Partida Rol por web

Voy a prepararlo - dice Grigor, a la vez que se levanta - ¿A alguien más le apetece te o prefieren un vaso de buena vodka?

La conversación continúa mientras los más valientes se quedan charlando y los más cobardes, como el sargento kovalevskii, se van a dormir.

Pronto el silencio se apodera del barracon y poco después se cambia por los ronquidos de vuestros camaradas. Hasta que finalmente os vais todos a dormir.

Almacén del Ejército Rojo 945

El Almacén del Ejército Rojo 945 es una escena de caos y desorden. Construido en 1929 para controlar el proceso de colectivización y el requisado estatal de grano, las instalaciones de la base ya están en declive. Vallas coronadas de alambre de espino rodean el almacén, pero el escaso mantenimiento ha hecho que se derrumben en diferentes lugares.
Dos torres de guardia que se dirían provisionales flanquean el portón de entrada, cada una cuenta con un foco que dudáis sobre si aún funciona o no, aunque si que se pueden ver una ametralladoras Tulamash-Maxim en buen estado.

Un discreto arroyo serpentea dividiendo la zona en dos. Se ha colocado un puñado de troncos pintados de verde sobre el fangoso suelo para permitir el paso entre los diferentes edificios. Estos, construidos de manera casi improvisada, comienzan a desintegrarse.
Todas las construcciones son de madera verde salvo el cobertizo de maquinaria, el polvorín, la enfermería, y el calabozo, que han sido levantados de manera algo más elaborada, utilizando ladrillo cocido. Se aprecia también un puñado de contenedores de grano vacíos y dejados oxidarse.

El camión entra en el recinto acudiendo directamente hacía el calabozo y el piloto os pide que esperéis aquí mientras avisan al sargento de guardia.
Un rato después descubren la lona trasera del vehículo y podéis ver a un grupo de soldados que vienen hacía vosotros.

A primera hora un camión llega al almacén, en el vienen vuestros hombres junto con un prisionero y algunos artículos incautados. Y al parecer también vienen con él tres personas más, por curiosidad y obligación os acercáis hacía allí para observar quien ha llegado hasta aquí.

El camión esta estacionado cerca del calabozo. Al acercaros los soldados descubren la lona y podéis ver a uno de vuestros soldados junto con un hombre que lleva un saco en la cabeza, y cerca suya a tres hombres más. Su aspecto da muestras de que son hombres bien alimentados y que lucen ropas en buen estado, en comparación con lo que se suele encontrar ahí fuera.

Del grupo de soldados que avanzan hacía el vehículo uno de ellos se adelanta. Su graduación en el uniforme lo distingue como sargento y es quien alza la mano hacía los que están dentro del camión mientras dice en voz alta.

- Pasaportes de viaje, camaradas.

Salí rápidamente del camión y toscamente busque entre mis pertenencias el dichoso pasaporte.

-A…Aquí tiene señor. Le pase el documento que casi se me cae de las manos.

Dichoso frio… estando aquí fuera echo de menos hasta ese maldito camión… Pensé mientras miraba el transporte que nos había llevado hasta el Almacén.

Desde las sombras que se proyectan al costado de los edificios se os acerca una figura alta y delgada sosteniendo una hirviente taza de te en las manos, al llegar hasta el grupo que se ha formado podéis notar que está sonriendo enigmáticamente, sin embargo no pregunta nada, simplemente comenta:

-Es muy raro encontrar viajeros en estas latitudes.-

El comandante Yuri estiró los brazos - Ahhhhhhh, - abrió la boca mientras dejaba escapar una bocanada de vaho - Por fin. - dijo mientras dedicaba una mueca de complicidad a sus compañeros de transporte y terminaba de limpiar sus anteojos.

- Mis bártulos, Capitán. Alcáncemelos por favor. - dijo refiriéndose a Trepinov, que aún permanecía en la parte trasera del camión.

Una vez en el suelo el Comandante echó mano a su bolsillo y sacó un fajo de documentación - Saludos camarada, - dijo Yuri dirigiéndose al soldado mientras le entregaba su pasaporte - Comandante de la TASS Yuri Kopolev. - hizo una pausa - Menudo desastre, - dijo mirando alrededor - no me extraña que nos llamaran, llévenos ante el Coronel Yevgeni de inmediato. - sorprendéntemente el comandante parecía de buen humor.

En el culo del mundo me sentía, más que por el emplazamiento por el estado en el que estaba todo, si por dentro estaba igual que por fuera haría falta un milagro para conseguir arreglar lo que se hubiese jodido.

No tardaron en pedir los documentos, documentos para subir, documentos para bajar… Menuda mierda, pero como ya me lo imaginaba los tenía a mano y se los tendía al teniente.

- No somos exactamente viajeros… - Le dije a uno de los que por allí había.

Enarqué la ceja ante la petición del teniente, cogí su petate y se lo acerqué al borde del camión, por “desgracia” cayó al suelo – Vaya, lo siento – Le dije con cara de póker

Petr sonrió disimuladamente al notar la evidente maniobra del capitán, y dijo mientras señalaba al reo -Ya veo... entonces imagino que todos, incluyendo a ése, estáis destinados aquí ¿Verdad?.-

El sargento contemplo los pasaportes, por su gesto todo parecía estar bien pero se los cedió todos al teniente Grigor Fyodorov mientras esquivaba donde había caído el bulto de Yuri Kopolev y le hacía un gesto al soldado que permanecía dentro del vehículo con el prisionero.

Bajen, vamos al calabozo con ese prisionero. Teniente Fyodorov, luego le entregaré la documentación del prisionero.

Mire al delgaducho que sostenía la taza entre las manos. Preguntaba por el prisionero.

-N..no señor. Nosotros no venimos con él, solo nos recogieron para traernosss… Dije tiritando de frio.

¡¿Cuánto tiempo querían tenernos aquí fuera?! Maldita sea, que nos dejen entrar ya.

El comandante sonrió ante la jugada de Trepinov - Perro viejo - pensó para sus adentros.

- Bueno Sargento, ¿ a que estámos esperando ?, - dijo viendo al joven Dugov tiritando - Mataríamos por algo caliente que echarnos al cuerpo.

Petr miró con una sonrisa al teniente de la TASS que parecía a punto de congelarse cuando le había respondido y le dijo:

-Es usted del sur ¿Verdad? De la zona de Georgia o quizá aún más abajo.-

-Vengo de Leningrado s…señor. No hace mucho calor que digamos, pero este lugar está congelado. Usted estará acostumbrado pe..pe… pero a mi este tiempo me mata.

Dije intentando esbozar una sonrisa forzada que más bien parecía que estaba cayéndose algún diente de mi boca.

-Bueno...- dijo Petr mientras pateaba un poco en el suelo para calentarse los pies -En cuanto os confirmen que los papeles están en orden podréis entrar.- y sin más, se dió media vuelta y comenzo a alejarse lentamente para volver al frío del interior, que era un poco menos frío que éste.

- Venimos a arreglar el problemita con las comunicaciones – Aclaré, parecía que no sabían muy bien a que veníamos o quizás solo era una impresión.

Sonreí al ver el estado del joven Nikolai y le di una palmada en la espalda – Este se nos congela ja, ja, ja... – Me llevé la mano a la barbilla – Pero tienen razón, entremos y si nos ofrecen algo de calienta ya sería tremendo – Estiré mi mejilla derecha tratando de forzar una sonrisa.

Ahora la pelota parecía estar en el tejado del sargento, así que esperé a ver si nos dejaban entrar.