Partida Rol por web

El Liceo: Escuela de Superhéroes

Capítulo 1: Bienvenidos al Liceo

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08/02/2016, 00:11
Narrador

Preludio

Cuando observas Barcelona se recortan contra el cielo los diversos edificios y monumentos, orgullosos e imponentes, que hacen famosa a la ciudad. Desde la Sagrada Familia hasta la torre Agbar, todos ocupan su sitio y destacan entre los demás. Son singulares, eso es lo que los caracteriza. Esta historia trata de aquellas personas singulares que se encuentran confusas, que no saben quiénes son. Es la historia de cómo encuentran su propia identidad, y de cómo aprenden a formar parte de algo más grande. Es una historia de lazos, de amores y odios, de éxito y fracaso. Es la historia de una familia.

Pero hay innumerables historias recorriendo las calles de Barcelona. Y nuestros protagonistas son, sin duda, de todo menos corrientes.

Son adolescentes, sí. Hacen amistades, se enamoran, se equivocan y viven la aventura de su crecimiento. Pero hay algo que los hace especiales. Ellos tienen dones especiales de los más diversos orígenes. Como decía un viejo amigo, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. En ellos está el potencial para ser héroes… o villanos.

Crecerán, aprenderán de sus errores y, lo más importante, se descubrirán a sí mismos.

Esta es su historia.

“When you've been fighting for it all your life
You've been struggling to make things right
That's how a superhero learns to fly”

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08/02/2016, 00:17
Narrador

Capítulo 1: Bienvenidos al Liceo

Barcelona

 

El sol se alzaba en el horizonte, bañando la Ciudad Condal en su cálida y dorada luz. Perezosa, la brisa marina agitaba las velas de los navíos amarrados en el puerto, vagaba por las estrechas calles de La Barceloneta, y acariciaba los rostros de los barcelonenses más madrugadores. En lo alto de la montaña el Castillo de Montjuic coronaba la ciudad, como un silencioso guardia en una vigía eterna.

Era la hora de abrir los negocios, de los primeros atascos de la mañana, y de que los niños fueran al colegio. El ambiente de la ciudad comenzaba a desperezarse, estirándose y bostezando justo después de despertar. Era un nuevo día, un día para comenzar nuevos proyectos.

Barcelona era, sin duda, una ciudad llena de misterios. Pero lo que no sabían la mayoría de los barceloneses, uno de los secretos mejor guardados de la Ciudad Condal, es que en algún lugar de la sierra de Collserola se escondía una escuela un tanto especial.

 

Estación de Sants

 

En una mañana como aquella, la estación de trenes de Sants rebosaba de actividad. Hacía horas que los establecimientos habían abierto sus puertas. Los viajeros se tomaban un café mientras esperaban la salida de su tren, o curioseaban por las tiendas en busca de un regalo para algún amigo o familiar.

Fuera de la estación el tráfico era intenso, los sonidos de los motores se mezclaban con las voces de los viandantes. Había familias despidiéndose, o reencontrándose, en efusivos abrazos. Un grupo de turistas japoneses se reunía frente a un guía para subir en uno de los buses turísticos de la ciudad. Incluso había unos jóvenes en la plaza de enfrente, poniendo en práctica sus habilidades con el monopatín.

Entre los autobuses estacionados frente a la estación había uno de especial interés. Junto a su puerta había una mujer de mediana edad. Vestía una americana azul oscuro con falda a juego. Unos tacones para nada exagerados le daban unos cuantos centímetros más a su altura, y su cabello castaño oscuro estaba recogido en un moño alto, muy profesional. Su rostro denotaba seriedad, pero no resultaba intimidante. Entre sus manos sostenía una cartulina con una sola palabra escrita.

[color=#3104B4]“LICEO”[/color]

Junto al autobús había un grupo, no muy numeroso, de adolescentes cargados con equipaje. Algunos iban acompañados de sus familiares, otros no. El grupo no resultaba muy variopinto, pero destacaban bastante una chica con la piel azul y un chico acompañado por una especie de robot.

Parecía la escena típica de los viajes escolares, en que los padres acompañaban a sus hijos a subir al autobús. Pero aquello era, ciertamente, algo bastante diferente. Aquel vehículo los llevaría hasta los terrenos de la escuela. Era la línea directa con El Liceo.

Algunos de los chicos se habían acercado a hablar con la mujer del cartel, pero parecía que aún no podían subir, estaban esperando a alguien.

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08/02/2016, 00:24
Señor Bosch

Tras un buen rato apareció una adusta figura entre la muchedumbre. Era un hombre de edad algo avanzada, enfundado en un elegante traje. Caminaba erguido, con la cabeza bien alta. Parecía sentirse por encima de todo el mundo, y su mirada… Su mirada era intensa. Denotaba inteligencia, pero también severidad. Era el tipo de hombre con el que no te atrevías a hacer bromas.

Junto a él, bastante más desgarbado en comparación, caminaba un chico de unos catorce años. Quizá lo que más destacaba de él, por contraste con su acompañante, eran su etnia y su ropa informal.

El hombre se acercó a la mujer del cartel e intercambió unas cuantas palabras con ella. La mujer sonrió, pero él no lo hizo.

- Quédate aquí – le dijo al chico que lo acompañaba.

Subió un momento al autobús, y bajó poco después con una tablet entre sus manos. Sus cejas se arquearon, en lo que podríamos llamar una mueca de incomodidad, mientras manejaba el aparato. Poco después carraspeó y habló en voz alta.

Su voz era… profunda y firme. Invitaba a la sumisión. Aunque, si os lo preguntáis, no poseía más poder que el del carisma.

- Buenos días, mi nombre es Albert Bosch. Formo parte del personal docente del Liceo - tras la escueta presentación, el señor Bosch entró en materia -. Los alumnos de nuevo ingreso hagan una fila frente a mí. Comprobaremos su identidad, entonces podrán meter su equipaje en el maletero y subir al autobús. Si no se han despedido de sus familias háganlo ya, no tardaremos en marcharnos.

Luego miró un instante a Moussa, el chico que lo había acompañado hasta ahora.

- Tú puedes subir ya si quieres.

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08/02/2016, 00:25
César

De pronto, una voz se alzó entre el grupo.

- ¡¿Que no tardaremos en marcharnos?!

Provenía de un chico de unos catorce años. Su aspecto, aunque no era inhumano como el de la chica azul, también lo hacía destacar. Lo que más llamaba la atención de él eran tres cosas:

Su cresta.

Su heterocromía.

Y su actitud.

- Llevamos esperándote aquí cuarenta minutos, tío. La tipa esa parece que ya no puede aguantarse de pie en esos tacones minúsculos que lleva.

La mujer del cartel desvió la mirada, quizá avergonzada.

- ¡Y encima nos metes prisa! Tío yo es que flipo.  

Un alumno que se creía rebelde, genial.

El hombre del traje bombardeó al chaval con su mirada. Pero él, lejos de acobardarse, se la sostuvo. Aquel duelo de voluntades se prolongó unos segundos hasta que el profesor desistió. No tenía tiempo para aquello.

Victorioso, el muchacho metió las manos en los bolsillos de su chaqueta y se acercó al autobús con pasos lentos, balanceando su cuerpo al son de un ritmo que nadie más que él podía oír.

- César Moya, mutante piroquinético a mucha honra. Apunta eso en tu tablet, si es que sabes usarla.

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08/02/2016, 00:25
Señor Bosch

Bosch miró su pantalla durante unos instantes. Luego miró fugazmente a la mujer del cartel. Finalmente, sus ojos volvieron a centrarse en César.

Carraspeó antes de volver a dirigirle la palabra al que se había convertido en uno de sus nuevos alumnos menos favoritos.

- No hace falta que nos ilumine anunciando sus dones, señor Moya. Estoy seguro que en El Liceo podrá maravillarnos con ellos cuando sean puestos a prueba.

César pareció estar a punto de responder, pero se encogió de hombros y puso cara de hastío. Dejó su equipaje, una gran bolsa de deporte, en el maletero y subió al autobús el primero. Obviamente se puso al final de todo, desde donde pegó su cara a la ventana para observar el paisaje sin interés alguno.

- Siguiente – dijo el profesor, mientras centraba de nuevo su mirada en la tablet.

Notas de juego

Debéis acercaros al Sr. Bosch para que compruebe vuestra identidad, pero no es necesario que anunciéis vuestros orígenes y poderes como ha hecho César, él es así y le gusta llamar la atención. Una vez hecho esto podéis subir al autobús y esperar a que comience el viaje.

El autobús se llenará de nuevos alumnos del Liceo. Quizá sea buen momento para socializar un poco...

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08/02/2016, 00:38
Alicia

La figura fantasmal de Alicia pareció estremecerse cuando el Sr. Bosch entró en escena.

[color=#819FF7]~ Hay algo alrededor de ese hombre… que no me gusta ~[/color] anunció con su etérea voz. 

La voz de la hermana de Sara era como un suave instrumento que retumbaba fugazmente en la mente de aquellos que lo oían, como una flauta que entona dulces notas antes de interrumpir de pronto su melodía.

Con curiosidad observó al resto de jóvenes que se habían congregado aquella mañana.

[color=#819FF7] ~ Esa chica parece algo solitaria. [/color]

Señaló a una muchacha que había entre la multitud. No parecía venir acompañada. Era menuda y, pese a su larga melena rubia y sus ojos azules, parecía pasar desapercibida. Llevaba puestos unos auriculares y estaba concentrada en la pantalla de su teléfono móvil.

No parecía haberse dado cuenta de la llegada del profesor.

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08/02/2016, 09:59
Sara Carrión

Acababa de empezar esa nueva etapa en su vida y ya se disparaban los eventos. Sara vestía un bonito vestido de marca, digno de una princesita. Por supuesto ella se sentía incómoda con él, y estaba deseando llegar ya al liceo para ponerse algo menos cursi. Pero les había dado el capricho a los abuelos, para tenerlos contentos, a pesar de que la primera impresión que iba a causar era el de una joven mimada.

No esperaba que hubieran algunos extranjeros ahí mismo, dirigiéndose también al liceo. Esperó que eso no condujera a sus abuelos a arruinarlo todo. Les podía ver allí atrás, con malas caras, pero por suerte no estaban interviniendo. Eso le hizo pensar que tenía que darse prisa en entrar al autobús.

Sara llevaba una maleta con ruedas a su lado, pero también sujetaba una carpeta, que mantenía apretada contra su cuerpo. En un lado habían dibujos anime y en el otro fotografías de los jóvenes vengadores, más algunas mujeres a las que idolatraba, como Tormenta, que era una gran luchadora y ocupaba el centro.

La carpeta era una especie de escudo, pues en un momento dado, pareció ponerse un poco nerviosa y se tapó la boca con ella. Hablando algo para sí misma, como tratando de calmarse. Después la colocó de nuevo abajo y se fijó en esa chica rubia que se quedaba rezagada. Miró hacia el autobús, impaciente por subir, pero quizá nadie se había fijado en la chica, así que decidió arriesgarse y llamar su atención.

Notas de juego

Sigo luego en privado. Me imagino que esta parte puede ser pública.

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08/02/2016, 10:36
Rudy Vergara

-¡Arg, mamá, pare!-dije mientras mi madre trataba de limpiarme la cara con el pulgar mojado en saliva.

Cualquiera que nos mirase vería que algo no cuadraba. Un adolescente de unos quince años con sudadera y vaqueros acompañado de una esplendorosa mujer, toda curvas, escote y rizos castaños. Ella era la que llevaba a hombros, sin ningún tipo de esfuerzo, las tres maletas de viaje (las cuales estaban llenas hasta los topes).

-Ay, mijo, lo siento. Solo estoy un poquito nerviosa…-dijo ella con su acento colombiano. La verdad es que Gloria Vergara no sabía hablar, más bien gritaba la mayor parte del tiempo. –Por sierto, le dije que no viniese así, como un sarapastroso, a su primer día de escuela. Quería que le causase una buena impresión al señor prinsipado.

-Por favor, mamá… Baja la voz y las maletas. -le susurré.- La gente nos está empezando a mirar.  Esos ancianos no apartan la mirada de usted… Y aquí se dice señor director.

-¿Cómo no nos van a mirar con esta mami tan guapa que tienes, mijo?-dijo (gritó) mamá con una risa escandalosa.

La verdad es que no sabía cómo me sentía en cuanto a ir al Liceo. Parecía que fuera un castigo por lo que pasó en Londres. Tenía ganas de ir a esta escuela para conocer a más gente con poderes, conocer sus historias y ver si también habían provocado desastres como el mío. Pero, ¿ y si esta emocionante aventura terminaba en un desastre igual o peor al anterior?

Bueno, no me quedaba otra. Si no accedía me tendría que enfrentar a una madre colombiana con superpoderes.

-Está bien, mamá. Trae para acá. –dije mientras le daba un abrazo y seguidamente cogía las maletas. –Le quiero mucho, mamá.

-AY, MIJO. Le echaré mucho de menos. ¡Pronto será un gran superhéroe como su mamá! –dijo mamá, lo que atrajo, otra vez, miradas de todas partes. Me llenó la cara de besos.

Unos veintitrés besos después, conseguí zafarme de su abrazo superfuerte. Cargado con las tres maletas sobre los hombros me dirigí hacía ese tal Albert Bosch.

-Em… Hola… Soy Rudy… Rodolfo Vergara.

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08/02/2016, 11:14
Aitor Zumalacárregui

Aitor era el chico que había venido acompañado con un androide. O como él mismo diría, una ginoide, pues el término androide proviene de “andros”, hombre, término masculino, no aplicable a un robot con cuerpo humano de diseño femenino. La ginoide era una máquina muy sofisticada y bastante cara, pero en ciertos aspectos no era nada evolucionada. Todavía no sólo no lanzaba rayos por los ojos ni volaba, sino que tampoco era una gran conversadora. Y habría que remarcar ese “todavía”.

En cualquier caso Aitor estaría aburrido de no contar con una tablet para entretenerse. Estaría MUY aburrido, a juzgar por el desenfreno con el que se desenvolvía con el aparato. Durante su relativamente corta espera tras el viaje desde Vitoria hasta Barcelona en avión y el transporte hasta esta estación, le había dado tiempo a leerse media docena de libros, un par de ensayos, un estudio sobre radiación (no le interesaba realmente, pero no podía dejar que su cultura general padeciera por ello) e iniciado unas cuantas partidas de ajedrez. Diecisiete de ellas, para ser exactos.

Cuando apareció el “docente” del Liceo, Albert Bosch, prestó atención a todo lo que tenía que decir, como muestra de deferencia (casi se podría decir que condescendencia), puesto que realmente podía hacer otras cosas a la vez. Le caía bien, un hombre estricto, eficiente, sin ganas de perder el tiempo. Y a pesar de todo demostró bastante paciencia, con aquel chico de color, con el “punky”… Desde luego había gente singular en aquella estación, esa mañana. Y Aitor era uno de ellos.

Mientras se sucedían las presentaciones el joven de las gafas manipuló su tablet, encontró la conexión inalámbrica de la del señor Bosch, pirateó su señal, se saltó el password y le “facilitó” las cosas, haciendo aparecer su ficha en la tablet del “docente” cuando se aproximó a él para que le granjeara el paso.

-El de la ficha. ¿Quién sino, pues? –dijo despreocupado con su deje claramente vasco.

Tras él iba la ginoide con dos maletas y una mochila, transportándolas sin dificultad o queja.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Aprovecho para mirar no sólo qué tienen en mi ficha, sino qué hay en las de los demás... MUY rápidamente. Y, bueno, básicamente, todo lo que hay en la tablet, si es que puedo.

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08/02/2016, 12:05
Diana Castelló

Aquel era, sin duda, un día especial. El día en que Diana saldría del nido e ingresaría en su "nuevo hogar" a partir de aquel entonces. Lejos de estar nerviosa, la chica estaba bastante excitada, no podía creer que fuera a entrar en un lugar como El Liceo y a conocer a más gente como ella. Bueno... quizá no como ella precisamente.

Se presentó en Sants vestida como cualquier estudiante de colegio de pago con uniforme. Llevaba la típica falda negra de pinzas, camisa blanca de botones, chaleco negro y corbata, lo que le daban un aspecto la mar de pijo. Tardó poco en darse cuenta de que cada uno iba vestido a su estilo, y no quería parecer tanto el bicho raro que había sido siempre, así que salió un segundo de la vista de todo el mundo y volvió vestida como lo habría hecho normalmente. Ésta vez vestía la misma falda de pinzas que antes, una camiseta y una chamarra blanca con gorro de peluche. Si... una combinación rara, Diana siempre había sido el bicho raro.

Observó como la mayoría de personas iban acompañados de sus familias y en aquel momento echó de menos a su madre, pero nunca se sabe cuando te van a desplegar en S.H.I.E.L.D, así que lo entendía.

Cuando ya unas pocas personas se habían subido al Bus, Diana se decidió a ser la siguiente, justo después del chico con aquel robot extraño. Se acercó al profesor que se había presentado anteriormente, tosió varias veces para aclararse la garganta, y se decidió a presentarse.

- Mi nombre es Diana Castelló.- En aquel momento se puso de puntillas sigilosamente, intentando elevar su vista por encima de la pantalla de la tablet para ver si su nombre estaba realmente allí, pero desistió al segundo... no quería empezar enfadando a uno de los profesores.

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08/02/2016, 13:30
Sara Carrión

Sara se había acercado la carpeta para tapar su boca y poder susurrar a su hermana, que había tenido ese mal presentimiento sobre el tipo tan estirado. Parecía alguien frío.

- ¿Te imaginas que los maestros fueran supervillanos? Pero ese hombre parece muy paciente como para ser supervillano. ¿Quieres vigilar al jovencito de fuego? Seguro que se acaba metiendo en líos.

Le dijo, sin creer en realidad que estuvieran en peligro. Pero era posible que hubiera gente maligna en el liceo, ¿porqué no? Algún supervillano buscando candidatos para influenciar. Todo era posible. Y si se confiaba demasiado la podrían engañar. Los malos eran astutos, así que los buenos tenían que serlo también, para superarles.

Después, se acercó hasta la chica rubia e hizo un gesto con su mano, despacio, para llamar su atención. No le quiso decir nada, pues seguro que no le escuchaba. Tampoco quería sobresaltarla. Simplemente sonrió levemente, para que supiera que se dirigía a ella y bajara el volumen.

 

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08/02/2016, 16:09
Señor Bosch

Rudy

Al acercarse el joven latino Bosch alzó la mirada de la tablet. No pareció sorprenderse en absoluto de la exhibición de fuerza. 

Tardó unos segundos en encontrar la ficha que buscaba.

- Señor Vergara... - dijo, mientras lo miraba de arriba a abajo -. Tenga cuidado con esa fuerza suya, ya tenemos bastantes accidentes en la escuela como para tener que rellenar un cráter. Suba. 

Aitor

Bosch recibió a Aitor con lo que parecía el amago de una sonrisa. Pero no, Bosch no era del tipo de personas que sonríe. 

- Ah, señor Zumalacárregui - anunció sin siquiera mirar su aparato electrónico. No, a él lo tenía fichado -. He oído hablar maravillas de usted. Estoy convencido de que su estancia en El Liceo resultará muy productiva. 

Se tomó unos instantes para admirar silenciosamente al ginoide de Aitor. 

- Por favor, suba.

Diana

La muchacha se acercó a Bosch con intención de presentarse, pero tras decir su nombre el profesor bajó la tablet y miró a su compañera, la mujer del cartel. 

- Bienvenida, señorita Castelló. 

El tono de Bosch resultó de lo más cordial. Casi forzado.

- Ya puede subir.

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08/02/2016, 16:40
Narrador

Las posibles defensas que pudiera tener la tablet que tenía el señor Bosch en sus manos no fueron suficientes para detener la rápida investigación de Aitor. Consiguió ver unas cuantas fichas, incluida la suya propia, que contenían información más bien básica sobre algunos de los chicos que había allí.

Sin alias

Sin alias

Nombre: César Moya Gómez
Edad: 14 años
Género: Varón
Origen: Mutante
Habilidades: Piroquinesis

[color=#FF0000]PELIGROSO[/color]

Nombre: Marina Hernández Garcés
Edad: 14 años
Género: Mujer
Origen: Híbrido (Atlante/Mutante)
Habilidades: Emisión de ondas sonoras de alta frecuencia  

[color=#FF0000]PELIGROSA[/color]

Sin alias

Sin alias

Nombre: Aitor Zumalacàrregui Martínez
Edad: 14 años
Género: Varón
Origen: Mutante
Habilidades: Inteligencia sobrehumana, tecnopatía, principios de telepatía

Nombre: Rodolfo Esteban Julio José Vergara
Edad: 15 años
Género: Varón
Origen: Cósmico
Habilidades: Físico sobrehumano, emisión de rayos caloríficos

[color=#FF0000]PELIGROSO[/color]

Sin alias

Sin alias

Nombre: Iván Auriol
Edad: 14 años
Género: Varón
Origen: Sobrenatural (Hada)
Habilidades: Vuelo

Nombre: Sara Carrión Ibáñez
Edad: 15 años
Género: Mujer
Origen: Místico
Habilidades: Crioquinesis, percepción extrasensorial de fenómenos paranormales

Sin alias

 

Nombre: Diana Castelló

FICHA BLOQUEADA

 

Sin embargo, aquello no fue lo único que extrajo Aitor del encuentro. 

Justo en el momento en el que Bosch examinaba su ginoide, el joven pudo sentir un leve pinchazo en el lóbulo frontal. No fue desagradable, parecía más bien una caricia gentil.

Pero desapareció tan rápido como había venido.

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08/02/2016, 17:01
Moussa Dakar

Con las manos ocultas en los bolsillos de su amplio pantalón oscuro, Moussa arrastra los pies tras Bosch con aire somnoliento. Su avance es lento y al verlo, uno puede imaginarse a un pobre corderito siendo guiado hacia el matadero. Aunque no es para menos, después de todo, se ha pasado gran parte de la noche viendo películas y series de ciencia ficción, por lo que habrá logrado dormir unas dos horas como máximo. Desde luego sabía que al día siguiente se iniciaban las clases, pero todo el mundo sabe que solo los pringaos van el primer día. Así que su idea era dormir hasta el mediodía y agenciarse una pizza para comer. Por desgracia, el viejo gruñón tenía otros planes. Tras intentar despertar a Moussa al menos tres veces, decidió usar un método mucho más...efectivo. El muy cabronazo le había arrojado un balde con agua fría por la cabeza para poco después, arrastrarlo fuera de la cama. 

Por supuesto Moussa había empezado a protestar y gritar, pero Bosch logró hacerlo callar metiéndole el cepillo de dientes directamente en la boca para que se asease. Tras aquella ultima jugarreta, Moussa no tenía muchas más ganas de discutir, estaba demasiado cansado para ello. Así que a regañadientes aceptó vestirse y prepararse para ir al Liceo. Por supuesto desechó rápidamente las ropas que Bosch le había entregado, en su lugar tomó sus ropajes habituales. Unas algunas tallas mayores de lo que deberían de ser la apropiada para alguien de su estatura, pero así era el rollo de la calle que a él le iba.

Al llegar al autobus, no puede evitar lanzar una mirada rápida a todos los allí reunidos. Lo hace mientras lanza un sonoro bostezo, tras el cual, se limpia la boca con la manga de su camisa. También realiza un molesto ruido al sentir la garganta reseca, un pequeño ruido que sabe que molesta al viejo. ¿Una venganza? ¡Pues por supuesto! Si Bosch le despierta y le hace ir el primer día al Liceo, entonces Moussa hará lo posible para vengarse, como por ejemplo retrasarlo casi cuarenta minutos y hacer toda clase de ruidos y gestos desagradables.

Una vez en la cola, finge no escuchar a Bosch y pierde el tiempo rascándose la cabeza y manteniendo la mirada perdida en una especie de robot femenino. Ladeando la cabeza trata de entender bien lo que está viendo, pero aquello no parece cuadrarle demasiado.   "¿Quién coño le pone tetas a un robot? Seguro que se trata de algún pervertido. Si yo tuviese un robot sería un terminator ¡Ya lo que creo que sí! Sería una pasada, una bestia de titanio capaz de patear culos y traerme todo lo que necesite. Le pondría muchas armas y mierdas de esas, pero desde luego, no le pondría tetas. Ya me imagino a Ultron atacando a los vengadores con dos super tetas, seguro que el capi se parte la caja de él"

De pronto Moussa se percata que la fría y acerada mirada de Bosch se le está clavando como si de una espada se tratase. "Ups, parece que se me ha ido el bolo pensando en el terminator con tetas y el viejo se está mosqueando. Será mejor que le siga el juego. Aunque bueno, todo el tiempo que perdamos ahora, serán horas de menos que tengamos que aguantar en clase. A ver si con suerte pinchamos una rueda..."  Con aquel agradable pensamiento en mente, finalmente se pone en marcha y tras dejar atrás a Bosch, alza una mano a modo de indicar que ya va.

-Si bwana, ya voy bwana...

A diferencia del resto de los alumnos, Moussa no porta equipaje alguno. Estaba demasiado cansado y perezoso como para cargar más que con unas pocas cosas de utilidad. Por ello no se molesta en guardar nada en el compartimento para maletas, simplemente sube al autobus, va hasta el final y se deja caer en uno de los asientos. Después echa un rápido vistazo hacia los alrededores y aprovecha que no hay nadie más para tomar la lima del cortauñas que porta. Sacando la lengua y mordiéndola en un claro gesto de concentración, se pone a grabar sus iniciales en el asiento delantero. Por desgracia, tan concentrado está en su tarea que no percibe al tipo de la cresta y para cuando quiere darse cuenta, está ya demasiado cerca y resulta imposible ocultarle lo que está haciendo. Así que frunciendo el ceño, Moussa se lleva un dedo a los labios para que guarde silencio.

-Shhhh...Ni una palabra, brother.

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08/02/2016, 17:11
Marina

La chica menuda estaba concentrada en la pantalla de su móvil, por lo que no se dio cuenta de la presencia de Sara hasta que ésta estuvo lo bastante cerca. Dio tan solo un leve respingo, como alguien a quien acaban de pillar con las manos en la masa. Sin embargo, la sosegada actitud de Sara pareció tranquilizarla.

No pudo evitar ruborizarse un poco ante la leve pero arrebatadora sonrisa de Sara. Se quitó los auriculares, y una pieza de ópera pudo oírse levemente.

La Reina de la Noche, de la Flauta Mágica de Mozart.

La chica sonrió, incluso señaló una etiqueta que llevaba en su mochila que decía "Marina". Esperó unos segundos en silencio, y entonces pareció acordarse de algo. Centró de nuevo su mirada en tu teléfono móvil, tecleó unos instantes. Luego le enseñó la pantalla a Sara.

"Me llamo Marina, encantada. ¿Cómo te llamas?"

En ningún momento despegó los labios ni emitió sonido alguno.

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08/02/2016, 18:04
Sara Carrión

Era tan silenciosa que por un momento se le puso la carne de gallina, pensando que era una niña fantasma, pero si estaba usando teléfono móvil aquello era imposible.

- Yo me llamo Sara, encantada, cielo. Tenemos que subir al autobus, previamente dando el nombre a ese señor para que vea que estamos en su lista. Cuando estés arriba te buscamos gente de tu edad.

Le comentó porque como era natural, ella tendría que ir con un grupillo con sus mismos años. Parecía tener 14 o incluso menos. Quizá Marina era demasiado pequeña y eso le hizo pensar que podría tener algún poder peligroso.

- Vayamos, ya están casi todos dentro.

Sonrió amablemente y le hizo un gesto para que la siguiera.
 

Notas de juego

Me espero a que diga algo y entonces iré al autobús.

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08/02/2016, 18:33
Marina

Marina esbozó una sonrisa sincera y asintió con delicados movimientos de cabeza. Tecleó rápidamente en su móvil.

"Gracias."

Se guardó los auriculares, amortiguando con ello el sonido de la opera. Con pasos cortos pero rápidos se dispuso a seguir a Sara. Arrastraba una pequeña maleta con ruedas, del tirador de una de las cremalleras colgaba una pequeña concha marina. Un amuleto, quizá.

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08/02/2016, 18:44
Sara Carrión

Sonrió a Marina, quedándose con las ganas de preguntarle su edad. Era una jovencita extraña, pero quién no lo era de aquél grupo. Fue hacia el autobús, sin perderla a ella de vista.

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08/02/2016, 18:45
Sara Carrión

Sara volvió a la fila, mirando en ocasiones atrás, esperando que Marina la estuviera siguiendo. Ya cuando estuvieran en el Liceo podría avergüar más cosas sobre ella.

Volvió a observar a Bosch, tratando de dilucidar si era tan frío porque adoptaba ese rol de profesor. Esperaba que no hubiera otro motivo detrás. No tenía porque haberlo.

- Mi nombre es Sara Carrión.

Le dijo al caballero, pensando ya en dejar el pesado equipaje y subir al transporte. Allí en el Liceo habría mucha más gente. El cambio de ambiente le vendría bien. Realmente necesitaba alejarse de su monótona vida. Dentro de dos días cumpliría dieciséis años, como los que tenía Alicia cuando se marchó de casa. En cierto modo, ella estaba haciendo lo mismo ahora.

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08/02/2016, 19:55
Iván Auriol

Iván dejó que la alarma sonara durante más de media hora antes de dignarse a hacerle caso. O eso es lo que dijo más adelante. En realidad el teléfono móvil se negaba a apagarla con comandos de voz, aunque sí que le había dejado ponerla la noche anterior simplemente hablando, y no sabía cómo apagarlo. Cierto, salía una gran X en pantalla, pero por mucho que la pulsara solo conseguía hacerla temblar. Así que escondió el móvil en el fondo del cajón de los calzoncillos, esperando que el sonido se amortiguara. Así no despertaría a todo el edificio, pero seguía oyendo la molesta alarma: unos pájaros que piaban cada vez más y más fuerte, entremezclados con una especie de trompeta o instrumento de metal. Horrible.

Tras media hora de dar vueltas e intentar anular su sentido del oído tapándose con la almohada, ya no pudo aguantarlo más y cogió el teléfono de nuevo entre sus manos, el horrible sonido volviendo a su esplendor, mientras buscaba la forma de apagar el teléfono en sí. Le habían enseñado como… pero la pantalla estaba en rojo con aquella gran cruz en el medio, y no se veía ninguna de las opciones que le habían enseñado para apagarlo. Así que le dio la vuelta y abrió la tapa de atrás, quitando momentáneamente la batería y volviendo a cerrar la tapa, pero sin llegar a encender el endemoniado artefacto. Solo por si todavía recordaba que había puesto una alarma que no sabía quitar.

Se volvió a tumbar, cerrando los ojos, pesados con la falta de sueño, pero ya no se pudo volver a dormir. La tontería le había desperezado.

“¿Por qué pusiste la alarma?” – Pensó para sí mismo – “Ah sí, escuela. Ducha. Desayuno. Mochila…”

Se volvió a incorporar en la cama, aún medio tapado aunque ya decidido a salir, cuando su padre abrió la puerta de golpe, berreando algo que no en su torpor no llegó a entender, demasiado energético para esas horas. El susto sirvió para acabar de decidir a Iván, que se dejó flotar lánguidamente hasta el techo, dejando las sábanas atrás. Apoyó los pies en el techo para impulsare hacia la puerta, agarrando el marco con una mano para que ejerciera de punto de pivote, y dirigirse hacia el baño.

Salió media hora después, no antes de que su padre aporreara la puerta recordándole lo tarde que era, flotando de nuevo hacia su cuarto. Abrió el armario para encontrárselo medio vacío, hasta que recordó que gran parte de su ropa estaba en la mochila para la escuela, y había apartado ya algo para ponerse ese día.

Cuando salió de su cuarto su padre había preparado ya el desayuno, tostadas, fiambre y leche con Nesquick, aunque él ya había dado cuenta del suyo y estaba disfrutando de un café que inundaba la pequeña cocina con su aroma. Iván comió rápido, de golpe sintiendo la urgencia que debería haber sentido hacía una hora cuando el maldito teléfono empezó a sonar.

“¿Listo?”

Le preguntó su padre, cuando se acabó el Nesquick de un trago, ayudando a pasar la tostada que había devorado en solo un par de bocados.

“No” - Sinceramente, no lo estaba. Hacía mucho que no pisaba un colegio, y aquél mundo, SU mundo, le parecía más ajeno que el de Fae, en esos momentos. El teléfono apagado en su bolsillo pesaba de repente muchísimo, recordándole cuánto no sabía. – “¿Vamos?”.

Su padre sonrió, dándole un par de palmadas en el hombro y cargando con su mochila de gimnasio. No tenían coche así que tuvieron que cruzar varias calles del barrio de L’Eixample, donde estaba el pequeño piso de Pol Auriol, antes de llegar a una estación de metro. Por suerte no había mucha gente ese día en el metro. Le daba a Iván más tiempo y menos vergüenza para absorber todo con la mirada.