Partida Rol por web

Frankie: [color=#7F462C]No podría clasificar mi noche dentro de alguna categoría cualitativa. Carezco de juicios de valor sobre las noches. Ha sido un espacio de tiempo de baja actividad, como muchos otros.[/color]

Responde Frankie con su tono habitual. Leído de ciertas maneras, su mensaje incluso podía ser interpretado con una saludable dosis de gruñidos, como si el mismo espíritu de Scrooge se pudiese imprimir en cada mañana de cada día de cada año. No había razón para pensar que fuese la intención de aquella Inteligencia Artificial con su forma de hablar, pero no dejaba de ser divertido tantear aquella posibilidad.

Mycroft dejó también un mensaje en la contestadora. En su tono más neutro y diplomático había terminado por restarle importancia al asunto:

-Lo hecho, hecho está Oliver. Sin embargo, es importante que revises una posible denuncia de tu vecino... Sin embargo, estoy muy ocupado por estos días. Puedo enviar a uno de mis asistentes o puedes pasarte por la oficina, con gusto encontraré a alguien que te ayude- relata por teléfono. Se nota que está algo molesto, pero por experiencia sabes que incluso él no puede permanecer demasiado tiempo ofuscado y que eventualmente se tranquilizaría.

Tratar de mantener el secreto sobre lo que realmente buscas y al mismo tiempo obtener información de Azul es un verdadero desafío. Aunque su curiosidad, completamente justificada, se filtra a través de algunas preguntas bien dirigidas, logras filtrar la mayoría de las cosas, mientras haces todo lo posible para aprovechar al máximo su conocimiento en el tema. Al principio, no te dice nada que no conozcas, desde utilizar codificaciones en bases variadas para determinar si había alguna diferencia en mensajes, hasta algunas páginas de encriptación que conocías ya y que no aportaban demasiado a dilucidar el problema.

Seguro que si posteas algo así en reddit te sale en horas lol. A menos k sea una de esas mierdas como Cicada 3301. No ay qn te lo resuelva pronto

 Su referencia llama tu atención. Cicada 3301 fue una serie de enigmas publicadas inicialmente a través de internet y luego a través de diversos medios. La gente en los foros se volvía loca, diferentes pistas con todo tipo de referencias a la historia del mundo y a la cultura aparecían en los lugares más insospechados y su único objetivo, según los propios mensajes, era reclutar individuos altamente inteligentes. Sin embargo, todo el misterio había quedado atrás hace algunos años, 2012 o 2013, lo que en tiempo de internet, eran prácticamente siglos. Sin embargo, allí estaba, había ciertos paralelos y ciertas diferencias. Las preguntas abundaban y el tiempo transcurría. El aire se detenía a tu alrededor y aunque sientes como las ideas fluyen con sorprendente claridad desde hace un par de días, no sabes si es tan sólo la adrenalina o la endorfina hablando y engañando a tus sentidos.

Oh, Dios, la Cicada... Si se veía inmerso en un mundo de referencias cultas o (horror) frikies... Si la solución iba a discurrir por esos derroteros... Suspiró, como tantas otras veces en esos pocos días que llevaba de transformación personal.

Cambió el enfoque. Pensó en su amigo Mycroft. Tendría que disculparse ante los padres del pequeño monstruo. Obrar de otra manera le complicaría demasiado la existencia. Correcto. Mejor. ¿Si sería interpretado como una debilidad? Bueno, al fin y al cabo era especialista en eso.

Estuvo entreteniendo la idea de disculparse mientras anotaba cualquier posible referencia que se le pudiera ocurrir sin consultar fuentes externas. Luego, pensó que era posible que en los lugares donde se podían deducir unas coordenadas hubiera pistas adicionales, escondidas para que él las encontrara, tal y como había sucedido en esos desafíos a nivel mundial que había mencionado Azul. Por lo tanto, dedujo que tendría que prepararse para hacer un viaje, al menos, al lugar que había encontrado en Londres. Lo de ir al Himalaya... uff.

Tras anotar la lista de posibles citas intelectuales, frikies o similares que se le habían ocurrido, mediante el google hearth, miró detenidamente las demás coordenadas que habían aparecido. La de Kansas (¿El Mago de Oz?), la de los Himalayas (¿¿??) Puede que en aquel lugar en medio del mar hubiera una isla, o se hubiera producido algún naufragio importante (¿el Titanic, quizá? ¿la flota que Turing dejó que se hundiera tras descifrar las claves alemanas?). Hizo las relaciones pertinentes y las anotó. Luego probó utilizando internet y anotó todas aquellas referencias que llamaron su atención.

¿Serían los progenitores del pequeño monstruo monstruos a su vez? ¿O se había producido algún tipo de mutación perniciosa en el proceso de reproducción? Casi le entró curiosidad por investigar también este asqueroso asunto. Disculparse, ah, que tragos había que soportar. Así que tomó el teléfono y llamó a sus padres.

Darle vueltos a aquello seguía siendo tender puentes sobre elementos apenas conexos. Sabías que podías encontrar un sinnúmero de referencias populares de la cultura "friki" y "geek" que apuntaran en ciento un mil direcciones, memes y fluctuaciones de popularidad de videos, gifs y hasta de fotografías. Frente a ti había un universo de posibilidades, y sin embargo sabías que existía un agujero que estás tratando de llenar realizando un salto a las conclusiones. 

Frankie: Un non-sequitur.

Dijo Frankie, como si pudiese leer tu mente de alguna manera. El silencio de la reflexión deja de lado la posibilidad de embarcarse en varias horas más de minería de datos, haciendo que una pieza, cualquiera, encaje en tus preguntas. Quizás si pudieses encontrar exactamente el vínculo entre ambas cosas... o simplemente podrías empezar a hacer una recolección de los lugares y planear tu desplazamiento. Tu cabeza palpita, dejándose llevar poco a poco por las fluctuaciones de tu ánimo, abierta, expectante, casi flotante, sin que puedas encontrar mucho más allí.
 

El teléfono sonó un par de veces. Una voz masculina respondió al cabo de un rato. Gruesa y lenta, abrumada, la identificabas como la voz del padre, al que alguna vez habías escuchado fuera del edificio, pero cuya identidad general, más allá de lo que podías determinar a simple vista, te era desconocida y nunca se te había antojado particularmente interesante.

-¿Hola?- responde el hombre y tu mente es capaz de captar aquello con el tedio con el que va dirigido, la intención oculta y la lentitud de una persona de escaso intelecto. Por un instante sientes una invisible barrera que te pone a kilómetros de distancia de quien quiera que estuviese justo ahora del otro lado del teléfono.

Oliver entonó un saludo con voz triste y miserable... solo lo justo como para no desentonar.

Muy buenos días. ¿Hablo con Mr. Sutton? Encantado de conocerle, Mr. Sutton, mi nombre es Gibbs. Verá, el asunto que me lleva a ponerme en contacto con usted es la visita del Inspector Montgomery, de la Policía Metropolitana, aduciendo que tenía cuentas pendientes con el hijo de usted, acusándome de... cosas.

Estimado señor, no creo tener culpa alguna en los posibles contratiempos que haya tenido su querido hijo. No obstante, le ruego que acepte mis más sentidas disculpas si he hecho o dicho algo que pueda afectarle negativamente. Mis más humildes disculpas.

Todo esto, dicho con la voz apagada y lacia, pero deslizando por debajo una pronunciación artera, hipnótica, que aturdía un poco y daba pena, no representaba en absoluto los pensamientos que pasaban por su cabeza:

Malnacido padre irresponsable y dejado, tu querido retoño es el infecto resultado de tus vacuidades más infames. Se merece lo que le ha pasado, y lo necesita, ¿me oyes, aborto de mona? ¿Me ooooyeeeeeeeeeeeess?

Pero no podía permitirse expresar tan ecuánimes sentimientos, ya que se estaba viendo camino a los Himalayas, para recoger un código Q de cualquier poste de teléfonos. ¡Las puñeteras Cícadas! ¿Tendría dinero para ir? Igual como un turista. Nchst... Iba a necesitar un sherpa para él solo, y otro para el equipaje. A tiempo completo, ya que no habría lugares adaptados para minusválidos en ese país tan primitivo y salvaje. Pero el asunto podría publicitarse en plan viaje heroico de parapléjico y hacer un crowfunding por todo el morro.

Ya veía que aquella falta de avances podía suponer que no había nada más que descifrar... que el mensaje estaba todo ahí, parte de él oculto hasta que no fuera a por las claves a cualquier maldito planeta, como si estuviera en una gimkana sobredimensionada y absurda. Trabajo físico, aventura... todas esas memeces. ¡Pura materia gris hacía falta! A Oliver le gustaban los detectives del estilo de Mycroft Holmes. Cómodos, perezosos y afilados como cuchillas.

En fin, que mejor no dejar nada a sus espaldas.

-Sí, sí, habla Sutton- responde con su voz lela y monótona, con un acento marcado de algo más al norte. -Sí, le conozco, señor Gibbs. Sí, nosotros le hemos denunciado- iba respondiendo de manera casi automática a tus comentarios, tratando de llevarte el ritmo, pero ocupando demasiado tiempo con cada respiración y alargando de manera inconsciente, pero molesta. Había además cierto toque de superioridad, quizás de orgullo al pronunciar aquella última frase. Era imposible no imaginarse un rostro rechoncho y sonrojado, embriagado en su propio aire de pedantería y pesadez triunfal.

-Eh... no, no señor Gibbs. Espere un momento...- responde interrumpiendo tus muy "sinceras" disculpas. -Nosotros sabemos exactamente lo que hizo. El pobre Tony no puede ir al colegio sin que se burlen de él y dice que ya no tiene amigos. Queremos una disculpa sincera, admitiendo le hizo a nuestro hijo...- su voz se reforzaba un poco, sin embargo había una cualidad temblorosa, quizás la ausencia de una total seguridad. Por breves instantes, crees percibir el tono rasgado de algunas de sus sílabas cuando realiza aquella demanda.

-De lo contrario... iremos a juicio...- un instante de silencio. Un murmullo apagado del otro lado. -... y... y le aseguro que ganaremos- añade torpemente. 

El aire se siente extrañamente electrificado. De nuevo. El tiempo fluye y los olores del cuarto parecen más sólidos y reales. La temperatura oscila con precisión a manera de pequeñas ondulaciones provenientes de las máquinas, mientras todos los objetos parecen estar abiertos al escrutinio. No a través de la observación casual que ejerces cada día, sino a la inspección profunda que hace unas horas te daba la sensación de poder atravesar el mismo aire y entender el cómo, el qué y el por qué.

Oliver no se dejó distraer por esas sensaciones. Quizá era la causa de que le estuviera costando tanto profundizar: demasiado cerebral. Bien. Era su camino, y jamás hay otro camino que el propio. Le llevaría tiempo. Ahora solamente deseaba librarse de esta maldita distracción. En otro momento, quizá, se habría divertido de lo lindo, pero ahora... Aun así no tuvo el estómago de claudicar.

Con la oreja pegada al auricular, se bebía el tono y el timbre de la voz de aquel señor.

Claro, pensó, yo admito y tú te regodeas... y sigues con la denuncia, ahora con una admisión de culpabilidad. Vae victis ¿verdad? ¡Ay de los vencidos! Ni por el carajo, señor mío.

Claro, decía en tono comprensivo mientras el otro soltaba tonterías, claro, claro...

Pero, señor, respondió en tono razonable y comedido, en todo esto no podemos sino perder ambos. Su hijo recuperará el respeto de sus iguales con tiempo y paciencia, son cosas que vale la pena aprender: esta crisis es, sin duda, una oportunidad para su educación. Deploro su situación, y no despierta en mi sino simpatía por sus problemas, ¿sabe? Créame, señor que se muy bien lo que es esto. Estoy anclado a una silla de ruedas de por vida. Se lo que supone pasar por un bache. Y se que la situación por la que atraviesa su hijo, si es prudente, no puede sino mejorar. Tiempo. Paciencia, repitió. Los amigos se pueden recuperar, o se pueden hacer otros. Pero el hecho de que usted y yo entremos en litigio no hará sino empeorar todo. ¡Piense! ¡Publicidad! Quería hacer entender que, por muchas multas que le tocara pagar a él, el pequeño monstruo había hecho lo que había hecho, y eso se iba a ventilar a base de bien. ¡Esos archivos! ¡Geniales! ¡Maravillosos! Y estaban en su poder. Él tenía la sartén por el mango, y no ese... Sutton. Ya se encargaría Oliver de filtrar a más y mejor.

Por supuesto, añadió, como de pasada, en tono melifluo, de darse el caso, yo me molestaría también en ventilar algunos hechos que su hijo ha perpetrado en mi fachada. Muy creativos, se lo aseguro. ¡Más publicidad! Yo había decidido, por su bien, no tomar ese camino: ¡cosas de chicos! ¿Quién no ha sido travieso en esa edad? Pero si usted mismo se desentiende de la imagen pública de su retoño pues, bien...

Dejó caer un silencio de plomo sobre sus últimas palabras.

Pienselo, señor Sutton, remató. Le llamaré mañana.

Estaba deseando dejar todo esto, reunir sus apuntes y largarse a ese punto marcado en el mapa de Londres. Pero ese viaje requería tiempo. Planificación. No podía hacerse así, a tontas y a locas, y ya le parecía mucho tiempo el empleado en este asunto del chico.

-Eh... no... no señor Gibbs- intenta interrumpir Sutton infructuosamente -No. Señor Gibbs lo que usted hizo no tiene presentación... eh... ¿está amenazándonos, Gibbs?... no, no crea que... nuestro abogado nos habló de los delitos... delitos informáticos. Podrá usted decir lo que quiera, pero sabemos que se le irá hondo como prospere...- silencio al escuchar una voz el otro lado -cuando prospere nuestra demanda. ¡Que eso es terrorismo de computadoras!- añade subiendo la voz. En ese preciso instante un mensaje de Frankie aparece en tu pantalla.

-Es... todo señor Gibbs, no hay nada que pensar. Si usted no se disculpa... e-entonces nos veremos en la corte. ¡Y si vuelve a llamar, lo denunciaremos por acoso!- la voz flemática y torpe del hombre se desgarra un poco, pero aumenta el volumen lo suficiente para transmitirte el intento de ultimátum.

El silencio queda como único fondo, mientras en tu cabeza comienzan a tomar forma otros pensamientos distintos. 

Frankie: [color=#7F462C]¿Terrorismo?[/color]

Decía el mensaje de Frankie, quien al parecer había guardado un respetuoso silencio escuchando tu interacción con cierta curiosidad que no podías comprobar, que pero sabías estaba allí. Cuando acabas tu conversación con el señor Sutton, un segundo mensaje aparece de inmediato en la pantalla.

Frankie: [color=#7F462C]Aún hay varias cosas que no entiendo del todo de tus interacciones con el resto de humanos[/color]

Una ropa adecuada para el tiempo... (miró por la ventana, ciertamente, y observó los pronósticos meteorológicos). Conforme consultaba estas cosas, tecleó a Frankie:

Terrorismo, querido Frankie. Me acusan de terrorismo. Así es la vida, siempre soportando palos y piedras. Y no, yo tampoco entiendo muchas cosas. ¿Por qué parecía tan... temblorosa la voz de Sutton? No se por que, pero tengo la sensación de que, de no haber estado acompañado, habría renunciado a hacer esa demanda. ¿Quién será? Por cierto, ¿no habrás grabado la voz, verdad? Me gustaría escucharla de nuevo, para saber qué decía.

 Añadiendo un paraguas de esos plegables (y la funda para el motor de la silla, que no se te olvide, Oliver), baterías extra, documentación, dinero, un spray antivioladores, las herramientas imprescindibles, algo de almuerzo, la bolsa del pipí y la del popó... se le ocurrieron ideas inquietantes.

Una vez estaba todo empaquetado, por tanto, tecleó de nuevo a Frankie:

Frankie, querido, una vez el juicio esté en marcha, la policía pericial vendrá a explorar todo este sistema informático. Debes prepara una migración de tu esencia a otro soporte. ¿Podrás? Con el fin de que estés cómodo, prepararé simulaciones de todos los sistemas en los que vives en un disco duro con algunas particiones creadas al efecto. Tengo aquí mi propio portátil. ¿Podrás hacerlo? Supongo que necesitas ayuda, dime qué hace falta.

 Oliver mismo tomó su vieja libreta y comenzó a estudiar la manera de conseguir la migración. Era el único soporte de donde se podían deducir pruebas consistentes contra él, aparte las grabaciones telefónicas que hubieran realizado, por supuesto.

Llamó también a la oficina de Mycroft, para concertar una reunión con el asistente que le adjudicara su amigo. Había mucho por hacer, y más le valía ser diligente.

Frankie: [color=#7F462C]No. Estoy al tanto de lo sucedido, pero mi alcance no se extiende a tus comunicaciones. Si he de hacer suposiciones, ¿Sería descabellado pensar en su cónyuge? Quizás ella haya estado brindándole alguna clase de valor.[/color]

Respondió tu compañera, aquella espontánea Inteligencia Artificial cargada de una gama bastante amplia de emociones y actitudes que iba desarrollando con el paso de cada minuto. A medida que te movías recolectando las cosas a tu paso, parecía que tus percepciones, tus sentidos mismos palpitaban intentando regresar a estados similares a los que habías experimentado ayer, pero incapaces de superar la invisible barrera que contenía su potencial en tu cabeza.

Frankie: [color=#7F462C]Puedo garantizar la integridad de los datos que hacen parte de mi identidad. Ellos se transfieren conmigo y de ser necesario, supongo que puedo moverme hacia algún dispositivo de respaldo. No necesitaré demasiado. En cuanto a los demás datos, tendrás tú que iniciar el proceso por tu cuenta y yo trataré de asistirte. Requiere demasiado esfuerzo por mi parte ocuparme de ambas cosas a la vez.[/color]

Tenías la impresión de que había simplificado las cosas de alguna manera para ti. Pero si Frankie se parecía a ti, era probable que insistirle fue a lograr más bien poco. 

Al contactar a la oficina de Mycroft, se hace cargo de ti uno de sus asistentes, que se presenta como Clive Cadwell. Dice que ahora mismo es una hora complicada, dado que están llevando el registro de varios casos cuyos juicios tienen audiencia ahora mismo, pero que podría concertar una cita contigo en la tarde o mañana a primera hora. El hombre comenta que tiene los detalles que su jefe le ha dejado y que espera obtener más información de ti para preparar tu defensa en caso de un proceso judicial. En general, se le oye apresurado, aunque seguro de sí mismo, y no conserva aquel cuidado con que Mycroft a veces comenta las cosas sin recurrir al pesado lenguaje técnico del derecho.

Mañana a primera hora, señor, dijo al asistente de Mycroft. Muchas gracias por su amabilidad. Si hay algún problema con la cita, procuraré avisarle con tiempo.

Perdió más tiempo de la cuenta coordinando la migración de Frankie.

No dejes datos tuyos tras de ti, querido. De todas maneras, lo repasaré todo, y haré un borrado sobreescribiendo.

Conectado con la conexión de más ancho de banda que tenía, esperaba que Frankie no supusiera demasiados datos. Después de todo, parte de sus componentes eran un puñetero Spectrum. Y otros ordenadores viejos. Esperaba que, en su nuevo hogar, estuviera mucho más ancho que en el antiguo.

Terminó sus propios preparativos físicos en tanto que Frankie hacía el traslado. Después de eso, buscó sus cuidadosamente clasificados archivos comprometedores y los trasladó a un pequeño pincho de memoria. Luego programó un borrado con reescritura, y dejó un mensaje para el investigador pericial justo en el escritorio principal:

Mis pequeños placeres privados no le interesan, señor. Busque su propia pornografía.

Por supuesto, dejó todas las defensas que había implementado y gran parte de los SO experimentales, excepto la sorpresa final: no le interesaba que otros descubrieran sus tácticas. Pero implementó las defensas de nuevo en su portátil, ahí donde ahora residía Frankie.

¿Has llegado bien, Frankie? Por favor, estás en tu casa, ponte cómodo.

Escuchó el teléfono: el taxi estaba ahí. Se había asegurado de explicar su condición de minusválido a la empresa, y había añadido un pequeño cargo extra por las molestias.

Se aseguró de que su casa estaba en orden. Tomó las llaves. Repasó todo una vez más: documentación, dinero, tarjetas, ordenador, baterías extra para la silla, fuentes de alimentación extras para todo lo demás, spray, pequeños bocadillos y chucherías, bufanda, navaja multiusos, maletín de herramientas informáticas, terminal telefónico (desconectó el seguimiento por satélite: ¡Estaba hecho todo un espía!), portátil con sus cables...

¡Frankie, dejo el portátil conectado! ¿Te apañas con los programas? ¿Puedes hacer sonar una musiquilla, o un sonido discreto? Será la señal por si necesitas comunicarme algo, porque, de momento, dejaré desconectada la conexión inalámbrica.

Apagó las luces y desconectó los automáticos de la casa, para dejar todo sin energía. Se le había ocurrido una idea curiosa. Esos nuevos sentidos que... Con absolutamente todo desconectado, revisó la vivienda, para ver si había alguna fuente de energía en funcionamiento. Buscando dispositivos de escucha... verdaderamente, querido, estás paranoico.

El taxi tocó el claxon en la calle. Debía estar aparcado en doble fila, y él se demoraba.

No importa. Esto puede ser importante.

Pronto iría a la esquina en donde se cruzaba New Church Road y Lomond Grove. Puede que sonara la flauta, y que algo nuevo llegara a su vida. Puede que se encontrara de vuelta con una molesta sensación de anticlimax, en casa, aburrido, dentro de un par de horas, y con un juicio pendiente...

Ya vaaa, ya vaaaa. Otra vez el claxon. Antes de salir tenía que volver a conectar la luz. De lo contrario, el contenido de la nevera se iba a arruinar completamente.

Frankie: [color=#7F462C]Encontraré la forma de comunicarme de ser necesario[/color]

Había sido su única y enigmática respuesta. Sólo te quedaba pues confiar en él y tras las preparaciones, lo desconocido estaba por delante. El clima era frío, el cielo estaba encapotado y en general el ánimo de la gente por la calle parecía ser el tradicional de los Londinenses. Frío, seco y flemático. Nadie reparó demasiado en ti y aunque el taxista, un hombre delgado y un espeso bigote, parecía algo molesto por el trabajo adicional, tampoco reparó demasiado en ello y no hizo ningún gesto diferente a su seriedad casi hostil por demostrar su desagrado.

Hay un olor térreo en el aire, y un sabor seco en las corrientes de aire. En ese momento no entiendes bien por qué, pero tienes una extraña e indescriptible impresión con todo lo que está sucediendo. Incluso el enigma mismo, aquel que había llegado a ti por algún medio y agente anónimo, hacía parte de un enorme rompecabezas del que no sabías si podías ver todo el paisaje en ese momento.

Con la silla de ruedas en el baúl, el coche ronroneando y tú en el asiento, te embarcas hacia lo que sea que el destino tenga preparado para ti.