Partida Rol por web

Mark se alejó de allí y se fue a un sitio apartado. Tenía algo que hacer.

Mark extrajo su portátil de la funda y lo arrancó mientras tamborileaba nervioso sobre la mesa. ¿Por qué tenía que ser ahora?

Cuando el ordenador terminó de arrancar se encontró ante el menú de inicio de sesión. Mark podría haber puesto su contraseña habitual y el ordenador se habría iniciado normal y limpiamente, sin ningún indicio de nada que pudiera inculparle.

Pero si insertaba otra contraseña se abría un sistema operativo diferente, oculto en el ordenador. Muy escueto, con apenas media docena de programas, la mayoría de ellos de hacking y contrahacking. Al insertar la segunda contraseña, el escueto escritorio apareció y una ventana salió en medio de la pantalla. No necesitaba ningún nombre para saber de quién se trataba.

- Buenos días, hijo. Supongo que ya habréis recibido la noticia de Mayhem. Es un salvaje y será útil que el Centinela le de caza, por lo que da lo mejor de ti. - escribió su padre, que no sabía que Mark ya lo hacía de base, más por lo que el Centinela le había enseñado que la propia lealtad al Rey Dragón - Seguramente encontréis alguna pista en las bombas o en los detonadores. Ten cuidado, creo que alguien os vigila. ¿Tienes alguna pregunta? -

Sanders apartó la vista mientras Paul le ayudaba con el traje. No le gustaban las palabrotas, pero no dijo nada al respecto, dado que había resumido sus propios sentimientos bastante bien. Y si Goldfield aparecía de una vez, al menos, tendrían más oportunidades de coger a Mayhem. A lo mejor de una vez con todas.

Se tomó unos instantes para acostumbrarse al peso del traje y se dirigió a la salida subterránea.

-Acabamos de escuchar su bravata -escribió Mark-. Haremos lo posible por cogerle, pero desde aquí tampoco puedo hacer mucho más que observar. Voy a intentar que esta vez me dejen algo más de libertad. ¿A qué te refieres con que nos vigilan?

- Recuerda que es tu deber demostrar lo que vales al equipo, así que si alguien más aparte del Centinela va a salir, intenta que te lleven consigo. Tienes mucho potencial, ellos lo saben y tú también: sólo necesitas que acepten de una vez que lo que le pasó a vuestro compañero no ocurrirá contigo. - respondió Longwang - Sobre esa vigilancia... hay alguien que pretende encontrar al equipo, aunque creo que sus deseos no tienen nada que ver con el Centinela en sí, si no con alguno de vosotros. No sé mucho más, me temo, sólo te puedo pedir precaución. -

El hombre escribió algo más rápidamente antes de cortar la conexión. - Recuerda que Betlam siempre está cubierta por sombras y las sombras hacen que las cosas no sean como parecen. Cuídate. -

Longwang cerró la conversación, mientras Mark asimilaba un poco las siempre crípticas palabras de su padre. La voz de Fedora avisó por megafonía de que Número 8 iba a salir con el centitrén.

La voz de Fedora anunció la salida de Número 8 con el centitrén mientras ella controlaba el vehículo como era habitual cuando se hacía uso de él. Allan sugirió a Bates que llevara su moto hasta el lugar del accidente de modo que no se quedaran tirados en caso de que Móvil tuviera que salir pitando a buscar a Número 8 en caso de emergencia. Era la opción más lógica, pues si Mayhem o alguno de sus secuaces andaba por allí y escapaban quizás el Centinela necesitara moverse con rapidez para perseguirles, así que Bates no puso pega alguna.

Mark pidió acompañar a Número 9 a la estación del atentado ya que en Base no podía hacer absolutamente nada salvo mirar al estar el centinela en reserva fuera. Leo Szilard sopesó durante un par de minutos la propuesta pero terminó por aceptar, aceptando que le vendría bien al joven.

Mientras Control e Instrumentación se quedaban en base controlándolo todo, Número 8 estaba llegando a la zona del accidente. Cuando vió los primeros efectos de la bomba en las vías bajó del vehículo y Fedora lo devolvió a la base: aunque en aquel momento todas las líneas de metro estaban paralizadas no se sabía en qué momento reactivarían el servicio y entonces podría ser complicado asegurarse de que el recorrido del centitren no tendría conflicto con el recorrido de uno de los trenes.

Número 9 llegó junto a Mark en moto al poco rato, comprobando lo que allí se había liado. Un montón de curiosos se arremolinaban ante el perímetro marcado por la policía mientras que ésta intentaba organizarlo todo, evacuar a la gente que aún estaba dentro y evitar que la prensa metiera más el hocico de lo que ya lo estaba haciendo.

Número 8, por su parte, empezó a sortear escombros puesto que cada vez se acercaba más al lugar de la explosión. El túnel se volvía más angosto por momentos y la oscuridad era casi total, pero eso no suponía problema alguno con la visión nocturna del casco. Por suerte no había ningún rastro por allí de ninguna persona.

Ni siquiera sabía qué estaba buscando. Suponía que Szilard o Fedora se darían cuenta si algo de interés aparecía en los monitores. Lo que sí sabía es que se tenía que dar prisa o iba a haber más explosiones.

-Vale, voy a echar un vistazo. Ponme la cuenta atrás en la pantalla, por favor -le pidió a Fedora.

Ayudado por las cámaras del casco, ideales para andar por ahí oscuras, empezó a rondar la zona.

Leo asintió levemente al escuchar la voz de Troy. Tenían pocas pistas y el tiempo apremiaba, así que debían centrarse cuanto antes en lo poco que tenían:

-Intenta acercarte lo más posible al punto donde se colocó la bomba -respondió-. Tal vez queden restos que nos den una pista de su fabricación o su procedencia que nos permitan averiguar algo- sin dejar de mirar a la pantalla, puso un dedo sobre el hombro de Fedora y luego lo apuntó hacia el monitor-. Fedora, necesitamos las imágenes de las cámaras de seguridad de la estación. En cuanto Número 8 encuentre el lugar donde detonó la bomba podemos centrarnos en buscar la cámara que más se aproxime.

La hacker continuó su arrítmico teclear hasta que Ocho pudo ver unos amenazadores números rojos en su pantalla. A Fedora le hubiera gustado ponerle una fuente con algún efecto ígneo y quizá alguna calavera en los ceros, pero teniendo a Szilard mirando sobre su hombro no le parecía apropiado. Ya lo haría más tarde.

A medida que seguía tecleando y navegando entre ventanas de diferentes aspectos, las imágenes de la estación comenzaron a aparecer en los monitores de la sala. Fedora fue asociando cada una de esas imágenes móviles a una pantalla para poder tenerlas todas controladas; después de todo le gustaba hacer bien su trabajo.

-Profit.

-Voy.

Sanders no había asentido con la cabeza. Solía hacerlo, hasta que se dio cuenta de lo molesto que era que lo hiciera número 9 mientras él miraba por los monitores. Se acercó a la estación. No tenía ni idea de dónde había explotado la bomba, pero lo primero sería saber, supuso, hasta qué punto iba a tener libertad para moverse por el andén. No iba a poder examinar nada si la policía andaba por ahí revolviéndolo todo.

-¿Está despejado el andén? -preguntó. Si Fedora podía decírselo haría su vida mucho más sencilla.

Cuando Fedora respondió afirmativamente se puso en movimiento. Recorrió el túnel hasta el andén, buscando un camino entre los escombros. Procuraba no fijarse en nada, pero pudo notar como su resentimiento crecía. Mayhem iba a pagar.

Trepó hasta el andén y miro en todas direcciones, buscando un sitio por el que empezar a buscar.

Bates apagó la moto y esperó a que Mark se bajase. Se quitó el casco y se guardó las llaves en el bolsillo interior de la chupa. Oteó el entre el gentío y contó cuantos agentes de policía había.

-Esto está plagado de pitufos... Va a ser un poco complicado entrar a husmear... Y preguntarles algo directamente va a ser perder el tiempo- Se giró hacia Mark-. ¿Alguna sugerencia, chaval?

La cantidad de polvo, escombros y restos de carteles y cosas varias que había por las cercanías de la zona de la explosión le impidió discernir el lugar de la bomba en aquel lugar. Movió alguna piedra de hormigón, sin éxito. Iba a rendirse cuando miró el andén en sí.

Se dió cuenta de que uno de los cubos de basura junto a las escaleras de bajada estaba destrozado, pero el plástico que había aguantado estaba ligeramente inclinado hacia afuera. No había que ser Szilard ni Fedora para saber que de haber recibido la explosión normalmente, aquel cubo estaría metido hacia adentro.

Sanders frunció el ceño bajo la máscara opaca. Parecía increíble que algo que cabía en un cubo de basura pudiese causar semejantes destrozos. Se acercó a la papelera para echar un vistazo.

-Creo que ha sido aquí -anunció.

Número 8 rebuscó en el cubo de basura: los desechos que allí dentro había ahora eran poco más que carbonilla y papeles destrozados, pero un vistazo más exhaustivo descubrió unas plaquitas metálicas que pese a tener una capa de hollín endurecido podrían limpiarse con facilidad. Quizás fuera alguna parte de la bomba

Leo entrecerró los ojos para intentar discernir algún detalle de las pequeñas placas.

-Hay que limpiar esas placas. No creo que vayamos a tener tanta suerte, pero podría haber numeración o algo gabrado que nos ayude. Nunca se sabe cuando se puede tener suerte -añadió en voz baja. Y desde luego aquel día la necesitaban-. Número 8, cerca de la muñeca en el brazo derecho tienes un pequeño dispensador de agua a presión, intenta usarlo con las placas.

-Si me dices algo más puedo empezar a buscar. Este tipo de bombas caseras siempre tienen una firma personal, y si ya ha actuado antes estará en los archivos policiales. Una numeración también ayudaría, pero teniendo en cuenta que lo más probable es que sea una bomba hecha por cachos dudo que tenga algún tipo de número grabado -se mordió el labio inferior, pensativa-. Lo mejor sería que recogieras todo para traerlo a Control... Pero la policia igual se mosquea si no encuentra nada.

Fedora estaba segura de que Szilard sería capaz de reconstruir la bomba sin problemas como hacían con los huesos en esa serie de investigadores que parecía interminable: Skulls.

Como con Szilard nunca sabía si un invento iba a funcionar demasiado bien (y como solían hacer de conejillos de indias), Troy se remangó la gabardina y cogió la placa para que no saliera volando víctima de una presión demasiado grande.

-Allá va.

Sin Goldfield no tenía muy claro si tenía que obedecer a Fedora o a Szilard, así que decidió que mientras limpia las placas iba a dejar que se pusieran de acuerdo entre ellos. Y si no lo hacían, Sanders haría lo que le diese la gana.

Regulada la presión a manos de Fedora, la mugre de la placa generada por la explosión se fue limpiando, revelando la típica placa de baquelita verde, algo ennegrecida. Pero sobre la baquelita se podían observar a simple vista que había cuatro números de series en dos filas de dos.

3365 9856 3215 - 7896 2145 8756
1578 6521 6978 - 0324 9013 6021