Partida Rol por web

-Lo sé.

Ashantii le acarició la mejilla con aquellas manos grandes, oscuras y cálidas que olían a naranja, a desierto, a dátil y a agua fresca. El eshu dejó que el resto se alejase para quedar a solas con su pupilo y amigo. Le dedicó una sonrisa triste.

-¿Cómo has estado?

Anclado

Una contestación ambigua, pero suficiente. Aunque con muchas connotaciones negativas para los suyos, no significaba necesariamente algo malo. Simplemente, era la verdad. Decidió abandonarse a la sensación que florecía en su interior cada vez que sentía el tacto de su mentor, al menos durante unos segundos. Sin embargo, pronto las palabras pronunciadas por este volvieron a su cabeza, y apartando la mano con suavidad enfrentó su mirada

¿Cuándo ocurrió...?

Las palabras habían brotado solas de sus labios. Aunque tenía miedo de conocer las respuestas, estaba dispuesto a abordar el tema de primeras. Con Ashantii nunca había tenido que andarse por las ramas. Quizás, dijo un pensamiento peregrino en su cabeza, en realidad el Nadim que aparecía frente a él era distinto al habitual, como si el simple timbre de su voz pudiera sacar a otra persona a la luz. Alguien que era más el niño asustado y menos el cínico artista

Van Doren sonrió. Había oído esa historia millones de veces y en ninguna de aquellas ocasiones había dudado de su verosimilitud

-No, gracias. De hecho no tengo mucho tiempo, tengo que irme al Ensueño en un rato en una misión para el Conde. Venía a despedirme y a pedirte un favor. Necesito que cuides de Rose en mi ausencia.

-¿Cómo? ¿Te vas? -La sorpresa apareció en el rostro de Eddie al tiempo que se levantaba de la silla y se acercaba tentativamente a ella-. Que le den al Barón. ¿El Ensueño? Ese sitio es peligroso, Anne. No lo dices en serio...

-El Ensueño no es más peligroso que tu en una mañana de resaca -dijo sin moverse del sitio-. Ya he dado mi palabra, Ed, me voy. No se cuanto me llevará, ya sabes que ahí dentro el tiempo va hacia atrás, pero prométeme que cuidarás de Rose en mi ausencia. Es mi sobrina, como ya habrás adivinado... Pero hasta ahora no me he atrevido a decirle que su madre era changeling, así que aún está descubriendo muchas cosas... Alguna de ellas pueden resultarle peligrosas.

-¿Qué? Me dijiste que no tenías familia. ¿Era una de tus bolas pooka o...? -Eddie frunció el ceño-. No. Nooo.

El redcap torció la boca hacia un lado mostrando los afilados dientes en una expresión de incredulidad. Parecía estar comprendiendo cosas, todas de golpe y sin vaselina. A lo largo de los años había habido preguntas sin respuesta o contestadas a la mitad, señales raras y silencios repentinos, pero hasta ese momento Van Doren no había declarado ser familia de nadie. Tal vez por eso Eddie estaba tan alterado: porque había descubierto el secreto que le había ocultado durante demasiado tiempo.

-Esto es una coña. Me estás tomando el pelo. No puedo creerme que después de todo, después de... de años, no me lo contaras nunca. ¿Cuántos años tenías? Debías de ser una cría...

-Catorce años, cuando iba a la escuela privada en Los Angeles, con un quarterback que no supo aguantar la presión -dijo rápidamente intentando quitarle peso al asunto. Se había inventado aquella historia hacía mucho tiempo en caso de que necesitase usarla llegado el momento. No era una buena historia, pero tenía el drama suficiente para ser creíble, además Ed ya se sabía la historia del quarterback: Chica conoce a chico, chico resulta ser un capullo... Mucho mejor que la versión de "estuve varios meses tirándome a diferentes hombres"-. Supongo que te acordarás de lo que te conté sobre Matt... Pues ahí tienes. No te lo he dicho antes porque quería olvidarme de ello y del bebé, de hecho fue ella quién entró por la puerta del Terciopelo Rojo.

La pooka apartó la mirada con la excusa de colocarse un mechón de pelo en su sitio.

-Todavía no sabe toda la verdad y... Espero que siga así.

-¿Quién coño te crees que soy? No voy a decirle nada. Claro que no. -Eddie se cruzó de brazos-. Por eso me parecía tan familiar. Ahora que lo pienso, es muy parecida a ti cuando tenías su edad, más o menos. Mira... Voy a cuidar de tu cría mientras no estás, pero no pienso ser la niñera de nadie en tu ausencia. No durante mucho tiempo. Así que si vas a marcharte más vale que vuelvas porque si no... -El redcap se encaró a la pooka-. Voy a enfadarme mucho.

Shyam acepó y no vio nada malo en ello, ni tampoco en acercarla más a él maldiciendo el impedimento de la armadura. Fue cálido y suave, con la pizca justa de pasión para sellar aquel momento. Entonces recordó algo.

-Cuando vuelva tendré que dejar de trabajar aquí -comentó, todavía con una mano en su cintura y la otra en su nuca-. Y dudo que con esas a Van Doren le parezca bien y no ponga quejas.

Recordó que quizá las cosas fuesen a ser diferentes, pero no quiso aferrarse a la idea de una cura. No todavía.

-Poco después de que me marchara -explicó el eshu-. Tan pronto comenzaron los síntomas me lancé al Ensueño para encontrar la cura. Tardé en encontrar el camino, pero lo logré y me curé.

Ashantii arrugó el gesto, que adoptó un aire grave sin dejar de brillarle los ojos oscuros.

-Acerca de eso... ¿Cómo te sientes tú?

Tras pasarse por la corte del Duque y con la sangre de la lechuza aún secándose en las manos, Silveth fue a casa para despedirse de Jacob. Era domingo, por lo que su novio se tomaba las cosas con calma y disfrutaba de la paz de su casa, de la insulsa televisión mañanera y de un café bien cargado.

Al entrar, Jacob le recibió con una sonrisa.

-¿Cómo te ha ido en el hospital? ¿Ha mejorado tu amigo?

Calandra regresó al feudo para encontrarse con Larry. Ya estaba casi recuperado del todo, más aún teniendo en cuenta que era un comensal perfecto para la mesa de Bernardette. La boggan le había tomado mucho cariño porque se dejaba cuidar maravillosamente y tenía un gran apetito. A esa hora, la ama de llaves pasaba el polvo de la balaustrada mientras Larry comía una porción de tarta de arándanos con helado de vainilla. Charlaban animadamente, aunque tan pronto como el pooka apareció, Bernardette dejó lo que estaba haciendo para acercarse a preguntar.

-¿Cómo ha ido? ¿Cómo está? ¿Puedo ir ya a verlo?

Había tenido un rato para recuperarse de la impresión, desde que había salido del hospital. Aún así no podía evitar ver el feudo bajo una nueva luz. Despreció ese sentimiento con una sacudida de la mano y entró contoneándose en la cocina.

Sonrió al ver a Larry de pie y comiendo y se sentó en el borde de la mesa mientras Bernardette se le acercaba.

-Lord Stevron se encuentra bien. Meredith y Garin se han quedado con él. Me han mandado a decirte que te quedas al mando mientras el resto nos vamos al Ensueño.

-No esperaba más -contestó con una sonrisa y sosteniéndole la mirada. Van Doren conocía lo suficiente a Eddie como para no sentirse amenazada por sus gestos violentos o su cercanía-. Pero déjame darte un consejo: no te dejes enredar como te pasó conmigo. Rose puede ser muy persuasiva y persistente, y de un día para otro puedes encontrarte conque le has entregado las llaves de tu porche y la mitad de tus acciones.

La pooka se separó del redcap y miró al suelo un instante.

-Es mejor que me vaya ya, se me hace tarde y tengo que remendar mis vestidos antes de partir.

Entro en la cocina de barra americana que hay nada más entrar en el piso a la izquierda, dejo la hoja de papel quimérico en la  encimera. En ella de camino a casa, había escrito el plan que debería llevar a cabo Pandora. Para el resto del mundo había estado haciendo los pasatiempos del Times. Me lavo las manos, más por mi propia percepción de la sangre quimérica que por manchar a Jacob de una forma que no puede percibir...aún.

-Si, lo cierto es que se ha animado bastante. Quiero decir estaba mucho peor que la última vez que le vi. Pero tiene un... pronóstico...favorable, por decirlo de algún modo.

Voy hasta el salón y desde el respaldo cruzo mis brazos sobre su pecho, doblándome sobre él beso suavemente su frente cuando alza la cabeza hacía mi.

-¿Tu que has hecho?¿Te has leído los libros que te traje?.-No tenía muy claro como abordar el tema, pero tenía que intentarlo.

-Espera.

Eddie volvió a ocupar el espacio que había ganado Van Doren al separarse. Levantó una mano tentativamente y trazó con un dedo la línea de la mandíbula de la pooka. Su tacto era suave, tanto como cuando Eddie quería serlo de verdad. Le levantó la barbilla con ese mismo dedo y la miró a los ojos.

-Me gustaría saber si hay algo que hacer. Si yo puedo hacer algo para arreglar esto. Sé que todo es culpa mía, lo sé. Ahora que el Terciopelo es tuyo y ya no somos socios... Funcionábamos bien juntos, ¿no crees?

Nadim dudó unos instantes. ¿A qué se refería? Los síntomas del resfriado, que parecían haber desaparecido con la llegada de Ashantii, volvieron a aparecer en su cabeza, recordándole su pésimo estado. Pero desechó aquella idea fugaz tan rápido como pudo. No podía estar hablando de su estado de salud... Un catarro no era sida. El rastro de aquel hilo de pensamiento, sin embargo, no desapareció, llenando su corazón de una súbita congoja

Ahora mismo soy un grifo Confesó, forzando una pequeña sonrisa Pero no es nada, solo un catarro. Tengo alergia a las bufandas

La sonrisa desapareció

¿Por qué no me dijiste nada? Podría haberte ayudado...

No sé como. Pero lo habría dejado todo por ti

A pesar de sus palabras, no había reproche en ellas. Simplemente resignación

"Si, hasta que dejamos de hacerlo..." la pooka levantó su mano y apartó suavemente de su barbilla la de redcap.

-Eddie... No es la hora adecuada para tener esta conversación. Bastante confusión me voy a encontrar allí a donde voy como para llevarme más de casa. Ya está arreglado todo lo que podía arreglarse; hacía tiempo que no pasaba más de cinco minutos contigo en una habitación sin discutir, así que creo que esto es todo un avance -Van Doren suspiró y miró a Eddie a los ojos-. Solo... Deja que siga así, ¿vale? No lo estropeemos.

-Oh, me alegro por Su Gracia. Pero... ¿yo al mando? ¿Y vosotros al Ensueño? ¿Y eso por qué? -se sorprendió la boggan.