Partida Rol por web

Las perras gemelas huyen por el pasillo, mientras un perrito se frota contra Mary-Anne, es algo asqueroso, pero inevitable al parecer. 

—No te preocupes, úsalo como práctica para luego cuando te eches un marido rico, al menos el perro sólo hace lo que le dicta el instinto.

La voz del friki se vuelve a oír, los maromos sólo se apelotonan contra la puerta (seguro que hay más muertos pegados a las jambas y otros que morirán en cuanto se abran y les aplasten) y por fin consigo que alguna piense. 

—Sí, una ventana ¡Arrojemos algo contra ella y salgamos por ahí!

Channel tomó una de las botellas llenas de bebercio y la arrojó contra una de las ventanas con todas sus fuerzas, la botella estaba llena de líquido y esperaba reventarla hacia fuera. 

Las gemelas tratan de huir, una de ellas con meadita incluida en la pierna. Bethany y Jessica tratan de abrir las ventanas, pero no es posible. Es como si estuvieran pegadas de alguna forma. La botella que tira Channel da contra una especie de pared invisible antes de llegar al cristal de la ventana, rompiéndose y cayendo al suelo. Ahora el suelo estaba lleno de cristales y champán.

¿Pensáis que vais a salir de aquí vivas?

Habla de nuevo aquella voz burlona, riéndose de las presentes. Momento en que el suelo del vestidor cede y cae sobre la puerta. Allí hay fuego, vestidos, zapatos, bolsos, más fuego y todo cae SOBRE LOS MAROMOS.

Aquello no parecía que fuera a acabar bien, estaban encerrada y el edificio estaba empezando arder. Incluso con ese panorama las gemelas iban a pasarlo mal.

Channel tiraba botellas, vasos... era como una Cleopatra moderna con jarrones infinitos. La fiesta ya había degenerado del todo y los perros de las perras gemelas se tiraban a Mary Anne y meaban a Lisbeth la gemela.

Pero no era suficiente para acabar de joderlo todo, también el puto friki extraño mutante holográfico seguía haciendo de las suyas. Y entonces todos los maromos murieron de forma horrible cuando cae sobre ellos mi vestidor. Cuando sobreviviéramos le colgaría el muerto a las gemelas ¿habían sido ellas quien habían incendiado todo para que cayera sobre los pobres hombres y los transformara en una empanadilla de carne, no? Incluso a Chad... ¡A chad! 

—¡Esto no es justo!

Pero Channel era una chica de hoy en día, debía sobreponerse, debía sobrevivir... Chad era el pasado, y el futuro serían otros hombres, cuando ella fuera una atractiva periodista que entrevistara a futuros presidentes de los EEUU, como Trump. Y cuando el gran hombre falleciera, a Ivanka Trump, siguiente presidente vitalicia del mundo. Guapa, blanca y rica, además judía, que era algo que mucha ente no sabía, por tanto... adiós Chad...

Channel tenía que liderar, tenía que enseñar a esas pobres putillas nuevas de su hermandad como se sobrevivía y por tanto se dirigió al horrendo ser holográfico —¿Que si pensamos que vamos a salir de aquí con vida? ¡Aquí ninguna piensa, marica pintarrajeado! ¡A ver, si quieres matarnos, al menos preséntate, dinos quién eres y por qué quieres matarnos...!

Eso funcionaba en todas las pelis, el malo decía el plan y las buenas y atractivas heroínas solucionaban la situación. Bueno, la blanca rica y limpia heredera y sus prostitutas compañeras que no podían hacer nada sin ella. Desde luego. 

Por más que lo intentábamos la ventana no se abría por nada del mundo. Y las cosas que tiraba Channel para romperla tampoco servía de nada, era como si algo invisible lo parara. El tío ese vuelve a dar la murga y ahora viene lo peor cuando parte de la mansión cae encima de los chicos que estaban agolpados en la salida.

Literalmente me quedé sin palabras, impactada por lo ocurrido. Solo reaccioné cuando la presi le pregunta al aguafiestas de la camiseta mona quién es y por qué hace esto.

Parecía que nada podían hacer para terminar con aquella horrible situación, aquella peste aquella marabunta sudorosa de hombres asustados... Bueno, solo quedaba disfrutar,como en los últimos deías de Godorra y Somorra ¿o eran Guarrona y Sobona? El caso, si aquel era el fin, era menester que disfrutasen como guarras mujeres liberadas que eran. Los hombres no parecían estar por labor, pero aquello era ley. Darcy agarró con una mano a Kim. Haía lujuria en su mirada. Sexo y muerte. Con la otra agarró a Jessica. Los sobetones en el barro habían creado unión entre ellas...y entonces pareció caer en algo y dio una palmada...haciendo claro que Kim y Jess chocasen los cinco.

¡A ver! No desesperemos. Ese friki nos está viendo por algún lado. Cámaras. Channel, sé que no tienes porque saber donde se esconde la chusma que nos vigila. Pero ¿no fuiste ningún día para comprobar que alguna de las novatas hiciese algo chungo? ¿O qué alguién vaya a la sala de cámaras a cargarse a ese friki? No sé, metralletas, una bomba, una barra al rojo...

Si tenían que morir, que fuese matando.

Y vosotros, PANDA DE MARICONES, SI ME HACÉIS CASO PODRÉIS SALIR DE AQUÍ– dijo levantando lavoz para que la escuchasen los chicos. Iba a haber dicho que les enseñaría las tetas, pero poco a poco, hasta la HOT más hot pero menos elegante iba aprendiendo estilo. Que estuviesen bajo un armario y ropas en llamas y, probablemente, gravemente heridos o muertos NO ERA excusa ninguna.

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Con miedo y repugnancia a partes iguales, aguanto estoicamente hasta que acabe el perro

Ahora entiendo a lo que se refería mi madre cuando decía lo "soportar" a mi padre. Me aguanto las lágrimas porque una dama de verdad sólo llora para conseguir algo de un hombre  (o en un tribunal, durante un proceso de divorcio, que viene a ser lo mismo también).

Cuando el perro termina miro con asco y aprensión mi precioso camisón. "¿Podría guardarlo en un armario, como la Lewinsky, y sacarle más adelante unos buenos cientos de miles a las gemelas?" Deshecho la idea en cuanto termino de pensarla. Unos cientos de miles no merecen la pena la humillación. Ahora mismo casi quiero que mueran todas para que no queden testigos de esto. Pero eso tampoco vale. Dudo mucho que sea capaz de salir de aquí sin ayuda.

Miro, con desprecio, el monton llameante y aplastujado que antes nos hacía suspirar. ¡Menudo desperdicio más triste! Menos mal que eran tejidos de los buenos, si hubiera sido poliester estaríamos en un infierno. ¡Ah! Y los chicos también me gustaban, la verdad.

-No pienso morir en un incendio. El cadaver no queda bonito. Si para salvarme me tengo que arriesgar a que me confundan con la criada, que así sea, pero yo necesito vivir al menos una temporada más para ver la colección primavera-verano de Tom Ford- comento a las demás mientras busco un pasillo que me lleve a la puerta trasera.

De la mano de mi hermana, yendo para la puerta de la cocina, tengo que detenerme cuando se escuchar un tremendo sonido que asemejaría a una explosión o un quejido de mi estomago tas tiempo sin ingesta. Opto por que sea lo segundo, pues el suelo tiembla. La casa se venía abajo.

- Rápido, joder - acelero el paso, tirando de mi hermana para ir a la otra salida. Alguna forma debería de abrirla. O sino, pues nos podíamos pegar un banquete de hidratos de carbono, como último deseo antes de la muerte. Pero si nos íbamos de este mundo, no íbamos todas juntas. Era hasta poético.

El estruendo, el temblor, y los gritos de las víctimas resonaron en el corazón y el chichi de Luzbel como un orgasmo. Notar, casi saborear, ese mogollón de muertes provocadas POR ELLAS, las auténticas y únicas putas amas de HOTs, las únicas con los ovarios de provocar la destrucción absoluta del centro neurálgico del glamur antes que verlo sucumbir en la chabacanería y el olor a sobaco.

Casi le dio un calambrito en el potorro al ser consciente de aquello.

– Uys –murmuró, y se mordió el labio–.

Se recompuso y siguió a su adorada hermana. Quizá unos días o unas semanas antes lo que acababan de hacer le habría parecido horrible, pero por algún motivo ahora a Luzbel todo eso le parecía la mar de normal. Deseable incluso. Era un impulso de negra mezquindad y amor por el asesinato y el sufrimiento. Y sin temer nada, sin que le importara una mierda sufrir o morir en el intento. Sabía de que después solo podía mejorar. Algo dentro se lo decía.

Entraron en la cocina buscando una salida trasera. Luzbel se detuvo un segundo y cogió un buen cuchillo. Luego abrió un armarito, con curiosidad, buscando algo como si no tuvieran todo el puto edificio a punto de derrumbarse encima. Sacó una cajita, sonriente.

– Sabía yo que tenía que haber.. Gelatina de fresa, tu preferida, hermana. Otro día hacemos las dos. Huevos de gelatina, hermana –guiño, sonrisita cómplice–. Sí, fui yo.

- Jess, Mary Ann tiene razón.

Tras intentar con todas mis fuerzas abrir una ventana me doy cuenta de que no es posible y que hace falta otra opción.

- Vamos, intentémoslo por la cocina.

Y de pronto supe que mi hermana estaba cachonda. Con el mero tacto de su mano, su cercanía, subía que por su almeja la cosa hacía aguas y se estaba cociendo al vapor todo el gajo. Eso me hizo sentir segura, confiada. Se disuade el temor a lo que pueda pasar y me sobreviene una oleada de poder absoluto. El poder de poder decidir sobre la vida y la muerte. Poder de acabar con la vida de alguien. 

Cuando Luzbel me muestra la gelatina y me hace tales declaraciones, tengo que mirarla con seriedad fíjamamente. A los ojos, calando hasta lo más hondo de su alma. ¿Ella? ¿Su hermana? ¿La que temía nunca llegara a comprender sus gustos? Entrecierro los ojos, aun procesando. Luego, simplemente, dejándome llevar por un ráfaga de instinto carnal incestuoso, le como toda la boca.

Las lenguas se saludaron. Tenía que pasar. ¿Acaso no lo había hecho para eso? Luzbel mimaría y cuidaría de su gemela sobre cualquier cosa, y ahora que ya no había un trono de HOTs en el que sentarse, ya ni tendría que preocuparse por dejarla tirada por ser la segunda. La pobre Lilith había pasado años escondiéndose pero hay cosas que a una gemela no le puedes ocultar. Como ese cajón lleno de consoladores con tachuelas de metal oxidadas. Como aquel sospechoso crucifijo colgado en mitad del sótano, que siempre estaba extrañamente cubierto de capas y capas de flujo reseco en estratos. Como lo de ir a los velatorios de desconocidos de los suburbios para acabar yendo al cuarto de baño justo después de ver el cadáver. Como esas noche en las que veían películas raras de terror (aunque Luzbel no entendía para qué perder el tiempo con pelis malas de serie subzeta), que acababan con Lilith sonrojada de ardor uterino y con el brillo lujurioso en los ojos. Como todas aquellas veces en la cama que follando con uno, dos o más tíos Lilith les decía que no hacía falta lubricante anal ni preparación previa. Que a saco y en seco mejor. Y como cada vez que al hacerse daño con cualquier cosa se le ponían ojos de estrellitas.

Las gemelas se morrearon como nunca antes. Porque no era la primera vez, claro. Pero sí era la primera auténtica primera vez, de aceptación total. «Te comprendo y te quiero como eres y eres lo más, telojurotía» decía Luzbel con la lengua. Ea, estaba hecho. «Unidas total, tía, confía en mí, Lili». Se le calentaba el toto a Luzbel cosa fina, y casi sin darse cuenta empezó a acariciar a su hermana con el filo del cuchillo, sin preocuparse de apretar poco o mucho, como saliera. Lo bajó despacito, lo metió entre las piernas de Lilith y apretujó y movió el mango contra su coño, chapoteando.

«Estoy deseando ponerme esa polla con un arnés y hacerte sentir fecundada por un alien».

Lástima que en ese momento fuera una prioridad escapar de allí. O acuchillar a alguna. O las dos cosas. De lo contrario...

Aquel incesto entre gemelas había pasado más veces, solo que ellas no recordaban del todo que fuera así. El alcohol y un poquito de droga en el colacao hacían olvidar muchas cosas, cosas importantes. Es por eso que esa comida de boca llega con un déjà-vu importante. ¿No habían besado ya a alguien sintiéndose igual? Oyen en su mente, o lo oirían si sus mentes ahora no fueran caos y destrucción basado en sangre, muerte, vísceras y muchas cosas bonitas.

Lo que no vieron es que el techo sobre ellas, en la cocina, se había agrietado. Por allí empezaron a salir unos animalitos muy majos. Estos empezaron a llenar la lámpara, hasta que desbordaron sobre las gemelas.

¡Cucarachas!*

Una ducha de cucarachas les cortó tremendamente el rollo. Incluso una de ellas, que quedó demasiado cerca de los ojos de Luzbel, se le asemejaba a un alien que le señalaba con un dedo acusador.

¡Qué ascazo!

Siguiendo a las cucarachas llegaron el resto de HOTS, que parecían haber pensado que la única puerta disponible era la trasera. A veces pasaba.

La única salida parecía estar pasando por la cocina, o lo que era lo mismo, siguiendo a aquellas perras del infierno idénticas. Sí, las rubias, no las de cuatro patas. Llegasteis a la cocina justo a tiempo para ver cómo una ducha de CUCARACHAS caía sobre las gemelas.

Llenando toda la cocina de estos bichos asquerosos.

Vamos desfilando, como reinas de la pasarela, hacia la cocina o donde sea que vayamos. Ni el miedo ni la urgencia deberían hacernos perder la elegancia. La abuela Sue siempre lo dice "Si se quema la casa, te maquillas adecuadamente y te pones tu mejor ropa, antes que salir huyendo. Siempre es mejor que estés divina en la mesa del forense a que salgas mal en la foto de algún periodista que haya ido a cubrir el incendio".

Así me preparo, muy digna, para arder en llamas. Pero, desde luego, para lo que no estoy preparada es para lo que hay en la cocina

-¡¡Ahhh!! ¡¡Ahh!!- grito, como loca. Y después de dos veces, ya grito más bajo, no sea que me quede afónica y se me ponga voz de marimacho. Pero sigo gritando, claro. No hay nada, NADA, en el mundo peor que las cucarachas. Son rastreras, andan en la basura y en las casas de los pobres. Grito más. En algún momento tendrá que venir alguien a rescatarnos ¿o qué?

Pero cuando veo que no viene nadie, corro, corro hacia la salida ¡¡aunque sude!! porque como me caiga encima una cosa de estas, como le han caido a las gemelas, me da un patatús.

"Seguro que ya han cogido tifus, malaria, lepra y pobreza" Ni siquiera las gemelas merecían algo así.

En cuanto Darcy me coge de la mano la miro, y veo esa lujuria en su mirada que deja claro que quiere montárselo antes de morir. Yo estaría encantada de tener un trío con ella y Kim, vamos, ni lo dudaría. Luego ella hace un gesto que hace que choque las manos con Kim sin querer.

Escapar por la cocina, es el plan de Darcy. La verdad es que no parece que haya otra alternativa, e incluso Beth está de acuerdo.

Y vamos a la cocina cuando vemos esa horda de cucarachas caer encima de las gemelas. ¡Ay, qué asco tremendo!

- Cucarachas... ¡qué asco qué asco qué asco! - del asco me refugio en Darcy hundiendo mi cara en sus turgentes pechos. No es para menos, esa cocina es una pesadilla y las gemelas están sufriendo el castigo en ella.

El loco no parecía querer responderme nada de nada. Ignorarme era el peor pecado del mundo. Me duele más eso que la muerte de un orfanato entero en un incendio o medio país africano de hambre... ¡o incluso que se me rompa una uña!

Pero tenemos que escapar entonces, quizá por la cocina —Venga, bolleras... —es obvio lo que pasa entre Darcy Kim y Jessica —...ya tendremos experiencia lésbica cuando salgamos vivas de aquí, luego una hasta puede hacerse lesbiana oficial, nos dará buena prensa—. Pura verdad. Aunque Channel prefería sexo con Chad... cosa que no se volvería a repetir.

Las gemelas acabaron duchadas por una verdadera lluvia de bichos. Que asco. Bueno, se lo merecían. Pero que puto asco. Asi que otra vez...

Channel no se daría por vencida— Chicas... ¡A rodeadlas y a huir! ¡Pero ojos atentos!

¿Rodearlas? Ni de coña. Darcy sería bromista, una estirada, una buscona, una zorrona pechuguelesca, una optimista nata, una pequeña hija de puta, asesina en potencia, pero de actriz porno na...¡Pero antes que todo era una animadora! Con las habilidades de una y el cerebro de... bueno, ¡pero tenía buena visión espacial!. Cuando tienes que calcular el espacio para que aquellas dos épicas glandulas mamarias entrasen en algún lugar, era algo que acababas desarrollando. Y las situaciones peliagudas agudizaban las habilidades propias. De modo que el cerebro de Darcy fue funcionando a traves de listas de tareas.

✔ Palidecer

✔ Lanzar un grito

✔ Sentir arcadas

✔ Olvidar lo anterior

✔ Descojonarse cruel y épicamente de las gemelas al ver a las cucarachas enredarse en su pelo.

✔ Separar los pechos de la cabeza de Jess

✔Limpiarse el pintalabios que había quedado

✔ Seguir riéndose

✔ Localizar fregona

✔ Buscar guantes y no encontrarlos

¡Por Dios, que asco...voy a tener que tocar la fregona con las manos!–exclamó indignada mientras la cogía.

✔ Echarse unos metros hacia atrás para coger carrerilla.

✔ Utilizar su agilidad cheerleaderesca para utilizarla como pértiga saltando encima de sus compañeras y de las cucarachas para llegar al otro lado.

Buen caos se monta en la cocina. Pero para mí no es nada. Acababa de ver unos cuantos cadáveres que no me habían impresionado mucho debido a que ya había visto varios en las prácticas. ¿Queréis que os cuente cuántos bichos, aún más asquerosos que las cucarachas había tenido que diseccionar?

- No muerden, y no pican. Mientras no os las comáis no os tiene por qué pasar nada.

Aunque se lo digo a todas, incluida a Kim, lo digo en tono amable pues lo que intento principalmente es que Jess les pierda el miedo, mientras comienzo a caminar sin molestarme en apartarlas o saltarlas, incluso dando patadas allí donde se acumulan.

Vale que es muy asqueroso escuchar cómo crujen... Pero más asqueroso debe ser morir churruscada. Aunque los cadáveres churruscados molan un montón. Pero no el mío, porque el mío propio no puedo llegar a verlo.