Partida Rol por web

Iván entró flotando tras sus compañeros, y en lo que tardó en alcanzar el sitio en el que había dejado sus cosas calzoncillos habían volado, la gente se había desnudado sin pudor y habían empezado a hablar de chicas.

Iván no era exageradamente vergonzoso, pero tampoco carecía de tal sentimiento. Su abuelo le había empujado – que no forzado – a estilarse el pelo como lo llevaba actualmente, lo más parecido a una cresta mohicana sin llegar a ponerse el pelo de punta, para quitarse la vergüenza. Cuando se reunió con su abuelo, le avergonzaban sus orejas puntiagudas, sus orígenes. Aquel peinado decía de él que se sentía orgulloso de mostrar sus orígenes. Y aunque al principio no era cierto, poco a poco la mentira se volvió verdad. Ya no le avergonzaba andar en público exponiendo sus orejas, o con aquel peinado poco común.

La última vez que había estado en España la policía podía legalmente medir las faldas del  bañador de una chica, y detenerla por indecencia si no cubrían suficiente, y los trajes de baño masculinos eran… Trajes. De manga larga, incluso.  Estando en Faë, las cosas eran radicalmente distintas, opuestas casi… Hasta el extremo en que más de una ocasión le había avergonzado ser el único vestido. Al volver a España se había hecho a la idea de que las normas sociales serían de nuevo estrictas… Pero diez minutos de televisión le habían curado de tal errada noción.

¿Qué tenía que ver aquello con la actual situación? Que sí que le daba algo de reparo desnudarse en público. Pero llegado el caso, le daba más vergüenza ser el único que no lo hacía, y sabía que si simplemente hacía como que no le avergonzaba… tarde o temprano la mentira sería la verdad.

Así que imitando a sus compañeros se quedó en su traje de nacimiento. Ya está, lo había hecho.

Rudy respondió a la pregunta que sorprendentemente había salido de los labios de Aitor: ¡Fetiches! Iván a penas reconocía la palabra, y lo hizo mas porque el contexto le ayudó que por que supiera a ciencia cierta de qué estaban hablando. No le extrañó en absoluto que a Rudy le gustasen los dibujitos con personas con orejas de animal, es lo primero que le había oído decir cuando le conoció. Lo que le sacó una sonrisa fue cuando mencionó que le gustaban los, perdón, las pelirrojas.

- Es que los pelirrojos somos lo más – le respondió sonriente, pasándose una mano por sus pelirrojos bucles. Voló entonces hacia Rudy y le dio una palmada en la espalda antes de pasarle el brazo por el hombro, la piel blanca de Iván contrastando con el moreno natural de Rudy – Pero parece que somos una especie en extinción. Te recomendaría a Diana... Pero por su bien la dejaré a parte: Diana parece pelirroja, pero resulta muy fácil emparejarla con cualquiera, ya que puede moldear su cuerpo como le plazca. Si alguien busca a una asiática rubia con “curvas de ensueño”, seguro que Diana podría hacerlo, si quisiera. Pero supongo que sería más interesante encontrar a alguien a quien le guste Diana sin que ella tenga que transformarse. ¿No?

Abandonó el lado de Rudy y voló de nuevo hacia sus cosas, recogiendo la toalla que había usado no hacía ni cinco minutos, para reaprovecharla, y el gel.

- Por otro lado, yo creo que no tengo ni idea de fetiches. Sinceramente. – Admitió – Tengo imaginación, como todos… Pero creo que debería probar lo… convencional, antes de saber si me gustan las extravagancias. Como todos. ¿No?

César siguió la conversación mientras andaba hacia la ducha. Cuando abrió el grifo la puso muy caliente, tanto que el vapor comenzó a extenderse por la zona de las duchas. 

- Nada, yo prefiero a las chicas que se ven como son en realidad - comentó distraídamente mientras se pasaba las manos por el cabello -. A saber si Diana es de verdad como la vemos siempre. 

> Y hablando de fetiches... A mí me molaría hacerlo en algún lugar ardiendo. Sé que suena raro de cojones, pero desde que tengo este poder me mola un montón el fuego. 

Costaba de ver entre el agua y el vapor, pero César se había sonrojado un poco.

- Es raro, lo sé. 

El comentario sobre "probar lo convencional primero" arrancó una exclamación de sorpresa de Fantasma.

- Guau, ¿entonces tú no lo has hecho ya? Joder, yo pensaba que con el rollo ese de chico hada buenorro¹ ya te habrías llevado al huerto a una o dos.

Silvano parecía pasarlo más mal en el vestuario. Por la manera en que se cubría con la toalla se notaba que le daba vergüenza que lo viesen desnudo. Sin embargo alzó la voz para increpar a Fantasma.

- ¡Lo dices como si tú ya lo hubieses hecho! 

El muchacho no solo ocultaba sus vergüenzas sino que desviaba la mirada, evitando mirar directamente a sus compañeros. 

- ¡S-si tan solo tenemos catorce años!

Su afirmación arrancó risas, principalmente provenientes de Misil y César.

- Ya le gustaría a este haberlo hecho - se burló César.

Fantasma se puso rojo como un tomate y salió rápidamente de las duchas sin decir nada más. 

- Yo tampoco lo he hecho, pero tengo muy claro lo que haría con Sara si tuviésemos un ratito a solas.

Acto seguido le guiñó un ojo a Moussa.

Reina se rió un poco ante el cumplido de Sara.

- Gracias - respondió con una sonrisa mientras las agitaba un poco.

Se disponía a meterse en la ducha, pero la propuesta de Estigia la descolocó un poco. 

- No creo que se atrevan de verdad a venir a espiarnos, ¿no? 

Miró a sus compañeras. Tramuntana, Égida, Juno y Diana ya estaban en las duchas. Quedaban fuera ella, Sara y Marina, que seguía en el baño, lejos de toda mirada.

Se enrolló la toalla y se sentó en el banco, con la mirada posada en la puerta. Al final había accedido a vigilar mientras sus compañeras se duchaban.

- ¿Por cierto, qué le pasará a Sirena? - le preguntó, con curiosidad genuina, a Sara.

Seguía en el baño. Tan sólo se oía el sonido del agua del grifo correr.

Menos mal, que César había puesto el agua muy caliente. Esperaba que eso impidiese notar el aumento de temperatura que estaba teniendo lugar en mi cuerpo. Eso de hablar de sexo... Daba un poco de morbo.

-Pues yo lo hice... Bueno, más o menos. Jeje. -dije a mis compañeros.- Fue al poco de recibir los poderes. Estaba con Suzie, llevábamos una semana y la cosa se puso... Bueno, que estábamos en ello. Pero yo estaba muy nervioso y entusiasmado y... 

Bajé un poco la cabeza, con verguenza. 

-El caso es que sin querer, me descontrolé y disparé mi Visión Atómica. -dije tapándome las cara con las manos. 

Luego me las quité y alcé la vista.

-Osea, no no. No la maté. Solo le quemé las cejas. Suzie se fue corriendo a su casa. -suspiré.- Y no pude acabar. Venga, reíros.

-En este país la edad media para perder la virginidad sigue siendo superior a los 16 años. No hace falta que nadie se crea fuera de la media todavía. Es más, aún estando fuera de la media... ¿y qué? La verdad es que yo todavía ni me lo había planteado. Una cosa es ver las formas estimulantes de una mujer y otra es dejarse llevar por las hormonas... Que, bueno, supongo que tampoco sería criticable. Rudy, una cosa, si Suzie y tú no seguísteis después de ese incidente, ella no tenía lo que tenía que tener, lo de dar la espalda al menor contratiempo no dice demasiadas cosas buenas de alguien. No me parece algo gracioso, la verdad. Ah, y César, las mujeres se maquillan, se ponen vestidos que les sienten bien, se adornan con pendientes, collares, pulseras, se hacen cosas raras en el pelo, se depilan, usan sujetadores especiales para aparentar tener más busto del que tienen... ¿y tú quieres a las chicas como se ven en realidad? Diana tiene suerte, puede cambiar su aspecto para adecuarlo a como considere más apropiado. Ni siquiera tiene que comprarse vestidos y maquillaje. Lo que me lleva a pensar que cuando va vestida con otra ropa... la ropa no la genera, ¿no? Es decir, es más piel... Eso se lo tengo que preguntar. Me parece algo bien interesante...

Como siempre, el genio vasco acababa enlazando cualquier cosa que se comentara con algo científico, o con alguna nueva invención, gadget o campo de investigación que le parecía relacionado con aquello. Al menos para él. Seguirle la conversación a veces resultaba complicado, cuando no imposible. Y esta vez había sido bastante moderado.

Se alegró de que Abeja se riera con su comentario. Lo cierto era que la chica le recordaba a la abeja esa de los dibujos tan antiguos que le ponía su abuela. Eran dibujos japoneses, así que tampoco le habían disgustado, pero ahí estaba ella, con la piel amarillenta y los ojos azules, grandotes. Y no le podía decir que se parecía a Maya, porque la haría sentir mal. Pero era divertido.

Al decir aquello de Sirena, le dirigió la mirada a su compañera de grupo, pero siguió hablando para el resto.

- No sé si nos espiarán, de verdad que espero que no, pero ya los habéis visto: aún no han madurado del todo. Les puede dar por retarse entre sí para hacer algo como esto. Quién sabe.

Volvió la mirada a Sirena.

- Quizá le pase algo en contacto con el agua. Espero que no sea nada malo. Qué demonios, voy a ver.

Se levantó para poder acercarse hasta el baño en el que se encontraba. Se quedó cerca y trató de afinar el oído.

- ¿Está bien el agua, Marina?

Preguntó esperando que hiciera algún pequeño ruido.

Sara se encontró a Marina frotándose concienzudamente las manos bajo el grifo. El agua había adquirido una tonalidad rojiza a medida que la muchacha se limpiaba sangre reseca de la mano derecha. 

Al ver que su compañera entraba de pronto en el baño, Sirena dio un respingo y se llevó una mano a la boca, evitando alzar la voz por la sorpresa. 

Trató de ocultar la mano ensangrentada detrás de sí, pero al momento se dio cuenta de lo inútil de su gesto. Se encogió de hombros y, sin mediar palabra, volvió a poner las manos bajo el grifo. 

Miró a Sara con cierta tristeza. La alicantina notó que Marina quería decir algo, pero los labios de Sirena no se despegaron en ningún momento.

No había esperado encontrarse con eso. La sangre de las manos estaba seca. ¿Con quién se habría peleado? Algo le decía que las cosas se habían torcido tras el teleporte de Moussa.

Podía ver que Marina quería decir algo, pero no podía hacerlo. Sabiendo que esa sangre debía de pertenecer a alguien que se lo había buscado, la joven se quedó en silencio.

- Tranquila. Luego me lo escribes.

Si algo tenía claro era que Marina no era una supervillana. No podía decir lo mismo del director, que aún no había terminado de demostrar sus intenciones hacia ellos.

Sara se fijó entonces en si el resto de chicas había advertido algo. Esperaba que no, pues no quería que Sirena se viera presionada, o acabara afectada por lo que había sucedido. En la mente de Estigia lo que se dibujaba era una especie de asalto machista en las duchas, que ella había detenido a golpes. ¿O era Iván el que se había metido en líos y ella le había ayudado?

La respuesta de Aitor hizo que César carraspease, incómodo ante las palabras del genio vasco. Acabó rápidamente de ducharse, cerró el paso del agua y se fue a vestirse.

Tras la corta pausa que acompañó la salida de Salamandra, Fantasma miró a Aitor y alzó la voz.

- ¿Estás sugiriendo que Ms. Justice va siempre desnuda? - preguntó, entre asombrado y divertido.

Iván sonrió cuando oyó a Fantasma sugerir que tenía una vida sexual más activa de lo normal.

- Si hombre. – Le respondió – Las chicas de nuestra edad solo quieren a chicos mayores y realmente, me cuesta pensar en ellas así. Al menos con las que conozco…

Iván voló hacia la ducha, evitando activar su camuflaje por reflejo, y abrió el grifo con el mando a medio camino entre el agua caliente y la fría, dejando que el agua le lloviera por encima. Si hubiera sabido que el partido ya se acababa, se habría quedado allí mismo bajo el grifo: Le encantaba estar bajo la ducha. Se enjabonó el pelo y el cuerpo mientras Rudy explicaba su historia, escondiendo el rostro para que no se viera que estaba sonriendo de oreja a oreja, imaginándose la escena.

Aitor, informativo como siempre, explico porque ninguno de ellos se suponía que debería haber tenido experiencias sexuales, y aquello alivió a Iván. La forma en que todo el mundo hablaba siempre del tema, le hacía parecer que era el último de la cola y que ya llegaba tarde para hacerlo.

- Por supuesto que siempre va desnuda. – le respondió a Fantasma – Le hemos visto cambiar la “ropa” – hizo el gesto de comillas con ambas manos a los lados de la cabeza - que lleva puesta instantáneamente. Y hasta donde se no puede usar sus poderes con ropa de verdad, así que…

Iván se aclaró el jabón del cuerpo, y se quedó esperando a que al menos alguien más diese muestras de haber acabado, alargando al máximo el tiempo que podía pasar bajo el grifo. Cuando al final se decidió a salir, se secó el pelo y se echó una toalla a la cintura, flotando hasta su taquilla.

- Y volviendo al tema de antes… Si la media son 16 años como Zenitram dice, supongo que nos quedan dos años de…

Hizo un gesto muy específico, arriba y abajo con el puño.

Marina sonrió al ver que su amiga se mostraba comprensiva. En unos segundos la muchacha se acabó de limpiar y, juntas, salieron luego del baño.

Se encontraron a Tramuntana enrollada en una toalla.

- Venga, segundo turno chicas - dijo, aunque no muy animada, mientras hacía un gesto a Estigia, Sirena y Reina para que se metiesen en la ducha. 

En un rincón del vestuario, Juno se volvía a vestir lo más rápido posible. Égida, silenciosa, también se ponía ropa limpia que, curiosamente, disimulaba el misterioso collar metálico que portaba.

Al final pareció que no hacía falta vigilar nada, pues no vino ningún chico a espiarlas. De hecho, pudieron oír unas risas provenientes del otro vestuario, parecía que se lo estaban pasando bien. 

Tras el último comentario de Iván el vestuario de chicos estalló en carcajadas. Una toalla voló en dirección a Vent, interrumpiendo su discurso y dando inicio a un hilo de conversación más animado, que se prolongó hasta que hubieron acabado todos de vestirse.

Después de clase...

Tras ducharse, los estudiantes se dieron cuenta de que estaban agotados. La clase de Richmond se había alargado un poco más de lo esperado, y algunos habían tenido que experimentar con sus poderes durante el balón prisionero. 

El resto del día prosiguió de forma más relajada. Libres ya de cualquier clase, tuvieron toda la tarde para relajarse, explorar la escuela o hacer cualquier cosa que quisieran. 

Por las tardes, de hecho, los espacios comunes del Liceo eran un hervidero de actividad. Los estudiantes charlaban, jugaban o ponían a prueba sus poderes. Otros se reunían en los clubes, pequeñas asociaciones de estudiantes orientadas a actividades específicas. Había un poco de todo: clubes de deporte, un club de teatro, un club de cocina... También destacaban otras asociaciones más peculiares, como el Club de Inventores o el Club de Magia Básica Aplicada.

Era difícil aburrirse en la Escuela de Superhéroes.

Cuando hubieron salido del vestuario y Marina pudo acceder a su teléfono móvil, la muchacha se aseguró de aclarar el asunto de la sangre.

Le escribió a Sara un elaborado mensaje dónde describía lo que había sucedido después de que Moussa los sacara a Iván y a ella del campo de juego. Habían aparecido en las duchas del vestuario de chicos. Marina, pensándose que Atajo los había separado y estaba sola, alzó la voz.

Al hablar en presencia de Vent le había hecho daño en el oído. La sangre de la mano de Marina era de Iván, pues ella había corrido a detener la hemorragia. 

Tan sólo había sido un accidente, aunque se notaba por la expresión de la muchacha que aquello le daba mucha vergüenza. Estaba acostumbrada a cerrar la boca en presencia de otras personas. Era evidente que su voz no sólo volvía locas a las personas sino que también les podía hacer daño.

Aitor, como siempre, tenía cosas que hacer: revisar a Gina, apuntarse al club de inventores, fundar el club de ajedrez (¿habría algún alumno que le pudiera ganar siquiera una partida? Con que le supusiera un desafío se sentiría satisfecho, era muy difícil para el vasco encontrar rivales a su altura), repasar la bibliografía para un par de trabajos y enviar algunos correos electrónicos para clarificar algunos puntos sobre sus asignaturas de las carreras (robótica le seguía pareciendo interesante, pero ingeniería informática le parecía demasiado simplona y obsoleta). No era alguien que pudiera aceptar fácilmente sacar sólo un excelente en una asignatura, por dignidad personal… y con ciertos profesores había tenido que reñir administrativamente, acabando con exámenes corregidos por tribunales (cosa que no le asustaba en lo más mínimo y que estaba contribuyendo a que los profesores se amansaran antes de comenzar una guerra personal contra el adolescente “arrogante y que cree saberlo todo”). No, no es fácil ser tan listo como él.

Siempre tenía varias cosas en marcha (su ordenador nunca se apagaba, siempre estaba ocupado con algo, ya fuera una compilación de algún programa, un rendeado, algún análisis, exploración espacial…), la mayor parte de ellas mentales. Físicamente, por suerte, contaba con la ayuda de Gina, gracias a lo cual no tenía que perder el tiempo con nimiedades como tener la ropa limpia, planchada y en orden. Sí, tenía una robo-chacha… con capacidad para partirle la crisma al más pintado. En fin, una tarde ocupada.

Sara no se quedó demasiado tiempo en la ducha. Hizo aquello lo más rápido posible, pues andaba un poco preocupada por Marina. En el otro baño se escuchaban risas de los otros, lo cual era buena señal.

Cuando salió y vió a Diana, se encogió de hombros.

- Ha ido todo bien. Charlaré un poco con Sirena y luego nos vemos todos en la cena.

Imaginaba que ese era el plan más evidente para todos ellos.

- Luego nos vemos. Voy a ver si averiguo algo sobre mis poderes.

Sonrió débilmente a la metaforma y se despidió de todas las chicas, acompañando a Marina para que le contara algo sobre aquellas manchas.