Partida Rol por web

Yulia trató se introducir a Jenny en el vehículo, debían salir de allí. La paciente había perdido demasiada sangre y todo por esas estupidas criaturas que eran todo dientes -Ya no queda nada, están acabando con ellos-
El bautismo de fuego había sido demasiado difícil y cruel. Habían aprendido la lección de que un blindado es una magnífica protección sus noches debía de ser abandonada y, como tantas veces les habían repetido en la instrucción, no debían de separarse nunca. Una de virtudes y de las fortalezas del Imperio era su número. La cantidad de soldados que podía movilizar y conquistar mundo tras mundo bajo su abrumadora superioridad numérica. Que tontas habían sido, se habían comportado como adolescentes

ya habían vencido a los bichejos, por lo que nos habíamos librado de morir, aunque no todos, "¿quienes son...?" iba a añadir los muertos, pero al ver los cadáveres de Mallory y Federel, aunque pongo una cara de pena al ver eso, rápidamente me recompongo, casi nunca había hablado con el primero y con el segundo mas de lo mismo, por lo que sus muertes tampoco le importaban tanto, "¿ya no queda ninguna de esas cosas?" 

El sargento corrio hacia el chimera para informar a la base de la penosa situacion que los asolaba. Entro por la escotilla y se comunico con la base:

-Aqui escuadra 7, tenemos bajas , nos hemos enfrentado a una horda de seres xenos, solicitamos refuerzos....envio posicion... temo una nueva oleada en breve.- dijo desesperado el sargento mientras transmitia las coordenadas

-Una escuadra esta en camino con equipo medico. Si como han dicho son animales xenicos, sus dueños no andaran lejos. Deben evaluar la amenaza principal e informar de inmediato a base. Coja al resto de su escuadra y siganlos. Cambio.-

Qué fácil era decir aquello cuando no era su cuello el que estaba en juego. Habían muerto personas y tenían heridos graves en la chimera que necesitaban atención médica urgente. Lo primero eran ellos, aunque desobedecer la orden de su superior podía conllevar consecuencias muy desagradables.

- ¡Yulia! - Macmardiggan buscó a Kutznekova cona mirada hasta dar con ella. - ¿Cómo ves a los heridos? - Le preguntó realmente preocupada. - ¿Crees que aguantarán?

No abandonar a nadie era una regla básica. No podían dejar tirados a sus compañeros cuando necesitaban su ayuda. Al menos era así en la teoría. No le gustaría que si en algún momento llegaba a necesitar atención médica urgente, sus compañeros de unidad no se la proporcionaran debido las órdenes del mando superior.

Sin dejar de sollozar, Laura arrastró lo que quedaba de Mallory dentro del vehículo, y se dispuso a colocarlo donde menos estorbase: en su asiento, con su arnés de seguridad. Luego procedería hacia su puesto en la cabina del conductor.

Se echó agua de la cantimplora en la cara para serenarse:

- B-Bianchi lista señor. Podemos iniciar la p-persecución cuando ordene.

El motor de Roberto rugió. Sonaba a aviso. 

El sargento no se creia las ordenes que recibia desde la base...era un suicidio. Dejo de transmitir para dar ordenes a sus efectivos:

-Kutznekova, necesito saber cuantas bajas mortales tenemos y quien se puede salvar, un equipo medico esta en camino, los demas,alrededor del chimera- el sargento volvio a hablar por la radio:

-Capitan, tenemos al menos 3 bajas mortales...tal vez cuatro...debemos dejar los restos de nuestros camaradas tirados y seguir sin ellos?-no le apetecia dejar los restos de sus amigos ahi tirados para que se los comieran los garrapatos o las ratas de la zona

Podré hacer que aguanten...Creo- Contestaba a su sargento mientras se remangaba para hacer algo más soportable el calor que empezaba a percibir. Miró a Grenda mientras hacían una pequeña mueca con el labio, una clara señal de que existía la posibilidad de que algún herido muriese o se le tuviese que amputar alguna extremidad.
Trataba de moverse con rapidez para detener las hemorragias, las contusiones no tenían importancia salvo que fuesen en la cabeza y, cualquier miembro de la escuadra seguro que al salir del tanque no se habría olvidado de llevar el casco.
Le hubiese gustado protestar las órdenes, oponerse ya que los heridos necesitaban cuidados y atenciones que no se les podria prestar allí. Solo esperaba que avanzar no fuera el destino final, la muerte para todos

Katarina volvió al interior de la Chimera mientras nuevas órdenes eran recibidas por el sargento, dejándose caer en uno de los asientos. Se agachó y de debajo del asiento cogió munción nueva con la que recargó el arma laser, aconsejándo a todas que hagan lo mismo.

Algunos estaban muertos, y el olor a sangre impregnaba el lugar. Pero Katarina tenía la vista fija en la pared acorazada del trasporte, mientras metía una célula de energía nueva y mascullaba entre dientes palabras ininteliglibles.

Impaciente, Laura abrió la escotilla del conductor para ver mejor los alrededores. Le preocupaba que fuesen a perder a los bichos. Pero por lo que a ella respectaba ¡Pobre del arbol que se pusiera en su camino durante la persecución!. 

- Cada uno tiene un sitio ahí atrás. Esto no es un campo de trincheras. Llevemoslos en sus asientos y así luego los podremos enterrar como el Emperador manda. ¡Venga, que se nos escapan! 

Nastya revisó el lanzallamas. La aguja de carga del tanque que llevaba a la espalda marcaba tres cuartos de depósito lleno. Eso significaban unos 7 disparos más.

-Sargento, estoy lista para continuar.- Aunque apenada por la muerte de sus dos compañeros las órdenes eran claras y había que cumplirlas.

-Sargento, me alegra que usted se preocupe por su gente, eso me honra y honra a toda la guardia imperial. Pero si deja que quienes quiera que soltaran a esos bichejos campen a sus anchas y lo peor, que suelten más animales xenos y se reproduzcan, será el responsable no solo de cuatro* muertes, sino de cientos de muertes de civiles, cosechas arruinadas y retrasos en el pago del diezmo imperial.- La pausa inquietante que hizo el capitán os recordó las clases de tácticas, en las que a veces, había que sacrificar una unidad para que la batalla fuera ganada. El Emperador proteje, os decían. Así debía ser.
-Tal vez quiera que el comisario Víctor Scheriman le comente estas palabras de una manera, digamos, más convincente cuando vuelva, ¿o tal vez no?.- Sin embargo las siguientes palabras os dejaron como si un halo de frío glacial os recorriera la espalda. Podíais notar la mirada del implacable comisario en vuestra espalda mientras levantaba su pistola y os declaraba traidores por desobediencia.

-Sargento. Un equipo médico especializado que estaba por la zona llegará en cinco minutos. Prosiga la persecución a pie y en silencio. Encuentre a esos herejes y aniquílelos. Base 13 a escuadra 7. Cambio.-

El sofocante silencio de después solo se veía interrumpido por el rugido del motor de Roberto y los quejidos de dolor de Jenny Grant.

-Sargento.- Elijah Brich se atrevió a romper el silencio reinante. -Puedo cuidar de Grant hasta que venga ese equipo médico. De todas formas si hay que ir ligeros y deprisa yo no puedo seguirles con este brazo inútil.

Brich era un tipo listo. No sabía muy bien porqué se había alistado. Siempre con excusas, siempre con largas. ¿Estaba tratando de escaquearse o sólo se lo parecía? Fuera ese el motivo real o no, al fin y al cabo tenía un hombro dislocado. Sin duda Yulia podría colocarle el hombro y de esa forma podría volver a ser útil para la escuadra, pero su coartada era válida. Alguien debía cuidar de Grant. Aunque al fin y al cabo... sólo era cinco minutos.

- ¡Menudos hombres! - Pensó la soldado. - O se dejan matar o se escaquean. Sólo el sargento parece tener los cojones en su su sitio. - Resopló. Fue bastante evidente que no le había hecho gracia el "escaqueo" de Birch. - Tampoco me hace gracia quedarme con el resto... ésto parece una carroza de zorras. Cada una va a lo suyo... - Se dijo a si misma. 

Grenda no pensaba normalmente de aquella manera. Pero el shock por lo que acababa de vivir le había transtornado. Nunca había querido sufrir la luxación de un hombro. Eso tenía que doler, pero en esos momentos se cambiaría por Elijah Birch sin dudarlo un solo instante. Sí, Grenda Mcamardiggan tenía miedo. Estaba aterrada y no quería seguir adelante, pero era evidente que no le quedaba otra. Para eso se había alistado... ¿No era así?

- ¡Vamos zorrones! - Dijo en aparente tono de broma. - ¡Vamos a mover el culo y salir de aquí cagando leches! - Se introdujo en el chimera. - ¡Llegar matar y volver a casa! ¡Ese es el objetivo!

"¿A pie?" pensó Laura. "¡¿A PIE?!"

- Sargento -comentó Laura a velocidad de reflejo- Las criaturas son mucho más rápidas que nosotros. Si las seguimos a Pie no las alcanzaremos. ¿Podemos solicitar permiso para usar a Roberto sobre esa base, señor? 

Laura sintió, pero también se sintió obligada a puntualizar otra cosa:

- Claro que... los heridos estarán más a salvo en el tanque.

si había algo que quería, era encontrar a los dueños de los bichos y quemarlos vivos, no exactamente por los muertos, eso era cosa de acostumbrarse, nosotros estabamos en la guardia imperial, esto iba a ser constumbre para nosotros, aunque puede que Laura tuviera razon en una cosa, "estoy con Laura, esos bichos son mas rápidos que nosotros, llevarnos el tanque todo lo que podamos puede ser una buena idea"

Yulia asintió las palabras de los soldados dando a entender que estaba conforme con que alguno, sobre todo los heridos, se quedasen en la retaguardia -Me cambio de guantes para estar lista para dar puntos de sutura y por mi ya podemos partir- La coz se le había quebrado ligeramente en las últimas palabras. Quería parecer valiente pero su expresión corporal no engañaba a nadie.
Salir al exterior, encontrarse con nuevamente con los Xenos y ser atacados le ponía los pelos de punta. La joven comprobaba una y otra vez el seguro de su arma ¿La tendría que disparar? ¿Sería capaz? Las dudas asaltaban el corazón de la médico de campaña.
Este día es eterno ¿Cuando termina?

El sargento se rasco la oreja y dio instrucciones:

-Brich, Grant.... os quedais con los caidos aqui..viene un equipo medico en camino, cuidadlos mientras.- se dirigio a los demas:

-Ya habeis escuchado .. en vehiculo y en movimiento..como ha dicho el capitan,- obviamente no habia sonado eso, pero parece que el sargento habia escuchado otra cosa o no estaba dispuesto a dejar a Roberto.

-Bianchi, busque una ruta por la que seguir la patrulla en direccion a la maleza...los demas, al tanque salvo Brich y Grant..dejad los dos cadaveres- dijo el sargento con cierta amargura

Katarina se había quedado con el ceño fruncido mirando hacia el sargento. Todos habían oído bien, perseguirlos en silencio. El Chimera hace lo contrario a moverse en silencio, quizás el sargento lo había oído mal, así que le repitió las órdenes. Las PRIMERAS órdenes que recebían en una acción militar.

-Señor, creo que no ha oído bien, el capitán ha dicho que vayamos a pie y en silencio, puede que sepa algo que nosotros desconocemos- lo digo con el transmisor interno de la escuadra abierto, para que quede grabado mi desconformidad- así que no pienso quedarme más tiempo aquí dentro- la impulsiva Katarina ya estaba de pie y miraba fijamente al sargento mientras se dirige al piloto, la sangre del xeno todavía le escurría por la cara- Laura, abre la puta puerta.

Ahí dentro olía a algo que no le gustaba, era dulzón, comodo y a puertas cerradas. Olía a cobardía.

Os subís al Quimera a la orden de vuestro sargento. El vehículo arranca con una bocanada de humo negro y el rugido de su potente motor os llena de satisfacción y seguridad.

Laura acelera y el vehículo comienza a moverse mientras sus cadenas levantan la tierra. Los arbustos son barridos a su paso buscando una ruta alternativa por donde seguir el rastro de los garrapatos.
El Quimera avanza bajando por un terraplén y vadea un pequeño río haciendo que las cadenas salpiquen el blindaje lateral para, después, aplastar un árbol joven al llegar a la otra orilla.

Después de un tiempo el rastro por fin parece que llega a su fin. Una turba de huellas de tres dedos parecen salir y entrar de un seto ubicado al pie de una escarpada pared que rodea una serie de colinas en forma de anillo.