Partida Rol por web

El amor en los tiempos del Sida

3. El buen chico

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19/11/2012, 17:56
Narración

5 de noviembre de 1984 - 11:40

Siempre que tenía un rato libre, Shyam ofrecía su ayuda al grupo de apoyo. Si coincidía con el horario de las charlas y encuentros, iba. Si había que hacer fotocopias, las hacía. Si había que repartir pasquines informativos, los repartía. Shyam no era gay, pero sí muy guapo, y los del grupo de apoyo no lo pasaban por alto. La gente imaginaba que los enfermos eran tirados, inmigrantes ilegales o chaperos; la belleza y aparente salud de Shyam ayudaba a que le prestaran atención. En el Castro, al menos, funcionaba.

Shyam llevaba veinte minutos repartiendo unas hojas informativas dirigidas al público gay masculino, el que mayor índice de contagios tenía. En cuanto los viandantes se dieron cuenta de lo que hacía, la mitad empezó a evitarle como si los pasquines tuviesen la enfermedad. Los demás los recogieron con cuidado pero con interés. Para cuando se le acabó el taco, dos jóvenes ya se le habían acercado para pedirle guía porque "me he encontrado una mancha" o "este resfriado no se va".

Volvió a la sede del centro de apoyo. Varios carteles informativos daban consejos e indicaban las señales de alerta. Algunos recortes de periódico hablaban sobre los recientes avances, pero todo llevaba a la misma conclusión: la enfermedad seguía siendo tan peligrosa como antes y nada de lo que hicieran los médicos la trataba, sólo frenaba sus síntomas.

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19/11/2012, 18:20
Tad

Los allí presentes, los activistas más dedicados, recortaban fotos y noticias para un collage mientras escuchaban la radio. Shyam conocía a los tres bastante bien porque habían sido los que le habían acogido con los brazos abiertos. Greg, el mayor, rondaba los cuarenta y cinco y tenía dos hijos que no le hablaban. Leonard había sido yonqui, pero lo había dejado hacía un par de años. Ni siquiera estando limpio había logrado escapar de la enfermedad, contraída seguramente durante su tiempo con la heroína. Tad, el mas joven, había adoptado una actitud ejemplar y era el que más caña metía en el ambiente, siempre predicando sobre el sexo seguro. Fue éste quien pidió silencio para escuchar la última noticia:

-Sssh, espera. Dicen algo sobre la ordenanza de cierre de las saunas...

La noticia afirmaba que la ciudad había dado un plazo a los dueños para que cerrasen sus establecimientos y así evitar la expansión de la enfermedad. Tad soltó una pedorreta.

-Eso es una tontería. Se seguirá follando en callejones o en parques. Lo que es necesario es que se descubrir cómo se transmite y actuar desde ahí. ¿No te parece, Andy?

Tad miró a Shyam con sus intensos ojos azules. No lo había dicho aún, pero sentía algo por él. Shyam había sido objeto de deseo desde su Crisálida y reconocía la pasión ajena.

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19/11/2012, 19:36
Shyam

El fiona dejó la cartera en una silla y apoyó las posaderas sobre el borde de la mesa, cruzando los brazos y escuchando con atención la voz radiofónica del interlocutor. La sonrisa confiada y afilada de Eddi Castle acudió a su mente de inmediato. Aquel redcap no dejaría que le cerrasen parte de su negocio sin hacer todo lo posible por evitarlo, y eso podía resultar peligroso y dañino. Shyam lo entendía, él también se esforzaba mucho en su trabajo, pero las intenciones de ambos dictaban de ser semejantes. Edward era ambicioso y sostenía su propia cruzaba personal en aquel emergente imperio que había creado. Él lo hacía por amor a la vida y por culpabilidad.

Había días mejores que otros, claro, y desde que Nadim y Bernardette le habían sacando de aquel pozo oscuro casi todos eran buenos. Ayudar le brindaba un remanso de paz donde resguardarse en los peores días, pero de vez en cuando todavía le asaltaba el temor a que un día alguien de su vida pasada irrumpiese en su casa pidiéndole explicaciones en un mar de dolor. No había sucedido todavía, quizá por lo complicado que había sido siempre localizarle en algún lugar del mundo. Pero eso no quería decir que no fuese a ocurrir alguna vez.

Shyam se giró hacia el muchacho, devolviéndole una mirada intensa pero muy diferente. Siempre daba lástima saber que a alguien tan joven se le había arruinado la vida de esa manera. Al menos él lo veía así. Shyam había vivido todo lo que había deseado y más: Conocía muchas ciudades de Europa y Asia, había descendido hasta Argentina y cruzado el atlántico hacia África. Sabía encontrar las sendas del Ensueño y danzar por él como si hubiese nacido con un mapa inherente de este. Pero, ¿qué había podido hacer Tad con sus tiernos 18 años, aparte de darse un revolcón con la persona equivocada?

─¿Qué? –balbuceó, ocupando ese segundo que la mente tarda en procesar las palabras que escucha. Sonrió para zafarse de la confusión-. Sí, claro. Sólo servirá para cabrear a unos cuantos ejecutivos y a los asiduos a las saunas. Podían invertir el tiempo en cosas más productivas, desde luego.

Retiró una silla para sentarse y alcanzó la mochila. Tenía algunas revistas que podían servir para ese collage informativo. Humedeció la yema del índice y comenzó a pasar páginas.

-Creo que esto también vale -dijo, tendiéndole la revista a Greg.

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20/11/2012, 15:45
Narración

Los cuatro siguieron trabajando mientras escuchaban la radio. Cuando acabó el noticiario empezó un programa musical.

Greg subió el volumen y empezó a bailar mientras recortaba. Aunque reticente al principio, Tad no tardó en unírsele y hasta Leonard empezó a llevar el ritmo con los pies. Aunque estuviesen aquejados por una enfermedad mortal, aún seguían vivos y tenían oídos y pies. Aun repudiados por la sociedad y por sus familias, todavía quedaba alegría y algo de esperanza. La sensibilidad feérica de Shyam fue recompensada con un toque cálido. Era la luz de la Humanidad, la que todavía no había sido engullida por la oscuridad del mundo que habían construido.

El estallido de cristales les hizo detenerse. Una bola de papel (no, algo más pesado) cayó con estruendo sobre la mesa y lanzó cristales, tijeras y pegamento en todas direcciones. Alguien había lanzado una piedra contra la entrada. La luna frontal había quedado hecha añicos.

La piedra iba envuelta en un papel con algo escrito. Greg tiró de él y dejó sobre la mesa el mensaje. Escrito con torpe ortografía, las siguientes palabras brillaban en tinta azul:

sidosos moriros ya

Tad soltó un rugido de rabia y salió corriendo en busca del bastardo que había lanzado la piedra. Donde había estado hasta el momento había dos gotas de sangre. Shyam sintió que la corriente de energía positiva se había desvanecido. Aquella piedra era como un cadáver. O, mejor dicho, el anuncio de los cadáveres que estaban por venir.

Notas de juego

Recibes un punto de Banalidad que se dobla por tu defecto.

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20/11/2012, 19:08
Shyam

Incluso Shyam había comenzado a seguir el ritmo con la cabeza, haciendo que los rebeldes rizos que escapaban de la coleta se moviesen al unísono. De forma inconsciente sonreía, embriagado por aquella música pegadiza y el buen humor que hacía vibrar el ambiente. Por esos momentos de felicidad espontánea merecía la pena haber vuelto a la tierra y haber cometido todo tipo de locuras hasta llegar a aquella mesa.

El estruendo de los cristales rompió el embrujo, devolviéndole a la silla de la sede. Sin querer, cortó una foto casi hasta la mitad por el sobresalto; al menos no había sido su propio dedo. Arrugó el ceño tratando de ver en la calle al tiempo en que se levantaba. Greg estaba extendiendo un papel y se acercó para leerlo. Las letras azules y brillantes fueron como el choque de una ola arrastrándolo hacia el fondo. El glamour se evaporó como el agua, dejándole una irremediable sensación de vacío y desconsuelo que solo el grito enfurecido de Tad logró refrenar brevemente. Lo vio salir, atónito, siguiéndole con la mirada. Es lo que él habría hecho, dejarse llevar por la ira y poner pies en pólvora tras el anormal que se atrevía a amenazarles con la espada por delante. Lo hizo, pero no por aquella razón ni empuñando un arma. Salió tras el muchacho, para evitar que hiciese alguna estupidez.

-¡Tad! –gritó, apartando una silla de en medio.

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21/11/2012, 02:37
Tad

Shyam salió a la calle y vio que Tad no hacía más que mirar en las esquinas y por la calle en busca del agresor. Estaba tan furioso que la gente se apartaba de él. Cuando se dio la vuelta, Shyam descubrió que tenía un corte en la frente y que un hilo de sangre le bajaba hasta la ceja.

-Mierda. Joder.

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21/11/2012, 03:08
Shyam

El sidhe se paró a una distancia prudencial y avanzó desde ahí con paso tranquilo. No le pidió que se calmara ni que dejase de farfullar, pues habría sido algo inútil. Todos aquellos impulsos juveniles tenían que salir por algún lado. Se acercó y esperó a que fuese Tad el que reparase en su presencia.

-Ven. Estás sangrando -dijo. Había algo en su mirada, en aquellos ojos glaucos que transmitía serenidad, como un océano en calma. Shyam estiró la manga de su camiseta, sujetándola con el puño cerrado, y limpió la sangre de su frente. Aquellas heridas solían ser una tontería, pero sangraban bastante-. No parece nada, pero igual deberías pasarte por la clínica a que te pusieran esos puntos de pega.

Ya era tarde para dar con aquel cabrón que había arremetido contra ellos, y acudir a la policía sería algo inútil. Lo mejor era ponerse con otra cosa, sobre todo él, y acudir a al médico era lo último que le apetecía tras aquel repentino mazazo.

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21/11/2012, 20:58
Tad

-No lo entiendo. ¿Por qué no nos dejan en paz? Ya tenemos suficiente con ser apestados, no necesitamos que nos tiren piedras -se quejó Tad mientras dejaba hacer al enfermero-. ¿Tú crees que necesito puntos? Bueno, lo que sea. Voy a por mi chaqueta y nos acercamos...

En medio minuto ya estaba Tad con la cazadora vaquera y una bola de papel higiénico para taparse la herida. Greg y Leonard se quedaron a recoger el estropicio con la ayuda de un par de socios que acababan de acercarse a ver cómo iban. En cinco minutos llegaron a la clínica del Haight donde trabajaba Shyam.

No tardó demasiado en lograr que una compañera lo atendiera. Shyam vio desde fuera de la consulta cómo le ponían los puntos.

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21/11/2012, 22:13
Shyam

Ya en la clínica, Shyam se paseaba de un lado a otro mirando a través del cristal. La pregunta de Tad le rondaba la mente y se reflejaba en su semblante con frustración. Podía entender el desprecio e incluso el miedo que causaban, pero ¿odio? Eran portadores de una enfermedad incurable y en aquella sede, precisamente, concienciaban a la gente de lo grave que era. La estupidez humana se superaba por momentos.

Se cruzó de brazos y buscó un sitio donde sentarse.

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21/11/2012, 23:25
Narración

Shyam aguardó sentado en la sala de espera. Ojeó una revista sin mucho interés, pero algo le hizo dejarla. Al fondo del pasillo de enfrente, cerca de los archivos, un enorme enfermero forcejeaba con un paciente que no dejaba de toser y lo encerraba en una habitación después de darle un par de puñetazos. El enfermero sujetó el picaporte, que tembló en sus manos. Glenn...

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21/11/2012, 23:35
Shyam

-¡Eh! ¡Arthur!

No se preocupó de dónde fue a parar la revista, saltó del asiento y esquivó enfermeras y pacientes hasta llegar a su lado. Aquella no era forma de proceder, y menos con la fuerza bruta que tenía Glenn.

-¿Qué demonios haces?

A pesar de no llevar el pijama de enfermero, todos sus compañeros sabían quién era. Ventaja y desventaja de su atrayente apariencia, pero que en aquel caso le permitía intervenir sin demasiados problemas.

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21/11/2012, 23:58
Glenn

Glenn se apretó el dedo contra los labios y le chistó. Miró a izquierda y derecha. Nadie les prestaba atención... y menos mal. El troll empezó a toser y se tapó la boca con la manga sin soltar el picaporte.

-No te acerques, Shyam, esa cosa te puede pegar algo gordo -dijo Glenn mirando preocupado hacia la puerta-. Esto es... esto es ridículo. Se supone que tengo que curar a la gente, pero... ¡no puedo curar eso de ahí! No, no abras... Hazme caso, Shyam...

Cualquiera que viese a Glenn podría pensar que estaba mal de la cabeza. Algo no muy extraño para los changelings, por otro lado.

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22/11/2012, 01:18
Shyam

A la primera tos, Shyam dio un salto instintivo alejándose y se cubrió la boca. Miró el picaporte y después a Glenn sin entender muy bien lo que pasaba. Entonces captó aquella palabra disonante en la frase: cosa. Que un enfermero se refiriese a alguien como "cosa" no era raro, pero si lo hacía un duende la cosa cambiaba.

-¿Cosa? ¿Eso no es humano? -preguntó, tan atónito como extrañado. Si no era humano, ¿qué era?-. Mantén la puerta cerrada. Dame un segundo.

Echó una carrera hasta el mostrador y enganchó un par de mascarillas. Dudaba que fuera hacer algo, pero era menos que nada. Mientras se la ponía, regresó junto al troll azul y se la tendió.

-Vale. ¿Qué hay ahí dentro? -quiso saber mientras miraba a ambos lados vigilando que nadie reparase en su presencia.

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22/11/2012, 01:29
Glenn

Sintiéndose más seguro con la mascarilla, Glenn soltó un suspiro.

-Creo que es una quimera. ES una quimera. No es la primera vez que veo una de estas. Últimamente están por todas partes. Son Plaga. Una plaga de Plaga -soltó una risita nerviosa-. Supongo que con la paranoia y todo eso... La cosa es que tenemos que matarla para que no se multiplique. Puede poner las cosas difíciles si sigue en el hospital.

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22/11/2012, 01:51
Shyam

Shyam resopló, sintiéndose atosigado de repente. No tenía nada a mano lo suficientemente consistente como para acabar con ella, y coger un bisturí e invocar la fantasía era la peor idea que se le había ocurrido en años.

-Vale. Reténla un minuto. Voy a subir a Pediatría a buscar algo con lo que atizarle. No la dejes escapar.

Y tras decir aquello, volvió a salir corriendo.

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22/11/2012, 02:00
Narración

Shyam subió al piso de arriba, al área de pediatría. La sala de espera era mucho más animada que la de los adultos, con juguetes hipoalergénicos, una alfombra con dibujos de carreteras, peluches, muñecos y puzzles. Como si lo esperase, un martillo de goma brillaba sobre un castillo de Lego. Shyam distinguió el mango de madera y la cabeza de acero con runas de poder grabadas. No parecía una quimera muy consistente, pero aguantaría un par de golpes y quizá hasta podría matar con él a la Plaga.

El sidhe lo cogió y escuchó una voz a su espalda:

-Señor Seward, ¿qué hace aquí?

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22/11/2012, 02:05
Dra. Martens

La doctora Martens, una de las coordinadoras de la clínica, le miraba con el ceño fruncido.

-Usted no debería estar aquí. De hecho, debería haber venido a hablar conmigo esta mañana. ¿No ha recibido ninguna llamada?

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22/11/2012, 02:13
Shyam

Shyam se dio la vuelta y sonrió sosteniendo el martillo de juguete en la diestra. Rápidamente se bajó la mascarilla.

-¿Llamadas? No -respondió algo desconcertado pero sin perder el encanto. Se quedó mirándola fijamente mientras repasaba  lo que había hecho aquella mañana. Definitivamente, no había llamadas en su historial-. El hijo de un paciente no deja de incordiar a las enfermeras. He subido a robar algún juguete para distraerle. Prometo devolverlo -Aseguró, meneando el martillo. Después su tono se volvió más serio y preocupado-. ¿Era importante?

 

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22/11/2012, 02:41
Dra. Martens

-Mucho. Si me acompaña podré explicarle de lo que se trata. Este no es un sitio adecuado para ello.

El tono de la doctora no era de invitación, sino de orden. Le indicó el camino hasta su oficina y no se despegó de él hasta que no entraron. Después de la zona de pediatría, las montañas de papeleo y el aire otoñal de la oficina de Martens lo ahogaron. Ella no era mucho mayor que él, pero la severidad de su mirada hacía que pareciese casi vieja.

-Señor Seward, como sabe, su condición de seropositivo ha llegado a oídos del consejo de la clínica. Es mi deber informarle de que no será necesario que siga trabajando aquí. Lo entiende, ¿verdad?

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22/11/2012, 12:25
Shyam

Sabía que algo malo ocurría, pero no podía apartar de su mente las palabras de Glenn sobre la quimera: "que no se multiplique". Eso era malo y él estaba perdiendo el tiempo con la Doctora que, seguro, no traía buenas noticias. Pocas cosas le importaban más en aquel momento que regresar a la plata de abajo enarbolando aquel martillo de juguete. Pero cedió. Entró en el despacho y tomó asiento, y de repente supo lo que pasaba así que no bajó la mirada ni un solo instante, como si la estuviese retando. No se sorprendió demasiado cuando se lo dijo, aunque eso no evitó que le hirviese la sangre tanto como a Tad cuando el desgraciado de turno había lanzado la piedra.

Shyam perdió todo encanto; se volvió serio y en sus ojos se reflejó la pasión que recorre la sangre de todo sidhe. Hizo verdaderos esfuerzos por serenarse antes de hablar. Era denigrante, y también era de esperar.

-Sí y no. Podría darle muchas razones de por qué yo sería mucho mejor enfermero que cualquiera de los que hay ahí abajo. Pero no le voy a complicar la vida y no tengo tiempo para emprender una cruzada ahora -dijo levantando el tono de voz, claramente alterado. Se levantó de inmediato sabiendo que no tenía mucho más que hacer allí-. Si tengo que firmar algo o lo que sea volveré mañana. Tengo prisa. Buenos días.

Notas de juego

Si no me detiene/dice algo más, vuelvo a la planta baja y antes de entrar en el pasillo, miro no vaya a ser que ande Tad por ahí tratando de averiguar dónde me he metido.