Partida Rol por web

No supo reaccionar a tiempo. Se fijó como Fiona salió del comedor y acto seguido la señorita Alyra pidió un té con miel para su padre. Al responder el propio Lord con que se encontraba bien, se quedó simplemente quieta, aunque quizá debió actuar mas deprisa. Sin duda hoy estaba siendo un día desastroso, no daba una.

Suspiró apurada y miró a todos los invitados mientras sujetaba su delantal por encima de la falda subiéndolo hacia su regazo - Lo siento mi señor. Si me disculpan, voy a las cocinas para poder ver si puedo ayudar allí.

Tras su disculpa, agachó la mirada y se dirigió a la salida. No saldría a no ser que alguno de los lords o los caballeros que conversaban le pidiera algo a la criada, algo en concreto. Miró a Sebastian solo un instante y pensó en por qué el muchacho Targaryen no había aparecido.

Al sentarse a la mesa, escuchó cómo a su madre no parecía molesta ante su tardanza, y la dedicó una inclinación de cabeza. Astrid había sido la hija predilecta de Lady Myriah, y era una tontería decir lo contrario, era un secreto a voces. Eso no quería decir que la mayor hiciera uso de esa posición constantemente, pero sí era cierto que a veces, cuando era necesario, se tomaba esas licencias para quedar por encima de sus hermanas y recordarlas en qué posición estaba ella y dónde estaban las demás. Evitó mirar a ninguna de ellas, pues no hubiese sido nada educado. Pero sí que sintió la mirada atenta y tuvo que esforzarse para disimular una sonrisa. Todo eso la resultaba tremendamente gratificante.

Desayunó con elegancia, y en ella se podía ver los perfectos modales de su madre. Observaba a todos los que participaban en la conversación, pero de una manera veloz para no hacerles sentir incomodados, ya que no la hablaban directamente a ella. Pero su atención estaba puesta en su padre, que se le veía que cada vez le costaba más aguantar un ataque de tos. Respiró lentamente. Llamar la atención para que sirvieran algo a su padres sólo conseguiría que él se sintiera molesto, pues prefería pasar inadvertido. Pero sus hermanas no eran conscientes de esa situación, y reclamaron servicios para su padre.

La ausencia del Targaryen no le había pasado desapercibida. Ese hombre era como la oscuridad, siempre estaba allí por muy bien iluminado que estuviera el lugar. Su presencia era muy desafortunada y, ante las palabras de Ser Tyler Risefeller, esperó que apareciera de algún escondrijo cual rata que era. Pero todo se mantuvo igual, salvo la pregunta lanzada al aire esperando ser contestada.

Lord Rhys : "Estoy bien, gracias ser Bernard."

Se sentía orgullosa de su padre, daba igual que estuviera bien o que no, el siempre aparentaría que estaba bien, era firme como un castillo, nunca mostraba debilidad alguna y era algo que Lenia admiraba. Pero a pesar de su admiración, sabía tenía que cuidar de el. 

Ser Tyler -¿Y que fruta nos recomendaríais? ¿O todas son efectivas por igual?-

Lenia giró la cara con cierta distracción, sin dejar de mirar a su padre hasta que miró a Ser Tyler - Las naranjas, creo que las naranjas son la mejor opción - su voz sonó débil y distraída, porque realmente estaba pensando en otras cosas. - Creo que tiene que ver con que se parecen al sol y el sol es lo que da energía - murmuró entrecerrando los ojos pensativa.

 Sebastián :Perdón si interrumpo. ¿Cuando terminen tendrá un momento para mí mi lord? Tengo un mensaje que haceros llegar.-

Lenia observó a Sebastían,  era uno de esos criados atractivos, alto, de edad interesante, con cierta inocencia y que nunca paraba quieto. Siempre había estado en el castillo ya que era el hijo de la antigua dama de llaves. Lenia recordaba que cuando era más pequeña tenía una relación mas constante, pero hacia tiempo que no hablaban directamente. Se preguntó que querría realmente de su padre.

Ser Tyler : ¿Y el distinguido invitado Targaryen? Creí que no se perdería el desayuno

Lenia se giró y miró a ser Tyler de manera penetrante - Eso quisiera saber yo - dijo con cierta molestia en la voz, aunque había hablado mas para si misma que para el resto. Cogió la servilleta que tenía sobre sus rodillasd y la dejó sobre la mesa, se sentía nerviosa y de buenas a primeras de mal humor. Miró a su hermana Alyra y suspiró suavemente, debía calmarse, las señoritas no mostraban sus enfados en público, ni sus nervios, solo sus preciosas sonrisas ... se decía a si misma.

Se forzó a sonreír aunque se podía notar en sus ojos que no estaba muy contenta.

Se había formado un ambiente tenso o al menos eso es lo que Lenia sentía, una vez más intento hacer bien su labor de buena hija de hacer que todo el mundo estuviera cómodo, su misión en esta vida la tenía clara.

- Adoro las mañanas y la compañía de esta, es realmente agradable - aclaré mi garganta y elevé ligeramente el tono de voz para que todos pudieran escucharlo - Pero sin duda admito que estoy deseando que avance el día, estoy tan emocionada por la idea de ver a Ser Bernard bailar - bromeó - Ya que Ser Tyler me ofrecerá mi primer baile de esta noche, quizás Ser Bernard podría ser quien se lo ofreciera a mi preciosa hermana Alyra - Sonrió Lenia algo mas relajada. Pero midiendo la manera correcta de llevar la conversación a un tena relajado y que distrajera a la gente, las fiestas solían hacer eso, ¿no?.

Lenia miró a su madre de reojo queriendo explicarle que no estaba coqueteando.

En cuanto habían servido el desayuno, Tabitha había empezado a comer: pan, embutido de todo tipo, algo de leche, dulces... Ni se medía ni le importara tener el plato lleno de comida. Cuando dijo que estaba hambrienta lo dijo de verdad. Ni siquiera miró a Astrid cuando hizo acto de presencia, y a duras penas le había hecho caso a Alyra cuando había llegado. 

Ante el gruñido de ser Tyler soltó una breve carcajada casi inaudible, y lo golpeó con disimulo con el codo. 

Escuchó la conversación quedamente. La única vez que intervino fue cuando Lenia la miró después de la bordería de su hermana Alyra. La Astrid 2 se lo tenía demasiado creído. Lo único que hizo fue mirarla fijamente y frunciendo ligeramente el ceño. Tabitha era muy "jiji" "jaja", pero Lenia y también Mira eran temas aparte que se tomaba muy en serio. 

Ante la tos de su padre lo miró con cierta preocupación, pero su madre y hermanas ya actuaron por ella, así que se limitó a guardar silencio y a no darle importancia. No porque la tuviera, sino porque sabía que su padre no quería que la tuviera.

Con el hambre saciada y después de haber observado y escuchado las conversaciones que se sucedían a su alrededor, suspiró y se quedó mirando con expectación a su padre, es cierto que el Targaryen no había ido a desayunar, pero a diferencia de los demás ella no había disimulado la curiosidad que le causaba. 

Miró a Lenia cuando ofreció que fuese su hermana Alyra la que bailara con ser Bernard y no pudo evitar esbozar una suave sonrisa. 

Estás poniendo a los demás invitados en desventaja, hermana, dejemos que los señores decidan en el momento de la fiesta... Más impredecible, más divertido. 

Alyra abrió mucho sus ojos por unos segundos cuando Lenia la propone como carne de cañón para el baile, y si la relación de ambas estuviera en buenos términos, le hubiera pegado en las pantorrillas, entre divertida por la ocurrencia de su hermana y azorada por aquel ofrecimiento, pero Alyra solo se limitó a suspirar, mirar a su hermana mayor levantando una ceja. ¿Que pretendía? Lenia sabía sobre ella, y precisamente esa traición era lo que le había roto el corazón. Sintió una profunda tristeza, acompañada por la soledad que sienten aquellos que son distintos.

- Tabitha tiene razón, no hay necesidad de poner entre las cuerdas a los invitados, el baile será largo y habrá tiempo para todo - ahí, de nuevo le sonrió y puso su mano en la mano de Lenia, aunque la retiró cuando se dio cuenta de la cercanía que había iniciado. Había actuado más por costumbre, una costumbre que hacía más doloroso lo que sentía.

- no-no hay que comer ansias, ¿cierto? - le vuelve a hablar directamente, aunque existe un ligero titubeo en su voz, como muestra de que algo la estaba perturbando en su normal frialdad.

Limitándose a desayunar, escuchando las palabras de los  señores y señoras de la mesa, Marvin reaccionó ante el ataque de tos de Lord Vaelys. Su atención se centró en su señor, únicamente en él, esperando que acabase pronto. Era un episodio repentino, inesperado por todos, pero que parecía bastante intenso, casi incapacitante. Por fortuna, sólo fue momentáneo, esfumándose tal como había llegado. Tal vez el Maestre Caelus pudiese dar al Lord algo para evitar la intensidad de esos ataques. Era totalmente seguro que esa tos era algo que Rhys Vaelys no deseaba mostrar en la fiesta nocturna ante los invitados.

La mención del Targaryen, el " ilustre invitado", era algo que  provocó una ligera inapetencia al castellano. Su presencia en la fortaleza era algo para ponerse nervioso, y aún más a la espera de invitados, algunos de los cuales podrían husmear dónde no les llamasen. Sólo el propio Viserys y Lord Rhys sabían que asuntos tenían entre manos para que el dragón siguiese en la Fortaleza de Sangre.

El lord soltó una mirada entrañable a Lenia y luego a su esposa, su niñita (bueno, todas en realidad) se estaban haciendo mayores. Luego, pensando en que el desayuno tenía que tocar a su fin, hizo una seña a Sebastian para que se acercara y le pasara el mensaje.

Tabitha : Estás poniendo a los demás invitados en desventaja, hermana, dejemos que los señores decidan en el momento de la fiesta... Más impredecible, más divertido. 

Lenia sonrió - Bueno solo quiero asegurarme de que mis hermanas tengan buenos caballeros con los que bailar - intentó explicar dedicándole una sonrisa cordial a ambos hermanos. Vio la expresión de Alyra y se tensó un poco porque no quería haberla molestado. A veces tenía la sensación de no saber acertar con Alyra y Astrid.

Alyra : - Tabitha tiene razón, no hay necesidad de poner entre las cuerdas a los invitados, el baile será largo y habrá tiempo para todo

- Bueno quizás ahí tengas razón, pero conociendo a  Ser Tyler y Ser Bernard se que lo harían encantados - la verdad es que ambos hermanos eran encantadores y grandes caballeros. Sabían resultar agradables y misteriosos. - Lamento si en algún momento os puse contra las cuerdas - se disculpó y miró a mi padre, quien me miró con ternura e hizo que ella se sintiera muchísimo mejor.

- Estáis muy callado esta mañana - dijo de pronto mirando a Marvin, ¿le había escuchado hablar? la verdad es que no lo tenía muy claro. No quería que se sintiera ignorado, pero la verdad es que Lenia se había centrado en asegurarse un baile con Ser Tyler, luego en distraer la atención de su padre y no había hecho de buena dama, debía hacer que todo el mundo se sintiera importante. Miró a su hermana Mira y luego a Astrid, ¿porque estaban tan calladas ellas también?.

Lenia era la que tenía problemas para hablar y sin embargo era la que parecía esforzarse en que el ambiente fuera relajado y eso ... le gustó.

Alzó la mirada para ver a Sebastián, se había percatado de su presencia hacía rato pero no le había mirado directamente para hacerselo saber, ni a el, ni a John, ni a Merol ... estaba distraída con sus cosas. Soltó un pequeño suspiro y se inclinó hacia Tabitha para hablar con ella un poco mas íntimamente aunque sin que fuera un secreto - Creo que va a ser un día muy emocionante - dijo con doble sentido. Tanto en el bueno, como en el malo.

Intuía que el desayuno o ya habría terminado o estaría a punto. Entró en el comedor sin montar demasiado escándalo, de hecho fue bastante discreto. Simplemente se mantuvo de pie junto a la puerta. Su primera mirada fue para Lady Myriah, le aguardaría allí si ella no le indicaba lo contrario. Después hizo una mirada general, sin detenerse demasiado en nadie. De pronto miró al frente algo nervioso y cogió aire.

Mantén la compostura Evan. 

Sebastian asintió a Lord Rhys y se acercó a él. Cubrió su propia boca y miró alrededor con discreción asegurándose de que nadie más pudiera oír el mensaje.

-Disculpe el secretismo Lord Rhys. La ama de llaves desea verle para tratar un tema urgente y muy importante. Me dijo que podríais encontraros en la Cripta de Richard Risefeller para que nadie husmee. Si aceptáis o preferís otro lugar puedo ir a buscarla y confirmar su decisión.-

- He de confesaros, mi Lady Lenia, que estaba pensando en esta noche. Excusad mi poco decoro a la hora de participar en la charla. Para nada es mi intención abstraerme, pero repasaba una serie de cometidos para que esta noche sea un acontecimiento memorable. - Marvin sonrió a la noble, mostrando cierta confianza con ella. - Es no mi labor, sino una obligación, la cual acepto con agrado, que vos y vuestras hermanas disfrutéis del baile y la fiesta, al igual que todos los invitados.

Era algo que aun repasaba tras exponer la causa de su silencio, las posibles incidencias que podrían darse en la noche. Todo había de ser perfecto para que todo el mundo disfrutase de la fiesta, nada de olores apestosos en el gran salón, intentar mantener un protocolo que todos los nobles considerasen el correcto e, incluso, luchar contra los eventos climáticos que buscaban dañar la Fortaleza de los Vaelys. Con todo, el castellano mantenía su sonrisa con los presentes, quedaba tiempo suficiente para que todo saliese bien y nada perturbase el evento de la noche.

Lenia recomendó las naranjas y Tyler, tras escuchar su razonamiento, estiró la mano y cogió una. La peló con destreza y luego se la comió los gajos a mordiscos. El zumo fresco de la fruta le resultó de lo más agradable. 

Cuándo propuso que Bernard bailase la primera pieza con Alyra sonrió pícaramente. Habría sido divertido, a ver qué respondería su hermano. Sin embargo Tabitha y Alyra reaccionaron primero. Quizás a Alyra no le gustaba bailar, o ...¿era posible que no encontrase a su hermano lo suficientemente apuesto? No, eso era bastante improbable, Bernard podía parecer demasiado duro o despreocupado en ocasiones, pero nunca desfavorecido. 

Sonrió a Lenia cuando se disculpó si en algún momento les había comprometido más de la cuenta.

-Cuando uno se encuentra contra las cuerdas es cuando más rápido debe pensar. Es un buen ejercicio para la mente. De todas formas, no me he sentido en esa situación.- Miró a Alyra y Tabitha también -Es cierto que en la fiesta habrán muchos nobles caballeros. Todos ellos dispuestos a conquistar vuestros corazones, sin embargo, la verdadera decisión estará en vuestras manos- concluyó a las damas mientras les hacía una leve inclinación de cabeza. Al final ellas escogerían, dejando muchos corazones rotos por el camino y aún más egos heridos. 

Bernard estaba acabándose un trozo de pan con embutido cuando Lenia le nombró. Esperó a tragar antes de hablar, por educación. Sin embargo Tabitha y Alyra se avanzaron. Rió. -No parece que nadie tenga ganas de bailar conmigo. No me extraña, después de imaginarme con un vestido y un peinado cortesía de Lady Myriah. Yo tampoco querría, creedme.- Miró a Lenia. -Gracias por la buena intención. Y no os disculpéis conmigo, no es molestia.-

Observó a todos los presentes. -Habrá muchos invitados, y muchos intentarán bailar la primera pieza con vosotras. Algunos podrían hasta ponerse bruscos, quizá otros huelan mal- movió la mano simulando apartar el aire frente a su nariz haciendo referencia al olor del Gran comedor. -Se os ve en la mirada que os valéis por vosotras mismas, pero si alguien necesita mi ayuda se me da bastante bien espantar moscardones. Incluso si se trata de mi hermano.- dijo bromeando. No se imaginaba a Tyler incomodando a ninguna de ellas. Sin embargo, sí que se imaginaba a otros caballeros causando problemas. No sería la primera vez que Bernard intervenía, aunque eso solía empeorar la situación en lugar de calmarla.

Tras el pequeño susto con Lord Rhys, Lady Myriah permaneció en silencio, dejando que la conversación fluyera de nuevo en la mesa. El desayuno no duraría mucho más, como parecían confirmar los susurros entre su Señor y el criado Sebastian. Por su parte, ella ya había terminado y permanecía en reposo, esperando que el resto de invitados hicieran lo propio. 

La mención al Dragón Mendigo la inquietó. ¿Dónde andaría? Aquel hombre era como una enorme sombra que planeaba sobre su casa, había llegado como un presagio terrible. Aún así, ya que debían soportar su presencia, la señora prefería tenerlo a la vista, donde pudiera tenerlo controlado. El hecho de que no hubiese acudido le daba muy mala espina. Por suerte, la conversación volvió a tomar derroteros más alegres, como si todos los presentes se hubiesen dado cuenta de lo peligroso del tema a la vez.  Lady Myriah suspiró y, luego, se unió a las risas de sus hijas y los Risefeller. 

Los sirvientes se habían esforzado al máximo, no le cabía la menor duda. Las ventanas se habían abierto de par en par, se habían dispuesto flores y quemado algo que Evan no sabía lo que era, pero se apreciaba que el objetivo era vencer a aquel hedor. Todos esfuerzos en vano. Por su parte tampoco había logrado resolver el enigma,y si no daban pronto con el foco de aquel tufo o con una solución los invitados llegarían para sumergirse en él. Miró la estancia muy serio. Habían trabajado tanto para que aquel día fuese perfecto que le daba mucha rabia ese contratiempo tan inoportuno. Jamás antes había sucedido nada igual en la fortaleza y estaba casi seguro de que se trataba de algún tipo de sabotaje.

Miró a su señora. Ella ya había terminado de desayunar, sin embargo no olvidaría sus modales y estaba seguro de que esperaría a que el resto terminase también.

Sebastián hablaba de modo privado con Lord Rhys. También estaban allí Merol y Jevic. Prefirió dirigirse a Jevic haciéndole una señal por si podía acercarse y hablar en susurros para no interferir con la conversación de los nobles. Los asuntos de la servidumbre no eran tan importantes como lo que los dioses quisiesen que estuviesen hablando en la mesa.

Jevic miró hacia Evan, asintió y se dirigió hacia él. Esperó a escuchar lo que le quisiese encomendar.