Partida Rol por web

Kyle escuchó atentamente las palabras de su señora, y se sintió un poco avergonzado cuando les echó la bronca por como se estaba desarrollando la mañana. En seguida recordó que él ese día actuaría como invitado, no como sirviente, pero prefirió no decir nada a Lady Vaelys por si se lo tomaba a mal.

Cuando Evan comentó que necesitaba a Kyle para un asunto en el salón, este asintió con la cabeza demostrándole que estaría a su disposición Veamos que ha pasado. 

Agradeció infinitamente la comprensión de Lady Myriah. En esos momentos se sentía parte de la familia y de algún modo bajo la protección de la matriarca. El trabajo como sirvienta era duro pero estos detalles la hacían sentirse arropada. Ella sabía lo que era no tener madre, y después de la desaparición de Anna Arryn, su señora era lo más cercano a una figura materna aunque por supuesto de un modo especial, sin olvidar la posición de cada una.
-Gracias mi señora. Eso haré, buscar a Gwen, no iré sola. El príncipe es... Me he sentido... - acorralada, quiso decirle. -He sentido que su presencia se hacía grande y me envolvía. - estaba turbada pero su señora ya lo entendía. -Gracias. - dijo con gratitud y se separó de ella con la misma discreción que se había acercado.

Asintió a Alester recogiendo su agradecimiento. El caballero parecía educado y a Evan le gustó que tuviese en tanta estima y consideración a su familia, cualidad que no todo el mundo podía presumir de tener. 

-Nos veremos más tarde, estoy seguro de que Marvin, el castellano, podrá ayudarle.-

Respondió sonriente.

Confiaba en que el caballero que se despedía fuese un digno pretendiente para las hijas de su señora. Una vez terminó su pequeña charla con Lady Myriah volvió al lugar donde estaba. Vio que la señora reclamaba a su hermano y esperó atendiendo a su señal. Se posicionó al lado de William a quien sonrió con complicidad, y pensó que quizás viese llegar a algún invitado más antes de continuar con sus labores de servicio.

Según iba escuchando las palabras de Evan, notaba como su agitación interior se iba desvaneciendo. ¿Cómo podía habérsele olvidado la situación del Targaryen? Que estúpida se sentía a veces...

-Bien, Evan, veo que has vuelto a tomar las riendas y todo parece estar bajo control de nuevo. Tus disposiciones me parecen las adecuadas. John, confío en ti para que se mantengan y se corrijan en caso de necesidad. Hasta cierto punto, es normal que en grandes celebraciones, los preparativos se trunquen y las cosas no salgan como estaba planeado, pero debemos adaptarnos a las circunstancias para lograr que la de hoy sea una velada inolvidable. -su voz no reflejaba aquella angustia interior, sino que la señora adoptó aquel tono serio y firme que tantas veces había utilizado como madre y esposa.

>>Evan, termina con el asunto del Gran Comedor cuanto antes y puedes tomarte el resto del día para prepararte para la fiesta. Lo mismo va por ti, Kyle. -Lady Vaelys sentía como volvía a recuperar la confianza al dar órdenes, al seguir preparándose para aquella tormenta que iba a azotar su hogar. -Por el momento, yo misma permaneceré en el recibidor con Merol. Quiero ver quien llega a la fortaleza y me parece necesario que, al menos, un miembro de la Casa esté aquí para recibir a los invitados. -¿A ningún otro miembro de su familia se le había ocurrido aquella idea? A veces, Lady Myriah, decepcionada, se cuestionaba si era la única a la que importaba el honor de los Vaelys. 

Asintió a su señora, aunque todavía se atrevió a comentarle algo más antes de salir a tratar de solucionar el problema del olor.

-Si me permite, mi señora, he pensado que si no conseguimos que el comedor esté presentable a la hora de la comida podría disponerse esta en el jardín, aprovechando que hace un día tan magnífico y las plantas se encuentran en flor.-

Evan no sabía cual era la idea de Lady Myriah en cuanto a la comida, sabía que la cena se haría en el gran comedor, pero quizás ella ya hubiese pensado en realizar la comida con los caballeros que llegasen ya por la mañana en un lugar distinto, de este modo los sirvientes dispondrían del tiempo para que el comedor estuviese inmejorable, ya que era fácil que la comida se alargase dejándoles poco margen de acción. Confiaba plenamente en las habilidades de los sirvientes, y aunque estaba seguro de que fuese como fuese el comedor estaría perfecto para la cena, no estaba tan seguro de que el mal olor lo hubiese abandonado, y hasta el momento sus esfuerzos por encontrar la causa y solucionarlo no habían dado fruto.

Parecía que el enfado inicial de Lady Myriah se iba calmando con las indicaciones que dio Evan. John ya le conocía y sabía que en situaciones adversas salía con soluciones rápidas, desde luego era el mejor en su trabajo y lo tenía todo siempre bajo control.

Y ahora le tocaba sustituirle -Por supuesto mi señora, no dudéis que a partir de ahora todo estará en orden, haré todo lo que esté en mi mano por que así sea.- Dijo con gran decisión. Se dirigió entonces a Evan. - Según me ha dicho Merol el problema con el olor debería estar ya solucionado. Pero si aún está en proceso la idea del jardín parece muy buena opción.- Apoyó a su compañero sabiendo que con "presentable" se refería mayormente al problema con los olores.

Asintió sonriente a John.
-Me alegra oír eso. De todos modos pasaré por el comedor para asegurarnos-

No desconfiaba de la palabra del maestro de armas, sabía bien que una de sus virtudes era su sinceridad. Evan apreciaba mucho esa cualidad en su amigo, entre otras muchas que poseía. Era un hombre de principios, voluntad férrea y espíritu de sacrificio. Nada era demasiado pequeño ni demasiado grande para John. Que confirmase que esa escoria Targaryen seguía en su celda le tranquilizó. Aquel día John estaría muy ocupado, velando tanto por que todo se hiciese excelentemente para la fiesta como pendiente de la seguridad. El día después de la fiesta pensaba recompensar sus esfuerzos, quizás saliendo juntos a tomar unas copas.

Hubiese apoyado su mano en el hombro de John en muestra de afecto, pero estando Lady Myriah se contuvo.

Asintió a su señora cuando le comunicó su intención de permanecer allí para recibir adecuadamente a los invitados a medida que fuesen llegando. Lady Myriah siempre había sido, de toda la familia, la de porte y comportamiento más regio a ojos de Evan. Muchos veían en ella una persona fría y dura como el metal. Evan veía en su señora una mujer inteligente y fuerte que sabía lo que quería, sabía qué era lo correcto y perseguía la perfección.

-Entonces acudiré aquí para informaros de lo que encontremos en el gran comedor-

Miró a Kyle sin poder evitar una leve sonrisa. Sí al resto les parecía bien se dirigirían al comedor.

La conversación con Lady Vaelys parecía haber terminado, y era hora de acudir al comedor para ver qué había ocurrido exactamente. Kyle se había enterado del problema del mal olor, pero nadie le explicó el problema con detalles. Antes de ir, tenía que hablar con su hermana, ya que le había pedido una charla en privado y eso le preocupaba un poco. 

Se despidió de Lady Vaelys inclinando la cabeza - Mi señora. Y acto seguido le dirigió unas palabras a Evan - Ahora mismo estoy contigo. Déjame hablar con mi hermana un momento. Quiere contarme algo, y si no hablo ahora con ella, no sé cuándo podrá ser. La pobre está trabajando como cien sirvientes esta mañana. 

Kyle se separó del grupo y se acercó a Fiona.

Kyle se separó del pequeño grupo que habían hecho, y se acercó a Fiona. Sin mediar palabra, la condujo hacia una esquina de la sala para que pudieran hablar con un mínimo de privacidad.

Una vez alejados del resto de presentes de la sala, Kyle habló con voz baja con su hermana - ¿Estás bien? ¿Qué querías contarme?

Asintió a Kyle.

- De acuerdo, en cuanto estés listo iremos al comedor.-
Esperaba que no fuese nada grave y no les demorase mucho. Las horas pasaban y el tiempo se les echaba encima.

Se resguardó de la mirada indiscreta de los demás escondiéndose tras la figura de su hermano. Su rostro adquirió un suave tono carmesí cuando pensó en la locura que iba a contarle a Kyle. -La señora me mandó acompañar a sus aposentos a Oberyn Martell. Si, el príncipe de Dorne. - recalcó. Todavía le costaba creer que una sirvienta como ella hubiese tenido contacto con un caballero de tan alta cuna.
-Se interesó por mi. Me preguntó cual era mi familia. - miró más roja a su hermano. -Y me observaba, me estudiaba en silencio.
Por un momento sentí que se iba a acercar a mi y... - suspiró. -Se iba a propasar. Pero gracias a que me fui a tiempo de la habitación no pasó nada. - aún faltaba algo más. -El príncipe quiere conocerte. Le hablé de ti, de como llegamos a trabajar en esta casa. Y Kyle, creo que estaría dispuesto a ofrecerte un puesto en la guardia personal del príncipe. - Fiona no se imaginaba viviendo en Dorne pero por Kyle sería capaz de hacer cualquier cosa.

William sonrió a Ser Alester. -Si necesita algo en cualquier otro momento no dude en pedírmelo, Ser.- Alester parecía un hombre amable y con modales. Si pudiese elegir, acompañaría a ese hombre y no arriesgaría a ver cómo era el siguiente invitado.

Sonrió a Fiona cuando pasó cerca e hizo un leve cabeceo como saludo. Estar entre gente confiable era agradable y le hacía sentirse cómodo.

Cuando Fiona empezó a contar su historia con Oberyn Martell, Kyle comenzó a preocuparse por si el dorniense hubiera intentado propasarse de ella aprovechando su estatus social. Parecía que eso intentó, pero su hermana había sido más rápida y pudo escabullirse ¡Malditos nobles! Se piensan que el resto de personas sólo existen para satisfacer sus deseos. Aún seguía maldiciendo a Oberyn cuando su hermana continuó el relato. 

¿Primero se interesó por Fiona y luego por mi? ¿Por saber a qué familia pertenecemos? ¿Qué sabe él? Kyle empezó a pensar en cuales podrían ser las intenciones de Oberyn, de qué sabía realmente. 

Lo último que le dijo su hermana le dejó más descolocado que antes ¿Un puesto en la casa Martell? ¿En la guardia del principe? Parecía una broma. ¿Sería posible que Oberyn estuviera jugando con ellos? Podría ser una forma de intentar conquistar a su hermana. Su cabeza comenzó a darle vueltas pensando en las posibilidades ya que pertenecer a una de las grandes casas de poniente sería muy positivo para ellos. Kyle tenía un gran puesto en la casa Vaelys, pero su hermana era una simple sirvienta. Quizá en Dorne podría conseguir un mejor puesto, quizá la valoraran más. Tenía que hablar con Oberyn cara a cara, a ver que quería realmente. Pero antes tendría que sacar más información a su hermana.

- No entiendo nada, ¿Él sabía que pertenecemos a una casa noble?  ¿Qué más te dijo? ¿Por que piensas que quiere ofrecerme un puesto en su guardia?

Lance entró en el recibidor habiéndose sacudido el polvo del viaje en la entrada. A pesar de ser miembro de una Casa dorniense, Lance llevaba una armadura típica de las Tierras Occidentales, pero la capa roja que llevaba sobre los hombros arrastraba la mirada hacia ella más que en la propia armadura. El caballero aguardó a ser presentado por el chambelán, le susurró al mismo quien era.

Ser Lance Dayne, Lord Protector de la Casa Dayne. esperó a ser presentado en el recibidor, y cuando así lo hizo el hombre dio unos pasos hacia adelante esperando ser recibido con paciente educación.

Una mirada del hombre le bastó para analizar a los presentes, no por ser alguien excepcional en ello, sino porque su mirada se dirigió a la figura de lady Vaelys cuya figura preponderante sin duda llamaba poderosamente la atención por encima de los demás. Pero también echó una mirada a otros de los presentes, pero mostrándose neutral en el semblante.

Tras aclarar aquellos detalles que tanto la inquietaban, Lady Myriah se despidió de Evan y Kyle y se situó al lado del rechoncho ayudante del septón. Le dedicó una breve mirada al muchacho. Sin duda, su ayuda le vendría bien. Lady Myriah no lo conocía demasiado pero, las contadas ocasiones en que cruzaba alguna palabra con él, le daba la impresión de que pudiera colapsar en cualquier momento.

-Buenos días, Merol -le saludó con algo de frialdad. -¿Qué tal se encuentra hoy el septón Tiziano? -preguntó, más por establecer un tema de conversación, algún motivo para hacer hablar al joven Ríos, que por un interés genuino. 

Aquel momento, ciertamente incómodo, se vio interrumpido por la llegada de otro de los invitados: un joven alto, rubio y apuesto, que bien podría haber sido la inversión punto por punto del ayudante del septón.  Aquel porte y aquel físico le identificaban casi al instante como miembro de la casa Lannister, por lo que Lady Myriah se sorprendió cuando fue anunciado como Ser Lance Dayne. Lance Dayne. Ella lo había conocido como Lance Colina. Este nombre despertó de inmediato muchos recuerdos que Lady Vaelys creía olvidados. "¿De verdad este hombre era el niñito que jugaba con mi Alwen?" pensó. Como si una gota de agua fría le recorriera el cuerpo, la señora notó la tristeza al evocar el nombre de su hijo. Aún así, rápidamente, logró reponerse de aquel ataque de nostalgia, recordándose a sí misma que aquel no era ni el momento ni el lugar, y se apresuró en recibir a su invitado como correspondía. 

-Bienvenido seáis, ser Lance Dayne, a la Fortaleza de Sangre. -dijo, acompañando sus palabras de una elegante reverencia. 

Lance sonrió a la Señora de la Fortaleza, una sonrisa leve, pero agradecida que lo acompañó una leve inclinación sincera, tan apurada como le permitía la armadura.

Os agradezco la bienvenida, mi señora. correspondió recobrando la postura original. Dudó durante unos segundos, llegó a mirar un instante a su alrededor, pero enseguida volvió su atención en lady Vaelys. Debí hacer esta visita hace mucho tiempo, mi señora. bajó un tanto la cabeza, afectado. Honrar a un buen amigo, y a un buen hijo, en la muerte. tomó aire, los sentimiento afloraron por unos momentos, pero logró contenerlos. Ruego que disculpéis mi ausencia en el funeral de Alwen, mis deberes y.. la guerra me impidieron asistir como fue debido. Espero que ahora pueda rendir homenaje a su persona, a mi amigo. un gesto inconsciente lo llevó a acariciar la capa roja que lucía, contempló el rostro de la madre que había perdido a su hijo y procuró mostrar un gesto sentido.

Tampoco quisiera que mis palabras ennegrecieran vuestro ánimo, mi señora. bajó la cabeza a modo de disculpa. Asisto con el espíritu de poder disfrutar de vuestra fiesta y.. sonrió con algo de desparpajo. conocer a vuestras hijas.