Partida Rol por web

El Liceo: Escuela de Superhéroes

Capítulo 1: Bienvenidos al Liceo

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08/02/2016, 19:58
Iván Auriol

Iván esperaba allí en pie, vestido con una simple camisa verde y unos tejanos, una gran mochila azul de deporte frente a él y su padre Pol, un hombre joven y rubio de barba pelirroja, bastante fornido y vestido de forma semejante a su hijo pero con una camisa de cuadros de colores pardos en vez del monocromo chillón, se erigiría tras él, una mano en el hombro del chico, suave pero inamovible.

El pelirrojo inspeccionó con la mirada a todos los presentes, tímidamente sí, pero de forma bastante obvia para el observador medio. Casi todo el mundo parecía “normal”, lo que le hizo subir un poco los colores. A excepción de aquella chica de piel azul, él era el que tenía más rasgos especiales visibles, por escasos que fueran. Sus orejas se pusieron rojas, a juego con su cara y su pelo.

Lo otro que le llamaba la atención era el robot. Al principio pensó que podía ser otro alumno del Liceo. Según lo que había visto en las noticias los robots eran prácticamente personas hoy en día, pero pronto vio que la máquina estaba siempre pegada a un chico rubio con gafas. ¿Lo había construido él? Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Iván.

Había gente de varias etnias allí. Un chico tenía un fuerte acento sud-americano, había otra chica tan blanca y pálida que no podía ser de más al sur que Noruega, o Alaska, o algo así.

Al cabo de bastante rato, apareció alguien a parte de la “secretaria” que les había estado esperando con el cartel. Un hombre con pinta de severo y adusto. Junto a él había un chico negro que poco más que arrastraba los pies a su paso en ropas demasiado grandes para su cuerpo. Iván estaba positivamente sorprendido por tal hecho, habían cambiado mucho las cosas desde su niñez.

Cuando el chico que se hacía llamar César habló, Iván no pudo reprimir una sonrisa. Ciertamente no era el tipo de actitud que recordaba que tenía que llevar uno ante un profesor. La segunda sorpresa del día fue cuando el tal Bosch no le cogió de la oreja y la retorció hasta hacerle hincar la rodilla. De golpe, un gran peso desapareció del corazón de Iván. Quizá volver a la escuela no sería TAN malo.

A su padre, sin embargo, no le gustó la actitud del chico, y apretó la mano con fuerza cuando vió que Iván le reía las gracias.

“Compórtate” - Le murmuró en el oído. Ambos sabían que el aviso no era necesario, Iván no iba a ir faltándole el respeto a sus profesores, pero Pol se sentía mejor diciéndolo e Iván  agradecía que su padre se preocupara. Pol le dio la vuelta a su hijo para mirarle de frente. – “¿Lo llevas todo?” - Iván asintió - “¿El teléfono también? No te lo habrás vuelto a dejar…”

Iván metió la mano en el bolsillo y sacó su dichoso Smartphone que…. Estaba todavía apagado. La noche anterior había puesto una alarma usando comandos de voz, pero aquella mañana el teléfono no se dignaba a escuchar ninguno de sus gritos para apagarse. Lo que le habían enseñado en la tienda no servía para nada, porque no había ninguno de los pictogramas que comúnmente salían en la pantalla, sino que estaba todo tapado con una fotografía de un reloj y una gran X roja en el centro que temblaba cuando la tocaba, y nada más. Así que al final tuvo que quitar la batería para conseguir que dejara de sonar. No quería admitir la derrota ante su padre, al que no le había dicho nada sobre su batalla contra el Smartphone, así que le enseñó la parte de atrás del teléfono como toda prueba de que lo llevaba encima.

“Sí, no te preocupes.” – Dijo Iván.

Pol abrazó a su hijo, y le dio un par de palmadas en la espalda, animándole.

Iván cogió la pesada mochila de gimnasio y se dirigió ante el hombre con la pizarra-televisión.

“Iván Auriol”

Cuando el señor le dio el visto bueno, Iván metió su equipaje en el maletero del autobús, y despegó los pies del suelo, flotando lánguidamente un par de centímetros sobre el suelo. Ganó impulso con una mano en el borde de la puerta del maletero, empujándose hacia la parte delantera del vehículo. Detuvo su avance al llegar a la misma poniendo el pie derecho en el marco de la puerta.

“¡Ei!” – la voz de su padre le detuvo. Le vio sonreír a lo lejos - “Llámame si pasa algo. ¡Pásalo bien!”

Le había dicho que lo pasara bien, no que aprendiera mucho, como hacía cuando era un niño… Iván asintió sonriente y tras hacerle adiós con la mano se impulsó al interior, inmediatamente lanzando la mano izquierda a una barra vertical, pivotando de nuevo para desplazarse por el pasillo central, escogiendo un asiento aleatoriamente al que agarrarse y dejarse caer sobre él.

Ahora, el maldito teléfono. Lo sacó del bolsillo y lo encendió, líneas verdes danzando en la pantalla como tentáculos… Logo de la compañía y… el PIN. Introdujo el PIN, satisfecho de haberlo recordado  sin tener que mirar el papelito que llevaba en la cartera. Pero en vez del menú de inicio, apareció un extraño robot verde en la pantalla. El robot tenía una puerta abierta en el torso, y en su interior daban vueltas unas luces de colores. Bajo el robot ponía “Aplicando actualización de Software. No apague el dispositivo”. Ya estaba. Crisis. Ya lo había roto. ¿Qué era un sof… sofu… eso? ¿Y ahora qué? “El chico del robot” – pensó. ¿Cómo había dicho que se llamaba? No, no lo había dicho… Levantó la mirada y lo buscó en el autobús. Fácilmente reconocible por el robot a su lado, lo encontró enseguida. ¿Se atrevía a ir a preguntarle? Él tenía que saber, seguro. Llevaba una de esas pizarras electrónicas, un teléfono seguro que sería nada para él… ¿Pero admitir que no sabía lo que estaba haciendo con la tecnología de hoy en día?

Apareció una barra bajo el robot, con un porcentaje. Perfecto, ahora había una cuenta atrás. ¿Para qué? No tenía tiempo de decidir ni de indagar respuestas, aquella barra subía bastante rápido. Se dirigió flotando hacia el chico, con el teléfono en las manos.

“Oye, perdona.” – Llamó su atención – “Yo eh, me llamo Iván y bueno… No sé qué es esto.” – Le enseñó el teléfono, con su robot verde en la pantalla – “Le he tenido que quitar la batería esta mañana y no sé si lo he roto… Y hay una cuenta atrás y… ¿Me ayudas?”

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08/02/2016, 20:40
Señor Bosch

Sara y Marina

Sara se acercó al autobús, seguida por una chica menuda de aspecto delicado. 

- Señorita Carrión, bienvenida - saludó el profesor mientras manipulaba la tablet - Ya puede subir...

Acto seguido la chica que seguía a Sara se acercó al señor Bosch y lo miró con curiosidad.

- ¿Y usted es...?

La chica puso cara de sorpresa y tecleó algo en su teléfono móvil, luego le enseñó la pantalla al profesor. 

- Ah, señorita Hernández... Bien. Suba, por favor.

No pareció extrañarle que la susodicha Hernández no hubiese despegado los labios en ningún momento, ni hubiese proferido sonido alguno.

Iván

El señor Bosch se demoró un poco en encontrar la ficha de Iván. En eso se parecían un poco los dos, la tecnología no era lo suyo. 

- Señor Auriol...

La mirada del profesor tardó en apartarse de la pantalla. Cuando miró de nuevo a Iván parecía... sorprendido. Se recompuso rápidamente.

- Suba.

El autobús

En el interior del autobús los adolescentes comenzaban a ocupar los asientos. Había sitio de sobras, por lo que no era necesario sentarse al lado de alguien. Sin embargo, algunos de los allí presentes ya habían comenzado a hablar entre ellos.

Son animales sociales - le comentó Bosch a la mujer del cartel mientras esperaba a que todos los alumnos fuesen entrando.

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08/02/2016, 21:14
Sara Carrión

Al fin le dieron el visto bueno, de modo que ella dió las gracias al señor Bosch y abordó el vehículo, aunque antes miró un poco a lo lejos y movió la mano de un lado a otro, despidiéndose de sus abuelos. Ya arriba, pudo ver que habían muchos espacios vacíos. También tenía la sensación de que no había casi nadie de su edad y ella sentía el impulso de conocer a alguien que al menos la igualara en años.

Caminó carpeta en mano, apretándola, hasta dar con un asiento que estuviera en la zona que habían marcado la chica pelirroja y el joven extranjero. Parecían tener mayor edad que el resto.

- Me llamo Sara, un gusto conoceros a todos.

Dijo en general a los que estaban por ahí, que eran casi todos. Estaba un poco cohartada en realidad y tomó asiento a poca distancia de Diana. Tras hacerlo, se alisó un poco el vestido. Lo cierto es que no sabía qué hacer ahora, pero sí que tenía aquella curiosidad por saber cuántos pensaban que Albert podía ser un supervillano.

- El señor Bosch es muy serio, ¿no creen? ¿qué creen que hará si pierde la paciencia?

Eso era como una prueba. Si el caballero se airaba con facilidad, Sara lo incluiría en la categoría de supervillano de incógnito y ya se ocuparía ella de espiarle todo lo que hiciera falta.

Miró hacia la parte de atrás, donde estaba el piroquinético, acompañado ahora del otro con aspecto rebelde. "Esos dos son los que van a ponerlo a prueba". Pensó para sí, creyendo que era cuestión de esperar.

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08/02/2016, 21:48
César

César estaba entretenido con sus cosas cuando Moussa apareció y se sentó casi a su lado. Al verle grabar sus iniciales en el asiento de enfrente comenzó a mirarle con curiosidad. El gesto de complicidad del chaval senegalés fue lo último que necesitó el piroquinético para decidir que aquel chico le caía bien. Comenzó a reír. 

- Anda, déjamela cuando acabes que yo también dejaré mi marca - miró unos instantes a los adolescentes que estaban repartidos a lo largo del autobús, chasqueó la lengua -. A ti también te han obligado a venir, ¿no?

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08/02/2016, 22:33
Rudy Vergara

Cráter. Maldita sea. La primera cosa que me dice alguien del personal del Liceo y sale la condenada palabra. Ya imaginaba que todos los profesores conocerían lo que pasó en Londres. Pero vaya, no entraba en mis planes formar un cráter en la escuela también.

Me disponía a ver un capítulo del anime Modoki Magica en el móvil, pero entonces se subieron los demás alumnos. Flipé en colores con la robot sexy que entro después del chico rubio. ¿La habría construido él? ¿Se la podría pedir para… Bueno, para practicar mi conversación con chicas?

Le siguió una jovencita pelirroja super sexy. Parecía tan nerviosa como yo. Hice una mueca que pretendía ser una sonrisa, pero no sé si la vio (o entendió).

Después subieron dos chicas, la primera me recordaba a una versión de la famosa directora (de una escuela americana) Emma Frost. Con un toque sexy que me gustaba.

Luego subió flotando un chico pelirrojo. Tenía algo que me daba ganas de levantarme a preguntarle la hora, aunque parecía algo desubicado. Era muy mono, y bastante sexy. Quiero decir… No. Papá no lo permitiría.

La chica rubia se acercó a donde estábamos sentados la mayoría. Se presentó e hizo un comentario sobre Bosch.

-Eh… Hola. Yo soy… Rudy. –balbuceé poniéndome rojo.-Sí… a mí me recuerda al Agente K de Men in Black. A lo mejor nos borrará la memoria… je… je…

¿Podía ser más patético? La respuesta es sí.

-¡Diosito! –dije sorprendido cuando me fijé en su carpeta- ¿Esas son imágenes de Fairy Tail? Yo estuve un tiempo traduciendo los subtítulos de ese anime, del inglés al español. Luego me pasé a traducir uno que va de unos chicos-conejito que…

Y me callé. Acababa de soltar que veía animes de chicos-conejito. Papá no lo permitiría. ¿Qué podrían pensar los demás…?

Intenté decir algo más, pero las palabras no salían. Siempre se me había dado fatal hablar con la gente. No sé como fui capaz incluso de decir esas tonterías.

Tenía la esperanza de que no me reconocerían y no saldría, al menos por ahora, el tema del cráter.

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09/02/2016, 08:57
Sara Carrión

Rudy se presentó y al hacerlo se puso un poco colorado, lo que casi indujo la misma reacción en ella. Hablaba de películas y de ánimes, así que parecía un joven normal. Ella sonrió porque había acertado con lo de Fairy tail, aunque después esa historia de los chicos conejo le sonó, en efecto, muy inapropiada para soltarla en público. Rudy parecía bastante despistado, aunque en eso seguramente podía competir ella también, que tenía la cabeza siempre en demasiados sitios.

- Sí, los japoneses y sus tonterías. Como esos anuncios tan llamativos suyos. Yo me lo he pasado muy bien con toda esa publicidad alocada en Youtube. Rudy, está muy bien que hicieras subtítulos, seguro que fue divertido.

Le dijo con una sonrisa tranquila, intentando que no le diera más importancia a todo aquello. Sara se levantó un momento para mirar al pasillo.

- ¿Vísteis dónde se sentó Marina?

Sara había ido directa a buscar gente de su edad y se había olvidado de ella. Se sintió culpable por ese gesto tan egoísta por su parte. Y tampoco quería convertirse en su canguro, pero dejarla atrás así era muy feo, de modo que se quedó preocupada. Qué menos que asegurarse de que estaba bien. Aunque como ahora la jovencita se quedara sola no sabía qué iba a hacer.

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09/02/2016, 13:27
Aitor Zumalacárregui

“Oye, perdona.” – Llamó su atención – “Yo eh, me llamo Iván y bueno… No sé qué es esto.” – Le enseñó el teléfono, con su robot verde en la pantalla – “Le he tenido que quitar la batería esta mañana y no sé si lo he roto… Y hay una cuenta atrás y… ¿Me ayudas?”

Y ahí venía el primer “bicho raro”. Lo cierto es que lejos de inquietarle, estar rodeado de “bichos raros” reconfortaba a Aitor. Él lo era y lo sabía con tal certeza que sentirse en un grupo de ellos le hacía sentir mejor. Algo no racional, pero agradable. No había muchas de esas sensaciones similares a esa a lo largo del día en su vida. Tal vez la resolución de una ecuación especialmente complicada, o el conectar por primera vez a Gina… Satisfactorio.

Examinó al recién llegado, un “escaneo” en toda regla. Aspecto general, nivel de higiene, calidad y estilo de las ropas, rasgos étnicos y características peculiares, sus orejas, su color de pelo, sus ojos. Todo. Si hubiera podido entrar en su alma y echar un vistazo a ciencia cierta que lo hubiera hecho.

Se guardó de acercarse o estrechar la mano. Aitor daba aspecto de frío, calculador, pero tenía una razón para ello. Pese a todo tomó el Smartphone de manos del pelirrojo y echó un vistazo.

-Tranquilo, no va a explotar ni nada, es un móvil, no una granada. Soy Aitor Zumalacárregui, encantado –dijo el joven prodigio de las tecnologías sin extender la mano– Voy a hacerte una pregunta y quiero que seas sincero: ¿quieres que te lo arregle o quieres que te enseñe a arreglarlo? Por lo que parece necesitas clases de adaptación a las nuevas tecnologías y comenzar por un teléfono puede ayudarte bastante, todo tiende a funcionar como ellos ahora. En caso contrario puedo hackearte… entrar con mi tablet –señaló su tablet–, en tu móvil, echar un vistazo, arreglarte lo que vea que se puede arreglar y asegurarme de que todo funciona. La ventaja es que no tendrás que preocuparte nunca más de tu móvil mientras hables conmigo, la desventaja es que tendrás que hablar conmigo a menudo. Son trastos complicados y desagradables para los “legos”, para los que no se han enfrentado con ellos desde el principio.

Tras la perorata que le había soltado al pobre “provinciano” parecería que esperaría una respuesta, pero el joven Aitor no había parado de hacer otras cosas mientras hablaba con Iván (aparte de hackearle “preventivamente” el móvil), como atender a lo que decían en el autobús.

Sara Carrión, la chica ultra-blanca, se había acercado a los demás con una carpeta a modo de escudo emocional. Eso le delataba cierta inseguridad, aunque sin llegar a lo patológico. Una persona tímida. Bien, eso la hacía alguien más propensa a agradecer un tratamiento cercano y amable. Otra cosa es que Aitor fuera capaz de proporcionárselo. Al menos lo intentaría.

-¿Vísteis dónde se sentó Marina?

-¿Te refieres a esa chica? –comentó Aitor como si tal cosa señalando sin atisbo de vergüenza a Marina, sentada tras Sara.

-Respecto a lo que preguntabas sobre el señor Bosch, creo que hace bastante bien su trabajo, dadas las circunstancias. No parece ningún psicópata, pero no me gustaría verlo enfadado. Eso supongo que debe actitud bastante saludable para tratar con determinado tipo de adolescentes. Me da la impresión de que nosotros tres no tendremos ningún problema con él –dijo, incluyendo en el grupo a Iván, a Sara, Rudy y a él mismo– Otros, en cambio… –no hacía falta hacer nada más, de algunos ya habíamos visto una muestra de cómo podían llegar a comportarse, estaba claro.

Notas de juego

Para simplificar, salvo que se especifique lo contrario, aseguro 10 (es decir, resultado de 24) en las TRs de Tecnología.

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09/02/2016, 16:09
Moussa Dakar

Manteniendo durante unos instante el ceño fruncido, Moussa evalúa al chico de la cresta. Parece que al menos habrá uno con quién podrá divertirse en medio de todo aquello. Así que asiente y se centra en terminar su obra sin que el viejo se entere. No es su mejor trabajo, pero Bosch le había quitado la navaja que usaba para tales tareas y no había tenido tiempo de hacerse con una nueva, así que ahora ha tenido que improvisar con lo que tenía al alcance de la mano.

-Ya está, tu turno.

Pronuncia satisfecho al terminar su pequeña obra y tras arrojar el cortauñas a Cesar. Durante unos instantes se plantea la idea de invitar al resto a que hagan lo mismo. Pero tras evaluarles durante unos instantes, se da cuenta de que seguramente no solo se negarían, si no que lo más probable, es que alguno se fuese de la lengua. La verdad es que la gran mayoría le parecen unos niños mimados que no tienen ni idea de cómo es el mundo. Aunque es Aitor quién menos le gusta de todos, pues tiene pinta de ser un empollón y todo el mundo sabe que los empollones son unos chivatos y si algo odia Moussa, es a los chivatos. Así que ya lo ha decidido, el chivato le cae mal y punto.

-No tuve muchas más opciones...    -Responde a Cesar.    -Era venir aquí o acabar en un sitio bastante peor...  -Tras encogerse de hombros, alza una mano y señala a Bosch.   -Él es mi carcelero particular, trata de evitar que me meta en problemas o que haga algo moralmente incorrecto Chisssttt Bueno, al menos han prometido que aquí me enseñarán a dominar mis poderes. Espero que todo esto sirva para algo, si esto no funciona, no tardaré en fugarme de aquí. Pero hasta entonces...   -Moussa se vuelve para mirar a Cesar y baja el tono de voz para que nadie más les escuche.   -Si tenemos que pasar tiempo aquí, mejor será divertirse ¿No? Se me ocurren unas cuantas cosas para hacer, pero primero son los negocios. Enseguida vuelvo, brother.

Poniéndose en pie, abandona la última fila para dejarse caer en uno de los asientos cercanos al resto del grupo. Un nuevo bostezo le doblega y de forma instintiva, se rasca la barriga adormilado. La idea de dormirse durante el trayecto es muy atractiva, pero como bien ha dicho, primero son los negocios.

-¡Eh! vosotros...  -Dice sin dirigirse a nadie en particular, pero buscando atraer la atención de los alumnos.    -Yo soy Moussa Dakar y...    -Frunciendo el ceño, vuelve la mirada para controlar que Bosch no esté demasiado cerca. Aún así, baja el tono de voz para hacerle más difícil que pueda escucharlos en caso de que el viejo esté con la oreja puesta.     -A lo que iba, yo soy Moussa Dakar y puedo conseguiros cosas, por un precio claro. Si necesitáis algo de fuera o dentro del Liceo, lo que sea...solo tenéis que decírmelo. A cambio solo pido un pago más que justo y vuestra discreción. 

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09/02/2016, 19:04
Iván Auriol

Aitor escaneó casi literalmente a Iván con aquellos ojos que parecían ver mucho más allá del aspecto exterior. Por un momento se sintió cohibido, como si le estuvieran juzgando por ser quien es, y las puntas de sus orejas y sus mejillas se enrojecieron en consecuencia, pero aparte de eso intentó mantener una expresión inamovible. Si se rapaba continuamente los lados de la cabeza era para que se viera a primer golpe de ojo qué era. Cierto que aquello resultaba más fácil cuando todo el mundo tenia las mismas orejas… pero el fondo era el mismo. Aquello lo hacía para que no hablaran de él a sus espaldas y sentirse orgulloso de sus diferencias, así que aguantó el escrutinio estoicamente e incluso sonrió, honestamente, cuando Aitor cogió el teléfono.

- “Bueno ya me imagino que no va a explotar” – aclaró Iván – “Pero tampoco quiero que se estropee y no sé lo que es eso del sofu… eso.”

Escuchó atentamente las opciones que Aitor le ofrecía, sintiéndose extremadamente tentado de tomar la ruta fácil y despreocuparse del asunto. Pero aquello no era una solución… ¿Qué pasaría si volvía a poner una alarma que no sabía apagar? ¿O si borraba sin querer el número de su padre? No tenía ni idea de cómo reescribirlo. ¿Y en el futuro que haría? Como había dicho Aitor, todo parecía que funcionaba electrónicamente. ¡Hasta había tenido problemas para sintonizar la radio! ¿Dónde habían quedado los cómodos diales? No. No podía seguir anclado en su berrinche (porque lo reconocía como lo que era) de que el mundo debía volver a como era antes, en vez de adaptarse él.

- “Pues preferiría aprender. Si no es mucha molestia. La chica de la tienda me enseñó lo básico, según ella, y donde estaba el botón para darle órdenes de voz… Pero parece que solo acepta las ordenes que le da la gana, y la mitad está escrito en INGLÉS.” - Hizo una pausa, mirando de nuevo a Aitor a los ojos, no una mirada escrutiñadora como la de él, sino expresando su voluntad con ellos. - “Pero necesito el teléfono par cuando lleguemos al Liceo, se supone que tengo que llamar en cuanto estemos allí. Si puedes enseñarme a hacer que funcione al menos como antes en este rato estaría muy agradecido. Sino… por favor arréglalo, y luego me enseñas todo lo que puedas.” - Iván empezó a rebuscar entre los bolsillos de su pantalón, hasta que sacó un corto cable blanco, USB – microUSB, y se lo tendió a Aitor – “Me dieron esto por si quería conectar el teléfono a otras cosas.” – dijo, señalando con la cabeza la Tablet de Aitor.

Iván observó atento las interacciones de los otros alumnos. La chica que parecía nórdica se escondía tras una carpeta como si fuera un escudo, y el chico con acento sudamericano empezó a hablar con ella de una “anima” con conejitos. Iván no lo entendió del todo, solo veía unos dibujos bastante deformados con ojos gigantes y por ningún lado una ánima. La chica parecía tímida, sí, pero se dirigió a todos con sus dudas sobre el profesor Bosch. Aquello cogió por sorpresa a Iván, al que le había parecido extremadamente laxo, para el aspecto severo que tenía. Iván se dio la vuelta y miró directamente a la chica, pero habló lo bastante alto como para que le oyeran todos los del autobús.

- “Pues a mí me ha parecido que se le escapaba la fuerza por la boca.” – Se encogió de hombros, antes de explicar su opinión – “Si este profesor fuera la mitad de estricto que el profesor más benévolo que recuerdo, César tendría una oreja el triple de grande y roja que la otra por esa salida de tono.” - Miró a César, sonriéndole. No le parecía mal lo que había hecho, simplemente estaba sorprendido por la total ausencia de consecuencias – “Con esta primera impresión tan débil, no sé cómo va a mantener el control… Especialmente rodeado por chicos que pueden abrir un cráter, como él mismo ha dicho. Se le van a subir a la espalda y domarlo en menos que canta un gallo.”

Iván miró hacia la puerta, casi esperando que Bosch le hubiera oído, pero por suerte no estaba en el autobús todavía.

Entonces se acercó Moussa y les hizo aquella oferta. A Iván se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja tras oír aquello. Aquel tipo de situación sí que sabía manejarla. De hecho tenía un amigo que hacía algo semejante, cuando iban al colegio… Le encontró hacía unos días, pero no le reconoció hasta que se presentó. Ahora tenía dos nietos, estaba jubilado y hablaba con cariño de don Teodoro, el profesor que tantas jugarretas les había hecho. No pudo menos que imaginarse a Moussa en la misma situación.

- “¿Veis lo que digo? No se hace respetar.” – Le sonrió a Moussa – “¿Y qué ofreces exactamente? Porque yo no sé mucho, pero hasta donde he aprendido, UPS te trae cualquier cosa.”

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09/02/2016, 19:50
Sara Carrión

Tenía pinta de que Marina se había sentado cerca suyo, que era más o menos lo que esperaba. Daba la impresión de que se le iba a colgar un poco, pero alguien iba a tener que estar pendiente de ella, al fin y al cabo.

Sonrió levemente al chico geek para agradecerle la ayuda. Entonces llamó la atención de todos el joven de raza negra. Definitivamente lo habían sacado de un correccional y tenía aspecto de ser conflictivo. Pero allí en el Liceo estaría todo aquello controlado, así que no le preocupaba. Lo que ahora tenían que hacer era conocerse. Pensó si su oferta le podía servir para algo, pero debía de tener poca imaginación, porque no se le ocurría nada.

- Pero cielo, allí en el Liceo no nos restringirán nada. Al menos, nada legal.

Claro que él ya había explicado que incluía cosas de dentro del lugar, lo que implicaba robarlas. Ella arrugó el gesto durante un momento y negó.

- Pero si dominas tus poderes, quizá en el futuro podrías ser un buen guardaespaldas.

Habían muchas más opciones, pero lo de guardaespaldas era lo más suave que se le ocurría. Intentó así hacerle pensar un poco y que viera un sentido a lo de aprender. Seguramente estaba siendo demasiado maternal y esperó que entendiera que quería ayudarle.

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09/02/2016, 21:00
Rudy Vergara

 

Oh, Dios santo. El chico guapo, em… ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Iván. Había hecho referencia a lo del cráter. ¿Lo dijo por mí? ¿Me habría reconocido por los videos de Youtube? Tal vez se pensara que el profe había generalizado... Bueno, tenía que mantener la calma. La última vez que empecé a mover la pierna por nerviosismo rompí una baldosa del lavabo.

No me había fijado en el negrito macarra hasta que vino a ofrecernos sus servicios de camello. La verdad es que no me interesaba mucho el mundo de las drogas, ya tenía suficiente con que papá fuese un traficante (y fuera asesinado por ello).  

-A mí me interesaría algún tomo mensual de manga. ¿Eso entra en tu catálogo? –pregunté a Moussa.

Siempre me había dado un poco de reparo hablar con los macarras de clase. Eran los típicos que un día te podían hablar bien y al otro insultarte o meterse contigo.

Dentro de mi cabeza seguía rondando algo desde que había subido al bus… ¿Qué habilidad tendría Bosch? ¿Y mis nuevos compañeros? Desde que me dijeron que vendría al Liceo, me entraron ganas de conocer a más gente con poderes. Parecía una buena forma de liberar tensiones y conocernos. También me daría material para escribir un fanfic esa noche.

-Eh… Esto… ¿Cuáles son vuestros superpoderes? -pregunté a todos en general. – Quiero decir, no es por ser entrometido… Solo curiosidad. Yo soy superfuerte y tiro rayos por los ojos.

Esperaba que alguna de las chicas fuese una especie de Mahou Shoujo.

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10/02/2016, 00:33
Diana Castelló

Cuando el señor Bosch se dirigió a ella no pudo más que mirar hacia arriba y sonreír . Parecía que sabía quien era, y eso la tranquilizaba en cierto modo. Corrió su maleta con relativa facilidad, la metió en el compartimento para equipaje y subió al autobús. No tenía intención alguna de sentarse al fondo, pero cuando vio que los dos chicos con pinta conflictiva se sentaban al fondo, no necesitó pensárselo dos mejor, se sentó por la mitad, cerca de donde se había sentado el chico con acento sudamericano. Había oído claramente a su madre hablando, y le pareció que su vida debía sido, cuanto menos, divertida.

A su alrededor comenzaron a llenarse los asientos, y Diana no dejaba de morderse el labio, si no era por nerviosismo, puede que hubiera algún motivo oculto... no, simple nerviosismo. Piernas cruzadas y manos entrelazadas frente al estómago era su postura típica, no intentaba ocultarse, quería mostrarse tal y como era, aunque quizá ser ella misma podría ser un inconveniente.

Pronto los demás comenzaron a presentarse y a hablar entre ellos, Diana podría llegar a ser muy extrovertida, pero en aquel momento estaba realmente nerviosa. Causar mala impresión en un lugar en que vas a pasar la mayor parte de tu tiempo, no sonaba muy bien. Cuando Sara se presentó, Diana la miró con una sonrisa de oreja a oreja... eso era lo que ella necesitaba, un pequeño empujón.

- Hola, encantada, mi nombre es Diana.- Dijo con un tono de voz jovial -. A mi el señor Bosch me pareció un poco seco, pero puede que con el tiempo nuestra concepción mútua cambie... quizá solo debemos ser, lo que el espera de nosotros.- Contestó a Sara. La visión de Diana de las cosas siempre era bastante positiva. Siempre trató de ver las cosas con optimismo y en aquel momento no iba a ser menos.

En un momento dado, Sara y Rudy se pusieron a hablar de Animes, y la chica abrió los ojos sorprendida... no es que fuera una fan incondicional, ni que se la pudiera catalogar de Otaku, pero si que había visto alguno que le había recomendado un conocido, y eran muy de su agrado. Aunque no participó de la conversación, le gustó ahondar un poco en los gustos de sus compañeros.

Cuando Sara preguntó por Marina, Diana se levantó intentando dar con la chica que había visto antes con ella, pero el chico de la robot se adelantó. Parecía un chico raro, un científico analítico... esa segunda parte le daba cierto pavor, pero no iba a dejarse amedrentar por algo así.

Cuando decidieron que la iban a enviar a la escuela, lo que más le llamaba la atención era el hecho de conocer a más gente como ella... bueno, no como ella, pero personas con poderes, al fin y al cabo. Y en aquel momento empezó la parte emocionante. Rudy hizo la pregunta que a ella le habría encantado hacer, la pregunta que probablemente todos estaban deseando hacer. ¿Que qué poderes tenía? Sus poderes no tenían la capacidad de romper el autobús, así que se decidió a mostrárselo.

Una mano tocó el hombro de Rudy, y al girarse para mirar de donde venía, se encontró de frente consigo mismo. Una copia exacta de sí mismo, por lo menos de la parte que se encontraba a la vista.

- Yo soy superfuerte y tiro rayos por los ojos.- Dijo su doble con exactamente su mismo tono de voz, intentando imitar su acento.

Al segundo, el doble de Rudy comenzó a mutar y volvió a transformarse en Diana. Todió para clararse la voz y con una sonrisa en los labios se dirigió a su nuevo compañero.

- Básicamente eso.- Dijo todavía con un tono de voz entre Rudy y Diana -. Ejem, perdón .- Volvió a toser una segunda vez -. Perdón, ya .- Replicó de nuevo con su voz normal -. Soy una mutante metamorfa, y también puedo hacer alguna que otra cosa, pero es básicamente todo relacionado con cambios físicos. Espero que no te haya molestado la demostración, no pretendía burlarme de tí .- Su mejillas se enrojecieron y comenzó a morderse el labio de nuevo agachando la cabeza.

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10/02/2016, 11:46
Sara Carrión

Todavía estaba esperando la contestación de Moussa a todas aquellas preguntas, cuando Rudy sacaba un nuevo tema. Diana hizo una demostración de sus habilidades y la alicantina se imaginó que podría transformarse en muchas otras cosas. Cambiar de aspecto podía ser divertido y muy útil para meter en problemas a otra gente o salir de apuros.

También había advertido que ella era tímida. Al final, era un grupo de chicos con poca seguridad, salvo posiblemente Aitor y los dos rebeldes. Por suerte, no eran un grupo superheróico auténtico, así que no iban a necesitar a alguien que diera pasos adelante.

En cuanto a los poderes, la chica no estaba muy por la labor de anunciarlos, pero siendo un sinsentido callarse, porque tarde o temprano se enterarían, trató de armarse de valor. Al principio no lo consiguió y lo que hizo fue encogerse un poco, pero cerró los ojos para centrarse un poco.

- Mis poderes no son muy agradables que digamos. Si en el liceo hay algún alma en pena, no os preocupéis que yo seré la primera en darme el susto. Si empiezo a temblar, tan sólo no me toméis por loca. Y aparte de eso, también genero frío, hielo, incluyendo unas alas grises de hielo con las que volar... Todo un poco tétrico, sí.

Sara mostró la palma de la mano y fue generando una figura sobre ella, que claramente representaba al Hombre de hielo de los X-Men, mostrando una analogía más positiva respecto a sus poderes.

Confesar aquello le hizo perder un poco de ánimo, pues no consideraba todo aquello una bendición dadas todas las circunstancias que la acompañaban, así que se quedó en silencio, escuchando a los demás, tratando de recuperarse.

 

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10/02/2016, 14:22
Aitor Zumalacárregui

-Ese cable no sirve para conectar tu móvil con mi tablet, pero no lo necesito. Ya lo tienes “arreglado” –le dijo Aitor al pelirrojo alargándole el móvil de vuelta–. Cuando tengas un rato y ganas, avísame y te enseñaré algunas cosas básicas. Teniendo cuatro cosas claras, el resto es más bien intuitivo. En serio. Y si tienes algún problema para llamar, dímelo, no me supone ninguna molestia.

Después de hacerle de soporte técnico a Iván, el joven vasco volvió su atención completamente a sus otros compañeros de bus. Ahora estaban hablando de algo interesante: superpoderes. No era una conversación nada común. Primero una metamorfa (que tan sólo logró que Aitor arquease ligeramente una ceja) y una mística/controladora de hielo. Interesante.

Por un segundo Aitor se pensó si debía revelar algún verdadero secreto, algo que no saltara a la vista. Un segundo era mucho tiempo para él. Como un minuto de la gente más normal a nivel intelectual.

Sí, eso bastará... -pensó para sí.

-Mi principal característica es que soy inteligente. O sea, realmente inteligente. Estoy cursando último curso de Robótica e Ingeniería informática, aunque no estoy seguro de si me doctoraré. No es que necesite eso como currículum y hacer ese trabajo para que mi profesor no sepa de qué le estoy hablando o lo tome para hacer una patente… En fin, lo que sí son super-poderes de verdad es lo que me pasa con los metales: puedo manejarlos a mi antojo, aunque de momento sólo pequeñas cantidades –para ilustrar ese punto sacó una moneda de 2€ y esta empiezó a flotar- Los puedo mover con la mente, cambiarles la forma –la moneda se transformó en una réplica en miniatura de la Sagrada Familia- y, si tienen componentes electrónicos y una batería, puedo transformarlos en robots o implementar alguna mejora bajo mi control. Pero todavía me falta mucho para depurarlo. A menudo se estropean –esto último lo añadió con un pesar en su voz que no parecía propio de él, demasiado emotivo. La moneda cayó por un momento antes de recuperar el rumbo, transformándose por el camino hasta volver a su bolsillo.

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10/02/2016, 16:51
Iván Auriol

- “¡Gracias!” – exclamó Iván, honestamente agradecido, mientras comprobaba que el teléfono funcionara como  antes. Entró en la más bien escasa lista de números y encontró el de su padre allí, dándose por satisfecho – “Pues no sé lo que va a durar el trayecto, pero podríamos aprovechar este rato, si quieres. O sino ya encontraremos algún momento cuando ya estemos en el Liceo.”

El tema de conversación cambió de repente cuando Rudy sugirió que hablaran de sus poderes, quedando el pobre Moussa olvidado a un segundo plano. Era realmente un tema interesante, el propio Iván le había dado mil vueltas a cómo serían sus compañeros, que poderes tendrían… El caso es que tampoco sabría definir muy claramente su propio repertorio. De todas formas, todos empezaron a describir sus capacidades, incluso haciendo exhibiciones, salvo Rudy, claro, que no es que se pudiera poner a lanzar rayos por los ojos en el autobús.

Cuando Diana hizo su demostración, a Iván casi le da un vuelco el corazón. ¿Había lanzado un glamour sobre si misma? Incontables horas de prácticas e Iván no había logrado encontrar siquiera por dónde empezar, y aquella chica había hecho uno perfecto en un instante… Pero luego especificó que era Metamorfa, Mutante. No había lanzado un glamour, sino que había cambiado realmente de forma. Qué bárbaro. ¡E Iván no sabía ni lanzarse un hechizo!

Sara hizo otra demostración, construyendo una figura de hielo en la palma de su mano, a la vez que hablaba del aspecto “tétrico” de sus poderes. ¿Almas en pena? Fantasmas, en otras palabras. Iván hubiera preferido seguir creyendo que eran cuentos para no dormir. Intentó imaginarse lo que tendría que ser saber que las historias de miedo pueden ser ciertas, cómo respondería ante los crujidos nocturnos de la casa, sabiendo que podría haber un espectro mareando por allí. Se habría vuelto loco sin duda. Por otro lado, lo del hielo era bastante guay, y había dicho que podía volar. A lo mejor querría acompañarle algún día en una de sus excursiones por los aires…

Entonces Aitor hizo demostración de sus poderes. No solo era súper-listo, lo que ya parecía un poder de lo más útil en sí mismo, sino que podía manejar los metales con una precisión sorprendente, a juzgar por la calidad de la réplica de la catedral que hizo con solo una moneda. Era cierto que Aitor le había sometido a un intenso “escrutinio” cuando se acercó a él por primera vez, pero le había respondido muy amablemente, le había arreglado el teléfono y se había ofrecido a enseñarle a manejarlo mejor, con lo que no le parecía que fuera una persona fría o calculadora. Quizá cuando uno es tan listo no puede evitar adquirir toda la información que puede de los demás, aunque sea con esa mirada tan intensa. Tonterías a parte, Iván decidió que Aitor le caía bien.

Hubo unos segundos de silencio tras la demostración del vasco, así que Iván decidió que ahora le tocaba a él. ¿Pero cómo definir lo indefinible? Bueno, ya le habían visto volar, así que empezaría por lo básico, y a partir de ahí, que fuera lo que Dios quisiera. Se dejó flotar de nuevo, sentándose con las piernas cruzadas en medio del aire.

- “Bueno yo como habéis podido ver, básicamente vuelo. Mi madre era… ES un Hada, y puedo hacer servir algunos de sus poderes. Durante un tiempo la familia de mi madre me ha intentado enseñar… Pero su magia es caos y para ellos es todo intuitivo, para mí… no tanto. Sé hacer un par de cosas…”

Iván levantó una mano y a su alrededor aparecieron varias decenas de luces que daban vueltas, zumbando como pequeñas abejas de mil colores distintos, cada una girando a su propio ritmo, a su propia velocidad, con una inclinación y una dirección distintas. Caos, pero aun así no chocaban entre ellas. Iván sacudió la mano y las luces desaparecieron.

- “Y bueno, lo otro que se hacer… Si me permites Aitor…” - le puso una mano en el hombro a Aitor, y cerró los ojos, concentrándose. Un par de instantes después ambos desaparecieron de la vista. No completamente invisibles, ya que cuando se movían al hechizo le costaba unos instantes recalibrarse, pero si no se movían muy rápido estaban completamente camuflados, tanto en el espectro visible como en el audible. Iván apartó la mano de Aitor y ambos volvieron a ser visibles – “Esto es lo último que he aprendido, como Aitor podrá deciros, solo los afectados por el hechizo pueden verse entre ellos, o oír lo que dicen, a no ser que nos movamos muy rápido o gritemos mucho. Mis parientes son capaces de hacer… cualquier cosa, en serio. Pero de momento esto es lo que yo puedo hacer.”

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10/02/2016, 23:48
Moussa Dakar

Dígase una cosas de Moussa, se trata de un joven que siempre está a la defensiva, por lo que cualquier comentario hacia su persona, puede ser tomado a la tremenda. Algo así como acaba de pasarle con Sara. Quizás la joven solo trataba de ayudarle, pero para él, las palabras de la muchacha de piel pálida, le suenan terriblemente mal. Por ello frunce el ceño mientras la fulmina con una mirada cargada de odio.

-¿De verdad crees que si aprendo bien a desarrollar mis poderes, podré llegar a ser un buen guardaespaldas? Seguramente de un pijo blanco, rico y poderoso ¿No?  -Pronuncia con palabras cargadas de sarcasmo.  -Así que por lo que veo, un hermano solo puede aspirar a servir a un blanquito ¿No? Se te ha visto el plumero piba, seguro que serías muy feliz si estuviese recogiendo algodón en los campos ¿Eh? Chissstt

Desde aquel momento y hasta que su relación con Sara no cambiase, comenzaría a referirse a ella como Aria. Por todo ese rollo de la hermandad aria y el poder blanco. Estaba claro que la muchacha había ido con todas sus buenas intenciones, pero Moussa siempre está a la defensiva...por desgracia su defensa es cuanto menos, un feroz ataque.

Tras añadir a la lista negra a Aria, se centra en Iván y Rudy. Está claro que por el momento ninguno sabe que le van a necesitar, pero está seguro que antes o después, empezarán a pedirle cosas y será entonces cuando empiece a conseguir pasta. En caso contrario ya se encargará él de crear la demanda.  

-No sé quién coño es Ups, pero yo puedo conseguir cualquier cosa que esté en la ciudad. Como por ejemplo, comida de verdad y no la mierda de verduras que seguro que nos dan de comer en el Liceo. También puedo conseguiros pelis, libros, comics, ropa, calzado, helados, chuches, yo que sé...flores si queréis ligar con alguna nena en fin, lo que sea.

El curso de la conversación del resto de los alumnos le pasa por encima como un camión a un pobre gatito. No le importa demasiado, el descubrir lo que pueden hacer puede resultar útil, por lo que escucha con atención. Al ir descubriendo los dones del resto de los alumnos, se le ocurren mil maneras de conseguir un montón de pasta uniendo sus capacidades con las de ellos, pero algo le dice que todos ellos esperan ser grandes superhéroes. Lo cual le parece una gilipollez, después de todo, los héroes no cobran ni un miserable euro por sus esfuerzos. Pero lo que realmente le afecta, son las palabras de Diana, por lo que no puede evitar soltar un bufido de desagrado. Aún así, permite que el resto acaben de hablar antes de tomar la palabra.

-Has dicho una gran gilipollez, pelirroja. No tienes que ser lo que el viejo quiera que seas, ya que en ese caso, serías una colegiada japonesa con minifalda y dos coletas. Chisssttt...Lo que tienes que hacer es decidir por ti misma quién quieres ser, no dejar que otros te pisoteen y te digan lo que tienes que hacer. Pero vamos, es tu vida, así que tu sabrás.

Moussa supone que ahora le toca a él decir cual es su poder, ocultarlo sería una estupidez, pues seguramente no tarden en tener que mostrarlos en público. Así que decide hacer una pequeña demostración. Desvaneciéndose por completo, reaparece sentado en otro asiento tan solo el tiempo suficiente como para sonreír y volver a desaparecer.

-Ho...la...Es...toy...a...quí...    

Cada sílaba es pronunciada tras reaparecer en un lugar diferente. En ocasiones aparece sentado en un sillón vacío, mientras que otras veces aparece en medio del pasillo del autobus, ya sea en la parte delantera o trasera. Por desgracia, su dominio sobre su poder no es especialmente bueno y menos aún al usarlo tan seguido y con saltos tan cortos. Por ello su última aparición no la hace como debería, si no que aparece cabeza abajo en el asiento, del cual acaba escurriéndose hasta quedar atorado.

-Chissttt

Con una nueva teleportación, aparece en medio del pasillo con las manos en los bolsillos. Sin duda está enojado por el fallo de su teleportación, pero bueno, al final es precisamente por ello por lo que va al Liceo. Bueno, eso y el evitar ir a un reformatorio.

-Lo hice aposta...¿¡Vale!?

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11/02/2016, 16:08
Señor Bosch

En el autobús había un sonido de fondo, las múltiples conversaciones de adolescentes emocionados que tenían lugar al mismo tiempo. Casi todos estaban charlando, conociéndose mejor o simplemente mostrando a los demás sus singulares habilidades.

Unos asientos más allá, un chico había metido su mano a través del asiento delantero, saliendo ésta intacta por el otro lado. La chica azul creó entre sus manos lo que parecía ser una burbuja de un extraño blanco translúcido. Otra chica chasqueó los dedos y la sección intermedia del autobús se convirtió ¡en una jungla!

Moussa teletransportándose de asiento en asiento también añadía cierto caos a la situación. 

Pero el espectáculo de poderes acabó poco después de que el señor Bosch permitiese subir al último de la cola.

- ¡Esto no es un circo! – bramó el profesor al ver la escena.

En aquel momento todas las demostraciones se detuvieron. Por unos instantes el autobús pareció estar lleno de gente completamente normal.

La mujer del cartel subió detrás de él y se puso a hablar con el conductor, un hombre joven vestido de uniforme.

El señor Bosch carraspeó.

- Entiendo que se sientan emocionados por conocer a otras personas como ustedes, pero deberían tratar de contenerse hasta que lleguemos a la escuela. ¿Qué pasaría si el poder de alguno de ustedes se descontrolase? – miró a Moussa mientras matizaba "descontrolase" - ¿O si la gente de a pie pudiese ver lo que está pasando dentro de este autobús?

Los miró a todos con su patentada expresión severa.

- Control y responsabilidad – dijo Bosch -. Control y responsabilidad… En fin.

La puerta del autobús se cerró finalmente, y el motor ronroneó desde la parte trasera del vehículo. Parecía que el viaje estaba a punto de comenzar. 

- Siéntense y hagan el favor de no corretear por el pasillo, vamos a iniciar nuestro trayecto – incluso cuando no los estaba riñendo, la voz del profesor llegaba perfectamente hasta el fondo del autobús -. No se preocupen por si vamos a salir volando, esto no es una película.

Dirigió una última mirada de advertencia a Moussa y se sentó justo detrás del conductor, junto a la mujer del cartel.

Cuando el autobús arrancó, la mayoría de los alumnos se agolparon contra las ventanas, despidiéndose de sus familiares. En pocos minutos habían dejado atrás la estación de Sants y, junto a ello, sus anteriores vidas.

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11/02/2016, 16:11
Narrador

El autobús

El viaje fue más bien tranquilo. El señor Bosch charlaba con su compañera, y de vez en cuando se giraba para asegurarse de que todo iba bien “ahí atrás”. La mayoría de los adolescentes hablaba con los demás o se entretenía de alguna manera.

Marina había vuelto a ponerse los auriculares y estaba concentrada en la pantalla de su teléfono móvil. César, sentado al fondo, apoyaba el rostro contra la mano y miraba el paisaje barcelonino con expresión ausente.

Entre semáforos y atascos, tardaron unos treinta minutos en atravesar la ciudad y llegar hasta la Serra de Collserola. Iniciaron el ascenso, y el paisaje urbano dio paso al bosque que cubría la montaña. La carretera parecía algo estrecha para un autobús, pero tampoco había mucho tráfico.

El camino que tomaba el autobús parecía completamente normal hasta que, en cierto momento, aceleró en lugar de frenar para tomar una curva. Algunos se asustaron, pero tanto el conductor como los docentes parecieron bastante tranquilos.

El autobús pasó a través de la montaña como si no estuviese ahí. Y tras unos momentos de oscuridad se encontraron en una carretera en medio de la montaña. Pudieron verse entonces los edificios del Liceo a lo lejos. El viaje llegaba a su fin.

Y para desgracia de algunos… no habían pinchado rueda.

 

El Liceo

Ahí estaba, el lugar donde pasarían los próximos años de su vida. Desde lo lejos no parecía muy espectacular, pero a medida que se fueron acercando comenzaron a ver lo que realmente daba vida al lugar: sus estudiantes.

Había otros autobuses y algunos coches aparcados frente al edificio. Pero no todos los estudiantes llegaban por tierra. Algunos llegaban volando, otros simplemente aparecían ahí de pronto.

A las puertas del Liceo, viejos amigos se reencontraban después de las vacaciones de verano. Se abrazaban, se contaban viejos chistes, y entraban en el edificio riendo. Otros, más solitarios, simplemente se encaminaban hacia el que fuera su destino en el primer día del curso.

Por suerte, comentaban, el primer día... ¡no había clase! Era, como no, el día de presentación. Tan solo una charla en el auditorio y tiempo de sobras para acomodarse en las habitaciones y pasar el rato con sus amigos.

A medida que fueron bajando del autobús, el señor Bosch les fue asignando un número.

- Para saber a dónde deben dirigirse ahora - dijo el profesor -. Es una vieja costumbre en la escuela.

Curiosamente, a Aitor, César, Diana, Iván, Marina, Moussa, Rudy y Sara les había tocado el mismo número: el cuatro.

Un rápido vistazo al escenario que había ante ellos les permitió ver a un grupo de estudiantes mayores bajo una pancarta.

“ALUMNOS DE NUEVO INGRESO”

Cada uno de esos estudiantes llevaba el uniforme de la escuela, un mono gris oscuro con el escudo sobre el pecho. Parecía casi un traje de superhéroe, pero menos llamativo. Entre ellos destacaban una chica muy alta cuya piel parecía mineral rojizo, y un chico con la piel verde y… ¿cuernos?

Todos sostenían cartulinas con números. Los alumnos de nuevo ingreso habían comenzado a reunirse frente al que llevaba el número que les había tocado.

Sobre sus cabezas sobresalían los números: el uno, el dos, el tres, el cinco, el seis…

Pero ni rastro del número cuatro.

- ¿Qué coño significa esto? - inquirió César con su habitual tono.

Y, por si fuera poco, el señor Bosch y su compañera habían desaparecido rápidamente tras las puertas del Liceo. Allí solo quedaban los alumnos de nuevo ingreso, dispuestos en un gran corrillo alrededor de los veteranos que los recibían, y los más rezagados.

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11/02/2016, 19:34
Sara Carrión

Sara no entendía como el joven Moussa podía haber retorcido de aquella manera sus palabras. No le quiso dar demasiada importancia, pero le gustaría que entendiera que no había sido esa su intención. Al final, Bosch había subido y hecho callar a todo el mundo, así que no tuvo esa oportunidad. Comenzó el viaje. Ella se volvió a asegurar de que Marina estaba allí detrás.

Un jovencito teleportador que se puede colar donde quiera. Eso podía ser un gran fastidio.

Era evidente que no disponían de muchos poderes, pero previsiblemente con el tiempo aumentarían. Ella recordó que el propio hombre de hielo era una masa de nieve al principio y hoy por hoy, había visto imágenes suyas en las que no se parecía en nada. Ahora incluso se le consideraba alguien poderoso. Si eso no demostraba que los poderes evolucionaban con el tiempo, no lo demostraría nada.

Aunque luego estaba el caso contrario, de Kitty Pride...

No habló mucho durante el viaje. Albert seguía vigilando e imponiendo su presencia. Al llegar a su destino, observó sorprendida que aquél lugar era enorme y que había mucha gente allí. ¿Cómo podía ser? Si en España no podían haber tantos superseres. O por lo menos, no salían en los medios. Ella había pensado, de hecho, que iba a ser una escuela pequeñita.

Habían allí varias personas con los carteles de los respectivos grupos, pero faltaba el número cuatro. Le gustaba el número cuatro, porque eran los lados de un cuadrado y el nombre de aquél personaje tan apuesto de Divergente.

- O nos ha tocado la mujer invisible, o nos ha dado plantón.

Expuso a los demás. Todo indicaba que era lo segundo. Por suerte, ella era muy paciente, muy muy paciente, y lo que hizo fue apretar de nuevo la carpeta contra sí. El problema es que pensó que César y Moussa no iban a aguantar, así que trató de idear algo. Pensó primero en entrar, pero quizá esos dos se perdieran entonces para explorar por su cuenta, lo cual podía ser peligroso.

- Tendrán un timbre para llamar...

Pensó al final y se quedó más tranquila, imaginando que no iba a ser tan difícil.

 

 

 

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12/02/2016, 01:57
Moussa Dakar

Soltando otro bufido tan característico ya del muchacho, Moussa frunce el ceño al ver que Bosch sube al autobus comportándose como el clásico sargento de las películas. La disciplina y la autoridad van poco con Moussa, así que permanece en el pasillo durante unos largos segundos, hasta que finalmente, saca la lengua a Bosch (Cuando este no mira) se da media vuelta y regresa a los asientos traseros.

Con un nuevo bostezo, se acomoda en su sitio, cierra los ojos y se deja llevar por un pequeño pero reparador sueño. Es por ello que se pierde gran parte del viaje. De hecho se duerme tan sumamente rápido, que apenas es capaz de ver el autobus en marcha. Tan solo el barullo del resto de los alumnos parecen despertarlo de su profundo y placentero sueño. Por lo que con aire somnoliento, se limpia la baba que le cae por la boca y mira por la ventana para ver donde están.

Para su desgracia, el autobus ha llegado su destino mucho antes de lo que le habría gustado. Por lo que con cierto gesto de derrota, se levanta de su asiento y desciende arrastrando los pies. Una vez abajo, echa un rápido vistazo a los alrededores. El lugar no parece estar mal, aunque tiene la sensación de estar viviendo una nueva historia de Harry Potter. Liceo...hogwarts, ambas escuelas poseen ciertas similitudes. Por ejemplo, en ambas se enseña a jóvenes con talentos especiales, el buen uso de sus capacidades. La segunda es que ambas escuelas han sido atacadas por oscuras fuerzas del mal.

Lo primero que le llama la atención, son los alumnos uniformados con los cartelitos con números. Todo aquello es tan sumamente mono, que le dan ganas de vomitar un arcoiris. No está muy seguro de cuales son las reglas del Liceo, pero él desde luego, no piensa usar uniforme en la vida. Aquello es para pringaos y demasiado pringao ha sido ya al acudir el primer día a clase.

Cuando llega al lugar donde debería de estar el número cuatro, no puede evitar torcer sus labios en una amplia y pícara sonrisa. Incluso sus ojos parecen iluminarse ante la situación, después de todo, por fin la suerte les sonríe un poco. Pues por mucho que miren a los alrededores, pueden ver que no hay ningún memo con uniforme con el número cuatro. Lo cual se traduce para él como que disponen de tiempo libre, algo que sin duda pretende aprovechar. Apunto está de hablar, cuando Aria toma la palabra para expresar una idea que le resulta de lo más inapropiada. Por lo que tras fruncir el ceño, la lanza una mirada fulminante.

-¿Por qué no usas tu campanita de plata? Ya sabes, esa que utilizas para llamar a tus criados negros, quizás aquí también funcione. Chisssttt Yo me voy a explorar, si alguien quiere venirse está a tiempo...

Sin perder ni un segundo (No vaya a ser que el número 4 aparezca y le fastidie los planes) se pone en marcha con las manos en los bolsillos. Desde luego trata de evitar la puerta de acceso principal, su idea más bien es la flanquear el edificio principal y ver que se encuentra.