Partida Rol por web

Había bastantes personas en el recibidor cuando Alester entró. Nada más pisar la sala, cuya decoración era sin duda exuberante, el caballero pasó los ojos por cada unas de las caras que se encontraban allí. Identificó a la señora de la casa, algo que no le costó demasiado por la elegancia de la dama, por cómo todos los demás parecían reunidos a su alrededor y, bueno, en realidad porque era la única mujer, por supuesto.

No sabía si alguno de los hombres que ahí estaban era el castellano del lugar, pero esperaba no tardar mucho más en encontrarlo. Aunque, quizás con la algarabía de la inminente fiesta, estuviera demasiado ocupado. Alester rezó a los Siete mientras caminaba hacia la mujer, deseando que sus asuntos pudieran resolverse a la mayor brevedad. Aunque lo primero era lo primero. Según iba avanzando, hacía un gesto con la cabeza a modo de saludo a los presentes.

Paró unos metros antes de llegar hasta la dama, que en ese momento estaba dirigiéndole unas palabras a uno de los hombres, esperó a que terminara y se acercó. Alester se inclinó ante ella, como marcaba el protocolo y saludó-. Lady Vaelys, soy Alester Marbrand. Es un honor para mí haber sido invitado a esta fiesta que vos habéis organizado. Mi tío, Lord Damon Marbrand señor de Marcaceniza, os manda un saludo a vos y a toda vuestra familia y desea que esta noche sea venturosa para todos.

Esperó a la respuesta de Lady Vaelys antes de continuar. Tenía muchas ganas de preguntarle por el castellano, pero sabía que la impaciencia no le llevaría a ninguna parte y corría el riesgo de quedar como un maleducado, lo cual no era su estilo.

Evan asintió a las palabras de William. Le sonrió amablemente y le dijo

- muy bien, me gusta tu estilo-
Esperaba que todo marchase bien a partir de ahora. Su sonrisa se ensanchó más al ver a Kyle, hacía rato que pensaba que podía ser clave su intervención para resolver cierto asunto. Pero entonces apareció ella, a quien realmente buscaba. Se puso más serio y se acercó a Lady Vaelys esperando las indicaciones de las que le había hablado antes. Sin embargo dedujo que había algo más que tratar por lo que ella le dijo. Asintió y se dispuso a escucharle allí o en el lugar que ella creyese mejor.

- Para vos siempre hay tiempo mi señora - Realmente Lord y Lady Vaelys tenían preferencia antes que nada y nadie.

Lady Vaelys interrumpió a Evan con un gesto, haciéndole notar la llegada de un nuevo invitado. Le recibió con una amplia reverencia. -Es nuestra casa la que se siente honrada de poder recibirle, Ser Marbrand. Sin duda, aceptamos el saludo de vuestro tío y esperamos que tanto él como el resto de vuestra familia se encuentren bien. Personalmente, espero que vos disfrutéis de la fiesta. -respondió con cortesía. 

-William, ¿por qué no acompañas a nuestro invitado a sus aposentos? O igual quiere visitar la vieja fortaleza. -pidió al sirviente y esperó la respuesta de Alester Marbrand. Marcaceniza no estaba lejos y quizás le apeteciera más pasear que descansar. Luego, miró a Evan, confiando en poder quedarse a solas y aclarar aquellos asuntos pendientes. Aún así, la cortesía era siempre la prioridad. 

William asintió a Lady Vaelys -será un placer, mi señora-. Miró a Alester e hizo una leve reverencia -Un honor tenerle hoy aquí mi señor, ¿hay algún lugar al que le pueda acompañar?

Ciertamente era lo lógico que primero fueran a saludar al señor de la casa, por lo que Merol solo asintió a las palabras del hombretón, quedando a disposición de esperar. La verdad parecía que seria largo el asunto, y a medida que llegaba mas gente, como Evan y después la señora, sus iniciales esperanzas se trocaron en un suspiro resignado. Chasqueo la lengua dentro de su boca y centro la mente en otra cosa para distraerse del hambre que lo carcomía.

Tal vez debería preguntarle a lady Vaelys por el asunto de la organización, pero esta parecía tener prisa en hablar con Evan y con la llegada del visitante, menos se atrevió a interrumpirla.  Seria un día largo, indudablemente… 

Evan aguardó junto a Lady Vaelys. Estaba claro que tenía cosas que decirle.

Sonrió a Kyle y le hizo un gesto cómplice que su amigo entendería fácilmente "luego hablamos". También vió a John, desde que salieron de la habitación no se habían vuelto a cruzar. Miró al guerrero algo preocupado, tratando de adivinar en su rostro si todo marchaba bien. Con él también tenía que reunirse.

Después miró al regordete Merol, suspiró dejando caer un poco los hombros.

Venga chaval, hay un anciano que te tiene en gran estima. Si él confía en tí, que has estado sirviéndole durante años, entonces yo también creo que posees cualidades. Demuestra lo que vales, pero sin más patinazos

Pensó mientras clavaba sus ojos azules en Merol, ahora ayudante de mayordomo. Veía al muchacho aparentemente aburrido, demasiado contenido como para tomar la iniciativa con ímpetu.
Pensó un poco, como si repasarse sus experiencias y sentimientos vividos.
¿Y si el muchacho tan solo necesitaba una oportunidad? ¿Un voto de confianza? Decidió que también debería tener unas palabras con él, sobretodo después de lo ocurrido, pues en ocasiones las etiquetas que a uno se le cuelgan pesan como rocas.

Entonces entró Fiona, y Evan le sonrió sin moverse de donde estaba, junto a Myriah.

Alester agachó la cabeza como gesto de respeto hacia Lady Vaelys cuando esta le dio la bienvenida. Con una sonrisa, respondió a la señora de la Fortaleza-. Todos se encuentran estupendamente, mi señora, gracias a los Dioses. Estoy seguro de que la fiesta será de lo más agradable para todos. Desde luego, ese es el plan que tengo, disfrutar de una buena comida y de la compañía de vuestra familia e invitados.

Por el rabillo del ojo vio a un joven bajito y orondo que esperaba, como si quisiera acercarse a Lady Vaelys. Decidió no acaparar más tiempo la atención de la mujer, pues, además de que más gente la estaba requiriendo, él tenía un recado que hacer. Una vez terminara, tal vez le interesara la sugerencia de la dama y decidiera visitar la Fortaleza. Pero lo primero era lo primero.

Saludó cortésmente al joven que se acercó a él, William. Tenía la cara marcada por unas profundas cicatrices y Alester se preguntó cómo las habría conseguido, pues dudaba que un sirviente tuviera heridas de guerra. Se dirigió tanto a él como a Lady Vaelys, pues ambos le habían preguntado adónde quería ir-. Muchas gracias por el ofrecimiento. Sin duda un paseo por la Fortaleza sería de agradecer. Pero me temo que el placer deberá esperar un poquito más. Antes de nada, he de ver al maestre para mandar un cuervo a Marcaceniza. Pero me han comentado que solo puedo llegar hasta él si me acompaña el castellano. ¿Es así? Si vos pudierais indicarme dónde encontrarlo, estaría agradecido.

Evan se tomó la libertad de intervenir. Pues si todo iba según lo previsto sabía exactamente dónde le encontraría.

-Si se me permite, el Castellano se encuentra en la puerta de entrada a la fortaleza, con el fin de ir recibiendo a los recién llegados-

Al parecer habían sido tres, y no dos, los invitados que llegaron antes de que todos estuviésemos preparados.

Aunque era lógico que Lady Vaelys se centrara en un caballero antes que en uno de sus sirvientes, Kyle no pudo evitar sentir un poco de rabia ​Eso es lo que soy, un sirviente normal y corriente. Tengo que aceptarlo y no dejar que me moleste. El gesto de su amigo Evan consiguió calmarle y le devolvió la sonrisa. Había entendido que luego quería hablar con él, y eso hizo que se sintiera ligeramente intrigado ¿Habrá pasado algo? Quizá sólo quiera charlar un rato y relajarse. Hoy tiene mucho lío.

John movió levemente la cabeza a modo de saludo cuando entró Evan, seguido de Lady Vaelys, a la que dedicó una marcada inclinación de cabeza. En un primer momento le extrañó la presencia de la señora de la casa en aquel lugar, pero solo estaba buscando a Evan, una pena porque a John le hubiera gustado hablar con él.

Poco después entró uno de los invitados, Ser Alester de Marcaceniza, del que había escuchado que era un gran cazador. Ante su entrada repitió la inclinación de cabeza. Sería Will quien le acompañaría, por lo que seguía sin nada que hacer, lo cual era muy frustrante.

Entre todas las personas buscó el rostro de Evan, a quien miró de forma interrogativa, como pidiéndole que le asignase alguna tarea para mantenerse ocupado.

Había cumplido lo que Lady Myriah le ordenó en el comedor, acompañar a Oberyn Martell a su habitación. Lo hizo con su buen hacer y despues se despidió. Claro que la conversación con el príncipe de Dorne no había dejado indiferente a la sirvienta y por ello necesitaba hablar con su hermano Kyle.
Gracias a los dioses que te encuentro. - pensó aliviada.

Entró en el recibidor como una pequeña sombra intentando no llamar la atención. Recién llegado se presentó un caballero invitado a la fiesta. Fiona prestó atención por si la señora le mandaba también acompañarlo a sus aposentos. No fue así porque el señor tenia otros planes.

Reparó también en la figura de Evan a quien devolvió la sonrisa. Otro asunto le rondaba la cabeza pero no parecía ser el momento adecuado para tratarlo con el mayordomo.

Kyle tengo que hablar contigo en privado. - se acercó a su hombro para apartarse hacia algún lugar donde poder hacerlo.

Después miró a la señora. Oberyn le había pedido otra cosa y por el tono de su voz ella no estaba dispuesta a realizar aquello. Se acercó con discrecion a Lady Myriah y dijo algo que los demás no pudieron escuchar.

-Mi señora el príncipe ya está acomodado en sus aposentos. Ha elogiado el buen gusto de la decoración y la hospitalidad de vos y vuestro marido. Ha ordenado también que dos criadas le preparen un baño. - la cara de la muchacha dejaba entrever por la última frase que Oberyn buscaba algo más que recibir un servicio de descanso tras su largo viaje.

El trabajo se le acumulaba a Lady Vaelys, pues apenas acababa de recibir a Ser Marbrand, que ya llegaba Fiona de vuelta, tras acompañar a ser Oberyn. También reparó en la presencia del joven ayudante del septón. Se preguntó por qué no estaría al lado de su maestro, pero tampoco le dio mayor importancia. Luego, se percató de que John Kalhan también se hallaba allí, lo que en realidad le venía de perlas y le ahorraba tener que recorrer media fortaleza en busca de respuestas. 

Tras despedir a su invitado en compañía del criado, atendió la petición de Fiona y luego expuso aquel pequeño problema a Evan y John, que era lo que la había traído al recibidor desde un buen principio. 

-Entiendo. Había oído historias sobre ser Oberyn y, al parecer le hacen toda la justicia. -Lady Vaelys se sentía en confianza con su sirvienta. Hablaba con seriedad, pues lo último que pensaba consentir es que un invitado, por muy de noble cuna que fuera, mancillara su casa, sobrepasándose con el servicio. -Si el príncipe desea un baño, se le debe preparar. Pero nada más... Si crees que puedes encargarte, hazlo tu misma, si no, ve con Gwen o incluso con Ginevra si fuese necesario.  -Sin duda, su sobrina sabría manejarlo si se le ocurría alguna idea indecente al dorniense. -Gracias por venir a decírmelo, confío en tu buen juicio. -dijo con verdadera gratitud en su voz. La despidió rápidamente, pues todavía quedaban algunos asuntos por atender. 

-Evan, precisamente quería discutir contigo acerca del recibimiento de los invitados. John, como ayudante del mayordomo, esto también te incumbe. Kyle, puedes quedarte o marcharte, si tienes otros asuntos que atender. -Lady Vaelys hablaba con seriedad, pero no había en su voz un tono de amenaza, sino, simplemente, el de quien expone una realidad, unos hechos. -¿Qué está sucediendo con el protocolo? No uno ni dos, sino tres invitados que han tenido que abrirse paso por la Fortaleza sin ser atendidos. Ser Oberyn y ser Galbart irrumpiendo en el desayuno sin ser anunciados siquiera... -Myriah suspiró -¿No es necesario que os recuerde que esto mancha la imagen de nuestra casa y todo lo que está en juego hoy, más allá de nuestra reputación, verdad?. -Estaba empezando a estar un poco harta de tener que repetir aquella cantinela a todo aquel con quien se cruzaba. ¿No resultaba obvio? ¿No entraba dentro de los deberes que todos debían tener en mente para con la casa Vaelys? 

Lady Vaelys decidió preguntar por la otra cuestión, directamente, para evitar sulfurarse más con el tema. 

-Hablando del desayuno. Su Alteza, el Dragón, no nos ha honrado con su presencia. ¿Alguno lo ha visto? -La señora no ocultaba el desprecio que sentía por aquel hombre malvado a su servicio. Si ya le inquietaba su mera presencia en su hogar, desconocer donde estaba exactamente o en que andaba metido, la horrorizaba por completo. Más que un dragón, le parecía una serpiente, enroscándose lentamente alrededor de su familia. 

Evan escuchó a su señora atentamente, sin perder la compostura.

Comprendía que aquel día era un día de mucho nerviosismo, las cosas se habían descontrolado por alguna razón y seguramente ninguno había dormido bien. Lady Myriah no debía ser una excepción, entre la tormenta y la fiesta inminente estaba casi seguro de que no habría descansado como debía, por mucha entereza que tuviese, por mucha frialdad que reflejase a menudo por fuera. La señora era humana, y como tal sentía y padecía, solo que ella debía llevar además la carga de las apariencias.

-Mi señora- se dirigió a ella con absoluto respeto -el único responsable soy yo. Pues confié en que todo estaría controlado y olvidé mis obligaciones para hoy al haberse delegado. Debí dejar los cabos mejor atados el día de ayer. Lo lamento muchísimo. He tratado de solucionar el problema para que no ocurra lo mismo con los siguientes invitados. 

Marvin se encuentra en la puerta de la fortaleza, recibiendo a los que vayan llegando, indicándoles dónde están los establos para que puedan dejar sus caballos y dónde está el recibidor, para que se dirijan aquí después. William ha dispuesto comida y bebida para que todos ellos puedan recuperar fuerzas del viaje, tiene instrucciones de asegurarse de que no falte de nada. A Merol le hice venir para que fuese acompañando a los invitados, mostrando a cada uno sus aposentos cuando así lo deseasen. Y con John deseaba hablar después de que vos me indicaseis los cambios que teníais en mente. Recordad que John es hoy quien ejerce de mayordomo, y Merol hará las veces de ayudante de mayordomo para que yo pueda asistir a la fiesta en calidad de invitado. En cuanto al Targaryen, imagino que continuará en su celda como se acordó en el consejo. No creo que sea bueno tenerle por aquí paseando con el resto de invitados, pues podría suponer un gran conflicto en cualquier momento si alguno le reconociese - hizo una breve pausa -Por mi parte no pretendo estar ocioso. Me gustaría dirigirme al gran comedor con Kyle, pues él es el mejor rastreador que conozco, si alguien puede desvelar lo que ha pasado allí para que aquel hedor se haya apoderado de la estancia es él-

Evan se alegraba de haber encontrado a Lady Vaelys, pues esperaba sus indicaciones, y también se alegraba de que hubiesen tratado aquel tema, de otro modo se habría inquietado por no ser lo natural. Era bueno que al menos uno de los señores se encontrasen en el recibidor para poder acoger y hablar a los invitados debidamente a su llegada. En la puerta estaba Marvin, que como castellano podía resultar apropiado que les recibiese allí él. Desde luego esperar en la puerta era mucho más pesado que estar en el recibidor, dónde Lady Vaelys estaría más cómoda y podría tratar más distendidamente con los caballeros.

También prefería que fuese Merol quien mostrase los aposentos a los invitados por dos razones, la primera porque en calidad de ayudante del mayordomo debía ejercer alguna tarea relevante, y la segunda y quizás más importante, porque no le hacía gracia que las muchachas se quedasen a solas con los caballeros en una habitación. Por muy caballeros que fuesen eran hombres, y algunos eran más caballeros de título que otra cosa, no se fiaba un pelo. Ese era uno de los defectos de Evan, se preocupaba por sus subordinados, les protegía porque se sentía responsable de ellos.

Cuando terminó de hablar se mantuvo firme, aunque en su interior rezaba por que Lady Vaelys no se hubiese enfadado tanto como para retirarle el favor e impedirle ir a la fiesta como pretendiente.

Escuchó las palabras de Lady Myriah y agachó un poco la cabeza avergonzado; se suponía que mientras Evan era un invitado más a la fiesta recaían sobre él todas las tareas de logística. A pesar de que fuera Evan el que aceptara las culpas John sentía que había fallado, pues como él mismo dijo el mayordomo era él.

Tenéis toda la razón mi señora, a partir de ahora habrá tres personas en el recibidor atendiendo a los invitados de manera que siempre haya alguien para recibirles.- Dijo para completar las instrucciones de Evan. - El Targaryen sigue en su celda, hacemos lo posible para que no se impaciente, he ido a verle esta misma mañana.- Respondió a la segunda cuestión, era lo único bien que había hecho en el día al parecer. - El Lord está enterado de todas las novedades respecto a eso.

Si quería dar una buena imagen y demostrar que podía hacerse cargo de la situación debía encargarse de que no hubiera ningún contratiempo en lo restante de festividad. - Si deseáis alguna cosa más no dudéis en pedirla mi señora.

El joven con el que había estado hablando Lady Vaelys respondió a las dudas de Alester. ¡Qué extraño! Él había pasado por allí hacía no mucho y solo se había encontrado con algunos soldados que se encargaban de recibir a los invitados. O Alester había llegado demasiado pronto o el castellano demasiado tarde. En cualquier caso, ya tenía destino.

- Os agradezco vuestra ayuda, señor –respondió al hombre de intensos ojos azules y cabello rubio-. Ahora mismo iré a buscarlo. Cuanto antes me comunique con mi familia, antes podré disfrutar de este lugar.

Entonces, se giró hacia William, el sirviente que le habían asignado para acompañarle por la Fortaleza. No estaba seguro de que quisiera tener al joven tras él en todo momento, pues al fin y al cabo, tenía que tratar asuntos de índole personal. Pero no quería pecar de maleducado ante tantas personas. Además, si había algo de lo que Alester disfrutaba casi siempre era de una buena charla con los sirvientes.

- William, me encantaría aceptar la oferta de vuestra señora y de vos de mostrarme el camino a mis aposentos y de enseñarme el hogar de los Vaelys –dijo, con un tono agradecido en su voz-. Pero lo primero es lo primero. Me pasaré por aquí de nuevo una vez haya terminado y, si seguís disponible, podremos darnos un paseo por la Fortaleza.

Aunque no sabía si volvería a encontrarse con el joven a lo largo del día, ya que probablemente quedaban bastantes invitados por llegar. Era bastante posible que a William le asignaran a otra persona antes de que hubiera vuelto. Por el rabillo del ojo vio llegar a una muchacha, quien se mantuvo discreta en todo momento. Alester supuso, por tanto, que no se trataba de una de las hijas de sus anfitriones. La joven se acercó a otro hombre que había en el recibidor y luego a Lady Vaelys para susurrarle al oído. Probablemente una dama de compañía. O tal vez una criada.

- Me retiro, pues. Señora, muchas gracias por vuestra amabilidad –dijo a Lady Vaelys.

Volvió sobre sus pasos, de camino hacia la puerta. Al mirar hacia un lado, Alester vio a un hombre tosco, con cojera y a quien le faltaba un brazo. Lo reconoció, pues había oído mucho hablar de él y su aspecto era inconfundible. John Kalhan. Le saludó con la cabeza, algo sorprendido por encontrárselo allí. ¿Trabajaba para los Vaelys? No lo habría imaginado.

Kyle estaba a punto de retirarse para hablar en privado con su hermana, cuando Lady Vaelys le reclamó junto a Evan y John. Le hizo un gesto a su hermana para indicarla que enseguida estaría con ella y acto seguido se apartó para hablar con los tres en privado.