Partida Rol por web

- Más bien sí - Contestó la guerrera a su hermano aún con la cara de sorpresa que se le había quedado tras la declaración del tabernero. - Si me vuelven a mencionar ese precio por pasar la noche en un tugurio así...

Dilyn no quiso terminar la frase. No era momento de reyertas, aunque tenía ganas de pegar capones al enano hasta que se hiciera de noche.

- Espero que vuestra amiga no tarde mucho.

Otra taberna, otro tugurio. Hasta el momento parecía que El Bote del Lagarto era el único punto de reunión social más o menos decente en esa ciudad. Al igual que todos, palideció al escuchar el precio. Necesitaría algunas monedas relativamente pronto o terminaría durmiendo en la calle o abrazada a un desconocido. Si me hubiera ahorrado el dinero del desayuno... pensó con un poco de arrepentimiento. Pero ya era tarde para eso, ahora convenía centrarse en el futuro.

Al escuchar que Lucrecia pedía algo de tomar, Elianne se apresuró a responder —¡No quiero nada! Gracias, no me cae bien la bebida tan temprano— mintió con voz amable.

Thorgus no pareció demasiado preocupado por el precio de las habitaciones, poder dormir con su amigo bajo techo era algo que no se le había permitido en otros lugares. Tras oír la respuesta del enano prestó atención a la conversación que mantenían los extraños que estaban a su lado.

Por lo que contaban debían ser una especie de cazarrecompensas que trabajaban juntos para ganarse la vida, no era una mala forma de hacerlo, pero Thorgus, de momento, no necesitaba ese tipo de trabajos.

Se dirigió de nuevo a Blagh. -Tienes razón, todavía es pronto para meterse en una habitación. Iré a dar una vuelta por los alrededores y más tarde volveré.

Thorgus salió por la puerta de la posada sin prestar más atención a los planes de aquellos extraños. 

Vand se abstuvo de responder a la invitación del tabernero, aunque si que se permitió el lujo de poner los ojos en blanco ante la desorbitada suma. En cuanto se fijó en el local donde acababa de entrar le llegó el olor a sal y pescado, tanto fresco como podrido, que empapaba el lugar, probablemente debido a aquellas personas que lo solían frecuentar.

Al oír el comentario de Namarra se inclinó hasta que su cabeza quedó a la altura de la mediana y le susurró con una sonrisa -¿Soy yo o todo el mundo aquí parece tener la bolsa mas llena que nosotros?-

Quizás es que comen menos y no gastan tanto... - contestó ella.

Se llenan los bolsillos sableando a viajeros y aventureros de paso, pensó Lucrecia. Tenía al tabernero frente a las mismas narices, así que decidió no compartir sus pensamientos con los demás.

Anduyn miraba a su alrededor esperando que el posadero rompiera el silencio que había dejado expectante a todo el grupo. Asintió con una sonrisa ante el comentario de su hermana, a ella también le parecía excesivo el precio. Cuando volvieran buscarían un lugar mucho más económico.

-Espero que no sea así en toda la ciudad, si no tendremos que buscar alguna alternativa. ¿Alguien sabe si existe alguna orden religiosa que de cobijo a los viajeros?

Aquello podía ser un buen primer paso, quizás había en Tormentos Cristalinos algún otro representante de su dios que pudiera alojarlos o de otra orden religiosa caritativa, no tenía problema con eso.

Creo que el tabernero no ha escuchado a nuestra amiga.

Quizás entre el trabajo y el ruido del local la pregunta de Lucrecia se había perdido sin que el enano reparara en ella.

-Hola buen enano. Estamos buscando a una amiga, una enana de cabello rojo llamada Sanya. ¿Por casualidad la has visto?

Anduyn no la había visto nunca, pero Lucrecia había dado la misma descripción, solo era cuestión de repetirla y esperar que estuviera por allí cerca para poder empezar a hablar de aquel encargo que los había llevado allí.

—Ayer pasé por una catedral, pero realmente no le presté mucha atención. No se si prestarán camas— le dijo a Anduyn—. Pero realmente espero que lo hagan...

Elianne dio un bostezo mientras se recostaba contra la pared,o por lo menos amagó a hacerlo. Realmente era una mugre, y aunque no quisiera hacerse la fina, prefería no tener que ensuciar su ropa más de lo necesario.
Pareciera que el posadero estuviera más ebrio que sus clientes, debido a su lento tiempo de respuesta, pero prefería no enfadarlo asique no hizo ningún comentario.

¡Buenas días! saludó al enano. Supongo que eres Blagh. Me han dicho en Recados que eres el hombre al que preguntar sobre cierto trabajo en Puente Brandon, relacionado con echar del pueblo a unos molestos ladrones. ¿Por qué no nos pones unas cervezas... giró la cabeza para mirar a los demás, o lo que quiera cada uno, y nos cuentas algo más?

Por cierto, añadió, ¿ha pasado por aquí una enana de cabello rojo? Se llama Sanya.

Buenos días, efectivamente, yo soy Blagh, el propietario de esta taberna. Dijo mientras iba sirviendo todo aquello que le fuera pidiendo. Sobre Puente Brandon no sé mucho más que vosotros, tan solo que se encuentra al norte, a un par de horas a pie y que cuando lleguéis a la primera taberna que hay, el Salmón Sabroso, debéis preguntar por Alberic, él será vuestro contacto en el pueblo. 

Y cuando le preguntaron por Sanya, no pudo hacer más que negar con la cabeza, no tenía ni idea de quién hablaban. No lo siento, lo lamento. 

Había servido tan solo una cerveza a Lucrecia, y el resto no habían sido capaces de consumir absolutamente nada. El gesto de enano, que parecía haber sido solícito, cambió y empezó a parecer algo más agresivo. Que sepáis que aquí se viene a consumir, no de cháchara, dijo dando un golpe a la barra, así que ya me vais diciendo qué os pongo a cambio de la información. Lo mínimo es un taza de té o una cerveza.

Namarra se llevó las manos a la cara.

-En esta ciudad todo el mundo pretende sacar dinero pero nadie lo pone fácil para ganarlo! Lo siento, maese enano. Pese a que me encantaría daros lo que mereceis, me temo que somos recién llegados y no tenemos más dinero que el básico para la subsistencia...

¿Quizás un atractivo tabernero como vos quisierais compadeceros y ganaros unos buenos aliados haciéndonos un descuento en la habitación?

En cuanto el enano cambia su actitud Vand sintió una conocida voz en su interior despertar. -¿¡Como se le ocurre?! ¡Nosotros arriesgándonos por el bien de todos mientras él se queda aquí, seguro tras la barra, y lo único que piensa es en si mismo y sus ganancias! Claramente el mundo estaría mejor sin gente como él, alguien debería...- pensó mientras sus manos se convertían en puños cerrados y su cara hervía con odio y sangre caliente; una sensación parecida a sonrojarse pero más amarga y peligrosa. Empezó a notar el frío que se colaba por debajo de la puerta de la taberna, una "ventisca" formándose en su mente...

Entonces habló Namarra y la "ventisca" en la mente de Vand se deshizo tan rápido como se había formado. Terriblemente consciente de su estupidez y de lo cerca que había estado del desastre, Vand se quedó callado y bajó la cabeza ligeramente dejando que su pelo le cubriese la cara.

-Era interesante que no haya escalado a más, y más interesante aún que solo con la voz... Me quedaré con esta mediana un tiempo por si acaso.- reflexionó Vand tranquilamente, con la cabeza despejada, más tranquilo, su pulso disminuyendo. Finalmente Vand rió internamente, -Es que además no para; el enano nos "pide" que consumamos algo y lo primero que se le ocurre es negociar un descuento para unas habitaciones que nos seguirán costando un ojo de la cara.-

Lucrecía asentía mientras bebía la cerveza. Dos horas a pie al norte... Espero que haya señales por el camino; no me apetece perderme por los marjales. No hubiera sabido qué decir sobre la calidad de la bebida; todas le sabían iguales. Cómo no, nuestro contacto nos espera en otra taberna. Con suerte, no nos enviará en busca de otro nombre más. ¿Y dónde se ha metido Sanya? Espero que haya acudido a la Puerta Este.

El exabrupto del enano no la tomó por sorpresa. La avaricia era la sangre de las arterias de Tormentos Cristalinos. Una pésima idea; Lucrecia estaba convencida de que la riqueza eludía a quienes la guardaban y perseguían con celo. Sin embargo, sospechaba que estaba tan arraigada en el espíritu de la ciudad, que sin ella, la sociedad se desplomaría como un castillo de naipes sacudido por el viento.

Última oportunidad de mojarse los labios antes de marchar, anunció a sus compañeros, levantando la jarra medio vacía.

- Pues si no es aquí y debemos ir a otra taberna, vámonos ya.

No estaba por la labor ni de gastar dinero ni de aguantar al desagradable tabernero. Veo la jarra medio llena de Lucrecia y el tiempo que podría tardar en bebérsela me parece una eternidad.

- Anduyn, esperaré a los demás fuera. Necesito aire. ¿Vienes?

¿Descuentos? Dijo mirando a Namarra. ¿Pero acaso te crees que esto es una casa de caridad? Si no tenéis dinero, me temo que os estáis equivocando de lugar. Así que, dijo haciendo aspavientos con las manos, aire, fuera de aquí. No molestes y deja espacio para las personas que sí que de verdad tienen dinero. ¡Fuera! Dijo en un tono prepotente y de pocos amigos. 

Namarra se ofendió bastante pero no lo demostró. Al contrario, se llevó la mano a la bolsa.

Está bien, en realidad si que tengo algo para ti, espera...

Hizo como que rebuscaba y luego sacó la mano de nuevo... pero con el dedo corazón extendido. 

-Mira, justo lo que te mereces! Por borde!

Vand dio dos buenas carcajadas ante la respuesta de Namarra y, con la voz y a mente más tranquilas se interpuso entre ella y el tabernero -Venga anda, no hay que ponerse así. Vamos a buscar a la pelirroja a otro sitio, ¿vale? ¿Nos movemos hacia la Puerta Norte y vamos haciendo camino hacia Puente Brandon o la esperamos en otro sitio?- preguntó a las que parecían ser las compañeras de Sanya. Finalmente, inclinándose hacia Namarra le susurró -Vámonos antes de que nos echen a malas. Mejor que salgamos con nuestras propias condiciones que con las del enano este... Cuando te sobre el dinero ya volverás a restregárselo. - 

El exabrupto de la mediana hizo sonreír a Lucrecia. En otra situación, quizás hubiera añadido algo, pero allí no había nada más que hacer, salvo perder horas de luz. Se bebió el resto de la jarra de un trago y se limpió la espuma e las comisrasde los labios con la manga, antes de apartarse de la barra.

Puerta Este, corrigió Lucrecia. No sabíamos que Puente Brandon se encontraba hacia el norte, así que quedamos allí.

El exabrupto del enano la tomó por sorpresa. Para cuando había decidido cómo responderle Namarra ya se le había adelantado. Sin nada más que agregar, salió por la puerta mirando el interior por encima del hombro. Seguía en el puerto, pero éste era un paso más cerca a alejarse de la pestilencia.