Partida Rol por web

13 de agosto de 1999 - 16:30

Marion había hecho llamar a Axelle a los aposentos que compartía con Lothar, asegurando que era urgente. La Baronesa esperaba sentada en un sillón, tratando sin éxito de leer uno de los libros de Lothar. Cuando Axelle llegó dejó el libro en una mesa y se puso en pie. Esta vez no la recibió con una sonrisa.

-Habéis venido. Bien. Por favor, poneos cómoda. Tengo que tratar un asunto importante con vos.

Axelle se aproximó a Marion haciendo una ligera mueca cada vez que tenía que apoyar su peso en el lado derecho de su cuerpo, resintiéndose aún por sus heridas causadas en combate un par de días atrás.

-Baronesa... -dijo y agachó la cabeza en señal de respeto.

La Canciller alzó la mirada a la espera y observó su rostro, pensaba encontrársela más sonriente debido a su reciente victoria sobre Bastien, aquello pareció descolocarla.

-Repito, sentaos si lo deseáis. Parecéis algo afectada por el combate con Bastien. Aprovecho para felicitaros por vuestra victoria. -Marion señaló un sillón-. Pero no es eso por lo que os he hecho llamar. He escuchado la noticia de vuestro embarazo.

-Gracias, siempre es un placer servir al condado.

Axelle no discutió su ofrecimiento y se sentó, pero enseguida levantó la cabeza al escuchar la palabra "embarazo".

-Ah... -murmuró volviéndole a prestar atención. A cualquiera le preocuparía que a la baronesa le "preocupara" un asunto como aquel-. Veo que no os alegráis por mi en ese aspecto.

Cuando Axelle se hubo acomodado Marion se sentó en otro sillón frente a la Fiona.

-Eso depende. Dado que somos amigas, no os importará que os haga una pregunta personal, ¿verdad? Incluso si estoy siendo brusca. Claro que no. -La Eiluned se inclinó hacia Axelle para mirarla directamente al ojo-. Decidme, Canciller, ¿hay alguna posibilidad, aunque sea mínima, de que ese bebé haya sido concebido en el bosque?

Axelle frunció el ceño, mostrándose reacia a contestar.

-No entiendo, ¿qué más da dónde haya sido concebido? -preguntó mostrándose a la defensiva y moviéndose en su asiento.

La Eiluned siguió buscando la mirada de Axelle sin inmutarse.

-Importa -dijo, y se permitió una pequeña pausa dramática-, porque vuestra alma y la de ese bebé podrían estar en peligro.

-¿Qué? -preguntó Axelle ladeando la cabeza-. No veo como un bosque podría afectarme a mi o al bebé, o a nuestras almas... ¿Qué queréis decir? -dijo. No parecía muy segura de creerse lo que Marion le estaba diciendo.

Se echó hacia atrás para apoyarse en el respaldo.

-Lo entiendo. Pero también debéis entender mi reserva a compartir cierta información, especialmente si resulta que no tenéis nada de lo que preocuparos. Pero si es así... Si el niño que llevais dentro ha sido engendrado en el bosque... Entonces debéis saber que os han engañado y manipulado para permitir su concepción. Y que quien lo ha hecho tiene planes para la criatura.

Axelle frunció el ceño y volvió a moverse en su silla.

-Digamos que ha sido así. ¿Cómo habrían podido influenciarme y por qué...? No tiene sentido alguno. D¿De quién tenéis sospechas?

-Me voy a tomar eso como un sí.

Marion se puso en pie y caminó hacia la cama. La Eiluned se movía por la habitación de Lothar con total soltura y confianza; se diría que había ocupado aquella alcoba desde hacía años.

-No sospecho de nadie. Tengo la certeza de quién ha sido. Y el por qué... no sois la única víctima. Un hechizo pesa sobre el bosque, un hechizo de deseo y fertilidad. Allí habita una criatura que desea que nazca un bebé para poder arrancarle el alma y ocupar su cuerpo, de manera no muy diferente a la que procedimos al salir del Ensueño.

Suspiró y se volvió hacia Axelle.

-Comprendo que es difícil de creer. Pero tenéis que hacerlo de todas maneras. Vuestro hijo no es de Cedric, aunque no entiendo cómo estáis tan convencida. Es de una criatura vil, que desea nuestra destrucción. La de todos nosotros. Pero tengo una solución para la amenaza de vuestro vientre.

Axelle alzó las cejas y siguió a Marion con la mirada según iba avanzando con el relato.

-¿Cómo habéis sabido de ese asunto? ¿Esa criatura tiene nombre? -preguntó y también se levantó sin acordarse de sus heridas, las que la obligaron a quedarse un rato encogida antes de erguirse por completo-. ¿Y qué solución proponéis? De ser cierta su existencia seguro que no me costaría nada mandarla de vuelta al Ensueño -añadió.

-Podríais intentarlo, pero no lograríais matarla. Otros lo han intentado, la han herido incluso, pero no han podido acabar con ella. No es competencia vuestra enfrentaros a esta criatura, al menos de momento.

Abrió un cajón de la mesilla de noche y sacó una fruta, una manzana roja que empezaba a ponerse mala. Le dio vueltas entre sus manos antes de acercarse a la Fiona y enseñársela. Axelle pudo ver que alguien le había dado ya un bocado.

-Esto eliminará el problema.

-Con todos mis respetos, Lady Marion, creo que debo ser yo quien juzgue y decida eso -contestó Axelle apresuradamente al sentir que infravaloraban sus condiciones. Puede que la baronesa no lo supiera, pero con esas palabras solo iba a conseguir alentarla más-. ¿Una manzana podrida? ¿Cómo puede ayudarme? -volvió a preguntar, escéptica.

-Decidid lo que queráis. Respecto a quien debe juzgarlo, vuestro cuerpo es el primero en resistirse a la idea. Apenas habéis podido levantaros. Sé que vuestra Casa no conoce el miedo, pero espero que conozcáis el sentido común. Y la compasión. Imaginad qué golpe supondría para Lady Marjolaine que os sucediera algo, especialmente en estos momentos tan duros para ella.

Después de un breve silencio dio un paso atrás y desvió la mirada hacia la ventana.

-No estaba podrida cuando la conseguí. Aún no lo está, pero me temo que no le queda mucho. Tampoco a nosotros, si no nos ocupamos de este mal. Respondiendo a vuestra pregunta, un mordisco hará desaparecer al hijo de la criatura de vuestro vientre. -Volvió a acercarse a Axelle y suspiró-. No os deseo ningún mal, Axelle. Sólo trato de ayudaros. Vos y yo tenemos asuntos que atender, y no gano nada engañándoos.

Axelle alzó una ceja cuando mencionó a Marjolaine, tras lo cual miró intensamente a la baronesa cuando intuyó para que servía aquella manzana.

-No -contestó rotundamente-. No voy a arriesgarme a algo así por una suposición. El bebé al que os referís puede ser el de cualquiera. Lo siento, mi señora.

Lady Marion sostuvo la mirada de la Fiona sin titubear, pero tras un corto silencio la Eiluned pareció desinflarse, y sus ojos se tornaron tristes.

-Yo también lo siento, Axelle. Porque no os estoy dando opción. No puedo, no podemos permitir que nazca un Fomoriano. Creedme, si hago esto es porque deseo protegeros. No, no necesito que me creáis, pues el Ensueño dicta que el barón gobierna sobre el caballero, y el caballero obedece al barón. -La voz de Marion se llenó de magia mientras le ofrecía la fruta a la Fiona-. Así que haréis lo que os diga. Contendréis vuestra espada y vuestra lengua, probaréis la manzana y permaneceréis tranquila y en silencio.

Axelle abrió mucho los ojos, tomó la manzana entre sus manos y la mordió. A medida que masticaba, la expresión de la Canciller cambió y sus ojos se clavaron firmemente en los de Marion. Entonces volvió a morder la manzana una y otra y otra vez; tantas veces que la barbilla se le llenó de jugo pegajoso y dulzón y varios cachos de la fruta cayeron al suelo.

-¡No!

Marion agarró las manos de la Fiona y forcejeó con ella para quitarle la fruta. La Fiona era una guerrera, y Marion no podía obligarla a soltar la fruta por la fuerza, pero tiró de sus muñecas para entorpecerla y tratar de que no comiese más.

-¿Es que queréis morir? ¡Soltadla! ¡Parad! ¡Basta! ¡Os lo ordeno! -la increpó con voz temblorosa y asustada.