Partida Rol por web

Henry escuchó los comentarios de los demás. Con especial atención ante las palabras del norteño, pues parecia que también se había encontrado con los mercenarios.

Los tipos con los que yo me enfrenté iban con un capa oscura y una camisa roja o mrada, si no recuerdo mal. Pero no parecia que fuesen importantes o algún tipo de lideres. Llevaban casco pero no mascaras lúgubres, y sus armaduras eran ligeras. Por lo que o no son los mismos a los que se enfrentó Plumanegra, o aquel era uno de los jefes.

En cuanto a si eran adoradores de algún dios, yo no les vi simbolo alguno. Pero eso no quiere decir nada, pues si adoran a alguien maligno lo harán a escondidas.

Y por lo de la reunión con la sacerdotisa, me gustaría hablar con ella en privado. Pues tengo algunas cosas personales que preguntarle, aunque también sobre lo que está sucediendo. Pero imagino que no sabrá nada nuevo aparte de lo que le ha informado al barón y este a nosotros. No obstante, si averiguo algo que pueda sernos util os lo diré por supuesto.

Tras eso, parecia que el norteño se quería marchar a por su caballo, aunque imaginaba que volvería pronto, a que habían pedido para comer.

Bruce vio desde la barra como el camarero había ido directo a atender a la mesa así que paso su mirada por la sala. La música de la flauta de un mediano hacía de contrapunto con la gente de la posada que estaba con un aspecto bastante decaído. 

Evaluó las distintas mesas con aldeanos y, tras un momento, se decidió por una en la que viese más posibilidades de ser aceptado. Sin dudarlo un momento, Bruce caminó hacia allí con tranquilidad, transmitiendo confianza y con una sonrisa amable. - Buenos días, permitame presentarme. Me llamo Bruce. - dijo con saludo educado. - No he podido dejar de notar que todos aquí parecen alicaídos. Y claro, eso hace que alguien curioso como yo se pregunte que es lo que causa tal malestar a unos hombres de bien. - dijo mostrando cierta preocupación sin dejar que los hombres abriesen la boca. - Excepto claro... - añadió fijándose en las copas de aquellos hombres. - ¡POSADERO, OTRA RONDA POR AQUÍ! - dijo por fin antes de guardar silencio para dejar, por fin, que aquellas personas hablasen. 

...pese a tener refuerzos eligió el combate singular...

Eso significaba que no eran seguidores de Cyric. Excepto porque estos eran también orgullosos, así que podría y... vaya, tratar de evaluar la guía del dios demente es difícil de conseguir; sorpresa, ¿no? O podían seguir siendo mercenarios no afiliados con cero o menos escrúpulos que trabajasen para ellos a cambio del suficiente oro.

-¿Un metal negro como la noche? -sacudió la cabeza sin tener ni idea- Eh, ¡una de vino y un cuenco tofado para mí, jefe!

Exquisito estofado hecho al estilo de las tierras llanas, consistente en echar todo lo disponible a una olla y remover hasta que alcanza una textura y color uniformes que recordaba bastante al bazuco usado para apuntalar los muros, y que caía al estómago similar. Se suponía que el estómago elfo no estaba hecho para eso, pero él lo había comido muchas veces y no estaba muerto... claro que lo mismo podía decirse de los humanos. Los enanos no cuentan, están hechos para comerse cualquier cosa.

-Bueno, al menos alguien más está en lo de no hacer un "estudio sobre el terreno" -comentó- Wuldak, estoy contigo, pero han dicho que no podríamos funcionar como cebo... aunque bueno, yo tengo familia aquí, ¿sigo reuniendo los requisitos? -se encogió de hombros y se rascó la nuca- Capa morada y armadura negra, y puedes reproducir símbolos. Hum, ¿supongo que podemos tirar por ahí?

-...si adoran a alguien maligno lo harán a escondidas

El elfo sacudió la cabeza.

-No tiene por qué, ¡deberías ver a los creyentes del Tirano! ¿Quizá estos consideraban que estaban lo bastante a salvo?
 

La mujer elfa se despidió de vosotros en dirección a su cita con el mago Sander Keel, se mostró siempre educada hacia vosotros, aunque siempre con las reservas que había mostrado durante todo el viaje. Os comunicó que de tener información importante para vuestra misión os la haría llegar.

El posadero sirvió lo pedido a los presentes, iba y venia con aire diligente pero contagiado por el ambiente mohíno que pululaba por su posada. 

Cuando Bruce se acercó a un grupo de parroquianos se mostraron reacios al trato, pero el talante amistoso del joven hizo mella en las reticencias de los locales. Uno de ellos, que acogió con agrado la nueva ronda propuesta por Bruce, tomó la palabra.

Malos tiempos, forastero. Muy malos.. La gente se esfuma sin dejar ni sus zuecos, chas! chasqueó los dedos con estrépito. Y ya no'stán. Cosas feas pululan por el bosque, os lo digo, señor. 

Otro de ellos, con el rostro picado por una vieja varicela, se unió a la charla.

Culpa de los tilvers, sus digo.. maldiciones y embrujos se traen entre manos.. ya lo dijo esa alimaña de Garrel. Que solo cosas terribiles nos iba a desear. echó un trago de su bebercio con entusiasmo, soltó un eructo. A la soga con él y todos sus amigos, que solo gente decente se esfuma. ¡Solo verdaderos cormyrianos! 

- Llamadme estúpida, pero lo último que haría si tuviera a un séquito de mercenarios a mi cargo es llevarlos por ahí con distintivos o eslabones si emprendiera alguna cosa deshonesta, ¿sí? No hay que ser un iluminado ni un oráculo para suponerlo. Los ladrones y los secuestradores tienen a bien no dejarse conocer, o por lo menos intentar que tal no sea fácil.

Miró de soslayo a los aventureros. Hablaban de dioses, de cultos y otras cosas que le ponían los pelos de punta. La actitud de Rufio era comprensible... ahora que lo pensaba, lo cierto es que su idea había sido igualmente absurda. No quería ser la culpable de más secuestros. Quería encontrar a su hermano, pero tampoco a cualquier precio.

Más cosas. Un metal negro como la noche. Nadirah supuso que eso tampoco era una gran pista, ya que bueno, podía ser cualquier cosa. La chapa se podía pintar. Aunque otra cosa llamó mucho más su atención. Un nombre seguido con maldiciones. Malas lenguas que señalaban conjuras.

- ¿Y quién es ese Garrel y sus "amigos", Syl? ¿Qué os han hecho? - preguntó ella al extraño.

El picado miró entre intrigado y reticente a Nadirah, sus facciones calishitas causaban cierta estupefacción en aquel grupúsculo de parroquianos. Con desconfianza, contestó lentamente como si creyera que la muchacha fuera a atacarle en cualquier momento.

Garrel.. los infiernos se lus lleve. Gentuza de la vieja Tilver, ¿eh? Bellacos que escupen al blasón real, y seguro seguro que también adoran a marranadas de la noche. acusó pintoresco el picado. Leñador es, pero hace un par de semanillas que el pelo no se le ve.

Las maldiciones cormyrianas volaron sobre la taberna como sillas en la pelea de bar, cada uno de los colonos tenía una clara idea de la clase de alimaña que debía ser el tal Garrel y, por extensión, el resto de viejos habitantes de Tílverton.

Parecia que a pesar de los intentos del Barón, no todo era bonito en Nueva Tilverton. Eso sin contar los secuestros, que ya era mucho decir. Pero eso ya suele pasar cuando aparecen nuevos vecinos. Depende cómo no se llevan bien. Seguramente cada uno culpará al otro de lo sucedido.

Seguramente sean rencillas locales. Pero como no tenemos más pistas de nada, esta es tan buena como otra. Quizás debieramos ir a echar un vistazo. ¿No creeis?