Partida Rol por web

El capitán se encuentra tan sumido en sus propios problemas, que tarda en reaccionar ante las primeras palabras de Sophie. ¿De qué diablos está hablando? Es entonces cuando por fin se da cuenta de que la mujer que está junto a ella no es Violeta. No es que se parezcan, pero el haber tenido mayor trato con Sophie y verlas anteriormente juntas, le ha hecho equivocarse.

-La llegada del general ha provocado que mi autoridad desaparezca. Todos los que hayan sido infectados han sido destinados a la última planta. No debería de haber problemas con ellos, pues el virus ha desaparecido de su sangre, pero no quieren correr riesgos innecesarios.

La siguiente revelación, provoca un serio cambio de comportamiento en el capitán, quién tomándola del brazo (en esa ocasión de una forma mucho menos amistosa) la arrastra hacia una de las habitaciones, haciendo lo propio con Rosalin, aunque no sin antes comprobar si los soldados del exterior han escuchado o no algo.

-Vais a lograr meteros en problemas de verdad. Muy bien ¿Queréis saber la verdad? Bien, os la contare pero será mejor que esto no salga de aquí o lograréis que le pánico se extienda entre el resto de civiles. En las últimas 48 horas Topeka ha sufrido la aparición de diversos brotes por toda la ciudad. Al principio se pensaba que era una nueva cepa de la gripe, conflictos entre bandas o incluso, un nuevo tipo de droga que se estaba vendiendo en las calles. Eran casos esporádicos, pero en las últimas horas la situación se ha salido de control. La policía fue incapaz de contener a los infectados y para cuando nosotros llegamos, más de la mitad de la ciudad estaba perdida. Vosotras tardasteis en descubrirlo debido a que os encontrabais en las afueras y allí tardó más en llegar el virus. La situación parecía estar siendo controlada cuando os encontramos, pero hemos perdido varios puestos en la ciudad y las comunicaciones hablan de cientos de infectados...

El capitán ha perdido todo el buen humor que anteriormente desbordaba, la preocupación que le invade le impide actuar de otra forma. Lo que las está confesando, es que las calles se están llenando de muertos y de aquellas cosas. Familias destruidas, hogares rotos y lo que es peor aún, no saben aún cómo detenerlo.

-El virus, se transmite por la sangre o la saliva. Una vez infectado, un persona tarda entre uno y varios minutos en...morir. No sabemos bien cómo sucede, pero una vez el virus mata un cuerpo, este comienza a moverse con el único propósito de alimentarse. No sienten dolor ni miedo, así que no importa lo que les hagas, ellos siguen avanzando siempre. Lo único que ha demostrado ser efectivo hasta ahora, es meterle una bala en la cabeza. Vuestra amiga es una anomalía, alguien que de alguna manera ha logrado sobrevivir al virus. Por lo que creo que la van a trasladar a otro campamento para estudiarla y poder crear una vacuna.

El capitán sabe que con la llegada de nuevos civiles, aquella información iba a caer en manos de Sophie antes o después, así que prefiere entregársela él mismo.

-El ejército está perdiendo terreno y el general ha ordenado disparar contra todos aquellos que lleguen a los puestos establecidos por toda Topeka. No tenemos los medios para diferenciar aquellos que están o no infectados, así que los soldados están abriendo fuego contra civiles e infectados a partes iguales. Ahí fuera todo es una maldita pesadilla. Lo que habéis visto, era una infectada que el general decidió ejecutar. Por estadística sabe que las posibilidades de sobrevivir al virus son ínfimas y prefiere no correr riesgos. No estoy para nada de acuerdo con su forma de actuar, pero aconsejado por el doctor Walton, ha matado a esa mujer y la  han trasladado al sótano. Pretende estudiarla una vez se despierte como una de esas cosas caníbales. Voy a tratar de proteger a cuantos pueda, pero mi unidad no está aquí y todos los presentes son leales al general. Así que si os metéis en problemas, no podré ayudaros. Quedaros aquí, me encargaré de que no os pase nada malo, aquí al menos por el momento, estáis a salvo. También será mejor que no habléis de nada de esto, si los soldados se enteran de algo, podrían echaros de aquí...

El capitán comienza a sincerarse contando toda la información de la que dispone. Para él es un riesgo muy grande estar contando los planes del ejercito a una pareja de muchachas que no dejan de ser civiles como Rosalin y yo. Sé que lo hace por nuestro bien y porque somos las únicas (o de las pocas) personas en esta instalación que están al corriente de lo que de verdad se está cociendo aquí...

La información que me acaba de proporcionar el capitán es muy sensible y de total relevancia. La ciudad ahora mismo es un caos, eso descarta nuestro plan de huida. Salir al exterior es exponerse a hordas de esas criaturas enfermas. Ni siquiera estoy segura de estar a salvo en esta base improvisada. 

La situación me supera, soy sólo una psicóloga y en situaciones así, lo único que puedo hacer es tratar de calmar y consolar a las víctimas para evitar que entren en estados de shock o pánico. Eso podría volverse en contra de todos los que estamos encerrados aquí. Que cunda el pánico entre los civiles sólo significa más muertes de inocentes.

- De acuerdo. Según lo que me dices, salir ahí a fuera es un suicidio. No te voy a mentir. Nuestra primera opción era escapar de aquí creyendo que los soldados eran nuestro mayor problema. – me sincero con el capitán. – Pero parece que nuestros planes han cambiado. Lo importante es hacernos fuertes aquí e intentar aguantar todo lo posible hasta que lleguen los refuerzos o la cosa se calme un poco en el exterior. - digo pensando en voz alta.    

- Iré a asistir a los recién llegados a nivel psicológico. Esas personas deben haber vivido auténticas tragedias difíciles de asimilar. Lo último que queremos es que reine el caos y los soldados, nerviosos y de gatillo fácil,  tengan que abrir fuego dentro de estos muros.

- Por cierto. Dime tu nombre de pila capitán. No quiero irme al otro barrio sin saber el nombre de la única persona que nos ha ayudado de verdad desde que llegamos aquí. - le pregunto intentando quitarme de la cabeza por un segundo todos los males que nos esperan y poder tener una mínima conexión con alguien aparte de mis amigas y el pequeño Zack.

- Y no puedo olvidar decirte que hay una especie de pasadizos verticales entre muros que comunican todas las plantas. Quizá sean de utilidad más pronto de lo que desearía, como vía de escape o para realizar el traslado de personas sin que nos descubran, en caso de que el general pierda el control... - comienzo a contándole todos los detalles sobre lo que hemos visto: entradas, salidas, estado en el que se encuentran, que plantas comunican entre si y en que punto concretamente...

Finalmente y si no tiene nada más que decirme, me marcho para asistir a los recién llegados. esos que llegaron en autobús y vimos desde las ventanas como llegaban...

- Violeta... pienso interiormente. Espero que estés bien...

- Ésta mejor. Hazme caso - le guiño un ojo y cierro la puerta. - Tendremos que ponernos al día y veo que tú tienes unas cuantas que contarme. ¿Te has escapado a la tienda de bricolaje de la esquina entre guardia y guardia de los soldados? Dime qué tienes pensado, verás como yo también podre serte de ayuda. 

Me dejo guiar, con una sonrisa divertida, al ver que ella me escoge la habitación. Si lo ha decidido es de suponer que hay un motivo para ello. En cuando entramos, lo primero que hago es darle un abrazo, no muy largo para no incomodarla, pillándola de sorpresa.

-Me alegro de que estéis bien, he logrado enterarme que no sómos los únicos del hotel que sobrevivieron, Sophie, Brian y el DJ también lo lograron, desgraciadamente no sé de nadie más. Salvo mi abuela, que en estos momentos está enviando un helicoptero hacia aquí.-mi rostro se contrae, pensando en la familia que anda en la caja de Schrodinger, sin saber si viven o mueren.

No puedo evitar separarme un momento de ella, y alzo un dedo cómplice para pedir un momento de silencio. Me pongo de espaldas a la puerta, tapando con mi cuerpo el ojo de la cerradura, mientras muestro todo el material que llevo al completo.

Dejo entrever la cuerda enrollada en mi cuerpo, una bengala pegada en mis calzoncillos para que no se caiga, en uno de los bolsillos una linterna con pilas, unos guantes de latex y unos clips, que saco unos instantes para que lo vea y los vuelvo a recolocar. En el otro una pequeña emisora -tiene pilas-y una navaja multiusos.

Destrozo un trozo de latex de uno de los guantes, del lado cercano a la muñeca, y uso el pegote para tapar el ojo de la cerradura de la puerta, para evitar la curiosidad de los guardias, por si quieren ponerse morados de porno amateur.

-Perdona la espera y las precauciones Violeta; lo cierto es que me he colado en la sala que usan para reuniones y dirigir la comandancia, y tomé "prestadas" algunas cosas que podrían sernos útiles. También vi un mapa, dónde exponían con chinchetas zonas clasificadas, por colores. El Hotel Paradise era roja, y el rojo nunca suele ser el mejor color...

Me tomo unos instantes, tratando de que ella no advierta que estoy sufriendo por la familia. Aunque es como tratar de ocultar la luz del Sol, tapándolo con la mano... inútil.

-Al despertar, me presentaron al doctor Watson, me comunicó que tenía un helicoptero de camino a buscarme, que estaba bien y había tenido suerte. Pero hace poco llegó un comandante que asumió el control del recinto, parecía preocupado, y parece ser han revocado cualquier orden previa de traslado de civiles. El doctor Watson ha perdido el control del instituto. Durante mi estancia, antes de que la situación cambiara, traté de buscaros, para saber como estabáis y averiguar si sabiais algo más de la situación en la que nos encontramos.

Hago otra pausa para dejar que asimile todo lo que le estoy contando.

-No podía quedarme quieto y callado, pese a tener la caballería de camino, sin saber como estaba la gente que dejamos atrás, necesitaba averiguar el estado del hotel. De mi familia, de nuestros amigos, de todos... no me sentía bien conmigo mismo. Así que me di un paseo, controlé las guardias y busqué una distracción, al convencer a Brian de que colaborase, para colarme en los mandos y requisar material para lo que está por venir.

Cómo si me acabara de acordar, saco un par de llaves de un bolsillo:

-Las llaves de la sala de mando, y del coche personal del capitán Wright, al parecer "las perdió" por ahí. Puede sonarte a locura lo que voy a contarte, pero... tengo intención de volver al Hotel. Si... si alguién sigue vivo, seguirá atrapado y desesperado, no puedo simplemente dejarlos atrás, no puedo. Si resulta que están infectados, trataré de bloquear los accesos para que no salgan a la calle y les abatan, igual con el tiempo encuentren una cura... no lo sé, no sé que pensar.

La miro a los ojos, no quiero que piense que la quiero usar para nada ni le pido un suicidio de manual.

-Por supuesto, esto es algo que quiero hacer yo y no te estoy pidiendo nada, pero si debo advertirte que la situación se está torciendo. La presencia del comandante, significa que la cosa empeora y probablemente la infección se acerca hacia el instituto. Sino no habría un cambio de mando repentino. He logrado memorizar los emplazamientos libres de virus, las zonas verdes, y las rojas. Si quieres, te diré la zona verde más próxima. Pero debemos conseguir alcanzar el vehículo del Capitán, si logramos acceder a él, podremos escapar aquí, esto se está convirtiendo en una ratonera. Una vez lejos, me bajaré, usaré la bengala para advertir al helicoptero, y si quereis, podréis subir y os acercaremos a dónde querais, o podréis seguir en coche. Por mi parte, tengo claro que no puedo dejar a los míos atrás... volveré al hotel.

Estoy seguro de que me está evaluando. Quizás me considere un loco, pero siento que necesitaba desahogarme y que nos une una experiencia, quizás... quizás, no sé, creo que puedo confiar en ella. Quiero ayudarles a escapar de aquí, conmigo, y que luego decidan su destino.

Trato de romper el hielo, cuando me comenta que le parece todo lo que le dije.

-¿Averiguaste algo por tu lado?

Sin saber bien qué decir, simplemente evalúa a Sophie durante largo tiempo. Ante él ve a una mujer joven de rasgos que le resultan atractivos. Aunque realmente, no es su belleza lo que le atrajo sino más bien el acto de rebeldía y coraje que desplegó en la consulta del doctor Walton, al espiar sus notas personales. Tras conversar con ella, pudo comprobar que efectivamente, se trataba de una de esas mujeres que nacen con afiladas garras y dotada de un buen ingenio. Pero lo que ahora está escuchando lo deja simplemente atónito. ¿Cómo diablos ha logrado dar en apenas tres horas, con un pasadizo que la permite moverse por toda la instalación sin ser vista?

-Al ritmo que vas, en dos horas más, habrás conseguido mi nombre, el número de mis cuentas y mis claves. Así que no voy a ponerte las cosas fáciles, señorita Bourne. Veo que no seguiste ninguna de mis indicaciones y que desde luego, no lo vas hacer. Si los soldados os ven fuera de este área no serán amables con vosotras, así que dejad ese pasadizo salvo para emergencias.

Ni tan siquiera sabe porqué dice eso, está seguro de que no le va a escuchar y que está perdiendo el tiempo. Seguramente en cuanto se de media vuelta, volverá a meterse en ese pasadizo y a seguir curioseando por ahí.

-Las mujeres que no han sido infectadas serán trasladadas a esta planta, muchas agradecerán un trato cercano y amigable, pues vendrán de perder a sus familiares o de separarse de ellos. Harás una gran labor por ellas si las ayudas.

Por el momento, poca ayuda más puede ofrecer, pues su papel dentro de la jerarquía de mando actual, no está claro. El general ha llegado con su oficiales y han asumido el control del lugar de forma automática, desplazando al resto de mandos a puestos más bien secundarios.

-Dadme un par de horas hasta poder averiguar cual es la situación real ahí fuera y el motivo por el que el general está aquí. Si puedes no meterte en problemas hasta entonces...

Aquella es una petición razonable, pero Sophie tiene otro plan en marcha y tras pedirle ayudar al capitán, el soldado accede temiendo que si no la ayuda, la mujer cometa algún tipo de locura que la ponga en peligro. Así que ayudándola a caminar,  pasa con ella a través de los soldados, indicando que se encuentra herida y que necesita ver al doctor. La energía que desprende el capitán al pasar ante los puestos de guardia y la necesidad que impera en sus palabras, logran que les permitan llegar hasta la planta baja.

-Me gustaría saber qué es lo que pretendes hacer ahora. También sería conveniente que el  médico te atendiese...para disimular ante los soldados.

Al llegar a la zona de la enfermería, Sophie puede ver que en aquellos momentos hay mucho más movimientos que cuando ella despertó. El número de médicos se ha triplicado al menos, así como el de pacientes. El doctor Walton se encuentra en medio del pasillo coordinando a los doctores, a la vez que da indicaciones a los soldados sobre cómo deben de colocar a los civiles. Según parece, en aquellos momentos están tomando muestra de sangre a todos los varones.

Sophie oye las palabras del capitán, pero ella no puede permitirse ir en contra de su instinto. Ella cree que debe prepararse para lo que está por llegar y en casos así el tiempo es oro. Nada ni nadie podrá impedir que siga intentándolo una y otra vez. Después de sobrevivir a la masacre que había vivido horas antes en la boda de su amiga, se había activado en ella un mecanismo de supervivencia, algo visceral que la impelía a actuar sin rendirse.

- Intentaré no meterme en ningún problema hasta que puedas darme noticias, prometido. - dijo sonriente antes de plantarle un beso en la mejilla al soldado. Cosa que posiblemente le dejó totalmente descolocado.

¿Ese buen hombre había conseguido empezar a resquebrajar esa coraza de hielo que Sophie albergaba en su corazón durante tanto tiempo? Quien sabe...

Sin decir una palabra más se marchó, pues no tenía el valor de girarse para ver la cara que le había quedado a ese "capitán sin nombre". Se encaminó hacia el pasillo donde los doctores se afanaban en atender a los recién llegados a las instalaciones. El Sr. Walton no estaba muy lejos de allí, coordinando los trabajos del resto de subordinados.

- Se que tiene mucho trabajo Doctor. - dijo disculpándose mientras le ofrecía la mano. La cara de pocos amigos de ese científico no era precisamente de su agrado, pero tenía que ganárselo si quería conseguir su objetivo. - Pero necesito hablar con usted un momento. Antes de nada, no se preocupe, tengo permiso para estar aquí abajo. -  le dice antes de que le pregunte como ha conseguido estar ahí.

Para evitar preguntas incómodas sigue llevando la conversación. - Veo que están desbordados - digo mirando alrededor. - Y tal y como hablamos yo puedo ser muy útil en casos de emergencia. Déjeme ayudarles, la gente está muy nerviosa y lo peor que puede suceder aquí es que comiencen a haber civiles alterados. Los soldados cada vez son menos en cuanto a número en comparación con toda la gente que llega. Y es sólo cuestión de tiempo que surja alguna tensión o malentendido y uno de ellos dispare su arma contra un civil. - digo mirándole fijamente. 

No le digo abiertamente que se que ha habido un asesinato a sangre fría por parte del general, pero intento jugar con su mente para decirle lo que el quiere oír. El Dr. Walton probablemente no quiera que todo esto se le vaya de las manos y seguramente quiera mi ayuda para calmar los ánimos de la gente que llega alterada por lo que ha vivido en el exterior...    

- Sólo quiero un pase para poder moverme por las instalaciones, no como una civil sino como médica en psicología que soy, dejando de ser parte del problema y empezando a ser parte de la solución.

Mi objetivo final era conseguir libertad de movimiento por la base y si tener que hacer terapia, cosa que haría de igual forma, era el coste, lo asumiría sin problemas. Eso me restaría mucho tiempo para poder continuar con mis planes, pero me daría vía libre a muchas zonas.

Era cuestión de todo o nada...

Sin dar mayor importancia a la presencia de Sophie, el doctor se quita las gafas, las observa bajo la luz de una de las fluorescentes, toma un pañuelo y comienza a limpiarlas concienzudamente.

-¿Ha terminado? Bien, el único que puede garantizar su presencia aquí es el general Dunwoody y dudo que haya permitido que una civil salga del piso al que ha sido asignada. Debo suponer entonces que ha recibido ayuda de otro oficial que parece tener problemas con la cadena de mando.

Tras asegurarse de que las gafas están impolutas, se las coloca y lanza una mirada a Sophie, cuyo significado la mujer no logra comprender. El doctor, pese a la situación que se está viviendo, logra mantener una sangre fría de lo más ejemplar.

-El gran problema de este país, es que aquellos sin educación, creen saber más que todos aquellos que han estudiado duramente durante largos años una carrera. ¿Ha visto las noticias últimamente? Un hombre ha sido acusado de matar a su esposa, nadie sabe lo que ha sucedido realmente, pero el pueblo no ha dudado en salir a la calle pidiendo justicia por la fallecida. Durante el juicio, se ha demostrado su inocencia, pero aún así eso hombre ha tenido que mudarse. Las amenazas que recibía eran constantes y temiendo por su vida, no tuvo otra opción. ¿Sabe que nos indica este hecho? Que el ser humano, es en esencia, demasiado estúpido como para admitir que está equivocado. Sin leyes, sin protocolos de actuación, tan solo reinaría el caos. Lo que estamos viviendo actualmente es un ataque como nunca antes ha visto nuestro amado país. Los soldados aquí presentes, junto con todos aquellos que ahora mismo están ahí fuera, tienen como misión proteger y salvar vidas. 

Las fuerzas militares veteranas que ahora vigilan la zona, logran imponer un respeto que los más jóvenes eran incapaz de extender. Los civiles, temerosos, obedecen sin rechistar las indicaciones de los soldados, pues temen que si los desafían, puedan ser expulsados de la seguridad del complejo.

-Si un arma se dispara, sin duda será por un buen motivo. Conozco al general desde hace ya mucho años y sé lo bien entrenadas que están sus tropas. Al igual que sé, que no tolerará actos de insubordinación. Si los civiles comienzan a dar problemas, el general no dudará en expulsarlos del complejo. No tolerará que ninguno de sus hombres muera o sufra por culpa de algún necio incapaz de seguir unas escasas reglas que aseguran la seguridad de todos. No se equivoque, señorita, estamos en guerra y en tiempos de guerra, lo mejor es dejar que los profesionales hagan su trabajo.

Dicho todo aquello, Sophie tiene claro que el doctor no va ayudarla a vagar libremente por las instalaciones. De hecho, esta segura de que si el general la ve, la mandará de una patada a su habitación.

-Dicho esto, la voy a otorgar un permiso especial para que actúe bajo mi mando. Obedecerá mis órdenes o la devolveré a su planta de inmediato. Quiero que trate a varias personas, en especial, a un soldado que ha llegado hace pocas horas del frente. Necesito evaluar su condición mental y su estabilidad. Si logra realizar un trabajo eficaz, es probable que pueda tener otras tareas para usted. Usted decide.

Si algo tenía Sophie era la capacidad de adaptarse a la personalidad de su interlocutor tras haberlo analizado concienzudamente. Los gestos, la forma de hablar, las palabras elegidas e incluso micro-expresiones eran para ella un libro abierto para saber como tratar con cada persona. 

El Dr. Walton era un hombre frío e inalterable. Un maníatico del control hasta para las cosas más pequeñas. Alguien que se regía por las normas aunque fuera en contra de sus principios. Una persona incapaz de verse más allá del margen de referencia que le había marcado la sociedad y su estatus academicista.

Ese tipo de personas no eran fáciles de tratar, para nada. No era el típico fanfarrón que sólo buscaba alabanzas y que los demás le adularan, no. Hacer eso con alguien con su nivel de perspicacia  era realmente tratarle como un estúpido e ignorante y no tardaría ni un segundo en darse cuenta. Sería para él una falta de respeto y un insulto a su inteligencia.

Así que la psicóloga, con pies de plomo trató de encauzar el tema de otra forma. Jugando , como ella bien sabía, a su propio juego...

- Entiendo perfectamente lo que me dice Doctor y le pido disculpas por haberme saltado el protocolo, pero no había otro modo de hablar con usted. Le aseguro que no volverá a ocurrir. - dijo intentando ganarse su respeto y confianza. Él era un hombre rígido pero que prefería una disculpa a tiempo que intentar engañarle dando excusas sobre como había ido a parar a la planta baja. Pese a todo no delataría nunca al capitán Wright.  

- Soy nieta de un oficial del ejercito y respeto a los hombres y mujeres que dan su vida por protegernos, de eso no le quepa la menor duda. Le agradezco la oportunidad que me ha dado para ser alguien útil, no se arrepentirá. Ahora todos contamos y debemos permanecer juntos. La amenaza que intenta hacer desaparecer nuestra forma de vida es demasiado peligrosa como para subestimarla. - continuó intentando tocar la fibra sensible de ese patriota sin ser demasiado descarada. No quería pecar de demasiado fervorosa o se le vería el plumero.

- No le molesto más. - terminó diciendo Sophie, dejando claro que respetaba el importante papel que él ejercía coordinando a todos los médicos de la instalación. - No quiero hacerle perder más tiempo y yo tengo a un paciente que atender.       

Sophie se marcha siguiendo las indicaciones del Dr. Walton esperando haber sido lo suficientemente convincente. Se estaba jugando tener cierto control sobre su libertad de movimiento y no lo iba a echar todo al traste. Era una oportunidad de incalculable valor.

Pese a desconfiar de los métodos de aquellos que se denominaban a si mismos como protectores, era mejor estar cerca, cuanto más mejor, para observar sus movimientos. 

Indicando que lo acompañe, el doctor se pone en marcha y la guía hasta las escaleras que dan acceso al sótano. Dos soldados custodian el acceso a las escaleras, los cuales no ponen ningún impedimento a que pasen. Tras bajar las escaleras, llegan hasta un lúgubre pasillo donde el doctor se detiene ante la primera puerta que encuentran. Tras abrirla, la indica que pase. El lugar debió de ser en otro tiempo un almacén o algo por el estilo, aunque ahora está casi por completo vacío.

En esa caja de ahí tiene un traje de contención como el que llevo, puede poneérselo si quiere. Si no sabe cómo hacerlo, la ayudaré, no es necesario que se cambie de ropa, el traje está diseñado para ser usado encima de ropa. Bien, ahora continuemos, pero debo advertirla de una cosa, lo que va a ver aquí va a provocarla pesadillas durante el resto de su vida. Tan solo recuerde, que fue usted quién quiso participar en esto.

Tras regresar al pasillo, se avanzan por aquel corredor que parece interminable, mientras se empieza a escuchar cada vez más fuerte diversos sonidos. Sophie tarda unos cuantos metros en distinguir lo que parece ser gruñidos y jadeos, así como un sonido metálico que no logra identificar por el momento.

Casi al final del pasillo, pasan junto a una puerta metálica, donde un cartel indica que es la sala de calderas. La puerta está abierta, pero dos soldados hacen guardia allí atentos ante cualquier posible peligro y no es para menos. Dentro de aquella sala nada queda de las antiguas calderas, en su lugar, hay varias jaulas en cuyo interior, hay varios infectados como los que Sophie vio en la boda. Los gritos y los jadeos que escuchaba provienen de allí, de aquellas criaturas que se lanzan contra los barrotes una y otra vez, a la vez que extienden las manos para tratar de apresar a las dos figuras ataviadas con los trajes de contención, que se encuentran realizando diversas pruebas con ellos o al menos eso es lo que cree Sophie al ver el equipo científico que tienen depositado sobre dos mesas.

Hay al menos cinco infectados, todos ellos están cubiertos de sangre y con la mirada perdida. Aunque quizás lo que más aterra a Sophie, es el hecho de que uno de los infectados que hay preso en las jaulas, es precisamente la mujer a la que el general disparó ante sus narices.

-No se sorprenda, para combatir una amenaza, primero debemos saber a qué nos enfrentamos.

El doctor no se detiene allí, sino que continúa avanzando por aquel pasillo tenuemente iluminado, donde las luces en ocasiones parpadean y se apagan durante unos instantes.

-Estamos teniendo algunos problemas con la electricidad, esperamos que todo se solucione cuando lleguen los suministros que estamos esperando.

Cuando llegan al final del pasillo, Sophie ve a un soldado sentado en una silla, custodiando tres puertas que se encuentran cerradas.

-Tras esa puerta se encuentra James Pinkman, miembro de los delta force que fue herido en combate. Un infectado le arrancó un dedo de un mordisco. El virus está en su organismo, pero parece estar combatiéndolo. Se le ha suministrado los medicamentos oportunos, pero hasta no disponer de una cura, resulta imposible saber si sobrevivirá o no. Así que por su seguridad y la del resto, permanecerá encerrado. Nos hacemos una idea de lo que el virus hace a los cuerpos, pero necesitamos saber qué es lo que sucede con la mente de los infectados antes de que el virus los destruya. Se encuentra tras esa puerta, no se preocupe, está encadenado, así que si guarda las distancias, no debería de tener ningún problema. En caso de que suceda algo, tan solo grite y este amable soldado aquí presente, cumplirá con su trabajo.

Está sufriendo. Larry, pese a su pose de alma libre padece también por su familia. La familia es un lazo muy fuerte que deshilado causa una sensación de falta de sentido vital, o de apego a esta vida y más si tanto se complica. 

Siento como él la necesidad de salir en busca de los míos y un oscuro presentimiento que crece cada momento que paso aquí encerrada.

 - El capitán Wright me dijo que buscaría mi familia... 

Parece pues que lo único que podía atarme a mi se ha desvanecido con la llegada del comandante y el cambio de mando.

- Nosotras hemos visto como volaban la cabeza a una mujer. Siento lo mismo que tú. Aquí no estamos seguros. En cualquier momento puede liarse como en el hotel. Si bien es cierto que fuera tampoco pinta nada bien. Nos enteramos que en Topeka también se ha extendido la infección y quién sabe en cuantos más sitios. De hecho, no me extraña. Tú también viste la rapidez y la violencia de los infectados. Si han atacado la población desprevenida con la rapidez que lo hicieron en el hotel el caos puede haberse extendido por todo el estado. O todo el país. Y quién sabe si también en otros países. Que estén encerrando la gente en sitios como éste no es buena señal de tener la infección bajo control. Pero fuera tenemos nuestra família y amigos. 

Me alegro cuando me cuenta del DJ. Al final el chicarrón superó su miedo y consiguió salir a defenderme... no así Brian. Aunque no puedo guardarle rencor. No sé con seguridad como hubiese actuado yo si se hubiesen cambiado las tornas y él se hubiera llevado la mordida de esa zorra... en realidad, de esa pobre desgraciada.

- Yo estaba con Sophie antes que me subieran a esta planta. Con Sophie, Rosalin y un chico que nos encontramos. Zach, un niño muy espabilado. Su padre tiene un camión. Nos contó que en la azotea tienen un helicóptero. ¿No sabrás pilotar helicóoteros? Y lo más importante - y aquí bajo la voz para contarle en susurros lo del conducto.

- Debería estar aquí detrás. Por este conducto podemos subir hasta la azotea o bajar a la planta baja burlando todos los soldados. También existe un sótano donde creo que tienen a infectados encerrados en jaulas.

Quedo sorprendida cuando veo todo el material que ha hurtado.

- Eres un ninja, Larry - digo con guasa - pero dime, para qué quieres los clips?

Escucho todo su plan y aunque le veo muchos vacíos e imprevistos quiero tomarlo en cuenta.

- Dime también como crees que podremos salir si usamos el coche del capitán? ¿Quizás de noche? ¿Y si llegamos al hotel como lo harás para que no te devoren todos esos? Yo tengo el coche con un arma en la guantera. Pero te voy a ser sincera. Mi intención es buscar a mi familia, no pelearme con los invitados de la boda que hayan sido infectados. 

Lo miro detenidamente como busca las respuestas que seguramente él tampoco tiene.

Me parece más atractiva esa actitud más humilde y sincera. Como también me ha gustado su abrazo y su forma de retirarse para no parecer pegajoso y el respeto hacia mi que eso me indica. 

- Aunque no estoy segura que esto vaya a salir bien, estoy contigo. Tenemos que salir cuanto antes de aquí. Vamos a ver si podemos acceder al conducto por esta habitación.

Puede que si consigue lo que pretende en el hotel, Larry quiera acompañarme en la búsqueda de mis hijos. Podría ser una gran ayuda... y una grata compañía. Aunque esto seguramente significaría que no ha encontrado familiares supervivientes en el hotel.

- ¿Has preguntado a los militares por tus familiares que estaban en la boda... por tu hermano?

No me parece oportuno desanimarlo pero creo que los militares debieron "limpiar' bien el hotel de infectados y buscado en cada habitación, sala y rincón los posibles supervivientes. Así nos rescataron a nosotras.

- El capitán Wright me dijo que buscaría mi familia... 

Parece pues que lo único que podía atarme a mi se ha desvanecido con la llegada del comandante y el cambio de mando.

- Nosotras hemos visto como volaban la cabeza a una mujer. Siento lo mismo que tú. Aquí no estamos seguros. En cualquier momento puede liarse como en el hotel. Si bien es cierto que fuera tampoco pinta nada bien. Nos enteramos que en Topeka también se ha extendido la infección y quién sabe en cuantos más sitios. De hecho, no me extraña. Tú también viste la rapidez y la violencia de los infectados. Si han atacado la población desprevenida con la rapidez que lo hicieron en el hotel el caos puede haberse extendido por todo el estado. O todo el país. Y quién sabe si también en otros países. Que estén encerrando la gente en sitios como éste no es buena señal de tener la infección bajo control. Pero fuera tenemos nuestra família y amigos. 

 Asiento con la cabeza mientras me cuenta la horrible situación por la que estamos pasando, mi cara debe transmitir esa comprensión empática cuando comenta lo desafortunado de que dispararan a una mujer, pero sobretodo cuando menciona que tiene familia y amigos.

Por supuesto, a día de hoy, todos tenemos muchas preocupaciones de ese estilo, y ni tan siquiera yo, tan libre como soy, me puedo librar de ese apesumbramiento.

Yo estaba con Sophie antes que me subieran a esta planta. Con Sophie, Rosalin y un chico que nos encontramos. Zach, un niño muy espabilado. Su padre tiene un camión. Nos contó que en la azotea tienen un helicóptero. ¿No sabrás pilotar helicóoteros? Y lo más importante

 Niego con la cabeza a lo del helicóptero*, sin interrumpirla, por desgracia el ser llevado a todas partes con helicóptero te hace sentir indiferencia de como controlar uno mismo esos mandos. Algo que si puedo corregiré. Mis metas se van ampliando.

Debería estar aquí detrás. Por este conducto podemos subir hasta la azotea o bajar a la planta baja burlando todos los soldados. También existe un sótano donde creo que tienen a infectados encerrados en jaulas.

-Eso no hace más que confirmar mis sospechas iniciales, están conteniendo a los que consideran infecciosos, para experimentar con ellos, en busca de la cura... todo apunta a eso. O por lo menos así debía ser, pero que ahora disparen a los infectados, por lo que me cuentas de la mujer, me hace pensar que están desesperados y van a convertir el instituto en un territorio de "tierra quemada", para evitar 'males mayores'.

Yo mismo pensaba usar las ventanas para encararme y ascender o descender pisos, pero por lo visto, encontraron estos conductos que permiten conectar con los niveles de forma más segura y discreta, me han impresionado. Són capaces a su manera.

-Bien jugado, esos conductos nos harán la vida más sencilla. -le felicito con sinceridad. Veo que también son almas inquietas, aunque dudo que lleguen a mi nivel, convirtiendo la adrenalina en una necesidad... mejor para ellos, que para mí, creo.

Eres un ninja, Larry - digo con guasa - pero dime, para qué quieres los clips?

Cómo se lo explico sin que suene extraño...

-Es como un llavero mágico.

Vale, ha sonado MUY extraño. Pero que más da... de todas formas ahora no creo que sea el momento para explicar porque soy tan "ninja" como dijo. Aunque eso me arranca una sonrisa, de forma empática a sus bromas.

La conversación sigue para el bien de nuestra cordura.

- Dime también como crees que podremos salir si usamos el coche del capitán? ¿Quizás de noche? ¿Y si llegamos al hotel como lo harás para que no te devoren todos esos? Yo tengo el coche con un arma en la guantera. Pero te voy a ser sincera. Mi intención es buscar a mi familia, no pelearme con los invitados de la boda que hayan sido infectados. 

 Veo que tiene dudas y es normal; y agradezco su sinceridad respecto a sus intenciones. Asiento a sus palabras y trato de responderle lo mejor que pueda.

-¿Sabes que el mejor camuflaje, a diferencia de lo que dice la creencia popular, es la luz? Con un coche en plena noche, las luces de los faros serían como una diana, y sin los faros nos estrellariamos tarde o temprano. En cambio de día, hay que mirar especificamente hacia el coche, nuestra probabilidad de éxito es mayor. -hago una pausa tratando de explicarme, y me doy cuenta que parece que esté dando una clase de delincuencia o algo... me corrijo- perdona, si sueno pedante avisame a la más mínima. Comprendo lo de tu familia, por supuesto que sí. Nada te impedirá que cuando me baje del barco para buscar a los mios, puedas seguir tu búsqueda. De hecho, no habrá inconveniente para que te acerque el helicoptero familiar, estoy seguro. Me gustaría poder darte garantías más firmes, pero te deseo lo mejor.

- Aunque no estoy segura que esto vaya a salir bien, estoy contigo. Tenemos que salir cuanto antes de aquí. Vamos a ver si podemos acceder al conducto por esta habitación.

-Saldrá bien. -mi voz trata de transmitir esa confianza que llevo siempre conmigo. Quiero que se sienta relajada junto a mí, bien, un sitio dónde apoyarse, y que no se derrumbe psicológicamente, porque cuando eso sucede, nada más importa, ya estás perdido.

Antes de empezar, me hace una pregunta, dolorosa, aunque trato de restarle importancia, intentando que mi rostro no cambie demasiado.

¿Has preguntado a los militares por tus familiares que estaban en la boda... por tu hermano?

-Los militares están poco comunicativos al respecto, aunque ya vi que el área era de las más jodidas, además el doctor con el que hablé, me dijo que sólo nos habían sacado a nosotros, pero habían más militares y posiciones en campamentos improvisados como éste. 

Hago una pausa, mi pulso tiembla por primera vez en todo este rato, durante apenas unos segundos, que són los que tardo en adquirir el control de nuevo sobre mi mismo:

-No soy estúpido, sé que lo tengo todo en contra y que probablemente firme mi sentencia. Pero si hubiera una infinésima posibilidad, una entre un millón, entre mil millones... ¿crees que podría dormir tranquilo pensando que los dejé en la estacada? No... a veces el camino correcto no es el mejor, pero hay que elegir.

Hay un pequeño silencio, siento que estoy demostrando demasiado de mi mismo, y me siento expuesto. Trato de volver al aquí y ahora, por una parte me siento vulnerable y no es una sensación a la que esté acostumbrado y me disgusta, y por otra parte, no quiero amargarla con mis desgracias.

Saco otro tema, rápidamente:

-¿Te parece bien si voy delante en los conductos? Soy un experto en seguridad, en caso de que hayan sensores de movimiento o sonido, seguramente me los voy a oler a kilómetros de aquí...

Suena a paranoia, pero sé que los militares tienen dispositivos móviles para trabajos de campo, y aunque no necesariamente debería haber nada aquí, esos experimentos, bien podrían valer algunos dolares invertidos en seguridad. Me voy colocando los guantes, y si ella está de acuerdo, empezaremos la infiltración.

-Sugeriría empezar a examinar la azotea, para ver con mejor perspectiva lo que nos depara.

- No sufras por si hay sensores. El conducto nos lo descubrió Zack. Él lo usa para moverse por el instituto. Si hubiese algún tipo de sensor ya lo habría hecho saltar. Según nos ha contado es un espacio vacío que quedó con las obras de ampliación del instituto. Y nosotras mismas hemos bajado hasta la planta baja - voy a dejar que lleve él la iniciativa pero no quiero demorarme en reencontrarme con Sophie y Rosalin. Creo que es buena idea hacernos un mapa visual de lo que nos rodea. De esta forma ya estaríamos a punto para huir.
- Te dejo ir delante de todas formas. Si me prometes que mirarás donde pones los pies. Con la ducha de porquería que he recibido cuando hemos bajado a la planta baja ya tengo suficiente por hoy - intento sonar divertida pero los nervios por lo que vamos a hacer afloran ya en mi. Su seguridad en si mismo me da ese agarre para lanzarme a la locura de intentar huir de un recinto controlado por militares. Solo espero no acabar con un tiro en la cabeza.

El lugar al que Larry es guiado, se trata de un pequeño cuarto donde tras unas cajas, encuentra un gran agujero en la pared. Al echar un ojo por él, puede ver que se trata un lugar algo claustrofóbico, pero que cumple lo que Violeta le ha prometido. Sirve a la perfección para subir o bajar entre las diversas plantas sin ser vistos por los soldados.

Ambos pasan tan ajustados por el hueco, que dudan correr peligro alguno de caerse, aunque los ladrillos y la madera muestran un estado de lo más lamentable. Además, las telas de araña y la enorme rata que los observa descender cerca de donde anida, tampoco les inspira demasiada confianza.

Descender una planta resulta sencillo y cuando se disponen a salir, se encuentra de bruces con Rosalin, quién al principio les observa con una mezcla de sorpresa y miedo.

-¡Vioooooo! Vaya susto me habías dado ¿Estás bien? Nos teníais muy preocupadas. Veo que has traído ayuda, eres Larry ¿No? El hermano de Thomas, nos conocimos en la fiesta de navidad que organizó tu familia. Yo soy Rosalin. 

Tan impactaba estaba durante lo acontecido en la boda, que no está segura de si llegó a hablar con él. Parece que su propia mente, para protegerla de los horrores vividos, ha bloqueado parte de lo que ha visto...aunque por desgracia, no todo.

-Sophie se ha ido con el capitán América, esto, quiero decir con el capitán Wright. Sophie tenía una idea y quería ponerla en marcha para poder moverse con libertad por aquí y así, poder ser mucho más útil. Quería ir hablar con el doctor Walton, pero hace un rato que se ha ido y aún no sé nada. Creo que el capitán cuidará de ella, parece un buen tío, pero lo que nos ha contado, lo que está pasando ahí fuera...es...es...demasiado fuerte. Las cosas no están bien, la ciudad está siendo atacada por hordas de esas cosas...y el general que ahora está al mando de este lugar, no parece muy amigable.

- ¡Rosaliiin! - me abrazo con ella como si no hiciese tan sólo un rato que nos hemos separado.
- Pues ha sido poco oportuna yéndose ahora Sophie. Ya veníamos dispuestos a irnos de aquí.
En este momento no soy capaz de decidir qué hacer. Me ha desanimado que tan sólo empezar ya hayamos sufrido un revés en nuestros planes. Pero por otro lado confío en Sophie y su ayuda puede ser muy útil y quizás determinante de nuestro éxito. Supongo que es demasiado fantasioso creer que el capitán Wright nos ayude directamente pero tenerlo controlado y conocer sus movimientos puede ayudarnos.
- ¿Qué te parece Larry, volvemos a nuestra habitación y esperamos la vuelta de Sophie?

Lo había conseguido o al menos por ahora. Ganarse la confianza de ese hombre no iba a ser nada fácil, pero ese era un gran primer paso. Lo más difícil ya estaba hecho, que no la mandara de vuelta a su planta con el resto de civiles.  

Mientras baja acompañando al Dr. Walton y ve como los soldados ignoran su presencia, comienza a sentir que más pronto que tarde podrá deambular libremente por toda la instalación. Si la dejaban acceder directamente a una de las zonas restringidas, donde ocultaban a uno de sus soldados infectados, pocas puertas no se le abrirían a partir de ahora. Y eso era justo lo que pretendía.

Por ahora no sabía exactamente que hacer a medio-largo plazo, pero en ese momento su tarea consistía en ganarse la confianza del doctor y así lo haría.

Sophie se pone el traje sin saber hasta que punto puede protegerla de aquello que está por ver. Cuando comienza a acceder a esos corredores de los que sólo resuenan gritos y alaridos se siente algo indecisa. Por un momento se arrepiente de haberse metido hasta ese punto, pero algo por dentro le dice que si ha llegado hasta donde está ahora, debe seguir adelante...

Ver como retienen a los infectados para hacerles pruebas no era algo agradable de ver. Imágenes de la dantesca boda vuelven a su mente y la perturban. Muerte y depravación sin control... como se transformaban en esas cosas en apenas unos segundos... nada volvería a ser lo mismo después de vivir aquello.

Y allí estaba ella, esa mujer a la que apenas una hora antes estaba viva. EL general la había disparado delante de sus narices y ella no había podido hacer nada. Acercándose con cuidado la mira, y con una simple mirada le pide perdón en silencio, como un mensaje desde su interior.

Lo siento, no pudimos hacer nada por ti y mírate ahora... - piensa la psicóloga. - Haré lo que esté en mi mano para que nadie vuelva a tener que pasar por esto. 

Sophie estaba empezando a tomarse su misión de infiltración como algo real, más allá del fingimiento. Quizá no como algo personal, no todavía... 

Sin apenas oír lo que el doctor comenta sobre el abastecimiento eléctrico, Sophie vuelve a retomar el paso, sin poder quitarse a esa mujer de la cabeza. 

Tras escuchar las palabras del Dr. Walton, Sophie se tomó la libertad de hablar.  - ¿Cuanto hace que este soldado ha sido infectado? - preguntó por primera vez. ¿Quiere que le pregunte sobre algo en concreto, sobre como se siente o simplemente dejo que él me cuente lo que quiera? - terminó finalmente. 

Una vez recibida la respuesta, hizo un gesto al soldado que custodiaba la puerta para que la dejara pasar. - Manténgase alerta. No se hasta que punto puede ser peligroso.

Cogiendo un taburete que había al otro lado de la puerta, Sophie se interna más allá del umbral esperando encontrar a un hombre desquiciado, paranoico y algo peor...

¿James Pinkman? - se atreve a preguntar a la figura que hay encadenada en la penumbra, esperando una respuesta.

Escapismo, sitios estrechos, criaturas espeluznantes... y una mujer conmigo. ¿Que más se puede pedir en esta vida? Bueno, quizás algunos dirían dos mujeres, por si suena la flauta.
 

No sufras por si hay sensores. El conducto nos lo descubrió Zack. Él lo usa para moverse por el instituto. Si hubiese algún tipo de sensor ya lo habría hecho saltar. Según nos ha contado es un espacio vacío que quedó con las obras de ampliación del instituto. Y nosotras mismas hemos bajado hasta la planta baja

-Eso nos facilitará mucho las cosas, pero hay que rebajar el volumen, no se supone que deba haber nadie en los huecos.

No quiero que suene a regañina, aunque se puede interpretar como tal. Soy demasiado perfeccionista, y a veces sale en mi esa vena que trata de corregir cualquier leve indicio de fracaso potencial.

Te dejo ir delante de todas formas. Si me prometes que mirarás donde pones los pies. Con la ducha de porquería que he recibido cuando hemos bajado a la planta baja ya tengo suficiente por hoy

 -Te aseguro que planeo mirar dónde pongo cualquier parte de mi cuerpo. Y te recomiendo hacer lo mismo... por ejemplo, si estas ratas muerden aquello que causa la infección, quizás sean portadoras de la enfermedad. Te pido, por favor, que vigiles cualquier tipo de contacto, porqué ya viste lo del hotel... y no...

Dejo la frase en el aire, no hace falta decirle lo mucho que me dolería tener que hacer lo mismo que le hice al adicto. Desgraciadamente tras comprobarlo...

-No hay ningún acceso hacia la azotea, tendremos que hacerlo de otra manera. De mientras, descendamos a ver...

Le informo de todo, mientras calculo mentalmente los minutos, debemos llevar 10 minutos, a paso ligero pero discreto. Ir más rápidos generaría ruido. Un coito puede durar entre 5 minutos y 1 hora si la mujer es desafortunada. Algo razonable serían 20-30 minutos.

Eso significa que dada la perdida de tiempo al tratar de llegar a la azotea más el recorrido, tengo 10 minutos extras, descontando ida y vuelta, para que nadie empiece a preguntarse por la parejita que se han puesto a hacer carantoñas en una sala cerrada. Podría añadir tiempo extra, pero ya sería de descuento y es arriesgado.

Finalmente llegamos a ese agujero en la pared que se nos prometió y veo a una chica con gafas, se ve guapa en un estilo más juvenil, aunque Violeta creo que la supera al darle ese toque maduro tan intelectual y veterano de la vida. La inteligencia me pone.

-¡Vioooooo! Vaya susto me habías dado ¿Estás bien? Nos teníais muy preocupadas. Veo que has traído ayuda, eres Larry ¿No? El hermano de Thomas, nos conocimos en la fiesta de navidad que organizó tu familia. Yo soy Rosalin. 

-Sí, soy Larry, un placer Rosalin. ¿Te parece si bajamos la voz? No quiero pecar de precavido, pero se supone que no deberíamos andar por aquí. -Tantas fiestas, tantas mujeres, me cuesta recordar- Me alegro de que estés bien Rosalin. Estoy seguro de que podremos ponernos todos al dia cuando sea el momento oportuno -modulo mi voz para que no suene mal, simplemente una promesa de una charla pendiente y una disculpa por ir por faena. Los detalles y los tiempos son importantes.

Sophie se ha ido con el capitán América, esto, quiero decir con el capitán Wright. Sophie tenía una idea y quería ponerla en marcha para poder moverse con libertad por aquí y así, poder ser mucho más útil. Quería ir hablar con el doctor Walton, pero hace un rato que se ha ido y aún no sé nada. Creo que el capitán cuidará de ella, parece un buen tío, pero lo que nos ha contado, lo que está pasando ahí fuera...es...es...demasiado fuerte. Las cosas no están bien, la ciudad está siendo atacada por hordas de esas cosas...y el general que ahora está al mando de este lugar, no parece muy amigable.

¡Rosaliiin! - me abrazo con ella como si no hiciese tan sólo un rato que nos hemos separado.
- Pues ha sido poco oportuna yéndose ahora Sophie. Ya veníamos dispuestos a irnos de aquí.

La ciudad está siendo atacada... mierda, lo que sospechaba, aunque no imaginaba que la situación se hubiera descontrolado a tal magnitud. Todas las piezas empiezan a encajar, la perdida de poder de walton, la seriedad del nuevo cabecilla militar, que disparen a civiles... se les está escapando la situación de las manos.

El militar me aseguró que podrían derribar un helicoptero si era necesario. No sé si es una bravata o va en serio, pero de ser en serio... debo neutralizar antes el armamento pesado y las guardias que protegen el "helipuerto", osea la terraza del instituto. O quizás el patio...

Luego me asomaré a alguna ventana a ver si el patio puede albergar en condiciones un helicoptero.

5 minutos para el tiempo de descuento...

- ¿Qué te parece Larry, volvemos a nuestra habitación y esperamos la vuelta de Sophie?

 Hora de responder... esto las va a descolocar, ojalá confien en mi...

-Sí... en cinco minutos deberiamos estar volviendo o se preguntarán que pasa con nosotros, puede despertarles la curiosidad. Se supone que estamos teniendo sexo. Eso nos da poco margen para la maniobra... pero hay una forma de que podamos ganar tiempo extra, para hacer algunas comprobaciones extra.

Hago otra pausa, mientras miro a mi alrededor, mi mente está dibujando planes, descartando y buscando la probabilidad de éxito más alta.

-Dijiste que habia un sótano donde hacian experimentos. Necesitamos llegar ahí, seguramente tendrán material que nos sea útil, como llaves de acceso, vestimentas cientificas dónde ocultarnos y pasear, y lo más importante, la posibilidad de crear una distracción controlada para salir de aquí. Pero en cinco minutos no da tiempo para todo... por lo que... -suspiro y ahí va la bomba-... necesito que una de las dos, vaya arriba en nuestra sala y gima como si no hubiera un mañana, de sexo desenfrenado y apasionado, tanto tiempo como le alcance la voz. La gente debe entender que no debe abrir la sala, y mientras tanto, otros dos, bajaremos abajo a inspeccionar. No hay porque limitarse a esperar, podemos usar el tiempo extra a nuestro favor.

Otra pausa, las miro pasando la mirada una a otra. Si tuviera que elegir candidata para gemir, elegiría a Rosalin, parece más joven y estridente, por lo que tendrá más aguante para estar rato en ello. Pero no puedo decirle eso en voz alta, lo mejor es que lleguen a esa conclusión.

-¿Que os parece la idea?

La escueta respuesta del doctor, no ayuda demasiado a Sophie. Tan solo sabe que fue infectado hace aproximadamente unos 127 minutos y que su organismo está combatiendo el virus. No desea saber nada en especial, dejará que el instinto de Sophie y sus conocimientos tracen un perfil del soldado, que después piensa comparar con el que ya tienen. En esencia desea saber si durante la infección, la mentalidad de un infectado se altera de alguna manera.

La habitación en la que se encuentra el soldado huele a humedad y está iluminada tan solo por una fluorescente que en ocasiones parpadea por culpa del cebador. Una cama, sobre la que descansa un soldado, una pequeña silla y una cadena unida a una argolla que hay en la pared, es cuanto hay allí.

El soldado, que se encuentra tumbado en la cama, se reincorpora de un salto al ver que tiene compañía. El traje de contención de Sophie logra enmascarar el hedor a putrefacción y pus que envuelve la estancia. Pero de lo que sí es testiga, es de que el soldado está bañado en su propio sudor y que sus ojos vidriosos y enrojecidos, parece apunto de echarse a llorar.

Una de las manos del soldado, envuelve la otra, seguramente el dolor por perder un dedo es tan sumamente devastador, que debe de estar sufriendo enormemente.

El soldado es alto y delgado, muestra el mismo símbolo que tiene el capitán Wright, por lo que está claro que es miembro de los delta force. Algo que uno no descubriría jamás debido al rostro anillado del soldado y la juventud que parece envolverlo, pese a que en realidad, sea mucho mayor.

-Presente y listo para la inspección de la habitación.

Al menos parece que conserva algo de sentido del humor, algo bueno dada las circunstancias que está viviendo. Después de todo, ha sido apartado de los suyos, encadenado y encerrado en lo más profundo del campamento. Sophie puede ver en el rostro del joven que sabe la verdad, los soldados no le dejarán salir de allí con vida, no mientras sea un peligro para todos y viendo que las medicinas no logran mejorar su estado...sabe que solo es cuestión de tiempo que alguien le meta una bala en la cabeza.

Cuanto más habla Larry, mayor es la expresión de desconcierto de Rosalin. La joven estira el cuello, a la vez que se echa un poco hacia atrás, mientras abre sus ojos como platos. ¿Realmente ese tío se escucha hablar? ¿Por qué todos los tíos buenos están locos?

-Estás fatal de la azotea. ¿Te escuchas hablar alguna vez?

Con un gesto de la cabeza se vuelve hacia Violeta, a la vez que alza las manos tratando de encontrar una explicación a todo aquello. ¿Estará borracho? ¿Habrá perdido la cabeza por todo lo que han vivido? No lo tiene claro, pero lo único que sabe es que ese tío puede suponer un peligro para ellas y que se puede cargar su ruta de escape.

-No vas a ir a ninguna parte, de hecho no sé el motivo por el que Vio te ha enseñado nuestro pasadizo. Pero está claro que la sangre no te llega bien a la cabeza. Así que vuelve ahí arriba y nosotras nos encargamos de todo, cuando ideemos el plan para salir de aquí, te iremos a buscar.

En cierto modo se alegra de que Sophie no esté allí, en caso contrario ya le habría cruzado la cara de un guantazo.

Sophie entró en la húmeda sala sin saber muy bien a que iba a enfrentarse. Para su sorpresa aquel soldado se encontraba en una nueva fase de la infección.

No se había transformado al instante y eso significaba que probablemente no lo haría ya. Pero en casos así, toda precaución era poca.

Sólo esperaba que Violeta no acabara como él. Por suerte, su sistema inmunitario era realmente fuerte, pues no había desarrollado síntoma alguno aún.

- Es bueno que mantengas el sentido del humor James. En casos así ¿no queda otra opción verdad? - sonrió a través de la máscara del traje de contención NBQ.

- Perdona, no me he presentado. Me llamo Sophie y estoy ayudando al Dr. Walton. Antes de empezar quiero agradecer tu trabajo a las órdenes del capitán Wright. Gracias a vuestra unidad yo y dos de mis amigas salimos con vida de esa boda.

De alguna forma, la psicóloga se sentia culpable por su infección. Quizá no hubiera sucedido en aquella incursión para salvarlas durante la boda, pero su en alguna de las subsiguientes.

- Cuéntame ¿Cómo te sientes James? - preguntó tanteando al soldado. - Se que no me conoces, pero te pediría que fueras totalmente sincero conmigo. Es por el bien de todos los que estamos bajo la protección de estas instalaciones.

No sabía si el sentido del deber se mantendría en el estado en el que se encontraba, pero debía averiguarlo...

Mostrando una sonrisa desganada, se deja caer de nuevo de nuevo sobre la cama, sentándose en ella. Una mueca de dolor atraviesa su rostro, a la vez que se lleva la mano herida al pecho y la cubre con su otra mano. Como si aquel gesto fuese capaz de mitigar el dolor que siente.

-Solo pudimos rescatar a siete civiles en el lugar de la boda. Tuvimos que retirarnos por la gran cantidad de hostiles y la falta de munición. Lamento su perdida.

Las bodas son lugares llenos de amigos y familiares, así que supone que Sophie habrá perdido a muchos seres queridos. Aunque no es la única, el propio Pickman ha perdido a buenos amigos y ahora sabe, que va a perder la vida.

-He estado mejor, aunque aún aguanto. Supongo que estás aquí para ver cuanto aguanto antes de convertirme en uno de esos desquiciados enloquecidos. ¿Sabes? Todo esto tiene mucha gracia.      -De nuevo la sonrisa desganada se refleja en su rostro, a la vez que hace un gesto de desdén.    -De pequeño, todos me llamaban espagueti y era el blanco de las burlas de mis compañeros. Creo que por eso elegí convertirme en soldado, para hacerme fuerte y que nadie volviese a burlarse de mí. Entonces el capitán Wright me enseñó a ser un verdadero soldado.

Sophie puede percibir la ira ardiente que yace en el interior del muchacho. Pese a que sus palabras suenan calmadas, su lenguaje corporal indica lo realmente enojado que se encuentra. Es casi como una bestia enjaulada y enfurecida.

-La vida no es más que una mierda plagada de retorcidas bromas. Mi unidad estaba desalojando un barrio residencial, cuando uno de los civiles corrió de nuevo hacia su casa. El lugar estaba plagado de hostiles, por lo que corrí tras él. ¿Sabes lo que estaba haciendo? Le pillé vaciando el contenido de una caja fuerte en una bolsa de lona. Tenía una gran cantidad de dinero ahí guardado y quería llevárselo. Traté de que desistiese de ello, pero sus gritos atrajeron a un hostil que casi le hiere. Yo intervine y por salvarlo, perdí un dedo y quedé infectado.

Por primera vez desde que está en aquella sala, Sophie advierte que el soldado por fin se atreve a mirar su mano vendada. Sabe que su dedo no está, ve que su dedo no está, pero de alguna forma, siente que aún está ahí. Pero no es tan solo la perdida lo que le arrastra a aquel estado, sino el veneno que ahora corre por sus venas y del que está seguro, que no sobrevivirá.

-Salvé la vida a ese tipejo y lo saqué a rastras de su casa. Pero aquí viene lo mejor, lejos de estar agradecido por salvarle la vida, se planta delante de mi cara y me dice que va a denunciarme y que le voy a tener que pagar hasta el último céntimo que ha perdido. ¿No es como para partirse de la risa? Claro que no seré el único denunciado, un miembro de mi unidad le rompió la nariz de un cabezazo por ser tan gilipollas. Así que así están las cosas, yo me pudro aquí esperando a que el virus me mate o que alguien me meta una bala en la cabeza, mientras que ese gran señor sigue con vida pero con una nariz rota. ¿Quieres más sinceridad?

- Usted hizo su trabajo, salvar vidas humanas. Y al igual que hicieron usted y sus compañeros en la boda, hizo de igual forma con ese individuo. Usted no está para juzgar quien merece salvarse o no. Eso sólo es cuestión de Dios decidirlo. - dijo Sophie apelando quizá al sentimiento religioso o no de ese hombre. Quería averiguar como había afectado a su esperanza o a su fe... si es que profesaba alguna.

El soldado confirma sus sospechas, era de la unidad del capitán Wright.

- Dígame James. ¿Que mensaje le daría a su capitán si ahora mismo lo tuviera delante? ¿Querría decirle algo en particular?

Las preguntas al soldado eran directas, comprometedoras. Justo esas en las que podía verse su verdadera personalidad, no una fachada para dar a su entrevistadora.

- Dígame si se siente diferente. No se cualquier cosa por pequeña que sea... - acierta a preguntar finalmente.

Claramente le estaba preguntando desde que había contraído la infección. Allí ambos sabían para lo que estaban y ese soldado, con esa entrevista, estaba dando su último servicio a su país.