Partida Rol por web

Al llegar a aquel lugrube castillo, un escalofrio recorrio el cuerpo de Allan, todo aquello daba muy mala espina y conforme se adentrarón más y más en la residencia del señor Giovanni sin duda la sensación no mejoró.

El tetrico pasillo era realmente incomodo, Allan tenía un nudo en el estómago y repasaba mentalmente las palabras del viejo que había irrumpido en la taberna, aquel hombre no parecía tan loco poco querían hacerle aparentar sin duda aquella mansión podría ser la guarida del mismisimo demonio.

El médico intentó calmarse, no son más que cuentos y leyendas se dijo asi mismo, al fin y al cabo si les querian muertos no se habrían tomado tantas molestias.  Al llegar al portón Allan tuvo la esperanza de que tras aquella puerta la atmosferá cambiará a un castillo más normal y acogedor, pero había una sensación que no podía evitar sentir.

¿No sentis como si nos observarán?

No era de su agrado esa morada, definitivamente, pudiera ser que en verano a la luz de sol tuviera otro cariz pero la penumbra, el suspense y la tensión casi palpable del ambiente hizo que se descubriese a si mismo apoyando su hombro con el de su señor y apretando el mango de su espada.

-Sir Nicolae, Bilyana, Anton... Juntaros con nosotros por favor.

Respiro hondo, practicando las lecciones aprendidas. -El miedo puede ser un aliado si lo controlas y tu peor enemigo si te domina. - Realmente, no habia razón ni motivo aparente para una emboscada o algo que temer pero, estaba asustado y cada segundo que pasase enfrentándose a lo desconocido seria peor.

El sitio parecía sacado de un cuento de la cacería salvaje, la santa compaña o como lo llamaran en cada endemoniado sitio. Casi podía esperar ver aparecer al diablo a caballo acercándose por el camino hacia la puerta.
Quien lo diría, las rosas florecen sin sol.... dijo en voz alta sin referirse a ninguna y a todas las presentes a la vez.
Entonces Luigi le habló y lo distrajo. "¿Acaso quería derribar la puerta que estaba llamando a todos los hombres de armas al mismo lado?" pensó divertido.
Claro hermano, afrontemos juntos el desconcierto, aunque un poco de vino ayudaría en tal menester dijo de buen humor acercándose, no había tenido tiempo de hablar casi con su amigo. Hoy llevaba el estoque, la capa, su mejor jubon que le daba aspecto de duelista y estilizaba su figura. Al llegar hizo descansar la mano encima del estoque y examino aquella pesada puerta.
Los guardias nos han dejado pasar, eso es algo, seguro que es un mal entendido. dijo para tranquilizar a su amigo.
Y de peores hemos salido. añadió en un susurro que solo pudieron oír ellos dos y los que estaban mas inmediatamente a su lado.

           - Sin duda estoy molesta porque el conde haya decidido tomar mi carruaje señor porque en él pienso traer de vuelta los restos de mi difunto marido ... pero aun mas preocupada por mis 3 criados que me acompañan, a quienes no he visto, si no quieren devolverme mi carruaje necesito otro para ellos o si no simplemente no iré! -                Dijo con seguridad y auto-control la duquesa Borgia al conductor del carro antes de partir y les sonrió a la gemelas cuando hicieron acto de presencia, seguramente por haberse desvelado aun mas la noche anterior ... dependiendo de la respuesta del conductor para que la convenza en continuar la duquesa subirá al carro con las tres damas y Pietro si este aparece y durante el camino tendra una charla superficial con ellas para comenzar a ganarse su confianza y conforme avancen tratará de conocerlas un poco mas mientras que las situaciones durante el camino la tomen por sorpresa, tratando de mantener la calma y hacer algo de platica entonces con el cochero para saber acerca de su destino y anfitrión

              - !Vaya, por fin hemos llegado cochero!    ¡Después de este sórdido, misterioso y difícil recorrido a las tierras de su señor el conde Giovanni, nos alegraría ser mas apropiadamente recibidos como se debe a un banquete como éste!    Yo en particular debido a mi reciente luto no tengo ánimos para ir a la fiesta de inmediato, así que si me ofrecen un lugar apropiado para descansar y relajarme un poco mientras que me permiten ver los restos de mi marido se lo agradecería mucho a su señor! -   Dijo con voz alta la duquesa al chofer del carruaje mientras que bajaba del mismo con las otras damas, pero guardando la calma mientras que miraba de reojo tanto el lugar como al resto de los invitados y sus reacciones, lo que hizo que guardara silencio un momento después y ubicara a los otros carros buscando a sus cocheros, así como a la falta de criados para recibirlos ... un poco descortés para un noble tan importante como el conde Giovanni, quien posiblemente no saldría a recibir los el mismo en persona aun estando allí algunos personaje nobles como ella misma reunidos ... entonces María sacó su abanico para abanicarse mientras que con la otra mano tomaba el crucifijo de plata que colgaba de su cuello, así se acercó sin criados al resto de los viajeros que caminaban hacia la puerta y le s dijo en italiano:

            - ¡Buenas noches damas y caballeros!    ¿Acaso sus cocheros han sido tan arcos como el nuestro?   ¿Les han contado algo acerca de las tierras del conde Giovanni?  ¿Por que el misterio de los carruajes cubiertos? - 

            Peinado y ropa parecida a la que usa la duquesa para mostrar su luto con ligero atrevimiento, pero con menos transparencias que en la imagen para no ser de mal gusto, junto con una típica chalina valenciana que le podría cubrir un poco de la cabeza y el rostro si lo desea y una bolsa pequeña con bisutería fina y poco llamativa

-Siento su disgusto señora, pero seguramente el señor Giovanni haya pensado ya en todos esos por menores, su carro está en su castillo, así que al volver se lo traeran con los restos de su difunto marido, si hace falta yo mismo se lo traeré. Sus criados no están invitados a la mansión del señor Giovanni, deberán esperar aquí hasta que usted regrese, no se preocupe que el señor Giovanni seguramente haya dispuesto todo para su comodidad. Ahora suba al carro o tendré que marcharme sin usted, llegaremos tarde si seguimos demorandonos -responde el cochero algo angustiado al ver que los demás carros ya habían partido

Apenas agradecí el comentario de Sofia dado que no entendía si era realmente sincera, no obstante tampoco llegué a permanecer callada durante el resto del viaje.

- Doña María, quizás no sea culpa de don Giovanni - advierto cuando finalmente nos encontramos en el interior y en camino - Puede que esté siendo manipulado por ese Lothar.

A pesar de que hablaba despacio para no equivocarme en las palabras, estaba convencida de que quería decir exactamente aquello.

- Sospecho que él ha sido el causante de todos los accidentes de mi familia.

Añado a modo de explicación del por qué de mi advertencia.

Tal parecía que el hombre de armas no tenía muchas ganas de hablar por como ignoró mi comentario, por ello solo llevé mi mirada hacia el suelo del carruaje, guardando silencio. Las horas pasaron y finalmente llegamos a nuestro destino. Observé con detalle aquella tenebrosa mansión, con aquellas flores marchitas y muertas, descuidadas, y del otro lado aquel cementerio.

-Calma Enzo, solo descuidaron un poco el jardín y... Además, los castillos por esta región debían de ser así, ¿No?...- Pensé, tratando de calmar nuevamente aquel momentáneo delirio al recordar las palabras de Clemente mientras el carruaje finalmente se detenía. Al igual que el resto bajé del mismo, mirando así al resto de invitados, y tal parecía que algunos tenían unas ropas más acordes a la invitación, y la verdad sentí vergüenza el no venir con algo más elegante, o si quiera bueno.

Llevaba nada más una chaqueta de cuero que se notaba algo vieja, el cuero un poco desgastado pero no por eso no cumplía su función de abrigarme, debajo una camisa blanca con un par de huecos pequeños en el filo del mismo, pantalones y un par de zapatos cualquiera. 

Me sentía mal el estar junto a la realeza y no poder lucir un poco más decente... Pero supongo que no era el único después de todo, así que no me tendría que sentir completamente mal.

Cuando finalmente entramos al lugar me sentía un poco agobiado, atrapado entre aquellas paredes con esa tenue luz no hacía más que hacerme sentir cierta ansiedad, queriendo salir de aquel aterrador pasillo el cual parecía que estábamos apunto de ser atacados sin piedad, pero ante el comportamiento de Roderigo suponía que nada malo iba a pasar.

Así aproveché de ver un poco más al resto de los que estaban en el pasillo, estaban los soldados... la realeza... las gemelas... los pintores... el musulman... -¿Pero donde estaba aquel que discutió con el musulman? ¿Acaso el si huyó? ¿Acaso lo raptaron? Maldición, nuevamente esto... Respira, respira.- Me repetí a mi mismo, antes de llevarse mi atención aquella chica albina... No recordaba el haberla visto antes, pero primera vez que veía a alguien así como ella, con esa piel pálida y ese cabello blanco, como si fuese un espectro, colocándose hacia atrás por alguna razón... Y la verdad me daba cierta curiosidad. Con cuidado también me fui separando un poco del resto, yendo despacio hacia atrás hasta estar a cierta distancia de la menor, después de todo, como ella, no tenía un grupo o alguien con quien hablar, tal vez y podría conseguir compañía con la chica, quien sabe.

—Supongo que si tu vida es tu arma, todos los problemas se resuelven igual. —dice separandose de Luigi, dejando sitio por si los demás guerreros quieren unirse a él. —Pero no creo que el señor Giovanni nos haya invitado para que le faltemos al respeto de esa manera al entrar en su casa. Por muy poco acogedora que parezca.

Pese a no estar nada contento, les deja hacer, tampoco es como si estuviera lo suficientemente loco como para ponerse en medio. 
Al retirarse hacia atrás, para no perderse detalle, choca con Enzo. 
—Perdona, hombre. 

Una vez atrás, se fija en quien como él haya retrocedido, o estuviera atrás desde un principio. Le interesan más los observadores que los luchadores, sobre todo cuando no hay motivo para luchar.  Que algunos sean de la nobleza y otros del clero... bueno, nadie es perfecto. 

No estaba mirando las gárgolas precisamente por gusto, sino por su simbología. ¿Qué significarían en esta ocasión? ¿Serían los demonios intentando escapar? Yo quizás fuera camino a convertirme en uno y pretendía lo contrario, era irónico. Cuando al final considero que he visto lo suficiente, vuelvo a dirigirme a la condesa viuda.

- Todo indica que don Giovanni es un hombre severo. El estado exterior de su casa solo puede deberse a que el anterior siervo encargado erró y el nuevo no está a la altura.

Le explico lo suficientemente alto para intentar relajar los ánimos del resto, dado que parecían bastante alterados sin motivo alguno. Cierto que no había nadie para recibirnos, más allá de los guardias, pero ¿cuántos sirvientes tenía el conde? Quizás estuvieran todos atareados y el único que podía abrir la puerta fuera Lothar, quién lógicamente tendría que atender primero a su amo.

Sofia se acerco a Anna, viendo que miraba a las gárgolas -Inquietantes ¿eh? pareciera como si fuesen a cobrar vida en cualquier momento- sonrió a Anna, y luego dirigió la mirada a los demás que había allí, habían llegado de las ultimas a la posada la noche anterior y muchos se habían ido a dormir al poco de llegar ellas, así que no tuvieron mucho tiempo, ni para hablar, ni para ver la gente que había.

Vieron a Anton entre la multitud, como siempre tan adulador, pero para su sorpresa descubrieron que no era Anton el único muchacho joven que acudía a esa cena, de hecho junto a Anton había otro muchacho y había alguno más, la cosa prometía ser interesante. 

La tensión se mascaba en el ambiente, el nerviosismo y, poco a poco, la paranoia. Las preguntas a Roderigo quedaron en el aire y se confirmaban las palabras de Anna cuando las puertas chirrían al abrirse mostrando a un soldado acompañando a Lothar. Los dos hombres se encuentran en un gran recibidor, iluminado de la misma forma y amueblado con piezas extrañamente delicadas (1). 

Lothar observa a Roderigo y, sin una palabra de saludo, dice torvamente:

-Llegáis pronto

Roderigo se quita el sombrero y responde:

-Mil perdones, Mayordomo Lothar

Lothar le golpea cruelmente en la cara con una fusta, haciendo que mane la sangre, que el cochero se limpia del rostro

-No olvides la fuente de esa sangre -dice con brusquedad-. Entrad -una vez habéis pasado, detiene a Roderigo-. Como castigo, no tomarás parte en el festín de esta noche. No comerás más que sobras. Ahora, vete -ordena el mayordomo, señalando la puerta con su fusta manchada de sangre.

Roderigo se da la vuelta y comienza a recorrer de nuevo el pasillo, y el soldado cierra y atranca la puerta interior.

Lothar contempla la marcha de Roderigo por un instante y después se vuelve hacia vosotros:

-Bienvenidos a la mansión Giovanni. He de terminar algunos preparativos. Esperad aquí

¿Acaso Sofía pretendía asustarme? O mejor dicho ¿acaso creía que podía asustarme llegado a este punto? Fuera lo que fuera, yo ya traía los suficientes demonios conmigo como para preocuparme por los imaginarios, por lo que lo único que conseguiría sobrepasar mi templanza sería el ruido de los goznes. Por eso me sobresalté al oír abrirse la puerta ¿o fue por ver a Lothar aparecer junto a otro guardia? Porque ahí estaba el mayordomo junto a un hombre armado.

¿Acaso controla todo el castillo?

Me pregunté antes de que viniera y castigara a nuestro guía de un modo tan extremo, ante lo cual me veo incapaz de contenerme.

- Debería aprender a ejercer proporcionalmente el poder que se le presta, señor Lothar. Usted no es su amo.

Si no hubiera sido tan drástico con nuestro guía, seguramente no habría abierto la boca, salvo para considerar su mal gusto por castigar físicamente a un criado delante de unos invitados, pero tenía claro que Lothar se había extralimitado mucho más que eso y no podía sino regodearme por haberle descubierto.

Desde atrás veo las puertas abrirse. Oigo la discusión y al pasar Roderigo a mi lado con la cara sangrante comprendo lo sucedido.

-No se andan con chiquitas no...-Qué bárbaro. Pero como dice el maestro, tan impuntual se es por retraso como por anticipación. Pero darle tremendo castigo parece excesivo. Aunque no soy quien para meterme en los asuntos de los demás, que nuestros anfitriones permitan (y alenten, recordando los crucificados) esos comportamientos me hace sentir intranquilo por primera vez.

Entro en el recibidor siguiendo a los demás, y observando los extraños y delicados muebles.

El desagradable incidente entre Lothar y el tal Roderigo me sacan de mis pensamientos .Desde que he entrado en ese pasillo con las gárgolas he sentido un profundo desagrado .¿A quién se le pudo ocurrir que esas representaciones de anímales grotescos y malvados pueden ser agradables a la vista ? No entiendo como los latinos pueden adornar la casa de Dios con esas figuras obscenas ...

Al ver la escena desvío la mirada porque he visto esto demasiadas veces en casa de mi padre y sé que no se debe intervenir en asuntos domésticos . Observo con atención la decoración de la habitación deteniéndome en las pinturas para poder apreciar la belleza y delicadeza de las piezas .

La puerta se abre y ahí está, Lothar, bramando contra Rodrigo por haber llegado pronto. El castigo, sin embargo, no me afecta tanto como sus palabras. Por un instante, tengo la sensación de que yo soy parte del banquete, aunque aparto ese ridículo pensamiento, seguramente debido a la tensión.

Lo que sí no paso por alto es el comentario de Anna. Qué suerte venir de un sitio donde las I disciplinas no se castigan o se hacen menos severamente..¿Tengo que recordarle que estamos en zona de guerra? Niego con la cabeza.

Desde luego, el pasar y que cierren la puerta, atrancándola, hace que mi mente vuelva a volar. Hasta ahora han sido 3 guardias, pero no puedo olvidar el pasillo de las gárgolas y sus troneras. Estamos en una ratonera.

ahí estaba de nuevo aquel despota sirviente del señor Giovanni, la escena con el cochero sin duda estaba fuera de lugar e incomodó visiblemente a la mayoría de los presentes.  El rostro de Allan estaba más serio que nunca, empezaba a estar cansado de toda aquella atmosfera sombría y el silencio sobre el motivo de su llamada.

Por un momento le dieron ganas de darse la vuelta y dejar todo aquello atrás, pero sin duda podía resultar una mala idea.  En aquel momento era mejor permanecer junto al grupo y no llamar la atención más de lo necesario.

De nuevo, aquel cruel mayordomo de Claudis Giovanni hacía gala de su sadismo al golpear al cochero Roderigo con una fusta en el rostro. Sus palabras fueron desconcertantes: "¿Nunca olvides la fuente de esa sangre?" ¿A qué se estaba refiriendo al decirle eso al cochero?

Podía haber sacado la cara por el cochero, indicar a Lothar que estaba generando una mala impresión a los invitados de su señor, pero ignoraba de cuánto poder gozaba el mayordomo, quien probablemente fuera el hombre de confianza de Giovanni, por lo que preferí guardar silencio al respecto. Al fin y al cabo, si había sido invitado por Giovanni es porque este requería de mis talentos para la pintura. Si me enfrentaba abiertamente a su mayordomo, tal vez Giovanni desestimara contratarme para pintar para él.

No pasó demasiado tiempo para él desde que dijo sus palabras hasta que se abrió el portal frente a ellos. El ruido de la pesada puerta al abrirse anticipó el ladrido de Lothar hacia Roderigo, el cochero que los había guiado y traído a todos hasta aquí. El golpe que le dio con el mandador a aquel sirviente bastó para que al árabe le ardiera la sangre, pero estaba en seria desventaja. No hay sabiduría en tomar una batalla que sabes que no se puede ganar. – Aún –pensó.

Tras ver como Roderigo se limitó sin más a retirarse del lugar para lamerse las heridas, echó un vistazo al corredor y a la mesa que habían preparado para ellos. Luego miró de nuevo a Lothar fijamente a los ojos. – Aún hay quienes en estas tierras insisten en llamar a otros bárbaros – dijo con serenidad a todos y a nadie a la vez. – As-salamu aleikum, Lothar – le saludó con malicia.

Estando al lado de Piero el pintor, bajó un poco su cara para acercarse a él y decirle en voz baja. – Maestro Piero, soy un forastero de estas tierras. ¿Es normal lo que vemos? –preguntó.

En mi tierra semejante desacato se hubiera castigado de un modo contundente, porque al contrario de lo que la soldado pudiera imaginar, si procedía de una zona de guerra aunque los ejércitos no marcharan continuamente por ella. Sin embargo su intervención me daba pie a una pregunta interesante.

- ¿Entonces castigo impondría a los crímenes mayores como el asesinato? La simple pena de muerte no sería algo proporcional, ¿no le parece soldado?

Se me hacía difícil no sonreír dado que no había sido mi intención llegar a pedir la opinión de alguien como ella y aún así aquí estábamos, no obstante era divertido averiguar cuál era la opinión de un soldado raso al respecto.

- Además si la mala fortuna hubiera querido que rompiéramos una rueda, hubiéramos llegado tarde, por lo que no veo acorde el castigo por la previsión de Roderigo.

Añado explicando un poco más de la situación que estábamos viviendo a alguien con una mente tan simple para no darse cuenta de detalles tan obvios.