Partida Rol por web

Fuego, sangre, espada y muerte todo aquello era lo que rodeaba a un impasible Allan.  El fuego tan mortifero para los vampiros no afecto al médico pero el recuerdo de las sombras en su mente era algo que no podía olvidar, las bestias danzaban como locos de un lado a otro mientras otros se enfrentaban a los cruzados.  

Satán y Dios se habían hecho carne ante los ojos de Allan, la señal de la cruz en los pechos ensangrentados se grabaron en la retina de Allan quien cayó de rodillas al suelo incapaz de dejar de mover la cabeza y la mirada de un lado a otro.  Sus labios pronunciaban palabras inconexas y sin aparente sentido a quien las pudiera oir.

Atrás Satán, vuelve a las tinieblas de donde nunca debiste salir... la sombra, si las sombras han llegado,... cruz la cruz es más fuerte que la oscuridad...

Esas sombras que emanan de Constanza me dan escalofríos. Hay algo antinatural en ellas, algo maligno. Sé que ya nuestra condición no es natural, pero aún así ese instinto primario es poderoso. Por si fuera poco las intensas llamas avivan aún más esa sensación y despierta en mi interior una angustia que no había conocido antes y no que puedo controlar.

Está detrás de mí, los soldados delante; pero tengo que alejarme de ese fuego a mis espaldas y la única salida que veo pasa por librarme de mi oponente, que bloquea mi escape. Olvido la espada que está en mi mano y me abalanzo sobre él. Pero aún así, presenta un obstáculo en mi camino y una oposición mientras siga vivo. Debo acabar con el soldado y la forma más rápida es desgarrando su cuello de un mordisco.

Noto como si un velo rojo cubriera mis ojos mientras observo a los templarios, simples bolsas de sangre de los que alimentarse. Un rugido feral, instintivo, sale de mi garganta. Tengo numerosos enemigos delante, y acabaré con ellos.

La idea de Constanza es que las sombras comiencen a rodear cada vez más el lugar, los templarios y el hermano Clemente comiencen a toser, pero las cosas no salen como la joven quiere porque la visión del fuego hace que huya del lugar despavorida. Enzo no tardó en seguirlo, si seguían huyendo estarían en clara desventaja contra los templarios que luchaban fieramente contra sus enemigos

Basilio se bajó apresurado del caballo y lanzó un puñetazo a uno de los templarios, pero solo le sirvió para hacerse daño en la mano al golpear la pesada armadura del templario.

Nicolae tiró a un lado su espada y usó un placaje contra el templario, ambos rodaron por el suelo, aunque gracias a la armadura el templario no sufrió daño, ambos forcejearon, ya que Nicolae intentaba reducirlo para poder morderlo y parecía que tenía opciones de conseguirlo ya que la armadura del templario apenas le dejaba moverse.

El templario que había estado luchando contra Nicolae, viendo que su adversario ha salido huyendo hondea la piedra que tiene en su mano y fija un nuevo objetivo, la lanza contra Piero, pero el joven pintor se mueve un segundo antes de que la piedra impacte contra él.

Se percata del dolor en su mano al golpear, si que habia sido estúpido al hacerlo, pero estando cegado por la ira se cometen muchas estupideces.

Más aún sentía el subidón en su cuerpo causado por usar inconscientemente la sangre en su cuerpo, sabía bien que era hora de partir, no habia por que perder el tiempo con ellos.

-¿¡QUE DIABLOS ESTAMOS HACIENDO!? VAMONOS O PERECEREMOS TODOS-

Implsado por la enorme fuerza de sus piernas el monje se desplazó fuera del alcance de los templarios, si los demás quieren perecer bajo la hoja y fuego de los fanáticos religiosos, ese era su problema.

Anton sintió la punzada del miedo por sentir el calor del fuego y percibir su luz tan cerca, lo que antaño hubiera sido algo que le hubiera resultado bello y reconfortante hoy era algo que le horrorizaba.

Su nueva condición estaba llena de emociones nuevas, todo había cambiado, por lo que parecía, la rabia, el miedo, el hambre, eran mas intensos ¿El resto de las emociones serían igualmente sublimes?
Se esforzó en centrarse en sus enemigos, en la sangre que manaba de sus heridas, en el calor de sus cuerpos. Sus colmillos salieron casi sin el pretenderlo.

Albert ofuscado por que su rival se escapara de su presa  y viendo que la situación parecia estar empeorando retrocedio.
Al fin y al cabo el no era un luchador y por muy duro que fuera su nuevo cuerpo  si aquellas hojas lo alcanzaban pereceria.

Retrocedamos, no tenemos nada que ganar aqui- dijo a los que estaban cerca de el

Albert sabía que no era un luchador y que en primera línea de combate terminaría pereciendo, por lo que se retrasó para ver que harían sus compañeros.

El templario que luchaba contra Nicolae fue apresado por el vampiro, por más que intentaba deshacerse del agarre no lo consiguió. Otro de los templarios lanzó una piedra hacia Anton que sintió como la piel le quemaba allí donde la piedra le había golpeado por culpa del agua bendita que la recubría. Otra lluvia de rocas fue a dirigirse a Allan, pero el joven fue más rápido y consiguió moverse antes de que le diesen.

La duquesa María se lanzó contra el que había lanzado la piedra a Anton, María hizo un placaje que apenas fue una molestia para aquel templario ya que su fuerza superaba a la de la vampiresa. 

La locura de Allan no hacía más que empeorar, comenzó a hablarle a Maria, ella empezó a escuchar en su oído la voz de Allan, voces de miedo, que le indicaba que iba a morir y que tenía que huir. Pero en esta ocasión, el miedo se apoderó también de Allan que entró en frenesí

Piero había facilitado la muerte del templario al que Anton había apuñalado con la espada. En otro tiempo, probablemente el pintor se hubiera opuesto a dar muerte a otras personas, por viles que estas fueran, pero ese Piero había muerto mientras se encontraban en la mansión de Giovanni. Los templarios eran peligrosos y, por tanto, debían morir.

El pintor intentaba controlarse y frenar sus impulsos, sintiendo que la visión del fuego y la pérdida del control sobre sí mismo le instaban a querer salir corriendo de inmediato. Etienne, Nicolae... Los dos mejores guerreros habían huido de la contienda. ¿Qué sentido tenía permanecer en ella?

El caballo se desboca y parece pretender tirarme. Pero antes de que suceda me bajo de él. Espera, ¿en qué momento he perdido la espada?

Bueno, tampoco importa tanto. Me concentro como la otra vez buscando hacer crecer mis garras y me lanzo directamente a ayudar a Allan con el enemigo que tiene. Creo que un par de garrazos sean suficientes.

Nuevamente otro templario se le puso al frente, ser tan rápido le hacía sentir bien, la sensación indomita de su interior le gustaba, era maravilloso, era una libertad dejar salir todo aquello... Le costó contener una risa de júbilo a pesar del miedo, a pesar del dolor de los cortos, a pesar de todo, se sentía más vivo que nunca, menuda ironía.

La espada se lanzó en otros dos ataque contra el adversario que se le encaró, dos golpes rápidos como el mordisco de una serpiente, el 2º mucho mejor dirigido que el segundo, pero ambos los dos igual de mal intencionados.

Piero duda, la fiera en su interior le dice que luche, pero los combatientes han huido, ¿quién era él para enfrentarse a hombres preparados para matar? Siguiendo su instinto Piero corrió internándose por el bosque intentando salvar su vida.

Bilyana había bajado del caballo al ser ya incapaz de controlarlo, tampoco sabía donde había metido su espada, tampoco le importaba, sacando sus garras ataca con tal brutalidad al templario que estaba atacando a Allan que acaba con él antes de que al templario le de tiempo a defenderse.

Anton se lanzó por el que estaba luchando contra él, sus espadas golpeaban letales, la primera no hizo nada al templario, su armadura había conseguido amortiguar el daño, pero el segundo ataque más feroz dejó malherido al enemigo que lanzó una maldición.

Al irse Constanza, las sombras que estaban con ella han desaparecido también, haciendo que todos tengáis menos miedo que antes, aunque la mayoría está en frenesí, por lo menos la intensidad es menor que antes.

El hermano Clemente lanza otra piedra al que en otra vida fue un hombre de Dios como él, a Basilio, la piedra quema a Basilio en el mismo momento en que toca su piel, por suerte solo es una pequeña quemadura

La quemadura habia dolido un poco, y el maldecia por dentro nuevamente, habiendo podido calmarse ante la lucha y el frenesí conseguido por el miedo, más la cosa no habia terminado, debian irse de ahi cuánto antes de nuevo, pero esta vez no se gastó en decirle a los demás que escaparan.

Usó la fuerza la gran potencia de sus extremidades para comenzar a correr en la dirección en la que yabian escapado sus congeneres, si los otros querian perecer, pues es su decisión.