Partida Rol por web

Martes, 4 de diciembre de 1984 - 11:18

Cuando Calandra y Shyam se despertaron después de una noche de reparador sueño en el que todos sus problemas de salud se desvanecieron, la hoguera había recuperado la mitad del fulgor. La realidad quimérica había vuelto a permear el salón de la chimenea. Los muebles cubiertos con sábanas volvían a ser imponentes y raídos. El polvo flotaba por todas partes en volutas blancas, grises... y con algún que otro polvo de purpurina. Sobre la chimenea había brotado una boa de plumas rosa. El feudo reaccionaba al nuevo Barón.

En la cocina encontraron sprites correteando entre las galletas y escondiéndose ante su presencia, y en el pasillo distinguieron el ulular de un zapato de plataforma flotante. Poco a poco, su hogar volvía a ser su hogar.

Eddie y Van Doren aún dormían. El redcap se había llevado la peor parte, por lo que era de esperar que necesitase más descanso. Sin embargo, la mansión recibió sus primeras visitas pronto. Glenn y Meredith aparecieron en la puerta poco después de que el sidhe y el pooka empezasen a tomar café.

-¡Lo habéis conseguido! -La sátiro, llena de alegría, abrazó primero a Calandra y luego a Shyam-. ¡Gracias, gracias! -Estaba tan pletórica que le brillaban lágrimas en los ojos-. Oh, cielos... Pensé que nunca volvería a ver la hoguera encendida...

El troll se aclaró la garganta.

-El Duque Aeon os llama a su... a su presencia.

Calandra no se había puesto ninguna peluca, pero entre su ropa vieja había encontrado una camiseta de tirantes de color plateado brillante y unos vaqueros amarillo limón. Cuando vio entrar a Meredith y a Glenn sonrió y dejó a un lado una taza de leche con poco café y mucho azúcar. No se había atrevido a tocar la última remesa de galletas de Bernardette, pero tampoco le apetecían. Al ver los dulces el recuerdo de la boggan le había cerrado el estómago.

-¿Oh? Entonces habrá que acudir a su presencia. Me pido no despertar a Van Doren.

Despertar en su cama le desorientó durante los primeros segundos de su mañana, pero pronto se estiró como un gato con el ánimo y la salud renovados. Se unió a Calandra con un buen café para encarar el nuevo día, y le devolvió el abrazo a Meredith cuando esta entró como un remolino de alegría.

-Yo me encargo -dijo abandonando el asiento y llevándose la taza consigo. Al pasar, le dio un suave apretón a Calandra en el hombro-. Ve a ponerte guapo. Va a ser tu primera aparición en público como el Barón de este feudo.

Se sintió vagamente ofendido ante la insinuación de que no estaba guapo, pero entendía lo que Shyam quería decir. Si iban a presentarse ante la nobleza, sin duda necesitaba mucho más brillo. Unas cuantas pulseras como mínimo.

Desapareció escaleras arriba para prepararse, procurando no pensar en lo nervioso que estaba. Le había hecho una promesa a Lord Stevron, y al menos esta no iba a romperla.

Un rato después de que Shyam llamase a la puerta de la habitación (había escuchado risas y conversación alegre al otro lado), el redcap se asomó por una rendija y llamó al sidhe.

-Oye -dijo, sin ningún rastro de enfermedad-. Mi ropa está hecha un Cristo y me gustaría darme una ducha. ¿No tienes algo que prestarme tú?

Van Doren cogió una de las batas que aún guardaba en el armario y desapareció en el baño mientras Eddie hablaba con el sidhe.

-Algo tengo que tener por ahí que te pueda valer. Pero como hagas algún comentario vas en pelotas a recibir al Duque -aseguró señalándole con el índice. Antes de darse la vuelta añadió-: Me alegro de que ya no tengas la misma cara que esas quimeras.

Eddie se echó a reír de inmejorable humor.

-¿Por qué? ¿Es ropa muy de mariconazo?

Cuando Shyam le dio la muda, el redcap cerró la puerta. Poco después aparecieron la pooka y él duchados, peinados y vestidos.

Los cuatro changelings, acompañados de Glenn y Meredith, acudieron a Nob Hill en dos coches. La corte del Duque los recibió sin problema, pero Eddie tuvo que quedarse fuera por su condición de exiliado, algo que en teoría tenían que arreglar ellos hablando de su buena conducta y su importantísima ayuda en la recuperación de las armas baronales.

Cuando llegaron ante Lord Aeon, descubrieron que Lady Dahlia ya los aguardaba junto al Fiona. Su mirada se centró en Shyam, aunque no tardó en apartarla.

-Ya me han traído al sátiro Oscuro y se encuentra en las mazmorras a la espera del castigo. Y Lady Dahlia afirma que habéis recuperado el feudo del Polvo. -El rostro del sidhe se dulcificó-. Me alegro mucho. Habéis cumplido una importantísima tarea para con el Ensueño.

-Y para con Lord Stevron -dijo la Eiluned con voz suave, casi inaudible.

El Fiona se había adecentado todo lo posible desenpolvando ropa de cortesano que creía ya olvidada, calzándose botas altas, y recogiéndose el pelo en la nuca. No lucía su acostumbrada armadura, restándole sobriedad a su apariencia, aunque su espada pendía fielmente en su cadera. Esgrimía una media sonrisa henchida de orgullo, y sus ojos se prestaban amables y atentos, haciendo honor en su totalidad a la gracia natural de los sidhe. La presencia de Dahlia ensombreció brevemente su buen ánimo, pero al hablar no permitió que aquello trasluciese en su voz.

-Mi Lord -dijo Shyam presentando sus respetos en una reverencia y adelantándose un paso a sus compañeros-. Hemos realizado con éxito la Búsqueda que se nos impuso. Hemos traído ante la justicia a los culpables y le hemos devuelto la vida a la Mansión del Polvo. Por mi parte saber que he cumplido con mi deber es recompensa suficiente. No obstante, me gustaría solicitar dos cosas. Primero, respetando los deseos de Lord Stevron y vuestra propia palabra, que invistáis como Lord a Calandra para que pueda ocupar su lugar como es debido. Y en segundo lugar, esta victoria no habría sido posible sin la ayuda del redcap Eddie, que a punto estuvo de morir ayudándonos en esta empresa. Su información sobre el Corby fue de vital importancia para darles caza. Creo que todos los aquí presentes coincidimos en que su buena conducta merece ser reconocida.

Suponiendo que era el momento de dar un paso al frente Calandra avanzó hasta colocarse junto a Shyam e hizo una cortés reverencia levantando las puntas de su enorme camiseta y sacudiendo coquetamente las alas.

-Mi señor.

Van Doren se guardó sus opiniones respecto a Calandra como gobernante para si misma y se centró en intentar poder conseguir el perdón para su novio.

-Y no solo hoy, nos ha ayudado todos los días y todas las horas desde que ocurriera la devastadora desgracia. Siempre ha estado al pié del cañón de manera totalmente desinteresada e incluso ha arriesgado la vida por un feudo al que sabía que después de todo no iba a poder entrar porque aún no da la talla en el metro que hay a la entrada de la montaña rusa.

Lord Aeon escuchó en silencio a Shyam y después a Van Doren. Parecía incómodo, pero reflexivo.

-No me agrada la idea de readmitir a alguien que de manera manifiesta ha causado daños a mí y a mi corte en el pasado. Pero creo en la palabra de Shyam y si de verdad ese redcap ha arriesgado la vida para atrapar a los Oscuros, merece que se le tome en cuenta. Levanto la orden de exilio sobre el redcap Eddie, pero si vuelve a causar problemas o a hacerle daño a algún duende de bien, se le expulsará de mi Ducado y no habrá ninguna manera de convencerme de lo contrario.

Ahora hablemos acerca del feudo. Necesita un señor.

Calandra dio otro paso al frente y habló, escogiendo cuidadosamente cada palabra.

-Yo soy el heredero de Lord Stevron. Mi señor. Veréis, resulta que le agarré el cetro y se... se le encendió.

-De eso quería hablaros, mi señor -murmuró la Eiluned-. Al parecer hubo algún tipo de elección mediante un cetro, pero carece de verdadera validez. Si Lord Stevron hubiese dejado por escrito un testamento...

Shyam avanzó colocándose al lado de Calandra. Lady Dahlia ya había enredado demasiado las cosas, y no iba a permitir que se cometiese otra injusticia, de modo que hizo sonar su voz en la estancia con la claridad y pasión que pertenecía a su casa.

-Mi Lord, vos nos disteis vuestra palabra al respecto, dijisteis que reconocíais los deseos de Lord Stevron y que estabais dispuesto a investir a su legítimo heredero como Barón una vez recuperásemos la Masión del Polvo. No solo hemos recuperado el hogar que nos fue arrebatado y sus Tesoros, además hemos traído ante la justicia a los asesinos de nuestros amigos y nos hemos batido de nuevo con la terrible quimera de la que le hablamos. Ni siquiera hemos tenido ocasión de darles una despedida como ellos merecen. Y vos -continuó volviéndose hacia Lady Dahlia-, habéis desoído la última voluntad de vuestro amor deliberadamente. Decís que le amabais, pero sois incapaz de aceptar una verdad tan pura y tan simple como que él amaba y se debía a los plebeyos, y los respetaba como a iguales. Si el amor sigue significando algo, haced honor a su memoria y concededle su último deseo que era que Calandra ocupase su posición, como el cetro indicó. Este es el momento de demostrar que aquello por lo que Lord Stevron siempre luchó es real: por traer la paz y la reconciliación entre ambas partes.

Yo no quiero títulos ni reconocimientos, lo que pido hoy es Justicia.