Partida Rol por web

Despertó notando humedad contra la cara. Abrió los ojos y vió que estaba tumbada en el suelo, en lo que parecía ser un pantano. Estaba en un pequeño claro, en terreno relativamente seco, rodeado de grandes árboles con oscuras copas entrelazadas entre si, cuyas raíces sobresalían del agua y del barro dando la impresión de que iban a salir a caminar en cualquier momento.
Se levantó sorprendida y una pregunta asaltó su cabeza. "¿Dónde estoy?" No encontró una respuesta a esa pregunta, así como tampoco supo responder a "¿Cómo he llegado aquí?", a "¿Cuánto llevo aquí?" y, lo que es peor, la pregunta "¿Quién soy?" tampoco parecía tener una respuesta.

Se debatió contra su mente neblinosa, que se esforzaba en recordar algo. Un nombre vino a su cabeza, sí, su nombre era...era...

No lo recuerda. Estando tumbada miró alrededor, no había nadie. Intentó pensar en lo último que había visto antes de estar ahí... y no pudo.
-"Esto es ciertamente extraño... Bueno, empecemos por el principio, hay que intentar levantarse"
Se puso en pie y sintió un mareo, por lo que se volvió a sentar.
-"Vamos a hacerlo poco a poco, a saber el tiempo que he estado inconsciente"
Gateó unos metros hasta un árbol cercano y se puso en pie apoyándose en su tronco.
Movió los pies, las manos, subió los brazos y las piernas, y giró el cuello a ambos lados.
- "Parece que no tengo nada roto. A ver la cabeza que tal: 2+3=5, 8+7=15... Y ahora veamos que llevo encima."
Tras revisar si tenía algún moratón o marca en el cuerpo, que no era el caso, pasó a revisar sus ropas.

Llevaba unos pantalones negros y por encima una falda marrón. En los bolsillos encontró una pata de conejo (le sonaba que eso era un amuleto para la suerte), y un pequeño cuchillo. A su cabeza vino la imagen de que con ese cuchillo había degollado a una liebre hacía poco para cenar.

También llevaba un cinturón con saquitos. En algunos pudo reconocer sustancias como sal, orégano... y en el resto había otros compuestos que no conseguía recordar para que servían.

Por encima la cubría una camisa blanca y un corpiño de cuero, y en las muñecas unas tiras de tela más gruesa y cuero. Eso la hizo recordar.... ¡Taulmaril!¡Su arco! Las energías volvieron a su cuerpo, y rebuscó en las cercanías. Debajo de las raíces de un árbol, encontró un morral y un carjack con flechas. En el morral había una capa, un mortero, un cazo, algunas ramitas para hacer fuego, pedernal, un trozo de cuerda. monedas y una piedra de afilar. Pero faltaba Taumaril. ¿Dónde estaría?

El tacto de los objetos familiares trajo un nombre a su memoria. ¡Triss! ¡Su nombre es Triss!

Observó sus ropas y su aspecto. Vió su reflejo en el agua. Sí, la cara era familiar, sí, claramente la suya...Se dió cuenta de que sobre el pecho llevaba una insignia dorada con forma de escudo, con una gran "A" rodeada de filigranas en su interior y rematada con una corona en su parte superior. No sabía qué significaba.

Triss, sí, Triss Merigold...Ese era su nombre, pero eso eran sólo dos palabras. ¿Quién era? ¿Acaso era una cazadora de los bosques? ¿Una salteadora de caminios? ¿Quizá una asesina sigilosa? ¿A lo mejor una ladrona escurridiza? El agua fresca no desbloqueó su memoria, pero le proporcionó algo de claridad, sí, ella era...

Triss, conocedora de la naturaleza, capaz de pasar fríos inviernos sola en el bosque alimentándose de la caza y las hierbas, para sacar algún dinero extra: guía ocasional de grupos de mercaderes que buscan no perderse, vendedora de pieles de los animales que caza a algún comerciante del mercado, y recolectora de hierbas por encargo para los boticarios.

Ligeramente más tranquila al saber un poco más sobre quién era reparó en sus alrededores.

Un rayo de luna se colaba entre las copas de los árboles. El pantano apestaba a agua estancada, a moho y a putrefacción. El aire era denso y húmedo. De todas direcciones llegaba un caleidoscopio de croares, zumbidos, chasquidos y pequeños chapoteos. Entre esta sinfonía nocturna distinguió un par de sonidos destacados. No sabía dónde estaba el norte, pero desde una dirección concreta le llegó lo que parecía el crujido rítmico de unas ramas. Viniendo de la dirección opuesta escuchó unos gruniños cuyo emisor no pudo identificar, pero por el tono estimó que era algo grande.

El gruñido parecía de algo demasiado grande para su pequeño cuchillo, y los pasos no sabía si serían de un amigo o enemigo... 

Dada la extraña situación en la que había aparecido en ese lugar, decidió que lo mejor sería esconderse e intentar observar antes de dejarse ver.

Se colgó rápidamente su bolsa al hombro e intentó trepar con cuidado, agarrándose a los salientes del árbol. Se posicionó sobre una de las primeras ramas, y esperó.

Triss trepó a las ramas con sorprendente facilidad y se escondió lo mejor que pudo. ¿Sería suficiente? Al fin y al cabo no sabía mucho de su pasado. ¿Era buena camuflándose? Sin duda sabía trepar ¿Sabría luchar de forma adecuada con ese cuchillo? Probablemente no.

Un sudor frío empezó a caer por su espalda cuando notó que los gruñidos que había escuchado parecían acercarse. Aún no podía ver qué los emitía, pero ahora podía identificar que había más de un ser.

Desde su escondite Triss siguió escuchando cómo los seres desconocidos se acercaban, aunque no tuvo que esperar mucho. De la oscuridad surgieron lo que parecián dos hombres. Ambos llevaban el torso desnudo y tenían la piel anormalmente pálida. Avanzaban con paso inseguro pero constante, emitiendo roncos gruñidos ininteligibles. Parecián tener unas marcas oscuras bajo el cuello y en los antebrazos, pero estaban demasiado lejos para poder distinguir qué eran.

Triss rebuscó en sus conocimientos de animales, historias del bosque... A ver si había algo que la pudiera ayudar a descifrar qué eran esos seres.

Mientras pensaba siguió escondida observando, puesto que al ser dos no creía que pudiera enfrentarse a ellos.

Triss contuvo la respiración mientras observaba cómo avanzaban. Al estar más cerca pudo ver que bajo ambas clavículas y en la cara interna de los antebrazos los hombres tenían unas extrañas marcas circulares, aproximadamente del diámetro de una manzana, con un punto en el centro del que parecía haber manado sangre. De estas cuatro marcas, visible bajo la piel anormalmente pálida, se extendía un entramado de vasos sanguíneos de color negro que culebreaban hacia el cuello, el pecho, las axilas y las manos.

Era evidente que algo estaba mal con esas personas. Exprimió su cerebro para ver si recordaba algo sobre ellos. Encontró conocimientos sobre plantas, animales, estaciones... Nunca había visto nada como lo que tenía delante, lo más parecido que recordó fue que el veneno de la vívora de cabeza de cobre dejaba unas marcas similares en torno a las picaduras, pero por tamaño y posición no podía ser el caso. Demasiado arriba, demasiadas picaduras, demasiado simétricas, en las mismas posiciones en dos individuos diferentes...la naturaleza no actúa así, fuera la causa que fuese era algo artificial.

Siguió observando a los dos hombres, que se acercaban al árbol sin reparar en ella. Observó que tenían la mirada fija, mirando al frente y al suelo. No estaban cazando, parecían distraídos pero conscientes de su entorno, ya que conseguían mantenerse caminando pese al difícil terreno, como si estuvieran paseando. No tenía ninguna duda de que la oirían si hacía ruido, pero si se quedaba quieta probablemente pasarían de largo.

Triss decidió quedarse quieta esperando que pasasen de largo, y observar desde su posición todo lo posible por si se volvía a encontrar uno de esos seres. Pensó que otra cosa sería si tuviera a Taulmaril con ella,¡necesitaba encontrar su arco!

Conteniendo el aliento, la exploradora vio a los dos seres pasar por debajo del árbol y continuar su camino, completamente ignorantes de su presencia. Vio cómo se empezaban a perder en la oscuridad del pantano, con su deambular distraido, en dirección al otro sonido que Triss había escuchado, los crujidos rítmicos de madera.

Una vez se hubieron alejado, Triss bajó del árbol decidida a buscar su arco, pero atenta a los sonidos por si volvían. De paso, por si no encontraba el arco,decidió fijarse en si había algo que pudiera usar para defenderse en caso de que aquellos seres volvieran. Quizá con una rama adecuada en forma de Y podría fabricar un tirachinas, o con la piel de alguno de los saquitos de su cinturón hacerse una honda....

Triss volvió al suelo. Según bajaba encontró una rama que se había partido recientemente pero no estaba podrida. Era nudosa y contundente, le serviría para defenderse si tuviera que hacerlo.

Los gruñidos de la pareja de extraños seres se habían perdido en la noche y lo único que destacaba era un rítmico entrechocar y crujir de ramas que provenía de la misma dirección en la que se habían marchado los hombres.