio la mano, la dio un ligero apretón de agradecimiento, pero corto en duración. Estar algo enfermo era una dificultad que tenía que sobrellevar. Pues ante los demás tenía que aparecer en todo momento bajo control. Si no podía sobreponerse a toses, ¿cómo podría defender su castillo y su Casa? ¿Cómo podría guiar a sus hombres en la batalla? No, esta enfermedad era una tontería que no iba a poder con él, y ahora tocaba estar en el comedor, con su gente; claro que no le apetecía, pero la fiesta era necesaria.

Asintió en dirección al caballero y respondió con la voz más firme que tenía: "Estoy bien, gracias ser Bernard." Y continuó atendiendo a lo que ocurría en el comedor.

Todavía miró unos segundos a Lord Rhys, como valorando la situación. Después desvió la mirada hacia Astrid, ella estaba sentada junto a su padre, si viese preocupación en el rostro de la hija mayor Tyler entendería que Rhys no se había meramente atragantado, que se trataba de algo más serio. Sin embargo, fuese como fuese no añadiría nada más.

Le pareció acertado que Alyra diese aquellas indicaciones a la sirvienta, aquello ayudaría.

Cuándo Lenia comentó lo del tiempo traicionero y la ayuda que podía proporcionar la fruta le sonrió.
-¿Y que fruta nos recomendaríais? ¿O todas son efectivas por igual?-
Tyler sabía qué fruta prefería tomar, pero no era momento ni lugar para declararlo.

Cuando Astrid llega y se disculpa decidio ignorar lo que implica y sigue comiendo. No tenía tiempo para ese tipo de cortesías, ya que había que hacer demasiado antes de que acabe el día y la noche los alcance.
Desayuna y espera a que los demás lo hagan, pues no podia levantarse antes de los demás. Sola con sus pensamientos pero atenta a lo que pasaba.

Entró en la sala y se sorprendió un poco de que siguieran con el desayuno. -Buenos días- asintió haciendo una leve reverencia con la cabeza. Dudó un instante, no quería interrumpir el desayuno - Perdón si interrumpo. ¿Cuando terminen tendrá un momento para mí mi lord? Tengo un mensaje que haceros llegar.- miró de soslayo a todos los presentes y de nuevo a Rhys. Era obvio que prefería darlo en privado. Se mantuvo firme esperando una respuesta o a que terminasen el desayuno si Rhys aceptaba.

Comprendió que Lord Rhys no podría permanecer con ellos mucho más rato y había algo que le estaba rondando la cabeza desde que comenzaron a desayunar. Quizás la pregunta pudiese resultar incómoda, aunque pensándolo bien no tenía por qué serlo, a fin de cuentas se trataba de un invitado de Lord Vaelys.

- ¿Y el distinguido invitado Targaryen? Creí que no se perdería el desayuno- dijo mirando a Rhys. Realmente, por lo que sabía de Viserys, le extrañaba que no estuviese allí. Por otro lado no le importaría que durante la noche hubiese dejado de respirar.

Miró a su hermano. Llevaba un buen rato sin pensar en el Targaryen. Su recuerdo dibujó una mueca en su rostro. Se alegraba de no tener que compartir mesa con él en el desayuno. Miró ligeramente a Lord Rhys de nuevo y aguardó a su respuesta. No entendía por qué había invitado al enemigo a su casa.

El momento tenso no pasa y [color=#DF01A5]Gwen[/color] parece no reaccionar, Alyra sólo emite un pequeño suspiro y le hace la misma petición a otra de las sirvientas, antes de que salera del comedor, y lo pide con un gesto muy cortes, esperando que la chica sepa lo urgente que era, la chica siente y sale rápidamente hacia la cocina, volviendo al poco con la taza con te, limón y miel para su [color=#DF01A5]padre[/color].

- muy bien, [color=#DF01A5]Lenia[/color] - otra vez le dirigía la palabra a [color=#DF01A5]su hermana[/color] y esta vez no era con alguna intensión que no fuera la de felicitarla por su intervención, que aunque no serviría del todo para distender la situación, le daría las herramientas a su padre para salir con dignidad. Esa tos no era para nada buena, tendría que hablar con ciertas personas, urgía saber más.

Por otra parte, la mención de [color=#DF01A5]Targaryen[/color] le erizó los vellos de la nuca, las historias que se contaban de ese hombre eran terribles y aún no se fiaba del todo de su nueva postura, es decir, eran como dos personas completamente distintas, el invitado que había llegado y de quién habían hablado. De todas formas era cierto, no estaba ahí, [color=#DF01A5]Tyler[/color] lo había mencionado como si nada, y por un momento se podría haber pensando que [color=#DF01A5]Lady Astrid[/color] estaba con él, apuntando alto, pero no, no necesariamente.

Se quedó mirando hacia la entrada del comedor, preguntándose si el ilustre invitado haría acto de presencia, alguien de su alcurnia podría darse el lujo de llegar atrasado a donde quisiera. Incluso aparecerse en fiestas de este tipo como si nada, invitado ¿invitado?. Nuevamente se pregunta cuanto más duraría ese desayuno pero el hambre recién comenzaba a despertar y debió sacar algunas rodajas de manzana que comió en silencio. El rostro de Alyra mostró un pequeño alivio al probar la fruta, pero seguía terriblemente preocupada de su [color=#DF01A5]padre[/color] que aunque había dicho que estaba bien, y deseaba creer en eso, su parte racional le decía que no era así.

Observó las conversaciones sin demasiado interés aparente. Le aburría ese tipo de conversaconesbtan vacías en las que todos trataban de llenar un silencio que en verdad ninguno tenía ningún problema en aceptar. Solo era pura cortesía.
Ella solo quería encontrar a su cura.