Partida Rol por web

Me doy cuenta que tras de mi vienen Larry y Rosalin. De alguna forma, me alegra no ir sola. Pero por otro lado me fastidia que continuen con su rifirrafe.
- ¿Dónde está Zach? - pregunto a Rosalin. No me gustaría dejar al niño sólo en este sitio ahora que ya se ha desatado el caos de la infección.

- Larry, tras esa puerta el ejército guarda todas nuestras pertenencias en el momento que nos cogieron - y añado con algo de sorna - aunque puede que tú ya lo sepas.

No me decido a salir pues el ruído de unos pasos me frena. Quedo a la expectativa de ver quien es el que se acerca pues temo que sea un infectado.

Parece ser que Rosalin sigue en pie de guerra, creo que me tendré que rendir ante su tozudez. La buena noticia, es que va a por Zach, así que con suerte nos dejará en paz y dejará de ser una molestía. La mala noticia, es que me sabe mal por Zach.

Lo de casi perder el pie, tampoco me pone de buen humor. Y si bien es cierto, que el ambiente no es el más adecuado, creo que en parte mis errores vienen por mis nervios a flor de pie por culpa del susto que me ha dado Rosalin. Ahora, no importa, todos estos disparos me hacen priorizar los problemas a solventar.

Veo una puerta cerrada, mientras nos acercamos Violeta y yo. Lo que me cuenta me llama la atención:

Larry, tras esa puerta el ejército guarda todas nuestras pertenencias en el momento que nos cogieron - y añado con algo de sorna - aunque puede que tú ya lo sepas.

Ignoro el torno de sorna. Se me da bien ignorar las tonterías, sobretodo cuando me centro. Si lo que dice es cierto, aquí debería haber el maletín. Mi maletín. Con todo lo necesario para facilitarnos más las cosas, además de mi aparato para el pirateo de tarjetas del hotel, lo que me vendrá bien para cuando vuelva hasta ahí... 

Sin duda hay que entrar. Esos pasos... parecen furtivos, a mi entender, los infectados no tratan de ser sigilosos... así que quizás sea el tal Zach, o otro superviviente que trata de ocultarse.

Dejo que se encargue de eso Violeta, mientras saco el clip, tras ajustarme los guantes (un tic, una mania del trabajo, pues ahora mismo parece absurdo proteger las huellas), y me pongo a trastear la puerta.

-Yo me encargo de esto, avisame si se acercan problemas.

Rosalin no acompaña a Violeta y Larry hasta la planta baja, en su lugar va en busca de Zach. No desea separarse de Violeta, pero mucho se teme que su amiga ha caído bajo la palabrería barata de Larry. Si la pobre no consigue despertar, seguramente acabará mal, muy mal. Así que con un último intento la pide que la acompañe, pero al ver que todo resulta inútil, termina separándose de ella y haciendo lo que le dicta la conciencia, ir en  busca del pobre muchacho.

Larry, algo alterado por su encuentro con Violeta, decide ir en busca de equipamiento que les pueda servir de ayuda para sobrevivir. Con gran cuidado abandona la habitación en la que se encuentra y avanza por el pasillo, hasta plantarse frente a la puerta indicada por Violeta.

Instantes después de ponerse a manipular la cerradura, algo aparece por el final del pasillo. Sus pasos son suaves, casi inaudibles. Dos pies pequeños y descalzos son los que producen ese leve sonido. Un niño, de unos ocho o nueve años como mucho. Uno que camina devorando algo que sostiene entre sus manos. Un niño de cabellos color paja, cuyo rostro está cubierto de sangre y cuyas manos, sostienen el brazo de una persona.

-Agggghhh

Permaneciendo inmóvil durante unos segundos observa a Larry trabajar en la cerradura y entonces, soltando el brazo comienza a caminar hacia él mientras extiende las manos. Poca a poco sus pasos se van acelerando, hasta que tras avanzar unos pocos metros, corre directo hacia él.

Tal vez sea solo un niño, pero tanto Larry como Violeta saben lo que les sucederá si esa cosa les muerde. Pero aquello no es lo peor, los gemidos o gritos de aquel muchacho, están provocando que más de aquellas cosas se sientan atraídas hacia allí.

Trabajar bajo presión es algo bien conocido por Larry, aunque lo habitual es que si falla, las alarmas suene y no ser devorado por un niño de 8 años. Bueno, al menos no puede decir que no está teniendo emociones fuertes.

El clip, oxidado por su tiempo en el olvido, no le ayuda demasiado a cumplir con su trabajo. De hecho empieza a temer que se pueda partir en cualquier instante, si eso le unimos el hecho de que está a punto de ser devorado, la situación no pinta nada bien. Pero entonces y ante la necesidad de la propia supervivencia hace algo que rara vez ha probado, comprobar si la puerta está abierta.

Click

Al girar la manilla, la puerta se abre sin oponer resistencia. La estancia del interior es amplia, aunque huele mucho a humedad. Hay varios contenedores grandes de plástico con diversas etiquetas. Sin duda son las pertenencias de los civiles, pero con lo que no contaba Larry era con el soldado que hay allí.

Vestido con el uniforme de los delta force, el soldado le observa con un rostro imperturbable sentado en un taburete, mientras come tranquilamente un sandwich.

-¿Qué? ¿Algún problema?

Si bien el soldado es consciente de lo que está pasando allí, no parece afectado en absoluto. De alguna forma, muestra una tranquilidad tan arrolladora, que resulta hasta inquietante.

-Largo, no me molestes, paleto.

El soldado, con emblemas de sargento, es el mismo con quién habló Brian para enviar un mensaje a Violeta y demás chicas. El tío tiene sobre la mesa un pequeño reproductor de dvd y está viendo un partido de Béisbol.

Larry no tiene muchas más opciones, bien regresa corriendo hacia el pasadizo o se encierra en la sala con el soldado. Ninguna de las dos opciones parecen buenas.

La revelación de que aquella abominación es James Pickman, lo toma por sorpresa. Hasta ahora creía que se enfrentaba a un nuevo tipo de arma biológica. Una capaz de reanimar los cuerpos y dotarlos de unas ansias asesinas insaciables. Por supuesto no tiene ni puñetera idea de cómo puede ser posible algo así, pero el ver que James, un escuálido muchacho ha duplicado su masa corporal y alcanzado una fuerza y una resistencia sobrehumana, le hacen sentirse en medio de una maldita película de serie B.

-No puede ser...

Sus palabras son tan solo un susurro, una forma de expresar sus propios pensamientos. Pensaba que empezaba a comprender contra qué se estaban enfrentando. Pero ahora ya no está tan seguro, no sabe si el virus está evolucionando o si han dado con una nueva cepa. De una forma u otra, las consecuencias de aquella nueva revelación son terribles.

-Esa cosa se ha abierto paso por este pasillo, dejando a su paso heridos y muertos. Se adentró en la zona donde son los llevados los civiles a descontaminación. Se escucharon disparos y poco después, el general ordenó la evacuación del personal militar de las instalaciones. Pero no sin antes, encerrar a esa cosa en la zona de descontaminación...junto con los civiles.

La furia arde en la mirada del capitán, quién claramente no está de acuerdo con las órdenes del general. Pero dada la situación, poco más puede hacer.

-Estaba revisando el perímetro exterior cuando escuché por radio lo que sucedía. Uno de mis hombres me envió esto...   -Indica tendiendo un móvil a Sophie, en la que se ve una captura de James o al menos, de aquello en lo que se ha convertido.    -Estaba buscando supervivientes cuando te encontré, creo que aún quedan personas en los pisos superiores. El general se dirigía junto a varios de sus hombres hacia el helicóptero, he escuchado disparos, así que deduzco que les perseguían varios hostiles. No tenemos mucho tiempo, conociendo al general, no permitirá que esa cosa escape de aquí...ordenará bombardear todo este edificio. Tenemos que movernos con rapidez.

Desenfundado la pistola con gran maestría, extrae también de su chaleco un pequeño aparato que ajusta a la pistola, justo bajo el cañón. Después simplemente quita el seguro al arma y se la tiende a Sophie.

-Esta es la M1911, dispone de un cargador de 8 proyectiles, así que se cuidadosa cuando la uses. El seguro se quita desde aquí, aunque ahora mismo ya la tienes preparada para abrir fuego. Es muy importante que tan solo coloques el dedo sobre el gatillo cuando vayas a usar el arma, es muy sensible y correr por ahí con el dedo sobre el gatillo no suele ser buena idea. Le he acoplado un puntero láser, eso te ayudará a que los disparos sean más certeros. Si te ves obligada a usar el arma, apunta a la cabeza, de cualquier otra forma resultará complicado detener a esas cosas.

Otorgándola unos instantes para que se habitúe al peso del arma, finalmente posa sus manos sobre los hombros de la mujer. Si quieren salir con vida de allí, va a necesitar que Sophie se centre y espera que el miedo no la paralice. Por suerte, parece una mujer fuerte, así que está seguro de que estará a la altura.

-No importa la apariencia que tengan esas cosas, no están vivas. Las personas que una vez fueron, ya no están. Si podemos llegar hasta el pasadizo lo haremos, en caso contrario subiremos por las escaleras en busca de más supervivientes. Calculo que tenemos poco más de cinco minutos antes de que empiecen a llover las bombas. ¿Estás preparada?

Sophie escucha lo que el capitán Wright le cuenta. Tampoco es de la opinión de dejar a nadie morir, pero si han conseguido encerrar a esa monstruosidad que antaño fuera Pickman, era por una buena razón.

- El pasadizo secreto está tras esas puertas... pero entrar ahí es un suicidio. - dice mirando su pistola.

Si los soldados de la instslación, por muy jovenes e inexpertos que fueran habían caido como moscas ¿qué iba a hacer ella que jamás había disparado un arma de fuego?

- Gracias... supongo - se limitó a decir la psicóloga mientras miraba absorta el arma que acababa de recibir. Costaba hacerse al peso real del arma, no se imaginaba que pesara tanto.

- Ahora que lo pienso... ese pasadizo vertical seguirá estando ahí en la segunda planta. Es decir, que podremos utilizarlo. Y si mis amigas están todavía con vida seguro que también habrán pensado en él.

Tanto Zack, como Violeta y Rosalin lo habían usado con anterioridad. Y ella confiaba en que lo utilizaran en sentido ascendente. Pues bajar por el era ir directas a la zona de Pickman.

- Confío en ti. - susurra antes de plantarle un sorpresivo beso en los morros.

Sí, quizá no era el momento ni el lugar para demostrar lo que ella empezaba a sentir por él. Pero ni siquiera sabía si iban a salir vivos de esa, así que lo hizo, sin más. Sin pensar que eso tal vez le desconcentraría en los pocos mimutos que tenian por delante, poniendo sus vidas en riesgo.

- Vamonos, no perdamos un segundo más.

Subirían una planta por las escaleras, para luego usar el atajo y desde ahí subir el resto de plantas.

El beso, pese a la sorpresa inicial, es rápidamente correspondido. Sophie, la mujer que posee el carácter de un huracán ha logrado captar su atención, de hecho si ahora se encuentra precisamente en aquella zona de las instalaciones, era por el mero hecho de buscarla. Atractiva, fuerte y con las cosas claras, lo que se puede definir como toda una mujer de verdad, al menos para la visión del capitán.

Aunque dada la situación, lo mejor es centrarse en salir de allí con vida y buscar supervivientes. Así que tras ponerse en cabeza, la guiña un ojo la indica que la siga.

-No te alejes y sigue mis instrucciones, todo irá bien.

Sí, aquella es una mentira, ambos lo saben, pero la única forma de salir de allí con vida es si ambos se lo empiezan a creer de verdad. Así que tomando su fusil de asalto, abre la puerta y revisa el pasillo. Caminando por el pasillo, una de las antiguas enfermeras que ayudaban a los recién llegados, avanza con un brazo parcialmente devorado, emitiendo esos inquietantes gruñidos tan propios de esas terribles criaturas.

La suerte les sonríe, pues la criatura se encuentra atraída por el sonido que produce un pequeño taladro usado por los médicos y que por algún capricho del destino, se encuentra aún encendido.

Indicando con las manos que avance con sigilo, ambos abandonan la seguridad de la sala en la que se encuentran y avanzan hacia el pasillo principal, para así poder ascender al nivel superior. Todo parece ir bien, pero para que negarlo, ese beso les ha trastocado a ambos y tal vez por ello, ninguno de los dos es consciente de las probetas que hay tiradas en el suelo y que crujen suavemente bajo los pies del capitán, pero que terminan produciendo un sonoro sonido cuando Sophie los aplasta del todo.

La criatura, aquella con apariencia de enfermera, se vuelve con rapidez y al verlo, grita a la vez que corre dispuesta a saciar su hambre con ellos.

-Plan b

Pero el plan B tampoco parece funcionar, pues al disparar el arma, esta se encasquilla. Con gran fastidio, el capitán se prepara para abatir a la criatura con su cuchillo, definitivamente, aquel beso les había traído muy mala suerte.

Una suerte que no parece mejorar, pues de la enfermería se escucha movimiento. Más de aquellas cosas están en camino.

En esta vida, hay cosas y cosas. Las emociones fuertes, me encantan, pero no dejan de ser momentos que van y vienen, y acaban relegados en espera del siguiente. Sin embargo, hay cosas que vienen y se quedan para siempre. Mi primera vez, el dia que maté un yonki, y... el dia que vi a un niño comer brazo humano para merendar.

Es esa clase de momentos que vienen, se quedan, y no contentos con ello, en el vecindario que es tu cabeza, es el clásico vecino cabrón que hace ruido a horas que no tocan y en general, da por culo. Si, esta imagen no me va a dejar dormir en mucho tiempo.

Joder, ¿en que mierda de pesadilla estoy viviendo? Si a adrenalina no me tuviera acelerado, ahora lloraría por el niño, pero simplemente no puedo... debo seguir adelante. Pero por primera vez me pongo nervioso de verdad, esa imagen me persigue... tanto que no logro atinar con el clip, y mi desesperación me lleva a probar de abrir sin mas...

¿Clic? ¿En serio? Menuda suerte supongo... Si que iba nervioso que ni probé eso...

Entro para dentro, confiando en que Violeta me siga. Aunque el niño corra, está más cerca y sus pasos son el doble de grandes.

Pero me freno al ver a un soldado, en una imagen surrealista, con todo lo que sucede... atento al partido y pasando de todo. No me extraña que estemos como estamos, si eso es lo que hacen los soldados. Y encima...

-¿Qué? ¿Algún problema?

Si bien el soldado es consciente de lo que está pasando allí, no parece afectado en absoluto. De alguna forma, muestra una tranquilidad tan arrolladora, que resulta hasta inquietante.

-Largo, no me molestes, paleto.

Me cago en la puta, encima eso. Se me ocurre que podría volver atrás, pero eso seria enfrentarnos al niño, y tanto Violeta como yo, necesitamos mantenernos un poco cuerdos. No es nuestro trabajo... 

Por otra parte, el soldado no tiene la actitud adecuada, pero si la capacidad para reducir a un niño y maniatarlo supongo, pero debo activarlo y ponerlo en funcionamiento antes de que sea tarde.

Me pongo firme, y hago el saludo militar.

-¡Señor! Se presenta el soldado raso, iterino William Copper! El capitán Wright solicita su asistencia en la entrada principal del complejo, señor!

En cuanto veo que reacciona añado:

-¡No me dio tiempo a ponerme el uniforme señor, le hago constar que hay un infectado al otro lado, un niño, señor!

Como el niño está entre él y la falsa orden de irse a la entrada del instituto, supongo que se verá forzado a lidiar con él. Además, para cuando quiera darse cuenta que la orden es falsa, ya estaremos lejos de este sitio. De todas formas no durará mucho más el orden militar, visto lo visto...

Sophie ahora mismo confiaba ciegamente en el capitán, cuyo nombre irónicamente seguía sin saber pese haberle ya besado. Quizá eso hiciera más fácil la despedida en caso de no volver a verse nunca más, ya fuera por que se separaran en el caos o porque uno de los dos, o ambos, murieran antes de poder salir de las instalaciones.

Esa enfermera macabra parecía absorta por algún ruido. Sí, el ruido conseguía causarles interés y distracción. Era bueno saberlo de ahora en adelante. Eso y que según el capitán Wright, debían disparar directamente a la cabeza para acabar con ellos definitivamente.

Iban con el camino despejado justo para a subir las escaleras cuando de pronto algo se interpuso en su camino. De pronto unos simples tubos de ensayo les separaban de su destino. Crujían bajo sus pies como diminutas alarmas alertando a esa infectada de bata blanca y pronto al resto.

Sin saber muy bien como, al ver que el arma de Wright se quedaba trabada, reaccionó. Primero apunto a ciegas, para luego darse cuenta de que un puntero láser le facilitaba enormemente la tarea. Fue como un puntero láser usado en la facultad para marcar la pizarra, pero esta vez era para acertar en un blanco móvil y de alguna forma vivo. Por suerte el seguro no estaba puesto, pues de lo contrario seguramente no hubiera sabido reaccionar para quitarlo.

Simplemente dejó que el láser guiará la trayectoria de forma inequívoca. Y la bala fue ella, prácticamente sola a alojarse en el cráneo de aquella mujer cadavérica.

Tan rápido, tan simple. ¿Así era acabar con la vida de alguien? 

Más tarde, cuando todo aquello quedase atrás, lo único que Sophie será capaz de recordar será el verse a sí misma alzando el arma y apretando el gatillo. Casi como si no hubiese sido ella quién acabase de disparar por primera vez en su vida un arma de fuego.

Aunque lo que sin lugar a dudas siempre quedará grabado en su mente, es la imagen de la bala atravesando el ojo izquierdo de la enfermera y saliendo por la nuca, llevándose consigo la mitad del cráneo. Los sesos desparramados por el suelo, unido al cuerpo cayendo al suelo será algo que se repita en sus pesadillas durante las próximas noches, pero al menos tendrá la posibilidad de poder seguir respirando.

-Ya estaba muerta, solo has dado descanso a su cuerpo.

Las palabras del capitán flotan entre ambos, antes de que baje el arma que Sophie aún mantiene alzada. El sonido del disparo se le antoja como demasiado ensordecedor, pero es el retroceso del arma lo que más la ha sorprendido. De no haber sujetado con tanta fuerza la empuñadura del arma por la tensión del momento, seguramente se le habría caído al suelo.

-Quizás sea mejor que yo no me separe de ti. Lo has hecho muy bien, ahora sigamos.

Con un ligero tono de broma, trata de animarla antes de tomarla de la cintura y obligarla a moverse. Cuando por fin Sophie reacciona, avanza junto a ella, mientras repara su arma.

Tras ellos, escuchan el sonido de al menos dos de aquellas criaturas tratando de salir de la enfermería. Sus gruñidos se alzan sobre el sonido de algo metálico que cae sobre el suelo. Seguramente debido a que en su ímpetu por devorarlos, acaban de tropezar con algo que hay en su camino.

Sin deseo alguno de seguir allí, ambos corren hacia el pasillo principal en busca de las escaleras de ascenso hacia los pisos superiores. Cuanto más se acercan a las escaleras, mayor es el sonido de disparos que llegan hasta ellos. Parece que alguien, en los niveles superiores, está abriendo fuego sin preocuparse lo más mínimo de atraer la atención de más de aquellas criaturas.

Los primero que encuentran al llegar a las escaleras, son los cuerpos de dos hombres tirados e inmóviles. Ambos llevan ropas de civil y están cubiertos de agujeros de bala y sangre. Sin duda se trata de infectados que han sido abatidos sin contemplación alguna.

Al llegar por fin a la primera planta, una mujer les sale al paso ataviada con ropajes militares y apuntándoles con un fusil de asalto. La tensión se respira durante unos instantes, antes que la mujer baja el arma y mostrar alivio en la mirada.

-Sargento, me alegro de verla. ¿Situación?

Dejando a un lado los formalismos propios de los militares, ambos se adentran en el primer piso junto con Sophie. La mujer es también miembro de los delta force, por lo que seguramente sea alguien de la unidad del capitán.

-¿Permiso para hablar con sinceridad?     -El capitán asiente con la cabeza, aunque la sargento Rodriguez sabe de sobra que el capitán siempre quiere escuchar la verdad, sea la que sea.    -El general está como una cabra. Nos obligó a salir de las instalaciones y dejar atrás a los civiles. Está subiendo a la azotea para escapar con el helicóptero y pretende volar todo por los aires.

Por la expresión del capitán, está claro que no aprueba los métodos del general. De hecho los aborrece tanto como a él, pero la cadena de mando le mantiene las manos atadas. De hecho ellos no deberían ni tan siquiera de estar allí en activo, pero dada la situación que están viviendo, se unieron sin pensarlo a las fuerzas de defensa de la ciudad.

-Lo sé, tenemos unos pocos minutos para sacar a cuantos podamos, antes de que vuelve todo el recinto por los aires.

Dos miembros de los delta force les aguardan un poco más adelantes, junto con un grupo de unas diez o doce personas. Sophie reconoce entre ellos a Zach, quién está junto a un hombre entrado en kilos y con barba, que supone es su padre. También ve a Rosalin con ellos, seguramente haya bajado por el pasadizo hasta la primera planta, pero no ve ni rastro de Violeta. Entre el resto de los supervivientes, ve también a Brian el camarero del hotel y a Rob, el técnico de sonido.

-No capitán, las bajas que hemos sufrido son tan numerosas, que el general ha decretado que la ciudad no puede ser salvada. Va a activar el protocolo renacer.

Poco más puede escuchar Sophie de la conversación entre el capitán y la sargento, pues es arrollada por Rosalin, quién salta sobre ella y la abraza con fuerza.

-¡Estás bien! ¡Menos mal! ¡Oh! ¡Si llevas hasta un arma!

Tomando de la mano a Sophie, la separa rápidamente del resto para poder conversar con ella de forma más privada.

-Hay dos soldados más que han subido a los pisos de arriba a por los supervivientes que quedan, una vez los bajen, van a sacarnos a todos de aquí en el camión del padre de Zach. Pero tenemos un pequeño problema...

Mirando hacia los lados, se asegura de que nadie las escuche, aunque en el fondo, a nadie le importa ver como cuchichean dos mujeres. No al menos con todo lo que está pasando. Aún así Rosalin prefiere pecar de precavida.

-¿Te acuerdas de Larry, el hermano del novio? Pues está aquí también. Estaba junto con Violeta en la última planta. Vinieron a verme a través del pasadizo y entonces descubrí que Larry es un gilipollas. El tío se cree una especie de James Bond, quería que subiese a la última planta y que gimiese como una loca. Según él, todos creían que se lo estaba montando con Violeta y que si no fingía, se enterarían de que en realidad estaba salvando la situación.     -Rara vez Rosalin odia a una persona, pero por como escupe las palabras, está claro que aborrece con toda su alma a Larry. De hecho es la primera vez que Sophie teme encerrarla en una misma habitación con él.     -Decía que un helicóptero venía a buscarlo, pero aún así le robó al capitán América las llaves de su coche para poder escapar. El tío se cree más listo de lo que realmente es y ha bajado junto con Violeta a la planta baja. Querían asaltar la sala donde los soldados guardaban el material que confiscaban a los civiles...Sí, Violeta también es un poco idiota al dejarse liar por Larry. ¿Qué hacemos? Los soldados llegarán pronto y nos largaremos de aquí enseguida, pero no podemos dejar a Violeta atrás.

Sophie es asaltada por Rosalin antes de que pueda reaccionar. El abrazo es tan repentino y entusiasta que la deja en shock durante un segundo, para luego fundirse las dos juntas en un abrazo mútuo. Sin soltar la pistola de la mano, siguen abrazadas unos segundos más.

- No sabía si estabas bien. Menos mal que os han sacado a tiempo. - le dice mientras se separan y la coje con sus dos manos de la cara. Bueno realmente solo una de ellas, pues en la otra lleva un arma como cosida a la mano. Cuando Rosalin lo menciona, por fin es consciente y le pone el seguro tal y como le había enseñado el capitán.

En cuanto su amiga le cuenta todo lo sucedido con Violeta y Larry, calcula lo que pueden tardar esos dos soldados en registrar las plantas superiores y volver a bajar para marcharse. La psicóloga mira a Rosalin muy seriamente. - De acuerdo, intentaré convencer al capitán para entrar en esa zona. Por desgracia será muy difícil. El lugar está sellado para evitar que los infectados se escapen. Si abren la puerta se arriesgan a que todos se escapen... pero no podemos dejar a violeta, tenemos que intentarlo al menos.

Se aleja de su amiga para lanzarle una advertencia muy seria. - Tu quédate aquí con los soldados, Zack y el resto de civiles. No querría perderte a ti también.

Dicho esto se acerca al capitán que está hablando con dos de sus hombres y la sargento Rodriguez. Todos ellos parecen especialmente capaces. Sophie cree que con tres de ellos es suficiente para mantener a los infectados a ralla y que ese grupo de civiles esté a salvo lo antes posible. En cuanto tiene un segundo, intenta apartarle y repetir al capitán punto por punto lo que le ha contado su amiga Rosalin a cerca de la situación de Violeta y Larry, incluido el tema de las llaves de su vehículo.

- Se que es arriesgado y que abrir esa puerta. - dice señalando la entrada a la zona acordonada. - es liberar a todos los infectados y exponer así a toda esta gente. - señala tanto a sus hombres como a los civiles. - Por eso, te pido por favor que me ayudes a buscar a mi amiga. No es necesario abrir esas puertas, podemos subir a la primera planta y colarnos por el pasaje secreto hasta la zona de peligro de la planta baja.

Lo que le estaba pidiendo a ese valiente soldado era que arriesgara de nuevo tanto su vida como la de Sophie para poder rescatar a dos civiles. No sabían que podían encontrar en la primera planta, pero sospechaba de estaría bastante más despejada que el sótano por que acababan de subir.

El problema estaba en que una vez llegaran al pasaje, lo único que se le ocurría era llamar a Violeta para que subiera. Pues bajar hasta la zona sellada era un absoluto suicidio y ni siquiera sabía si ella y Larry seguirían todavía con vida.  

Se que te estoy pidiendo demasiado, pero no puedo dejarla morir...

Escondida tras la puerta entreabierta veo como Larry forecejea con la cerradura. 

Mi espanto es enorme cuando veo acercarse el niño. Se me remueve todo. Es un niño de una edad entre mi hija Julie y mi hijo Mark. Me vienen unas ganas tremendas de llorar. De salir a consolar al pobre hijo que está sufriendo este maldito mal que parece extenderse implacable sobre toda la población de forma indiscriminada. Pero ver como mordisquea el brazo que arrastra con él me quita cualquier idea de salir a prestarle ayuda. A un perro rabioso no se le puede consolar. Primero hay que curarle la rabia.

Larry abre la puerta pero el niño ya ha advertido su presencia y se ha acercado demasiado para que mi salida hacia la habitación sea segura y en ese momento de duda Larry entra en la habitación cerrando la puerta tras de si.

Escucho unas voces que vienen de la habitación. Una, la de Larry, la otra parece la de un militar por su tono autoritario. Esto me acaba de frenar pues no parece nada amigable el tono del militar y si entro podría desmontarle la excusa que seguramente estará dando el avispado de Larry.

Por otro lado, no me veo capaz de llegar a la habitación  Me aterra ese niño. Creo que no podría hacerle frente.

Cierro la puerta de la sala donde estoy y miro si hay algún pestillo para pasarlo. Mantengo mi oreja pegada a la puerta y pienso que si  ese niño quiere entrar podré aguantar la puerta por lo que le parecerá cerrada y perderá el interés por querer entrar. Si escucho la llegada de más infectados me meteré en el conducto y lo taparé con las cajas. No sé si son hábiles para abrir puertas o apartar cajas para descubrir el escondrijo. Creo que pronto voy a descubrirlo.

Así, agazapada tras la puerta, espero la vuelta de Larry.

-Me caguen en la puta.

Gruñe el sargento entre dientes al perderse la última jugada del partido que está viendo. Por lo que malhumorado, apaga el móvil de un manotazo.

Con un par de grandes bocados, termina de comerse su sandwich, tras lo cual, desliza la lengua por los dientes en busca de posibles restos. Concienzudo en su trabajo, permanece así durante lo que parece una eternidad. Finalmente, tras tomar un sorbo de su lata de coca cola, suelta un eructo y alza su arma de forma despreocupada, pero apuntando con ella a Larry a la cabeza.

-¿Alguna vez le has hecho una mamada a un fusil? Es algo mágico, el hijo de puta se corre por todo lo alto, fabricando una orgía de sangre y sesos. ¿Quieres verlo? Adelante, chupa tan solo la punta...

La voz grave del sargento, pronuncia aquellas palabras con un ritmo lento, casi meloso, pero que en realidad no logra ocultar que algo no anda bien en la cabeza del soldado. Mientras que el refugio se va a la mierda él está allí comiendo y viendo un partido, todo ello sin inmutarse lo más mínimo.

-Debes de creerte jodidamente listo y pensar que yo soy un completo gilipollas. ¿Te parezco un gilipollas, puto paleto de mierda? No eres un soldado, solo eres una mierda que rescatamos. Te recuerdo, estabas en la cafetería cuando el comemierdas ese rubio vino para que le enviase un mensaje a unas tías.

Empujando una de las pesadas cajas con enseres que hay en la habitación, la coloca entre él y Larry, después, abre una caja de herramientas y le lanza un destornillador a Larry.

-Ahora vas abrir esa puerta y vas a cargarte a ese puto bicho. Si no lo haces, te dispararé a las rodillas y dejaré que te devoren vivo. Así aprenderás, pedazo de basura, que no es bueno joder a un Wright

Al otro lado de  la puerta, el niño golpea la puerta e incluso la araña con sus pequeñas manos, mientras emite sonoros gruñidos y lamentos.

-Deberías de darte prisa, antes de que lleguen más y tengas que abrirte paso entre ellos.

Su plan no ha colado y parece que lo único que ha logrado, ha sido enfurecer al soldado. Uno que además no parece estar nada bien de la cabeza y que sufre de impulsos violentos y que no posee muy aprecio por la vida humana.

Con la puerta cerrada, Violeta es incapaz de escuchar nada salvo un leve murmullo de voces. Larry parece estar teniendo una conversación con el soldado, pero no tiene ni idea de si esta va o no por buen camino. De lo que sí es consciente, es de las ansias que muestra el pequeño por intentar entrar en la habitación donde se encuentra Larry.

Sus pequeños puños golpean la puerta una y otra y otra y otra y otra vez, hasta que la sangre comienza a manar de las heridas que se forman en sus manos. Pero ajeno por completo al dolor, simplemente comienza a arañar la puerta causándose estragos en los dedos y las uñas.

Pero las desgracias nunca vienen solas. Los gritos del niño están causando tanto ruido, que en menos de uno o  dos minutos, llegarán más de esas cosas.Si Larry no actúa con rapidez o ella no crea una distracción, quedará atrapado allí con la única protección de una vieja puerta.

-¿Alguna vez le has hecho una mamada a un fusil? Es algo mágico, el hijo de puta se corre por todo lo alto, fabricando una orgía de sangre y sesos. ¿Quieres verlo? Adelante, chupa tan solo la punta...

La voz grave del sargento, pronuncia aquellas palabras con un ritmo lento, casi meloso, pero que en realidad no logra ocultar que algo no anda bien en la cabeza del soldado. Mientras que el refugio se va a la mierda él está allí comiendo y viendo un partido, todo ello sin inmutarse lo más mínimo.

-Debes de creerte jodidamente listo y pensar que yo soy un completo gilipollas. ¿Te parezco un gilipollas, puto paleto de mierda? No eres un soldado, solo eres una mierda que rescatamos. Te recuerdo, estabas en la cafetería cuando el comemierdas ese rubio vino para que le enviase un mensaje a unas tías.

Empujando una de las pesadas cajas con enseres que hay en la habitación, la coloca entre él y Larry, después, abre una caja de herramientas y le lanza un destornillador a Larry.

-Ahora vas abrir esa puerta y vas a cargarte a ese puto bicho. Si no lo haces, te dispararé a las rodillas y dejaré que te devoren vivo. Así aprenderás, pedazo de basura, que no es bueno joder a un Wright

Al otro lado de  la puerta, el niño golpea la puerta e incluso la araña con sus pequeñas manos, mientras emite sonoros gruñidos y lamentos.

-Deberías de darte prisa, antes de que lleguen más y tengas que abrirte paso entre ellos.

Llegados a este punto, quién se caga en la puta soy yo. Estoy harto, últimamente nada me sale a derechas, y la ira está tomando el control. 

-La verdad es que sí. Creo que eres un gilipollas integral.

Mis palabras salen de la boca, ya no hay vuelta atrás. Mi mano aferra el destornillador con fuerza, mientras le encaro. Dando un paso hacia él, que no me toma muy en serio, ya que está medio loco y le faltan unos tornillos.

-Eres un puto saco de mierda que no sirve ni para limpiarse el culo. La gente está muriendo, y te quedas mirando el puto móvil como un zombi...

Otro paso hacia delante.

-¿Crees que te tengo miedo? ¿Crees que me vas a amilanar con tu palabrería neardental de mamadas y fusiles?

¿Quiere condenarme a muerte? ¿Me amenaza? Lo ha convertido en algo personal, él o yo. Y yo ya tengo claro a quién voy a elegir.

-¡Que te follen!

Mi destornillador va directo a una de sus cuencas oculares. Nunca tuve este instinto asesino, pero el hecho de que éste cabrón me condenara a muerte, me ha hecho ver las cosas de otra manera.

El ruido que hace el niño golpeando y rasgando la puerta me pone de los nervios. Con este jaleo esto se va a llenar de infectados como ronde alguno más por aquí. Supongo que el ruido o cualquier estímulo sensorial puede hacerlos acercar como animales en busca de una presa.

Los humanos somos ruidosos y parece que la carne humana es la base de su dieta. Por lo que algo simple como ruido igual a presencia de comida puede ser uno de sus programas básicos de funcionamiento.

Tengo que hacer callar el niño. Pero cómo, no lo sé. No soy muy hábil dando palos, y arriesgarme a una segunda mordida me da pánico. Ésta seguro que me llevaría a mi fin. Ya ni los militares podrían salvarme. Parece que todo se está yendo a la mierda si ni los militares son capaces de mantener una instalación como esta segura.

Busco en la habitación algo que me pueda ser útil, tanto un arma contundente como cualquier objeto metálico o que pueda hacer ruido o causar distracción para lanzarlo lejos como señuelo. O quizás si hubiese algún armario que pudiera mover, podría atraer al niño y echárselo encima… busco, y rebusco y me rebano los sesos para salir de esta situación. Quizás en las cajas que tapan el conducto encuentre algo que me pueda ayudar.

Dicen que tan solo en los verdaderos momentos de crisis, las personas sacan a flote su verdadera personalidad. ¿Será eso lo que está sucediendo con Sophie? Rosalin jamás la ha visto tan...tan...¿Cómo decirlo? ¿Segura de sí misma? Pese al peligro al que se enfrentan y el riesgo que supone para sus propias vidas, ella se enfrenta a todo ello con la cabeza fría y sin dudar ni un instante en lo que hay que hacer. Por ello quizás simplemente asiente con la cabeza y regresa con el resto, pero no sin antes abrazar de nuevo a su amiga y desearla suerte.

El capitán Wrigth mientras tanto, coordina a los soldados que quedan y prepara la evacuación de los civiles. Sus dos compañeros, aquellos que han subido a los niveles superiores a por los supervivientes que quedaban, acaban de llegar con dos civiles más. Un hombre bajo pero fornido, de piel oscura y largos cabellos recogidos en una trenza, cuyo rostro curtido por el sol rebela unas pocas arrugas a ambos lados de los ojos. Se trata de un nativo americano que pese a todo lo que están viviendo, muestra unos nervios de acero. Tras él camina un hombre alto y delgado como un espagueti. Sus ojos, saltones, muestran dos profundas ojeras bajo los mismos. Camina nervioso, mirando hacia los lados, mientras que una fina capa de sudor lo envuelve por completo.

Aprovechando el momento oportuno, Sophie aparta al capitán del resto para contarle todo lo que acaba de averiguar. Por supuesto, todo lo que escucha no le hace ninguna gracia. Recuerda a ese tal Larry, un bocazas que no le causó ninguna buena impresión y que ahora se ve obligado a rescatar.

-Si son listos, habrán dado la vuelta nada más llegar allí. ¿Donde está el pasadizo?

Dejándose guiar por Sophie, se alejan del grupo en busca del pasadizo. Una vez dan con él, el capitán aparta varios pupitres viejos y oxidados que cubren la entrada al pasadizo y se asoma para echar un vistazo. Ningún sonido llega hasta ellos, por lo que Violeta y Larry no están allí, seguramente estén correteando por la planta baja...eso en el mejor de los casos.

-Te pediría que regresases con la sargento Rodriguez, pero sé que eres demasiado cabezota para algo así.  -Una fugaz sonrisa aparece en el rostro del capitán antes de volver a dotar su rostro de la seriedad propia de un militar. Sophie es una mujer atractiva, no de esas que resultan increíblemente despampanantes y que acaparan todas las miradas nada más entrar en una habitación, pero sin duda resulta atractiva. Pero lo que sin duda llama la atención del capitán es el coraje que muestra y la fuerza con la que se enfrenta a los desafíos. Muchos ceden ante la presión, pero ella no solo se crece ante los peligros, sino que además logra mantener unos fuertes valores morales preocupándose más por otros, que por ella misma.  -Me acompañarás hasta la planta baja para mostrarme el camino, pero permanecerás en todo momento en el pasadizo. Si las cosas se complican, darás media vuelta de inmediato y te reunirás con la sargento Rodriguez. El grupo nos esperará cinco minutos, no podemos quedarnos mucho más tiempo aquí.

En sus desesperación por encontrar algo que pueda servirla de ayuda, comienza a revisar con la escasa luz que entra del exterior, los armarios que la rodean. La gran mayoría están podridos, sin puertas e incluso, sin bisagras. Son modelos baratos, por lo que no son muy pesados y resultan sencillos de mover, por lo que quizás pueda darles alguna utilidad.

Maldiciendo para sus adentros casi se da por vencida cuando algo llama su atención. Casi oculto entre la pared y un armario, encuentra un bate de aluminio en perfecto estado, pero cubierto de telarañas. Su tacto frío, pero fuerte, la ayuda a controlar un poco sus nervios.

Mientras tanto, fuera, el niño continúa golpeando la puerta y arañando la superficie de la misma con sus uñas. Sus quejidos y gritos, están atrayendo demasiada atención y a lo lejos, se escucha la llegada de más de aquellas criaturas.

Armada con el bate, Violeta ahora se enfrenta a la decisión de salir y hacer frente al niño que apenas es mayor que su propio hijo o dejar a Larry a su suerte. Por desgracia, aún tiene muy presente la última vez que trató de acabar con una de esas criaturas y lo malparada que salió.

Dominada por la indecisión, escucha ruidos tras ella...algo se mueve por el pasadizo directo hacia donde se encuentra. Por suerte, al de pocos segundos ve aparecer al capitán Wrigth, seguido de Sophie.

Ya desesperada aunque con esperanzas encuentro el bate. Sé que cuando crees que ya has buscado por todos los sitios posibles, todavía puedes encontrar aquello que andas buscando. Muchas veces en el sitio más inverosímil o en el mismo sitio donde ya habías mirado cuatro veces. Esto me lo habían enseñado mis hijos. Sobre todo mi hija a la que yo la llamaba "maga" a veces, porqué hacía desaparecer las cosas casi delante de mis ojos. Lo que tenía agarrado en una mano, al minuto siguiente había desaparecido y ella lloraba pidiéndome que la "ayudara" a buscarlo. Que venía a ser que yo lo buscase.
Era un buen bate. Duro y frío aluminio, más frío que mi corazón en esos momentos. Pues ante la posibilidad que se me ofrecía de darle a ese niño por sorpresa, por la espalda, mi corazón me lo impedía. Sí, sí, se que eso ya no es ese niño... pero a caso podría actuar así contra uno de mis hijos. No.
Y ese no estaba siendo el que en esos instantes me mortificaba. Debía hacerlo para evitar la posible llegada de más infectados y para que Larry pudiese salir de la habitación. Pero ¡joder! no me veía capaz. Era un niño. Y además latente pero presente estaba mi terror ante mi anterior intento fallido contra la rubia hijadeperra que me mordió.
Entonces oigo ruído tras de mi. Pienso que del conducto no puede salir nadie más que no sea Rosalin, Zach o Sophie, pero me sitúo a un lado de su salida y levanto el bate dispuesta a descargar su peso encima de quien pudiera salir de ahí dentro. Eso eleva aún más mi tensión. Noto la adrenalina correr por mis venas como un fuerte cosquilleo. Y de ahí salen Sophie y el capitán Wright.
Estaba a punto para descargar el bate y si no hubiese salido el capitán con Sophie seguramente habría aprovechado esta decisión para salir y batear el niño.
Pero ahora no me iba a hacer otra vez la valiente. Con una vez he tenido suficiente para ver que hay que andar con mucho ojo con estas criaturas.
Un alivio recorre mi cuerpo y siento flaquear la fuerza de antes.- Sophie, me alegro mucho de verte. Capitán Wright aquí fuera hay un niño infectado. Está de espaldas y golpeando la puerta de esa habitación. Dentro creo que hay dos personas atrapadas - me ahorro el decirle que una la conozco y de hecho pensábamos planear una huída - Si sigue haciendo tanto ruído con los golpes puede atraer a otros.
Dejo la cuestión en el aire. Creo que le he contado suficiente para que haga lo que yo temo tanto hacer.

Estaba más que claro que bajar por el pasadizo secreto, directa a la zona sellada, no había sido una decisión tomada desde la razón. Cualquier ser vivo velaría por su propia supervivencia y hubiera corrido en la dirección contraria, pero Sophie no podía dejarse llevar por su instinto de autoconservación. El ser humano tenía esa faceta, virtud para algunos, defecto para otros. Arriesgar la propia vida para salvar la de otra persona entraba sólo en la mente de un valiente o un loco. Pero ella no podía dejar a su amiga abandonada a la suerte, no. Con la inesestimable ayuda del capitán, bajaron en busca de más supervivientes y más concretamente de Violeta. Si no conociera a Wright tendría dudas sobre si se la estaba jugando por propia convicción o por que se lo había pedido como un favor personal. Pero sabiendo del férreo código de honor de aquel soldado y de sus hombres, no cabía la menor duda. Por fortuna y sin ningún encuentro desagradable, se toparon justo con la persona que andaban buscando. Sophie, que venia corriendo, iba armada con una pistola y enfundada en un traje NBQ del cual podía intuirse, bajo capas de mugre, el amarillo chillón original. - Menos mal que estás bien. - logró articular con el poco aliento que le quedaba. - Apenas tenemos unos minutos antes de que el general mande volar todo este complejo por los aires. Venga, vámonos ya de aquí. Pero la situación no era tan sencilla. Una nueva decisión que ponía la vida de sus compañeros y la suya propia en riesgo debía tomarse... Según Violeta había al menos dos supervivientes más tras una puerta que estaba asediada por un infectado. Pero no era un infectado normal... era un niño... Sophie apuntó con la pistola directamente, debían acabar con esa amenaza de forma rápida. Pero algo le hizo dudar... Entonces le vino a la mente esa escena en la que Rob, el DJ, estaba siendo atacado por una infectada. Eso hizo que el dedo pasara al gatillo... pero no, no era lo mismo. - No puedo hacerlo... la otra vez estaban a punto de matarle. Y es que es sólo un crío... Miró entonces al capitán Wright pidiendo que hiciera aquello de lo que ella no se sentía capaz.