Partida Rol por web

Gracias a la iluminación que proveyó Lictea pudieron continuar hacia delante. Una vez que todos giraron la primera curva del pasillo, éste comenzó a combarse y contraerse.

Lo que supuestamente era la abertura a las cloacas quedó sellado con un repugnante chapoteo y de pronto el túnel empezó a cerrarse sobre sí mismo, empezando por la entrada y acercándose rápidamente hacia los presentes. Finalmente cogió tanta velocidad que obligó a todos a descender por una pendiente hasta una especie de cámara. Estaba iluminada con linternas. Los muros eran iguales a los del túnel de la entrada, grises y húmedos y calientes al tacto. Y la entrada que acababan de dejar atrás había quedado completamente sellada dejándoles sin una posible salida.

La siguiente sorpresa llegó cuando los personajes se encontraron con un grupo de cadáveres humanoides. Parecía el resultado de alguna batalla o pelea. Ante ellos había un hombre, una mujer, un semiorco y un humanoide de aspecto extraño no identificable y un par de orcos. 

Desgraciadamente habían quedado atrapados y no parecía que hubiera forma alguna de volver por donde habían llegado.

- ¡Qué demonios...!-  Tuvieron que apresurarse para no quedar sepultados. ¡Maldita su suerte! La situación sólo les permitía seguir adelante, sin más opciones. Cuando pro fin pudieron tomarse un respiro Lictea comenzó a evaluar la situación.

- Estamos bien jodidos...¿Dónde cóño estamos? ¿Qué es esto?- La mujer empezó a tomar consciencia de lo que la rodeaba. Una estancia angosta y agobiante, llena de cadáveres. Toda una pesadilla hecha realidad.

- Tranquilo.- Dijo a Kranjstar poniendo un a mano en su hombro para que no se pusiera nervioso y les dejara a ellas hacer.-Estad alertas.- Advirtió a sus compañeros.  Se agazapó tensa y comenzo a olfatearlo todo.

- Puaj...orcos.- Dijo identificando entre los cadáveres dos de aquella raza. - Perdona,maja.- Se disculpo ante la piel verde , pero es que aquellos seres eran tan odiosos como peligrosos.- También hay una dos humanos, una mujer y un hombre, un semiorco y un humanoide que...- No lo identificaba de primeras.-Buscad si hay una salida y vigiladla mientras examino a estos a ver qué ha pasado. Lomenar, ayúdame a registrar los cuerpos. Con cuidado, no queremos sorpresas.

La semiorca miró los cuerpos y rápidamente hubo quién organizó que hacer.

- Me parece bien, buscaré una salida pero, si tienen algo de valor compartidlo. Estoy sin blanca y me gustaría poder dormir y comer caliente alguna noche. - dijo sin miramientos obviando el mal olfato de Lictea con los orcos, es algo a lo que estaba acostumbrada y la verdad que (a excepción del baño en el puerto) hacía tiempo que no se daba un baño. 

Total, los cuerpos lo iban a necesitar menos que ellas. 

Estaban atrapados, al final aquello era algún tipo de trampa. Lomenar se acercó a las paredes para ver si aquello se podía excavar de alguna manera. Los cadáveres no auguraban nada bueno.

- Te ayudo con los cuerpos. - dijo tras su vistazo a las paredes. - No te preocupes, lo que se encuentre siempre se reparte para todos, pero el problema principal va a ser salir de aquí. - Esto último se lo dijo a Glavra.

Kranj maldijo para sus adentros después de darse un respiro a semejante salvada de pellejo. -Está trampa no pudo haber sido puesta por cualquiera. Debió haber sido el mismo Ferrin o incluso alguien superior al él.- dijo con clara sorsobra en su voz, palpando la roca que se había cerrado sobre ellos, cuando de repente, Lictea le pone una mano en el hombro, lo que le sacó de su ensimismamiento y le hizo dar un leve salto susto, pues ante lo que estaba pasando, cualquier cosa podría significar peligro.

Miró a Lomenar esperando que no le hubiese pasado nada. -Te encuentras bien?- expresó solo por confirmar lo que veían sus ojos, pues se alegraba de verla sana y salva.

Una vez resuelta sus preocupaciones, el clerigo se dispuso a ayudar a Lictea con lo que indicaba. 

El humanoide parecís ser un Kuo-toa, una antigua estirpe de humanoides acuáticos que se caracterizan por su siniestra naturaleza y sus tendencias diabólicas. Aunque la mayoría de la gente evita entrar en contacto con estas criaturas repugnantes, a veces resulta sencillamente imposible. Los kuo-toa saben mucho acerca de los antiguos males, largo tiempo olvidados que habitan en las profundidades del océano. 

Aquella gente había muerto en combate, y ninguno parecía poseer armas o algo de utilidad. Era como si ya les hubiesen arrebatado todo lo que tenían de valor.

Glavra inspeccionó a zona en busca de alguna salida. Estaban totalmente bloqueados y atrapados. ¡No había forma de escapar de allí!

Kranjstar estaba totalmente seguro que por algún lado tenía que haber una salida. Era imposible que no la hubiera. Solo quizá tendrían que buscar bien y a conciencia, pero por algún lado tendrían que salir.

Los cadáveres murieron en batalla, aunque algunos de ellos murieron por falta de comida o agua. 

De la criatura, ni idea de lo que es. 

Y no ve, ni escucha nada relevente. 

El clérigo terminó de revisar los cadáveres y no demoró mucho en expresar sus preocupación. -Algunos han muerto en el fervor de la batalla, pero otros por falta de alimento o agua.- y dicho esto, cualquiera supondría que murieron porque no pudieron encontrar una salida.

Kranj contempló la cueva de un lado a otro, estudiando un poco la configuración de las rocas. No sabía mucho sobre esa materia, pero había leído un par de libros en el seminario. Entonces encendió una antorcha esperando que el fuego empezará a moverse y así lo hizo, de manera muy leve. -Es claro que hay una salida. La configuración de las roscas, señalan que hay aire que entra de manera constante.- para el clérigo, la prioridad era ahora encontrar una salida o algún mecanismo que bien les permitiera regresar o abrir alguna puerta.

-Abramos bien los ojos. Tal vez exista algún mecanismo que nos saque de acá.- aunque la verdadera pregunta sería, porque Ferrin tenía algo como este en su parque. 

Lomenar asintió a Kranjstar.

- Estoy bien, pero tenemos que salir de aquí cuanto antes. Tenemos que saber la naturaleza de esta trampa para hacer un plan y escapar.

Miraba a su alrededor buscando pistas.

- Si Ferrin estuvo aquí quizás tuvo que convertirse en rana para salir, pero sigo sin entender.

Tras esta run buen rato dando vueltas en la sala y ver que no encontraba nada desató el pánico que llevaba dentro. 

- ¡¡¡¡¡NO hay salida!!!! Vamos a morir, a morir.- comenzó a gritar corriendo como loca de un lado a otro de la sala. 

Lictea se había acuclillado examinando al raro humanoide. No tan traro para ella.-  Parece un  Kuo-toa, una antigua estirpe de humanoides acuáticos que se caracterizan por su siniestra naturaleza y sus tendencias diabólicas.- Explicó a sus compañeros. Aunque la mayoría de la gente evitaba entrar en contacto con estas criaturas repugnantes, a veces resultaba sencillamente imposible.- Los kuo-toa saben mucho acerca de los antiguos males, largo tiempo olvidados que habitan en las profundidades del océano. - Aprovechó para examinar los cuerpos de los caídos pero aquella gente había muerto en combate, y ninguno parecía poseer armas o algo de utilidad.- Es  como si ya les hubiesen arrebatado todo lo que tenían de valor.

La reacción de la semiorca le sacó de sus casillas. Veía en ella una reacción propia de Kranjstar, de un hombre, por no de una mujer fuerte como ella.- ¡Glavra! ¿Es que no has escuchado? Encontraremos una salida. Por la Madre, estás con dos druidas. Danos un poco de tiempo y te sacaremos de aquí.

Después de que Kranjstar se tomara un largo tiempo investigando el lugar encontró lo que parecía ser un pequeño y diminuto agujero. Aquel era el lugar por donde entraba el aire, y sin duda debían ser los restos de un derrumbamiento. Aquel sitio era la única posibilidad para escapar, pero tendrían que unir sus fuerzas para empezar a quitar los escombros y poder escapar de allí.

Lo dicho por Lictea, en verdad resultaba muy molesto. Nisiquiera lo tuvo en cuenta para ser capaz de encontrar una salida. -Coff, Coff, Coff... Y un clérigo.- reclamó en medio de una tosesiña, mirando a la Druida de reojo por no incluirle a lo dicho a Glavra.

Aunque aquello no llegaba a ser una molestia mayor, empezaba a cobrarle un poco de paciencia su feminismo excesivo, pero el clérigo dejó todos esos pensamientos para concentrarse en lo único que importaba en ese momento, salir de ese lugar. Así que siguió su instinto, el cual le ayudó a dar con una pequeña apertura. 

-Esta debe ser la salida!- dijo tratando de mover algunas piedras. -Salvo que se te ocurra algo mejor, esta es nuestra única posibilidad de salir de acá.- aquello iba claramente dirigido a Lictea, pero lo dicho era un acto sincero, pues no era una forma de salir nada sencilla, se necesitaba un duro trabajo de equipo. 

La mujer lobo tenía razón, ella no era una flojucha.

Sin mediar palabra y recomponiéndose erguida y orgullosa comenzó a empujar las piedras con todas sus fuerzas.

Lomenar se concentró y al instante un oso se materializó a su lado. Con un gesto la druida señaló al sitio donde había empezado a mover las piedras y el animal se puso a excavar.

A su lado Lomenar también se metió en faena.

- ¿Decías algo, hombre?- Preguntó Lictea con cara de pocos amigos ante los cuchicheos de Kranjstar. Sin embargo enseguida se puso a ayudar en la tarea de abrir un camino de salida.- Hagamos una cadena. - Se puso a excavar junto al clérigo y a veces se le iban los ojos hacia los músculos del humano, como si evaluara su fuerza. Parecía tan poca cosa y sin embargo parecía excavar como un tejón.

Desde luego que el grupo de aventureros no eran el colmo de la fuerza, y de seguir así acabarían muy cansados sin haber logrado mover apenas un solo escombro. Por suerte Lomenar había sido inteligente al convocar al oso, pero éste tampoco tenía muy claro las órdenes y simplemente se limitó a mover algunos pedruscos de sitio...

- Es de noche y ha sido un día muy intenso, estoy agotada. Propongo intentar apartar algunas piedras más y luego descansar, aprovechando que aquí abajo parece que estamos seguros. - dijo la semiorca a la que le salían sus últimas fuerzas de algún lugar en su interior y lograba apartar un buen montón de piedras.