Partida Rol por web

Antón había sido un privilegiado toda su vida, había momentos de su víida en que se daba cuenta de ello, por ejemplo cuando llevó mano a su cintura buscando su espada, que no encontró. Y cuando se dio cuenta que sabía esgrima pero no pelear con sus puños.

Al principio se encontró desorientado pero asió las riendas de su caballo y resuelto a salir del paso hizo que su caballo diera una coz al mas cercano, pero su caballo no se lo tomo muy bien....

La reacción de mi montura me toma desprevenido. Pocas veces me había pasado, y nunca en batalla. Los caballos que van a la guerra están especialmente entrenados para estas situaciones y éste no lo estaría. Sin embargo, la situación me enseña algo nuevo. Tendría que estar malherido, sino muerto, pero al parecer mi nueva naturaleza también me había cambiado en ese aspecto.

Me desentiendo del caballo y vuelvo mi atención al combate. Estoy desarmado y nada me vendría mejor que un arma en mis manos. Aprieto los puños deseando tener algo que poder usar y entonces siento un dolor agudo en mis dedos. Miro mis manos y veo cómo los huesos atraviesan las puntas de mis dedos y se aguzan formando unas garras. Deben ser los nuevos poderes de los que nos han hablado.

Me lanzo entonces al ataque usando mis garras contra el más cercano de los asaltantes que nos han emboscado.

          - Por favor traten de ocultarse y mantenerse seguros mientras que trato de ayudar a nuestros nuevos camaradas con discreción! -    Susurra la duquesa Borgia a los que aun siguen dentro de la carroza mientras que les sonríe con carisma antes de soltarse de las manos de lady Ana que se las había tomado, entonces salió con discreción por la puerta contraria por donde salieron sus otros dos camadas antes que ella para deslizarse por la oscuridad ofuscandose a la mente de los sujetos que les atacan aprovechando que sus compañeros a caballo armados y los otros que se asomaron precipitadamente antes les distrajeron, entonces con sigilo y paciencia busco acercarse al único asaltante que había ubicago para rodearle y atacarle acuchillandolo por la espalda con una daga encubierta en un rosario que le colgaba del cuello y en caso de consguir el ataque o no también le clavo los colmillos en el cuello, matándolo como algunas veces antes ya lo había hecho como mortal

Etienne echaba de menos su espada: de buen grado hubiese separado la cabeza del cuerpo al atacante más cercano.

Pero eso no significaba que fuera a rechazar una pelea: mientras Etienne tuviera manos, aquel que quisiera ofenderle debería hacerlo arriesgando su propia existencia.

Mascullando una maldición, se puso de pie sobre el pescante, y se lanzó hacia uno de sus atacantes, con el ánimo de derribarle primero, y de morderle después.

Porque hemos llegado a esto- dice Albert al ver tanta violencia, rapidamente se baja del carruaje intentando ir en ayuda de enrico, se mueve todo lo rapido que puede hacia  uno de los atacantes- alejaos de el , no quiero haceros daño y ahora mismo no estoy seguro de poder controlarme- llevado por un sentimiento creciente de violencia se lanza sobre el con energia mientras en su interior algo le pide arrancarle el cuello a aquel tipo de un mordisco

         Tras ocultarse ante los ojos de sus atacantes nocturnos, María Azkarizade se escurre entre las sombras hasta alcanzar con sigilo para rodear y atacar por la espalda al bandido por la espalda con una daga que deslizó del crucifijo que colgaba de su rosario de plata, para clavar sus colmillos de inmediato en su nuca en absoluto silencio y tratando de desangranro hasta que perdiera el sentido pero sin matarlo de ser posible

Anton intentó pedirle a su caballo que diese una coz a uno de los asaltantes, pero el caballo en vez de obedecerlo lo tiró de su montura, los reflejos de Anton hicieron que girase en el suelo antes de comerse él las coces.

Allan empezó a gritar, parecía un loco ya que gritaba cosas inconnexas, miraba no solo a los asaltantes, sino a todos los que se encontraban a su alrededor.

Etienne se lanzó encima de uno de los asaltantes, consiguió inmovilizarlo y en ese momento aprovechó para morderle. O eso es lo que él creía, pues los demás vieron como saltaba sobre Enrico y lo inmovilizaba a él mientras lo mordia.

Albert que acababa de salir del carruaje se giró y entró de nuevo en él, aunque para él algo muy distinto estaba pasando, para el acababa de morder a uno de los asaltantes.

María pudo ver como no había solo un atacante, sino que se trataban de seis de ellos, aunque uno de ellos en muy malas condiciones. Se acercó a uno de ellos y lo apuñaló con el pequeño cuchillo que tenía escondido en su rosario.

Pietro esperaba que los asaltantes se acercaran a él, pero tenían una presa más jugosa a sus pies, Enrico, que gracias a Etienne se encontraba inmovilizado y era más fácil de atacar.

Uno de los atacantes cambió la estaca por la espada y decapitó a Enrico sin que nadie pudiera hacer nada por ayudarlo. Los demás asaltantes se dirigieron hacia Basilio, su nueva víctima, dos de ellos intentaron estacarlo en el corazón sin éxito.

Nicolae sacó sus garras e intentó desgarrar la carne del asaltante que tenía delante sin mucho éxito. Basilio fue lanzado fuera del caballo y el animal asustado golpeó a su jinete

La puerta del carruaje se abrió de nuevo, era Albert lleno de rabia, se lanzó por un sorprendido Piero y comenzó a morderle dejándole bastante herido

No tenía idea de qué estaba pasando en el exterior del carruaje, por eso me sorpendió cuando la puerta del carruaje volvió a abrirse y se asomó por ella nada menos que Albert Mctagger. El pelirrojo andaba enloquecido y se lanzó contra mí, llegando a morderme y provocándome heridas.

Aquello fue inesperado, pero por suerte iba armado. Llevándome una mano a la bota, saqué el pequeño cuchillo que había llevado a la mansión Giovanni por precaución y decidí tratar de hundirlo en el rostro o la garganta de Albert. No pretendía matarlo, puesto que no parecía estar siendo él mismo en esos momentos, pero sí encargarme de que no diera un nuevo mordisco.

Y mi acción no ha tenido efecto ni nada?

A dónde vais renacuajos gruñón más que digo al grupo de asaltantes que se acerca a Basilio antes de cargar contra ellos con las garras por delante  Escojo a otro como mi objetivo y vuelvo a lanzarle sendos ataques, buscando dejarle los más inmovilizado posible cómo al anterior.

Puedo sentir claramente como la bestia de mi interior lucha por salir, pero no voy a dejarla de momento, no estoy en una situación tan crítica como para dejarla salir. Una tenue sonrisa lobuna ilumina mis labios en el momento en que las garras descienden hacia su objetivo.

La mujer estaba asustada. Queria huir pero el ataque nocturno les habia sorprendido poco o nada preparados. La oscuridad se cernia sobre ellos. Solo queria ocultarse ante sus atacantes.

el sabor de la sangre recorria la garganta de Albert, no lo habia podido evitar era necesario, aquella gente parecia no querer cejar en sus empeños de matarlos , los veia como si fueran bestias inferiores algo mas que cazar  por lo que tenian que ser castigados cuanto mas bebia mas claro lo tenia.

No podia permitir aquel abuso ahora tenia poder para hacerlo asi siguio clavando sus dientes y golpeando con sus puños a aquellos aldeanos malvados, tenia que sobrevivir para poder curarlos a todos de aquella ponzoña que recorria la mente de todo el mundo junto aquellas plagas , todo armas del mal para destruir a los mas debiles y el debia encontrar la cura aunque por el camino tuviera que caer algun humano inocente

Celoso no, sino que había enloquecido. No había otra opción para describir el comportamiento de Mctagger. De ahí que no tuviera más opciones que demostrar a los presentes cómo era aceptar plenamente en qué nos habíamos convertido e intentar agarrar al médico enloquecido y aplastarle el cráneo. Obviamente en circunstancias normales, jamás hubiera sido capaz de tal demostración de fuerza, era suficiente con darme un simple vistazo para corroborar que era una mujer bastante débil, pero ya no era solo una mujer ¿verdad?. Aún así era difícil concebir que pudiera demostrar semejante fuerza con la que agarré al inglés para intentar que no siguiera devorando al italiano.

Con el sabor del ridiculo en la boca, con trazas de sabor a polvo Antón rodó hacia un lado saliendo de debajo de las patas del animal. Al final se incorporó para ver al rededor de si alterado por el combate y de ese modo se lanzo a por el primer atacante que le salió al paso tratando de desarmarlo.

         - !Espero que dios se apiade de nuestras almas! -    Susurra la duquesa Borgia tras atacar al bandido con la daga y comenzar a claver sus colmillos en el cuello, tratando de succionar toda la sangre posible hasta que el tipo pierda el sentido, pero no tanta como para matarle por el momento y mientras que lo hace trata de interponer el cuerpo del bandido al de sus otros camaradas para cubrirse de algun lanzamiento de su parte en caso de haber perdido la protección de la ofuscación con ellos y mientras que clava sus colmillos trata de zafar la daga de la espalda del hombre para clavarla de nuevo si no cae al piso

Aunque mi ataque no haya causado daño la batalla continúa. Ni me darán respiro, ni yo estoy dispuesto a darlo hasta acabar la pelea.

De nuevo, ataco usando este nuevo armamento.