Partida Rol por web

Michael aseguró aquel sofá colocándolo en el lado donde había abierto el boquete en los cristales y trajo un par de sofás más pequeños que conformaban una pequeña zona de espera junto al ventanal.

—Ayúdame a ponerlo ahí —le dijo al reportero empujando uno de los sofás—. Esto les retendrán un instante.

Levantó la vista y buscó a Amanda e Irina.

—Eh tú —gritó a Amanda—. Tú sabes que cojones está pasando aquí, ¿verdad? ¿Te paga Price?

Al final Michael y Douglas tenían que colaborar para evitar que lo que estaba saliendo del autobús, accedieran al interior del hotel. Los dos empujaron el sofá, intentando bloquear el agujero en los cristales que Michael había hecho con la pistola.

No había contado cuantas personas, zombies, o lo que fuera habían bajado del autobús, pero dudaba que un simple sofá detuvieran a la horda que se aproximaba. Lo mejor sería ir pensando en salir de allí por detrás, siguiendo a Amanda.

- Vamos, Michael. No nos quedemos aquí esperando. Vayamos por detrás. No creo que tarden en superar la barricada.

Douglas emepzó a caminar en la dirección que había huido Amanda.

Amanda ni se giró cuando dobló una esquina, sin molestarse en comprobar si los dos hombres entraban en el hall tras los disparos, mucho menos esperó a comprobar cómo se ponían a montar una casita de árbol allí mismo...

... ni se giró para comprobar si Irina la seguía, tampoco tenía intención de reducir el paso por ella, pues la puerta del jardín quedaba ya a la vista.

Pero su atención se desvió cuando aquel viejo se asomó y trató de disuadirla.

Amanda se detuvo, sin tener claro cuál era la opción a seguir... aquel viejo no se parecía a los del salón de baile y mucho menos a aquellas cosas del autobús... además, si algo acababa de quedar claro era que el exterior era zona poco segura...

Con un suspiro, optó por seguir seguir ese corredor lateral pero, justo cuando iba a tomarlo, tuvo una idea y sacó un pintalabios de la chaqueta y escribió POR AQUÍ. AMANDA junto a una flecha que indicaba la dirección tomada.

¡Por suerte Amanda siempre tenía algo con lo que arreglarse, así que sacó el pintalabios y dejó la marca en la pared!¹

Luego siguió al viejo y giró por el pasillo indicado por su pintalabios. Se lo encontró a pocos metros justo al girar y reprimió una maldición al darse cuenta de que el traje que llevaba era de corte antiguo y su chaqueta estaba desgarrada y llena de sangre. Sus ojos hundidos y la piel pergaminosa no dejaban duda alguna de que era un de los espectros inquilinos del hotel.

La mujer miró alrededor para intentar escapar por donde venía pero para su sorpresa el espectro se mantuvo a distancia y habló con voz tranquila:

—Fue culpa mía. Yo traje al viejo chamán y le obligué a que me enseñara el ritual de los Mahogany... En el último momento se quiso echar atrás pero lo obligamos. Hicimos el sacrificio en la 237. Estaba desesperado... era mi hija... la luz de mi vida. Pero el chamán tenía razón: el precio siempre era mayor que la recompensa. Abrimos esa puerta y el infierno se desató sobre nosotros...

El hombre bajó la cabeza.

—Mi hija regresó con aquello... Logramos atarlo aquí pero nos encerró con él. Busca una manera de salir, de conectarse nuevamente con la Red Vital. Y Price fue tentado... él también tenía sus necesidades. Vino al Overlook buscando la solución a sus problemas...

De pronto Amanda comprendió algo de todo lo que hablaban². ¡La Red Vital! Cuando había estado con un grupo de neo-hippies en Londres le habían hablado de una red de sitios sagrados que estaban conectados entre sí. Habían viajado hasta Stonenghe para sentir allí la calidez de la Madre Tierra. Según aquellos tipos los lugares de Poder están conectados para permitir el flujo de la energía positiva... y negativa.  Le habían hablado de los Corruptores: espíritus que buscaban entrar en esa 'autopista del karma' para alcanzar sitios que maldecir. Si se hacía el ritual adecuado se podía evitar que un Corruptor siguiera viajando por esos canales pero el Lugar de Poder quedaba maldito, desconectado. ¡El Overlook estaba en un sitio de Poder!

Si era así escapar del hotel iba a ser muy complicado. Lo que fuera que estuviera maldiciendo el lugar tenía un flujo de energía negativa casi infinito para intentar atraparlos allí.

De alguna manera se las habían apañado para detener el avance de la horda pero aquella improvisada barricada no duraría mucho.

Los dos hombres se disponían a seguir los pasos de Amanda, esta vez con Douglas a la cabeza.

Klaus le habló y ella escuchó, no creyendo del todo lo que decía. O más bien no quería creer que aquello fuera mi culpa.

-Yo no hice nada- replicó a la voz de Klaus, en voz alta. -¿Qué tengo que hacer entonces? ¿Qué tenemos que hacer? Price… ¿estaba muerto? ¿Qué ocurrió aquí?

Se levantó con cuidado mirando a su alrededor, como si buscara el origen de la voz. Esperaba tener alguna respuesta, ajena a los pasajeros del bus que trataban de entrar y a aquellos hombres que buscaban bloquear la salida. Cuando Irina hablaba con el Más Allá, tendía a alienarse.

Irina ignoraba la barricada que se venía abajo mientras los dos hombres se alejaban de la puerta. Parecía abstraída hablando sola, esperando respuestas de alguien. Douglas ya iba por delante buscando el pasillo por el que se había marchado Amanda. Al seguirlo vio varios corredores que se adentraban de nuevo en el hotel pero él se fijó en una puerta acristalada que conducía a la parte trasera del mismo, a los jardines exteriores. Estaba a punto de ir hacia allí cuando vio en una de las paredes una pintada hecha en una de las paredes con un pintalabios que ponía:

POR AQUI
AMANDA
<--

Y una flecha que señalaba uno de los pasillos que se adentraban hacia la zona de dependencias del personal.

Irina no entendía que le decía el viejo profesor de música. La voz del maestro se iba debilitando:

—Price está vivo... él sabe como parar esto... la pregunta es ¿se da cuenta en su locura de lo que ha hecho? ¿quiere pararlo o ya está desesperado?

A Irina le sobresaltó más el sonido de '¡dling!' que hizo el ascensor de recepción (una restauración que imitaba el viejo ascensor de 1899) que los golpes que la horda de espectros daba contra los cristales y los muebles. Se dio cuenta de que el ascensor había bajado solo y recordó entonces que Price se alojaba en la suite presidencial, en la tercera planta del hotel. ¿Era una señal de su fantasmal vecino? ¿O una trampa?

Michael agarró por un instante a Irina del brazo antes de seguir a Douglas. Tiró un par de veces de él tratando de sacar a la mujer de su ensimismación.

—Vamos idiota. ¡Si te quedas ahí te van a matar!

La mujer no parecía salir de su estado de ensimismación y finalmente la abandonó para ir tras Douglas hasta el lugar de la pintada.

—¿Recuerdas si Amanda llevaba pintalabios? —preguntó al reportero—. Este maldito hotel se ha convertido en un pasaje del terror con mucho presupuesto y sospecho que pueda ser una trampa.

Amanda maldijo en su interior haber aceptado la invitación de Stephen en su búsqueda de descubrir si había "algo más", si la muerte era el fin o solo un paso más en el camino.

Por lo que contaba ese viejo, Stephen se había encargado de que los allí presentes descubrieran que realmente había algo más, una energía real que era posible alcanzar desde el plano terrenal.

- ¿Somos el precio a pagar por Stephen? - preguntó dubitativa, creyendo conocer la respuesta pero temerosa de la respuesta que pudiera obtener.

Miró hacia atrás, para comprobar si alguno de sus acompañante había visto la señal y llegaba, pero centró su atención de nuevo en lo único que parecía poder ofrecerle una respuesta.

- Se tiene que poder revertir el ritual... se tiene que poder enviar al Corruptar a la Red de vuelta... ¡se tiene que poder! - poco a poco su tono se iba elevando, alterada como estaba, como si insistirle a aquel hombre en ello fuese a darle una mejor respuesta que igual ni siquiera conocía.

Douglas se frenó también al ver la pintada en la pared.

Nos adentra en la casa en vez de salir fuera. No es lógico.

Douglas alargó la mano hacia la pared y tocó la pintada para comprobar si era fresca o no. En las películas siempre pasaban cosas cuando la gente se iba por la casa hacia arriba o hacia abajo. No era lógico encerrarse en un sótano sin salidas, ni en un primer piso con la única opción de escape que una ventana a 6 metros del suelo.

- Michael. Decisión. ¿Jardín o casa?

Si Price estaba vivo era una baza que tenía que jugar, así que no se lo pensó mucho y al ver abrirse el ascensor vio una oportunidad de parar aquello. Pensó que si realmente todo aquello era culpa suya, ella debía intentar solucionarlo y se encaminó al ascensor.

Por ninguna razón se le pasó por la cabeza que aquella voz tratara de engañarla, tampoco que le fuera a pasar nada malo. Estaba más que segura que llegaría a Price, aunque no tuviera ni idea de en qué piso se encontraba la suite presidencial. Decidió entrar en el ascensor que acababa de abrirse y probar apoyando sobre el botón de la planta más alta.

Michael se quedó mirando la pared un momento, sopesando si había visto a Amanda maquillarse. Y entonces recordó el pintalabios rojo con el que se retocó cuando se encontraron en el recibidor durante la primera llamada, lo que parecía haber sucedido en otra vida en lugar de escasamente media hora antes¹.

¡Adentro!

Entonces escucharon a Amanda hablar al mismo tiempo que ella los vio cuando aparecieron por el pasillo. Los recién llegados, Michael y Douglas, se pararon en seco al ver que su compañera estaba hablando con un individuo entrado en años, de traje negro pasado de moda, cuya camisa estaba empapada en sangre. Su tez pálida dejaba patente que era uno de los habitantes del hotel.

—Price pensaba entregar las almas de los visitantes para obtener lo que deseaba.— decía el anciano —Y así lo ha hecho... pero no contaba conque los Poderes Oscuros nunca juegan limpio. Ahora está atrapado, como vosotros, en este lugar. Igual que yo quedé un día... y el premio que ansiaba llegará tergiversado. Sí, podéis parar al Corruptor pero necesitaréis algo que tiene Price. Lo que en su día usamos para activar el Lugar de Poder, el colgante que traia el chamán. Puedee que todavía esté en la suite presidencial donde se alojó en la tercera planta.

De pronto el hombre miró hacia atrás como si oyese algo.

—Ya viene ¡la Oscuridad! ¡Huid! ¡Escondeos de ella!

Amanda abrió la boca para hacer otra pregunta pero se dio cuenta de que ya no había nadie ante ella. En lugar de eso las luces del fondo del pasillo, por delante de ellos, empezaron a apagarse.

Irina pulsó el botón que llevaba a la planta más alta, la tercera. Se sorprendió cuando una mano cerró la reja del ascensor. A su lado había un botones que había surgido de la nada. Llevaba el traje de servicio de su época y su rostro con ojos arrancados mantenía una actitud estoica, como si en la muerte escogiera una actitud de profesionalidad frente a la locura y venganza de los otros espectros que poblaban el Overlook.

La mujer escuchó como la barricada se venía abajo e incluso llegó a escuchar el golpe de las almas vengativas contra la reja que dejaban bajo ellos. El ascensor subía traqueteate, acompañado de ruido mecánico. De alguna manera la actitud de aquel botones fantasma concedía una sensación onírica a aquel ascenso.

Cuando llegaron a la tercera planta el espectro, siempre silencioso, abrió la reja nuevamente para ceder el paso a la dama.

Michael levantó la pistola conforme se acercaba a Amanda visiblemente contrariado. Pero la pistola no apuntaba a la friki, sino a aquella persona con la que había estado hablando y que ya no estaba.

—¿Qué dice es chiflado? —dijo antes de que las luces comenzaran a apagarse—. ¿Tercera planta? ¿Ahí está Price? Vamos andando.

Hizo un gesto con la pistola indicando a Douglas y a Amanda que se movieran hacia el hall para coger las escaleras a la tercera planta. No era una amenaza con la pistola, pero por los movimientos pareció exactamente eso.

Les había dicho que Price pretendía conseguir algo, pero no qué es lo que quería conseguir. La respuestas estaría en la tercera planta y en poder del propio Price.

El gesto de Michael con la pistola lo animó a coger las escaleras e iniciar el ascenso hacia el tercer piso. Como iba siendo norma desde que llegó al hotel, Douglas iba delante. Tenía que ser el primero que viera lo que había allí arriba para tener la primera impresión, sin condicionantes. Así, su relato posterior, cuando regresara al estudio, sería mucho más real.

- Vamos. Y tu, vigila con ese trasto no se te vaya a disparar por error.

Subió rápidamente, evitando que el apagón de las luces los atrapara. Algo en las palabras del tipo que hablaba con Amanda le dijo que no exageraba cuando les pedía que huyeran de la Oscuridad. Se tocó por los bolsillos buscando la grabadora. No recordaba si la había recogido al salir de la habitación del viejo de las arañas. De todas maneras, tenía que recordar esos nombres. Oscuridad. El Corruptor.

Subía los escalones de dos en dos hasta llegar al tercer piso.

¿Dónde demonios está la habitación de Price?

El rostro de Amanda se puso completamente blanco cuando vio aparecer al tipo de la toalla allí pero al menos la pistola no la apuntaba a ella así que hizo como que en el hall no hubiera pasado nada.

- Stephen quería rehacer un ritual de los Mahogany que se realizó aquí la otra vez. - explicó, una vez que había asumido que lo que pasaba allí no era una broma de mal gusto orquestada con la ayuda de técnicos de televisión.

O era verdad o era un buen viaje de peyote y sabía que, de ser la segunda opción, tenía que dejarse llevar. No sería la primera vez que había "transcendido" de esa forma.

-Los Corruptores se aprovechan de la Red Vital... - comenzó a explicarles al resto lo que sabía mientras corría a toda velocidad hacia la zona iluminada. - Y engañan para controlar lugares de poder... ¡como el hotel!

No sabía si estaría construido sobre un cementerio indio o si algún ritual chamánico sería lo que había hecho contacto con esas líneas de poder pero tampoco tenía sentido buscar el origen. Necesitaban la solución.

- Ya le habéis oído, la suite en la tercera planta. - se alegró que el periodista quisiera ir en cabeza, sería él el que se encontraría con los problemas primero y Amanda no pensaba acelerar el paso para adelantarle.

Saltó hacia atrás cuando la verja se cerró y miró al botones. No era la primera vez que veía manifestaciones del Más Allá esa noche, por lo que decidió ser correcta y no hablarle para molestar. Lo que ocurría en aquel hotel era sin duda digno de estudio, pues Irina solo oía voces y nunca con la intensidad con la que querría. Ver espíritus, ahora que sabía que era eso lo que estaba pasando, le resultaba una maravilla a la que no podía acostumbrarse.

La espiritista pensó que si aquello era su culpa debía arreglarlo y en esas ideas se sumergió mientras el ascensor ascendía. Era una situación extraña, como si estuviera ascendiendo de alguna forma a las puertas del cielo mientras se desataba el apocalipsis en los pisos inferiores.

-Gracias- dijo leve al botones cuando abrió la verja y salió a buscar la suite presidencial, llamando a la puerta con un par de golpes con sus nudillos. -¿Señor Price?- se aventuró a añadir.

Douglas comprobó que tenía en el bolsillo los trozos rotos de su grabadora. Recordó entonces la furia con la que Michael la había pisoteado en su frustración. El mismo Michael que subía tras él haciendo gestos con una pistola cargada que no había dudado en disparar, aunque fuera contra una puerta giratoria. Sin embargo luego no había tomado represalias contra Amanda. Se dio cuenta, sorprendido, que él tampoco. Y ella, por supuesto, no mencionaba el asunto de intentar dejarles como cebo fuera del hotel. ¿Tan pronto se acostumbraba el ser humano a las situaciones extremas?

Al llegar al pasillo de la tercera planta vieron que Amanda había subido por el ascensor. Atisbaron una figura que, dentro del mismo, había cerrado la reja de nuevo y lo hacía bajar. ¿Un botones? ¿Les parecía haber visto el traje rojo inconfundible de un botones? La mujer, que no se había percatado de su presencia, estaba ahora llamando a la puerta de la suite presidencial.

—¿Señor Price?

De alguna manera Irina había llegado a la misma conclusión que ellos: Price era la clave en toda aquella locura. Se asomaron todos a la puerta, que estaba abierta como la primera con la que se habían encontrado en aquella noche de muerte y locura.

Todas las habitaciones del Overlook eran lujosas pero aquella en concreto, la 372, la presidencial, era espectacular. En realidad eran varias habitaciones conectadas entre sí y la puerta conducía a un recibidor en el que había incluso una chimenea encendida. Apoyado en la misma, con una copa de vino en la mano y evidentes síntomas de embriaguez estaba el anfitrión de aquella locura.