Partida Rol por web

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

Marco pasa la noche depertandose como habitualmente. Cualquier sonido o presencia lo desvela y, como siempre, se le hace muy dificil dormir por largas horas seguidas.
Finalmente, la última vez que despertó un pájaro piaba ante la luz del día y Marco, teniendo por costumbre dormir poco, se asombra de haber dormido tanto.
El sol está en lo alto del cielo, así que debe ser mediodía. Su obligaciones en el monasterio no le dejaban dormir hasta tan tarde.
Y antes del monasterio era impensable dormir tanto. Así que, aunque lo intentó, Marco no recuerda haber dormido tanto nunca.
La noche anterior no había pegado bocado con el entusiasmo de las cosas nuevas y aunque ya estaba habituado a no cenar, tantas horas sin comer y el olorcillo que se escapaba de la cocina le abrió un hambre voraz.
Una vez con la barriga llena, Marco fue a dar una vuelta y a observar los alrededores, quizá encontraba algo interesante que hacer.

Pero no pasó demasiado tiempo cuando llegaron los carruajes. Marco se subió a uno de ellos. No tenía ninguna preferencia, pero se alegró de ver que iba con una chica de aproximadamente su edad.
Marco se quedó mirando un rato con no disimulada curiosidad su pelo y su piel blanquecinas.
- Hola! Soy Marco.- dice al cabo de unos momentos de haberla estado mirando y evaluando.

Parecía interesante. Sin duda, habría algún tipo de historia detras de ese color.
Los otros dos hombres que le acompañaban aún no habían captado su atención.
- Que rara eres, no?- Pregunta con la inocencia y la honestidad típica de los niños mientras se coge un mechón de pelo largo y se lo mira, contrastándolo con el de la niña.

Por fin llega la hora señalada   y aunque  he estado recluido rezando  desde el lamentable espectáculo de ayer  aun así no me apetece  compartir el carruaje con nadie  y menos  con un niño , una albina  y un joven rubio . El niño en su bendita inocencia comienza a parlotear  y es de suponer que esa sera la tónica  general del viaje  .Compongo el gesto lo mejor posible  y  saludo al resto de los viajeros .

Buenos días hermanos  ,que la bendición del señor  descienda sobre vosotros y vuestras  familias  y permanezca por siempre .Amen.Digo acompañando mis palabras del gesto  de la cruz .Soy Basilio y parece que compartiremos  carruaje a la casa del señor Giovanni .Agacho la cabeza  y sacando mi cordón de oración  comienzo a orar en voz baja mientras voy pasando cada uno de los nudos del komboskini ..Señor Jesucristo,Hijo del dios vivo, ten piedad de mi,que soy pecador .

De refilón veo  los extraños frutos que  adornan los arboles del lugar y solo puedo musitar .Kyrie eleison.¿dónde  nos estamos metiendo ?

Tras aquella noche ajetreada y una mañana sin mucho que hacer Albert sube al carruaje que le corresponde junto a los que serán sus compañeros de viaje, aquellos carruajes son más una prisión que un medio de transporte a su parecer, pero la explicación de  su utilidad contra posibles asaltantes lo convence -Saludos, soy el Doctor Albert, un placer- se presenta no más entrar en el carruaje,  después se sienta y observa detenidamente a los jóvenes niños preguntándose que razón tenía un noble rico de llamar a su casa a aquellos jóvenes que a simple vista no tenían mucho que ofrecer más que las niñerías típicas de la edad, después perdido en sus pensamientos observa el paisaje a través de los postigos.
En el camino en la lejanía observa una imagen que le deja helado, la desgracia de aquella visión lo acongoja  y  le hace preguntarse la clase de persona que puede ser Don Giovanni para cometer tales acciones.
Tras mirar como el monje musita prefiere no comentar nada para no romper la inocencia de sus otros jóvenes acompañantes con crueldades como esas

Sin quererlo había dormido mucho más de lo que creía. Sin embargo el sueño no fue en absoluto reparador; una extraña sensación recorría la espina dorsal de la niña, y la mantenía alerta. Había algo que no encajaba, y no sabía qué era. Posiblemente se tratara simplemente de nervios, pues nunca antes había estado (como invitada) en la mansión de un gran señor, y las incursiones en esos espacios se reducían a un 'entrar y salir' rápido cargada hasta arriba

Quizá por eso no respondió a Marco. Por mucho que su aspecto indujera a tratarla de un modo infantil hacía años que se había deshecho de toda esa inocencia. Así era su mundo. Y la molestaba que los extraños la consideraran tan estúpida como ellos. Lógicamente en otro caso habría aprovechado las circunstancias a su favor, pero no estaba de humor. Suspiró quedamente. Su familia se había quedado en las cercanías de la posada. No estaban invitados a la cena de Giovanni y tampoco consideraba propio acudir a su propiedad en su compañía, y sencillamente echaba de menor la seguridad que le daban

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino.

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

El sol asoma en el horizonte, pero yo ya llevo un rato despierta, puliendo mi espada. Estoy acostumbrada a dormir poco, así que gasto el tiempo adicional en cosas como esta.

Al romper el alba, bajo para un desayuno rápido antes de salir y quedarme clavada ante los carruajes. Me acerco, acariciando el lateral y el postigo. Frunzo el ceño, pero no discutiré. Me monto y veo pasar las montañas, mientras los caballos tiran del carro. La visión de tres cuerpos colgados me perturba un momento.

¿Salteadores? pregunto al cochero.

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Justo antes de partir se monta la joven que entró en la posada la noche anterior y se fue directamente a dormir

-Buenas tardes -es lo único que dice y se sube al carruaje

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino.

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino.

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino.

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

Al día siguiente os reunís todos a las afueras de la posada esperando hasta que a primeras horas de la tarde, los cocheros y sus ayudantes llegan a la posada del Cordero Rojo para llevaros hasta la mansión Giovanni. Maria busca su carruaje, pero parece no encontrarse allí, solo están los coches de la casa Giovanni. Los coches están lujosamente adornados, con apliques dorados, pero el opulento aspecto se estropea a causa de los pesados postigos cerrados sobre las ventanas.

-Es para proteger a los pasajeros en caso de un ataque de salteadores de caminos -os explica el cochero que parece darse cuenta de que estáis mirando los postigos, mientras los desatranca y los abre para permitir que entre la luz y el aire-. Me tomaré todas las molestias para asegurarme de que el viaje os resulte lo más cómodo posible

Cumpliendo su palabra, se preocupa cuidadosamente por vuestra comodidad durante todo el viaje, disminuyendo la velocidad en los tramos más abruptos del camino.

Durante el viaje veis tres cuerpos crucificados en los bosques

Tal y como había asegurado la noche anterior, ya no continuaba con el luto y quedó en evidencia cuando aparecí con vestido de color vino muy recargado en la parte frontal y con un escote demasiado generoso. Era evidente que llevaba todo el día preparándome para destacar en la próxima fiesta y sin duda lo lograría con aquel vestido que marcaba tanto mi antes inocente figura, de hecho habría apostado a que dejaríamos sin aire a cualquiera que nos viera bajar del carruaje y que incluso provocaría pensamientos impropios en un hombre de Dios.

Un carruaje que parece destinado a trasladar presos.

Consideré cuando dejé de estar cegada por su opulencia y antes de que el cochero explicara su verdadera funcionalidad. De todos modos el viaje hacia el castillo resultó tranquilo y sin incidentes, salvo que se considerara uno los cuerpos crucificados, porque personalmente lo único que me despertaban era autodeterminación. Quizás antaño me hubiera asustado o preocupado, pero en estos momentos solo tenía la certeza de que Lothar pagaría el precio de sus acciones.

- Gracias - Dijo haciendo una reverencia formal al cochero. Aquella noche no había dormido demasiado bien, la imagen de aquel tipo chupando manos se cruzaba con la del monje avisando de un peligro. Si algo había aprendido en sus años investigando es que nadie decía toda la verdad, pero toda historia tenía una parte de ella. 

Decidió que dada la situación era mejor no pensar y ver que ocurría. Se palpó el pecho por encima de las ropas para comprobar que tenía su arma de fuego a buen recaudo y apoyó la cabeza en el cabecero de uno de los asientos. 

- Bueno señor Rossi - Dijo dirigiéndose al hombre con el que no había hablado nada durante la cena. - Me pareció escuchar que era usted músico, ¿no es así?. Estoy seguro que aunque haya pasado tiempo desde el carnaval y su última actuación podrá deleitarnos con alguna melodía digna de este viaje - 

Estaba claro que aunque no había querido participar de las conversaciones, si que había estado atento a ellas.

Anton esta noche vestía de forma más elegante y formal, llevaba un estoque, y capa, un sombrero bastante elegante, estaba afeitado y aseado y el juvon que vestía sobre la camisa, así como sus pantalones recordaban a los de cavalieri de aquellos años en italia.
Soy músico y soy arquitecto y diplomático y seductor.... y un bromista incorregible y un alborotador. Dijo de buen humor, haciendo una pausa cuando dijo que era seductor para seguir hablando cuando la cosa se puso un poco incómoda. Espero no tener hacer gala de todas mis habilidades dijo provocador, aún riendo. Tres horas son muchas, sin duda que algo cantaré, pero no sé quienes son ninguno de los presentes, salvo a las damas y a aquellos que se sentaban con mi amigo anoche, no llegue a conocer a ninguno más. añadió invitándoles a presentarse. A fin de cuentas el arte esta en la persona que lo percibe, las canciones de taberna me encanta pero igual nuestros otros dos interlocutores son más refinados.
Luego pasaron al lado de los crucificados.
La fama del señor Giovanni parece ser cierta.... dijo mirando el espectáculo.

Buenas tardes tengais, mi Lady. Respondió como un resorte a la par que se inclinaba.

Se queda mirando un tiempo prudencial los cuerpos crucificados y luego no tiene mas remedio que apartar la mirada. -Creia que esa forma de ajusticiar era cosa del pasado, veo que aun quedan vestigios de una época oscura.

Estamos muy lejos de casa...