Partida Rol por web

-Pues si te contara... En fin, gracias Korah, de verdad. No, no es lo que estás pensando. Ahora no puedo ir, tengo que arreglar un montón de papeles y ya sabes como son en comisaría. No seas muy dura con él.

Van Doren colgó y esperó un momento antes de volver junto a los suyos.

-Todo en orden -dijo recuperando el chocolate-. Bueno, ¿cual es el plan?

Shyam miraba una dirección concreta con fijeza y se volvió hacia ellos solo cuando Van Doren lanzó la pregunta.

-He encontrado a Lady Dahlia, pero creo que no quiere hablar con todos. Dejadme ir primero -Les lanzó una mirada de advertencia y echó a andar hacia el lugar que había estado observando.

El Fiona se acercó a paso ligero oteando los alrededores por si resultaba algún tipo de trampa, pero no hizo nada más allá de eso salvo mirar por encima del hombro una vez para asegurarse de que el resto no le seguían. Al llegar junto a la sidhe guardó una distancia de cortesía.

-Mi Lady, os dábamos por prisionera. ¿Cómo os encontráis? -dijo con preocupación. Ladeó la cabeza intentando ver más allá de las sombras que proyectaba la capa.

-Tan mal como cabe esperar -dijo ella con tono desgraciado-. Mis súbditos han muerto y he perdido el feudo. He fallado mi misión. Merezco el más cruel de los juicios...

Shyam guardó silencio. No creía que habiendo insistido más hubiese llegado a evitar aquello, al menos en lo que a la Eiluned concernía.

-Todos hemos fallado. Todos hemos perdido en esta batalla -matizó sin esperanza de que compartiese su carga. Tampoco quería, porque él no había sido tan avaricioso como para provocar aquella masacre-. Pero debemos reponernos y recuperar lo que es nuestro. ¿Dónde habéis estado?

Calandra escuchaba la conversación a medias, contento de haber hecho saber a Van Doren que había cuidado bien a Craig. Levantó una ceja con incredulidad ante la mención del zarrapastroso (no quería mostrar cuánto le dolía aquel adjetivo en realidad) y el permiso para salir con él, y le pasó el chocolate a Van Doren cuando se acercó de nuevo. Asintió dócilmente ante las palabras de Shyam y no dijo una palabra mientras el sidhe se alejaba.

-¿Debería ir a poner la oreja? ¿Os parece que debería? No me fío de esa Dahlia.

-¿Dahlia? ¿Qué hace Dahlia aquí? -preguntó sorprendida, mirando a un lado y a otro-. Si, por supuesto, pero que pese en tu conciencia.

-Ocultándome, curándome las heridas, pensando -contestó, taciturna. Una lágrima solitaria le resbaló por el pómulo, brillante como una perla-. Mentiría si dijera que sé cómo solucionar todo esto. Mi primer impulso fue buscarlos para acabar con ellos como las alimañas que son, pero no hubo suerte. Busqué a Silveth, el traidor... y el Dàn me devolvió a vos. Parece que, dondequiera que esté, está allí por vuestra mano.

Dahlia le miró con ojos opacos a cualquier emoción que no fuese la tristeza. Si le estaba diciendo subrepticiamente que sabía que había matado a Silveth, no dio muestras de estar de acuerdo o en desacuerdo.

-Y por más que la venganza me sepa dulce, el feudo de Stevron sigue hecho una ruina. Y yo, Shyam, os confieso que no me quedan fuerzas para continuar. Ni fuerzas ni tiempo.

Sin variar la expresión aguardó a que ella terminase evitando interrumpirla, buceando en su mirada añil. Tan sólo emitió un largo suspiro cuando las palabras dejaron de hacer eco, pasándose la mano por la barba con calma tratando de averiguar como podía ayudarla.

-¿Tiempo? -preguntó en tono quedo, figurando que había algo que escapaba a su conocimoento.

-Hace varios meses, Lord Stevron me regaló su amor. Pude tenerlo durante una noche. -Evadió su mirada, avergonzada-. Los síntomas ya han empezado a notarse, de ahí que acelerase mis planes. Planes que sólo albergaban muerte y más muerte.

El sidhe le sostuvo la mirada unos segundos antes de empañarse con su tristeza. No recordaba en qué momento había empezado él a tantear la posibilidad o cómo había recibido el mazazo, sólo el desenfreno que le había sucedido y la diminuta llama de la esperanza apagándose cada vez más. Nadie se merecía aquel sufrimiento, y menos cuando venía de algo tan puro como el amor verdadero.

-Lamento profundamente escuchar eso. No os lo merecíais -musitó en tono fúnebre alargando la zurda para acariciarle el brazo-. Pero quizá no sea del todo tarde. Tengo intención de restablecer el feudo, y cuando eso ocurra partiré al Ensueño de nuevo a cumplir una promesa que le debo a alguien. Podríais venir en la partida y tratar de alcanzar vuestra propia cura. Es cuanto puedo ofreceros, además de una mano amiga.

Dahlia esbozó una sonrisa cínica.

-Sí, ¿no sería eso dulce? ¿Ir a buscar junto a vos la cura para mi mal? Sin embargo, Shyam, no tenéis en cuenta una cosa... Que ya fui en su busca no hace demasiado tiempo y fallé la prueba. He perdido toda posibilidad de alcanzar la copa de la vida. -Se encogió sobre sí misma y miró al suelo-. Pero no temáis, voy haciéndome a la idea poco a poco. Los sueños tienen una vida efímera en este mundo Banal, sobre todo los que son tan hermosos como nosotros. Lo único que lamento es haber causado daño a aquellos que deseaba proteger... y no haberos tenido cuando aún era posible.

El Fiona negó con la cabeza desoyendo sus palabras.

-Aún estáis a tiempo de enmendar las cosas, Lady Dahlia. Yo también perdí la esperanza y me resigné a cuanto me quedaba, pero estaba equivocado. Ayudadnos a encontrar el fuego para el feudo, restaurad nuestro hogar y todos ellos estarán dispuestos a devolveros el favor -dijo con convicción envolviendo sus palabras de esperanza-. Si lo hubiéramos sabido antes podríamos haberos dado una copa que fue engullida por la Banalidad a falta de alguien que la necesitara. Tan solo... confiad en ellos -Señaló hacia sus amigos-, y dadme el beneplácito para encabezar una búsqueda en cuanto esto termine. Seguro que habrá duendes dispuestos a ello. Por favor.

-Os ayudaré, pero primero debéis prometerme que esto quedará entre nosotros. No quiero que nadie más lo sepa. Confío en vos para que me guardéis el secreto -dijo en tono queda.

-No diré nada si no es vuestro deseo, pero necesito que vos hagáis algo por mí. Todos estamos poniendo cuanto tenemos de nuestra parte para recuperar el feudo, y no voy a permitir que caiga en ruina de nuevo si logramos recuperarlo. Y menos después de lo que ha ocurrido. Ya dejasteis claro que no aceptaríais a Calandra como heredero, así que quiero reconsiderar lo que hablamos la otra vez.

-Os escucho -dijo Dahlia, centrando su mirada en el Fiona por primera vez en toda la conversación dado que no se centraba en ella.

-Después de lo que ha pasado ellos no van a dejarlo en tus manos, pero sí en las mías. Y yo puedo mediar entre ambos y aseguraros que tendréis voz y voto, de que os respetarán.

-Sabéis que confío en depositar mi poder político en vos -aseguró-. Mucho más que en un pooka como él. Pero tened en cuenta una cosa: carecéis de título. Sólo un Lord puede tomar posesión del feudo. Un Lord o una Lady. Yo tengo el título pero carezco de la tierra. Por suerte estoy soltera... y podría tomaros como consorte. -Los ojos de Dahlia se volvieron hielo-. Sería un matrimonio político, no lo dudéis. Yo estaría rebajándome al casarme con alguien sin título, pero no me importa. Algún día moriré y vos heredaréis todo. El título de señor, el feudo y los vasallos.

Shyam alzó las cejas anonadado por la proposición. Tardó un poco en recuperar el tipo cruzándose de brazos.

-Claro. Y si traemos una cura que no habéis sido capaz de conseguir vos seguiréis manteniendo el puesto y yo atado a un lugar que no me corresponde. Y ellos seguirán siendo los plebeyos que no soportáis, los que contagiaron a vuestro amor. Me temo que no gozáis de una posición ventajosa para negociar esto. No contáis con apoyo para recuperar el feudo y, aun en el caso de que lo logréis y os proclaméis Baronesa de tal, ¿quién os seguiría? Como bien me dijisteis una vez, un feudo sin vasallos que lo protejan y lo cuiden es un feudo en peligro. Ya os lo advertí.