Partida Rol por web

Tras recibir un par de golpes de la honda del padre, y varias de aquellas malditas piedras bañadas en agua bendita, el nosferatu trató de cubrirse y agarró una piedra del suelo, una que no estuviera bañada en aquél repugnante líquido. Una vez la tuvo en la mano, la lanzó con todas sus fuerzas contra el padre clemente. 

-¿Y dónde estaba Dios cuando aquellos monstruos nos robaron la vida? ¿Por qué permite que esas criaturas nos hagan esto?-Respondió Sobreponiéndose a sus heridas por un instante.-Rogamos por vuestra vida y así nos lo pagáis. Deberíamos haberles pedido que os descuartizaran en ese mismo instante, pero no os preocupéis. Dos pueden jugar a ese juego, sacerdote.-Añadió lanzando la piedra.

Observo como marcha el combate y, por un momento, siento ganas de azuzar al caballo en dirección contraria a los templarios.

Eso es hasta que veo que, con nuestras nuevas habilidades, parece que vamos superándoles. Así pues, espoleo al caballo en dirección al combate mientras saco mi espada, cargando contra uno de los templarios que no está siendo atacado.

Allan pareció asustarse con las sombras que envolvían el lugar, el combate con los cruzados se desató sin vuelta atrás y las palabras del hermano Clemente se grabaron en la mente del doctor.  Una cosa era rechazar un ataque de bandidos, pero aquellos hombres eran enviados de Dios.

Allan dió un paso atrás como intentando apartarse de todos mientras gotas de frio sudos caían a lo largo de sus mejillas.

          Tras lanzarse antes María ante el primer adversario cercano para tratar de agarrarle, ahora trata de morderle mientras que gruñe furibunda 

Albert no consiguió mantener a su enemigo apresado, por lo que tendría que volver a intentarlo en caso de querer acabar con él, el templario libre de la presa de Albert ataca con su espada a Anton, consiguiendo hacerle un un corte en la pierna, aunque por suerte no de mucha profundidad.

Bilyana atacando desde su caballo da un tajo con su espada con tanta potencia que acaba rompiendo la armadura que portaba e hiriendo al templario, sin sus pesadas armaduras no parecen tan temibles como antes.

Allan estaba asustado, quería salir de allí, las palabras del hermano Clemente habían empeorado su estado mental, por lo que empezó a susurras palabras, palabras sin sentido, palabras de peligros de muerte que Bilyana, Anton y Albert escuchaban perfectamente en su oído.

Piero se lanzó a por el templario que se le había escapado a Albert y había herido a Anton, aprovechando que estaba distraído se lanzó tras él y lo agarró con fuerza impidiéndole moverse

-¿Y dónde estaba Dios cuando aquellos monstruos nos robaron la vida? ¿Por qué permite que esas criaturas nos hagan esto?-Respondió Sobreponiéndose a sus heridas por un instante.-Rogamos por vuestra vida y así nos lo pagáis. Deberíamos haberles pedido que os descuartizaran en ese mismo instante, pero no os preocupéis. Dos pueden jugar a ese juego, sacerdote.-Añadió lanzando la piedra.

-No culpéis a Dios de vuestros actos, bien os advertí de que no fuerais a aquel lugar, pero no me hicieron caso y ahora vuestra alma está alejada de Dios para siempre

Pietro agarró la piedra que acababan de lanzarle, resistiendo el daño de volver a coger una piedra impregnada en agua bendita y se la lanzó al hermano Clemente, la piedra impactó en el hermano Clemente, pero no le hizo ningún daño.

Etienne estaba contrariado: su ataque, que hubiera abierto en canal a cualquier adversario, no había conseguido herir al caballero del Temple, que se mantuvo incólume ante su estocada.

Además de perder su confianza en su propia capacidad ofensiva, algo más sucedió: la sombra de su compatriota Constanza comenzó a crecer, oscura como sólo pudiera serlo la sombra del mismísimo Satanás, cubriendo con su manto negro la escena, y a quienes se encontraban en ella, y —lo más terrible de todo— al propio Etienne, que pudo sentir sobre su piel muerta el contacto de la sombra como si fuera tangible, húmedo y frío como una ventisca. Aquella sombra... le tocaba.

Con un alarido, Etienne saltó a un lado, blandiendo la espada contra el aire y olvidando incluso a su enemigo, revolviéndose contra aquel engendro que la dama había convocado y del que hasta se planteaba huir...

Antón asió la espada con mas fuerza cuando sintió la rabia recorrerle de una forma que jamás había sentido, pero se esforzo por retener el control, si se lanzaba a lo loco entre esos templarios cualquiera podría ensartarle, estaban preparados para matarlos, sabían lo que eran y no eran vulgares campesinos.
Buscó acabar con el que estaba desprotegido y después se enfrentó al que le hubiera herido con un golpe con toda la saña que pudo reunir.

Roderigo que intentaba sin éxito apagar las llamas del carruaje, que ahora no era más que una masa de fuego que chisporroteaba, el ambiente comenzaba a oler a comida, como a pollo, pero mezclado a la vez con olor a quemado, entonces os dais cuenta de que ese olor a pollo no es otro que vuestro prisionero que al estar debilitado por haber bebido sangre de él y estar atado no ha podido escapar a tiempo del fuego. Roderigo ve como Anna parece asustarse de las sombras de Constanza y sale corriendo del lugar despavorita, aún montada en su caballo, Roderigo sale tras ella corriendo intentando darle alcance y calmarla. Pero Anna no fue la única que salió corriendo, Etienne también corrió huyendo de allí por miedo a lo que le pudiese pasar

Las heridas de Anton sanaron dejándolo como nuevo, con la calma que sentía, sin hacerle caso a la voz de Allan que susurraba en su oído, se lanzó al ataque contra el que le había herido que era el mismo que le había quitado anteriormente la armadura, Piero lo tenía apresado por lo que clavarle la espada fue fácil, dejándolo a las puertas de la muerte. A continuación, lanzó un ataque contra el que había herido Bilyana y estaba también sin armadura, con un rápido tajo separó su cabeza de sus hombros acabando con uno de los templarios.

Se habia bajado de ese maldito animal cuándo perdió el control por primera vez, para ya no tener que lidiar con idioteces sobre ese maldito caballo.

De manera inconciente, comenzó a sentir el deseo de asesinar, ocupando aquello que le habia quedado de su mortalidad para potenciar sus músculos en las piernas y brazos, aguantando la tensión en ellos.

Disponiendose a atacar al enemigo más cercano de ser posible.

Al advertir el gran fuego que envolvía ya el carruaje, Piero deja escapar un grito de terror. Ya lo había comprobado en las celdas y volvía a sucederle ahora, pero la visión de las llamas le producía un inmenso temor y unos irrefrenables deseos de marchar contigo para abandonar el combate.

                - ¡Combatan por sus vidas camaradas! -      Grita apasionada María al resto de los hermanos de sangre mientras que trata e volver a morder y drenar al templario que tiene enfrente antes de encaminarse al hermano Clemente solo cuando termine con el templario que tiene entre manos y si es atacada a la distancia trataría de usar el cuerpo del templario para protegerse  

El hermano Clemente volvió a lanzar una piedra con su honda impactando nuevamente en Pietro, haciendo que éste volviese a recibir nuevas quemaduras en su piel, el nosferatu se tiró en el suelo alardeando de dolor y sintiendo cómo si lo volvían a atacar moriría sin poderse defender.

Basilio entró en frenesí al ver el fuego, dudaba si huir o luchar pero finalmente terminó lanzandose en escaramuza contra los templarios, en cambio, Piero aún estaba decidiendo si ganaba su miedo y huía, o su odio y luchaba.

Tratando de sobreponerse a las heridas recibidas, el nosferatu salió corriendo tratando de alejarse del combate. Necesitaba un enfoque diferente y, desde luego, no iba a durar mucho si el padre seguía tirándole piedras a él y sólo a él. Era el momento de que otro pusiera la cara. 

Costanza intenta redirigir las sombras hacia los templarios que aun estan en pie atacando al nosferatu. Intenta cubrirlos con el manto de sombras para que los hombres entren en pánico y cubrir la huida de su compañero.

Albert habia visto como su presa si podia llamarlo asi se safaba de su agarre  por un momento viendose rodeado por el fuego y la ira que lo embargaba estuvo a punto de perder el control, gracias a dios su mente prevalecio sobre sus instintos y tomando aire pudo mantenerse sereno que era lo que necesitaba para sobrevivir