Partida Rol por web

El ejercicio era por demás, estimulante. Ciertamente no era exactamente la misma escena mientras Aiden estuviese en la puerta. Para comenzar, la luz estaba apagada, pero trazando paralelos, efectivamente la ruta que había seguido el atacante y la ruta que Evan tendría que seguir eran las mismas. Eso te hace pensar que quien hubiese hecho esto, no sólo estaba preparado, seguramente orientándose de forma excepcional en un lugar desconocido, sino que se dirigió inmediatamente a donde estabas tú, en la cama, sin dudarlo. Había cierta familiaridad en sus movimientos que hacía aquel incidente más sospechoso.

Extrapolando además la ubicación de las luces, puedes determinar que todos los dispositivos están en su misma ubicación: el móvil que supones pertenece a Antony, las pantallas de los ordenadores, nada había sido movido desde el momento que estaba grabado en tu memoria hasta vuestra llegada allí. 

Ahora bien, Evan era más alto que el atacante, a juzgar por la silueta que recuerdas. Lo que significa que probablemente el responsable tuviese al menos algunos centímetros de menos, pero la luz, la sorpresa y el dolor que están grabados en tu memoria de manera tan frenética, hacen que sea imposible obtener más información con el mero razonamiento deductivo que estás empleando.

La simulación estaba casi lista, pero incompleta, al menos hasta que Aiden acabase su ritual. Y si bien continuaba concentrado, Evan y Oliver estaban enfrascados en recrear la escena de la manera más cercana posible -dada la escasa luz de las memorias de ambos y lo rápido del momento, claramente había cosas que eran imposibles-.

Oliver analizaba todo intercalando órdenes y momentos pensativos, mientras observaba, medía, reflexionaba. Evan intentó recrear también la trayectoria del intruso, sin demasiado éxito hasta que su otro compañero no terminase, no obstante manteniéndose en ciertas posiciones era suficiente al menos para dar algunas impresiones básicas. Caminar de aquí hacia allá, y moverse hacia la cama donde ahora yacía Oliver debería ser suficiente. 

Los minutos transcurrían, mientras el silencio era persistente. En realidad no parecía haber amenaza alguna de forma superficial y a nadie parecía importarle vuestra presencia allí. Quizás la discreción de los vecinos era una de las razones de Antony para tener a aquel lugar. Pero sea como sea, a pesar de estar en el sitio en donde vuestra pesadilla había tenido lugar, lejos de la perturbación inicial, os sentís en un lugar relativamente seguro... al menos de forma superficial.

Sonreía a medida que las líneas iban tomando forma fuera de mi cabeza. Podía sentir el latir de aquel apartamento, como si fuese el mío propio. No perdí la concentración por lo que hacían los otros dos, percibía algunos de sus movimientos pero ni siquiera era consciente de sus intenciones.

Faltaba poco para terminar, podía notarlo, «Un esfuerzo más, un poquito más...». El ritmo de mi mano se intensificó mientras comenzaba a dar los últimos trazos con que terminaría el ritual. 

Por la ruta que adoptó el intruso -Oliver dio unas cuantas explicaciones convincentes- creo que estaba muy familiarizado con el entorno, además de preparado para lo que quería hacer.

El Intruso era unos centímetros más bajo que tú, Evan. La luz estaba apagada, pero recuerdo bien la silueta, y no llegaba tan arriba, así que tenemos una altura bastante exacta. Usó su notepad del terminal para registrar todo.

Ah, recuerdo el dolor, y el dolor me enerva. Miró a Aiden un poco incómodo. Hacer magia después de un efecto de paradoja no es muy seguro, comentó para si, admirado de la ¿valentía? ¿tontería? del artista. Luego volvió la mirada hacia Evan. Hasta que no se mueva no vamos a seguir. Te prometo que luego seré yo quien obedezca tus directrices, a ver dónde nos llevan, le lanzó una sonrisita de circunstancias, pues se daba cuenta de que podía haberle incomodado.

Al oír a Oliver hablar desde la cama me giré hacia él. Escuché sus palabras, y lo primero que dijo me dejó pensativo unos segundos. Con lo siguiente la verdad es que ya pensé que me iba a decir que me descalzase, o que caminase con las rodillas un poco dobladas, sólo para emular mejor al tipo. Quizá aquello se había un poco de las manos.

—Yo también recuerdo el dolor —comenté llevándome una mano al lugar donde había sentido aquella punzada. A lo de después, lo de obedecer mis directrices, no respondí.

—Estoy pensando... —Me giré un momento hacia la puerta antes de volver a mirar al hombre—. Si Anthony veía la puerta desde la cama, el tipo tuvo que verle desde la puerta. No tenía por qué estar familiarizado con el entorno, sólo ir hacia él.

Oliver meneó la cabeza. No. La luz estaba apagada, y se fue derecho hacia mi... hacia él, sin titubear ni un segundo. Ponerse en situación hacía que surgieran detalles interesantes. Sabía dónde estaban la cabecera y los pies, y ni siquiera se fijó en el resto de la habitación. Aplicó lo que fuera que aplicara directo al abdomen. Tenía una luz detrás, si, pero él mismo se hacía sombra nada más abrir esa puerta.

De repente Aiden termina su ritual. Os voltea a mirar y tanto Evan como Oliver pueden sentir la vaga certeza de su voluntad alrededor. Es una impresión nebulosa e indistinta, que incluso podría ser solamente el deseo de los dos de comprender lo que ha hecho. No obstante, incluso el mismo Aiden se veía algo cansado, y no era para menos, luego de pasar algún tiempo concentrado en lograr su efecto.

El silencio es absolutamente tangible, todavía parece lejana la hora en que la ciudad despierte, aunque vuestros relojes indiquen que en cualquier momento la actividad del exterior debería colarse como sonidos de coches, voces y pasos a través de toda la habitación. Por ahora, aún bajo el abrigo de la madrugada, ante aquel enredo, y en vuestra investigación buscando respuestas, las únicas cosas claras era que Antony no estaba presente, que la puerta estaba averiada y que aquel lugar encajaba con lo que habíais visto entre sueños de forma milimétrica. Y sin embargo, a pesar de que al menos teníais algunas respuestas, las preguntas se parecían multiplicar con más rapidez de las que podíais responderlas.

Por fin has terminado, Aiden. ¿Tienes alguna sugerencia antes de seguir? ¿Qué has conjurado, por cierto?

Estaba agotado, pero satisfecho. La falta de sueño era en ese momento la menor de mis preocupaciones, pero seguramente influía también, además del ritual que había hecho en casa de Maddie y el que acababa de hacer ahora. Y empezaba a tener hambre, aunque eso debía ser por el yagé. 

Sonreía cuando me giré en busca de mis compañeros y al escuchar las preguntas de Oliver, respondí primero a la segunda. 

—Lo que os dije en elascensor. Una protección —expliqué, llevando mi mirada por un instante hacia la puerta que había decorado. No estaba tan trabajado como el dibujo de mi casa, pero no había quedado mal. Seguro que a Antony le encantaría cuando consiguiéramos rescatarlo. Me di cuenta de que quizás necesitaban alguna explicación más larga y volví a mirar a Oliver—. Ahora si alguien entra en elpiso con malasintenciones... Lo sabremos. 

Miré también al abogado y luego mis ojos se apartaron de ellos para buscar algo con pinta de ser una cocina. En cuanto la encontré, me puse en movimiento hacia allí. 

—A ver si Antony tiene algopara jamar, estoy famélico. —Mientras empezaba a hurgar en el frigorífico, entre cajones, armarios o lo que hubiese en busca de comida, alcé la voz sólo un poco para que me oyesen—. ¿Habéis descubierto algo vosotros?

Estamos en ello, estamos en ello. ¿Seguimos? Conocemos su altura con casi total exactitud, y creo que estaba sorprendentemente familiarizado con el entorno, aunque Evan discrepa en este punto. Ahora que ya Aiden no estaba ahí como un mueble, Oliver planeaba hacer que el sufrido Evan recorriera e hiciera cada gesto que el Intruso había hecho durante su aparición, buscando con ello ese punto de distracción, costumbre, familiaridad o como quiera que se le llamara que hiciera a sus sufridas células grises abrirse por fin al recuerdo extirpado de quién o qué podía ser aquel ente. Aparte de recopilar jugosos detalles sobre su persona ¿zurdo o diestro, por ejemplo? ¿color de los ojos? ¿tenía ojos? y cosas por el estilo.

Contuve un suspiro cuando Oliver le preguntó al fumeta qué había conjurado. Ya se había tirado el moco hacía un rato explicándolo, ¿de verdad era necesario que lo hiciera otra vez? Miré al chico mientras pedía, básicamente, unas novedades que no teníamos, y cuando se fue a saquear el frigorífico de Anthony me mordí la mejilla por la cara interna para no ponerle en su sitio. Sabía que las drogas daban hambre. Pero una cosa era eso y otra asaltar la cocina de nuestro compañero desaparecido. Aiden no sólo no tenía modales, sino tampoco vergüenza.

—Venga, seguimos —respondí a la pregunta de Oliver, y me dispuse a hacer lo que habíamos acordado.

La verdad, no creía que aquello sirviera de nada. No íbamos a descubrir más de lo que ya habíamos visto en el sueño, y aunque así fuera... ¿Qué podríamos hacer con ello? Aunque conociéramos el rostro del tipo, por ejemplo, no nos iba a servir para encontrarlo. Estábamos dando palos de ciego en lugar de seguir un camino que supiéramos, aunque fuese largo o complicado, que llevaba a un fin.

Aún así no protesté. Tampoco es que tuviese una propuesta mejor por el momento más que apoyar la búsqueda de Arcadius.

—No es que discrepe —aclaré de camino a la puerta—, es que no creo que tengamos base para afirmarlo, que es distinto.

Luego salí del lugar, dispuesto a entrar y hacer exactamente lo que recordaba que el tipo había hecho.

Una búsqueda en el refrigerador y la alacena de Antony no revela más que restos de comida. El frigorífico está bastante vacío, salvo por una bolsa de pan integral que parece todavía estar comestible, una botella de leche cuyo olor dista mucho de ser agradable, un frasco de mayonesa seca, algunas botellas de cerveza cuyo estado parece contrastar con el descuido general, también hay algunos restos de vegetales oscurecidos en rincones perdidos, y una botella de ketchup intacta.

Los cajones de la alacena no dan mejores resultados: Una caja de bicarbonato, pimienta, un tarro con azúcar blanca que tiene manchas marrones, y dos paquetes, uno de patatas fritas de bolsa y el otro de cheetos. Hay un tarro de café instantáneo también, y algunas servilletas por todo el lugar. En realidad parecía bastante austero y a juzgar por el estado relativamente intacto de la cocina, se podría deducir que no era aquel el lugar en el que Antony pasase la mayor parte de su tiempo. En realidad el aroma de aquella porción del departamento era seco y no exactamente apetitoso, una mezcla de descuido y desinterés que era más notable en las manchas en el fondo del lavaplatos, y el polvo que se acumulaba en ciertas repisas, sin contar en los colores verdosos que habían conjurado algunos de los elementos que parecían llevar bastante tiempo allí, silenciosos, observando.

Al mismo tiempo, Evan intenta recrear la entrada del atacante. Cierto es que que bajo la oscuridad y la luz que le otorga el pasillo, orientarse es difícil sin conocimiento a priori del lugar, y que la cama no es visible a primera vista, a menos que se acomode en un ángulo particular dando unos pasos. Más allá de eso, era difícil concluir categóricamente algo más con relación a vuestro sueño y lo allí sucedido. Luego, continuando con la ayuda a Oliver, se acerca a la cama dejando la puerta abierta y tras algunas instrucciones, pretendiendo que lleva el "arma", finge el ataque final. Tras algunos cambios de mano y de postura, Oliver parece satisfecho con el resultado.

La recreación de Evan complementa la escena dentro de lo posible, rellenando algunos vacíos. En primer lugar, aunque las condiciones del sueño seguían siendo diferentes: la intempestiva entrada del intruso mientras estabas "dormido" era imposible de replicar, el patrón de la luz del pasillo y la silueta de Evan sí que correspondían un poco a lo que recuerdas. Claro está que con tus ojos sin adaptarse a la oscuridad y con el ejercicio en su momento, era imposible volver a las condiciones precisas, pero ciertamente si extrapolabas todo a la situación que recuerdas, encajaba lo suficientemente bien.

Lo otro que logras sacar en claro, es que el atacante es derecho. Lo que haya empleado y dejase esa sensación punzante al final de tu sueño, había sido empleado con la mano derecha. Si no, el movimiento de Evan no tendría sentido y su cuerpo habría girado de forma diferente, casi impráctica, otorgando valiosos segundos en los que podrías haber reaccionado. No, había sido algo instintivo, con el suave cambio de altura del hombro derecho, con la inclinación y la fuerza, estaba claro al menos ese aspecto del ataque, aunque el qué había sido utilizado permanecía aún como un misterio.

La verdad es que yo no entendía una mierda de lo que estaban haciendo Oliver y Evan, pero tampoco me preocupó demasiado. Más me inquietaba el estado del frigorífico de Antony... ¿de qué vivía el tío? ¿de aire? ¿de bits o códigos o como se llamase lo que usaba en la red?

Pillé el pan de molde que aún parecía comestible y me metí directamente media rebanada en la boca antes de pasar a la alacena. Oía a Oliver decir cosas raras y al abogado hacer... Bueno, eso, de abogado, con sus bases sólidas y sus mierdas. Las bolsas de aperitivos concluyeron mi búsqueda con una sonrisa triunfal y cuando volví a reunirme con ellos lo hice ya cogiendo un puñado de cheetos. 

—¿Queréis? —ofrecí, mientras seguía mi camino hacia el dormitorio. 

Empecé a encender aparatos, los ordenadores, las pantallas, el móvil... A lo mejor en alguno de esos chismes que tanto le gustaban había alguna pista sobre cómo o quién le había encontrado. A lo mejor había recibido amenazas. O tal vez tenía un sistema de cámaras ocultas en su casa, que conociéndolo y con lo paranoico que era no me habría sorprendido nada. Lo chungo iba a ser saber usar todos esos chismes, porque yo sabía usar el Photoshop y el Corel Painter, había aprendido algo de ilustración digital en la carrera, y sabía hacerme un portofolio y eso... Pero de cosas chungas de hacker no tenía ni idea. Miré a Oliver y le hice un gesto con la cabeza hacia el ordenador de sobremesa. 

—¿Cuando termines coneso me echas unamano aquí? Tú sabes deesto, ¿no?

Me metí otro puñado de cheetos en la boca. Joder, qué buenos estaban. Es que aunque estuvieran rancios me habrían sabido a paraíso en aquel momento.

El olor asqueroso de los chetos revenidos invadió la estancia.

Oliver siguió muy concentrado. Diestro. Altura. Esos eran pequeños ganchos muy interesantes. Probó a forzar la máquina. ¿Sexo? Una silueta era una silueta, y podía ser marcadamente sexuada: caderas, hombros. ¿Raza? Una mano, si no llevaba guantes, tenía algún tipo de color. Esa luz, extrapolando la raza de Evan, podía darle pistas sobre el color de la piel del Intruso. En una silueta había información a paletadas. El peinado, por ejemplo, si tenía el pelo rizado o lacio, o corto, o largo, o si llevaba tocado: ¡la ropa! ¿Falda, traje, pantalones, deportivas, túnica? ¡El color! Una vez más, extrapolando por la luz y los colores conocidos que ahora veía...

Carcomía esa especie de escudo que cubría su memoria royendo por los bordes, captando detalles, deduciendo otros y poniendo en ello toda la fuerza de su imaginación y de su voluntad.

No hizo demasiado caso de Aiden. Vagamente, esperó que no arruinara nada con sus patazas sobre el teclado. Supuso que le dejarían a él las cosas de la informática. Pero estaba demasiado concentrado para abrir la boca.

Trazó el signo en su terminal. ¡No me falles, Frankie! Pensó con toda la fuerza que pudo.

Oliver puso cara de pfiuuuuu, como si un elefante acabara de parir un ratolín. Seguramente será esta peste a cheetos o los incontables gérmenes que pueblan este antro, pensó. Y yo que proponía que nos fueramos a vivir juntos, acabó de pensar, alucinado por su propia audacia. Contenía con valor las ganas de rascarse por todas partes.

Nada, me temo, anunció. Nada más. Estoy a tu entera disposición, Evan...

Salió de la cama a la silla con la maestría propia del que lo hace todos los días sin el concurso de sus piernas.

Y tú, ten cuidado no toques nada importante. Luego te ayudo con los aparatitos.

Fue tedioso hacer varios intentos de algo que estaba convencido de que no serviría para nada. Aún así estaba convencido de que a Oliver no le bastaría con mi palabra para estar convencido de que aquello era inútil, y tampoco tenía una propuesta mejor, así que me limité a seguir sus instrucciones.

Al acabar empezaba a estar un poco cansado de aquello. Vi llegar al drogata, cheetos en mano, y me limité a negar con la cabeza. Empezaba a pensar que habría desaprovechado menos el tiempo viniendo solo. Tendría que haber aprovechado el rato del ritual en casa de Maddie, por ejemplo. Al ver que Aiden empezaba a toquetear el ordenador ya me puse en lo peor, imaginando que lo mismo se le había ocurrido la idea de poner música para amenizar el momento, o algo así. Sin embargo, tuve que reconocerme a mí mismo que aquel era un camino de investigación que no se me había ocurrido hasta el momento... Vale que el vago de Aiden probablemente había llegado a él por azar, pero podría ser interesante.

Finalmente, con el veredicto de Oliver, asentí. No quise expresar en voz alta que "Nada" era precisamente lo que había esperado... Pero era lo que había esperado. Me sorprendieron un poco sus siguientes palabras. ¿A mi disposición? Si por mí ni siquiera tendríamos que estar en ese piso. Aún así...

—Está bien —concedí, dispuesto a asumir el control y no tardé en darle las instrucciones que parecían más lógicas—. Mira a ver qué puedes sacar de su ordenador, y si puedes desbloquear su móvil. Es una pena que no se lo llevase, así podríamos localizarlo.

Poco a poco se caza al mono, se dijo Oliver. Ya sus compañeros le dirían que parara. Por el momento, él se puso a la tarea como si tuviera todo el tiempo del mundo.