Partida Rol por web

- En el peor de los casos siempre podríamos pedir refugio a los vecinos de los astilleros, por allí estaba mi casa hará años y creo que por una sonrisa y unas pocas monedas nos podrían hacer un hueco y darnos un tazón de caldo.

Melor se rasca la cabeza y mira a su alrededor, sus manos algo arrugadas le recuerdan los años que han pasado.

- Antes era costumbre ser hospitalario en el barrio de los astilleros, era la manera de que los vecinos se preocupasen unos por otros, de protegerse.

Asiento con la cabeza a Melor, estoy de acuerdo que esa opción puede ser una solución para pasar la noche.

Aagard asintió ante las palabras de Melor. Parecía un viejo sabio, y él siempre intentaba seguir los consejos de la gente que había vivido lo suficiente.

-Por mí está bien dormir en los astilleros si nos lo permiten. En última instancia se puede intentar ir al templo de Fharlanghn y probar a que nos dejen pasar ahí la noche, si todo falla. Y sobre qué debemos hacer...creo que si Lomenar tiene prisa en buscar a esa persona, empecemos por ahí y luego vayamos con el tema que atañe a los guardias. Al menos buscar algo de información no hará daño a nadie, y saciará algo la necesidad de nuestra compañera.

Usar mis conjuros. Uno puede genera una bomba de humo que dispersaría el local. El otro puede que nos ayude a salir corriendo. ¿Te interesa que lo ponga en práctica?

¡Claro! Respondió la camarera a Lomenar. La posada más cercana que podéis encontrar está al otro lado del río, cruzad el puente y os encontraréis con El Erizo Borracho, si avanzais un poco más tenéis la Pezuña en la Boca y en frente está el Bote del Lagarto. Y si preferís algo un poco más... mejor. Dijo pensando si indicarles aquel ostentoso sitio, id al Cuervo de Plata, aunque si este lugar os parece caro, creo que más os lo parecerá ése.

Después escuchó los rumores de los que hablaba Melor, y no pudo evitar sonreír. Pues de eso habrá pasado mucho tiempo, porque los astilleros no son precisamente un buen lugar con toda la gente que va y viene por ahí. Es más, anoche murió un hombre allí, así que no os lo recomiendo.

Tomo la mano de Melor.

- Tu idea es buena, pero parece ser que los tiempos han cambiado. No es que no confíe en tu palabra, pero la camarera lleva más tiempo aquí y es muy posible que no podamos encontrar refugio en los muelles.

Ya decidida me pongo en pie y le hago una seña a Arvak que inmediatamente se incorpora a mi lado.

- No conviene esperar a que se haga aún más de noche. Propongo ir a El Erizo Borracho y ver si el precio se acomoda a lo que podemos pagar. Además, está al lado de los astilleros por si pudiéramos intentar la opción que propone Melor.

Me sonrojo ligeramente

- En todo caso podemos alquilar un habitación para varios, yo puedo dormir en cualquier lado y estoy acostumbrada al suelo. Confío en vosotros.

Espero la respuesta de los demás.

Los labios del abate se aprietan, su ceño se frunce y con cariño aprieta la mano de Lomenar. Los años no habían pasado en balde y había mucho que descubrir sobre la ciudad que antiguamente llamaba su hogar.

- Tenéis razón, joven, probemos suerte en el Erizo borracho.

Agradeció con un gesto la consideración de la semielfa y se incorporó, el mandoble a su espalda arrastrando un poco la punta hasta que quedó de pie por completo. Había llegado el momento de partir.

- Cuando gustes, hijo mío. -Se dirigió a Vladimir antes de apurar su propia cerveza.

-Partamos de inmediato, he oído que las noches en las ciudades son peligrosas, no parecen las mismas y debemos encontrar cobijo barato- Me preparo para levantarme y marcharnos del lugar, a pesar de ser acogedor e intentar imitar el bosque al que estoy acostumbrado, no termino de encontrarme a gusto.

-Vamos Colmillo Negro, salgamos-

El monje escuchó hablar a sus compañeros y asintió ante sus palabras, a sabiendas de que poco más podría aportar que lo que ya dijo. Cuando todos se levantaron, hizo lo mismo e hizo una leve reverencia hacia la camarera, tras lo que siguió de cerca al grupo.

-Al Erizo Borracho, entonces. Me resulta curioso que ningún nombre de taberna sea medianamente...normal.

Dijo con un tono de voz algo humorista. 

-En fin, esperemos que el camino sea tranquilo.

-Parece que no nos queda otra. Snit, cuando gustes, estoy preparado.

Ya había dado cuenta de su último sorbo y tenía el plato vacío. Había estirado las piernas debajo de la mesa para desentumecerlas un poco listo para salir corriendo en cuanto su compañera crease la distracción. Esperaba que pudiesen salir de allí sin demasiados problemas, pero parecía que la ciudad estaba infestada de delincuentes y todo el mundo siempre estaba alerta por si aparecía uno. Esperaba no tener que usar las armas.

Quédate aquí hasta que vuelva a por tí dije, mientras me levantaba y sonreía a mi compañero. Sabía lo que supondría lo que iba a hacer, seguramente un montón de guardias les perseguirían durante varios días, pero ella sabría ocultarse.

Al llegar al centro del lugar, hice unos símbolos en la silla más cercana y, al tiempo, susurré Caligo seguí caminando, mientras una nube inmensa se iba expandiendo lentamente. Tras dar unos pasos, colocándome tras una columna, volví a murmurar, y mi yo desapareció. Un gnomo hombre apareció en mi lugar, y se dirigió a Alän mientras gritaba ¡fuego, fuego!

La maniobra de distracción resultó ser sumamente eficaz, pero debían elegir destino lo más rápido que pudiesen, porque la gente comenzó a gritar alterada, y asustada por lo que estaba sucediendo. Debían evitar resultar sosprechosos y elegir un lugar hacia el que dirigirse.

Con el aspecto del gnomo, llegué hasta Alän, guiñándole un ojo

¡No se puede quedar usted aquí, hay que salir corriendo! tiré de él para que se levantara, y así poder escapar con velocidad de ese lugar

Al entrar al local, una bocada de aire malsano invadió el rostro de la elfa que observó como aquél lugar poco o nada tenía que ver con lo que el nombre le sugirió. Los camareros ataviados como si seres del bosque se trataran parecíanle más una burla o sátira que cualquier reclamo. Observó el lugar y tal como entró, salió de allí, preguntando a los transeúntes por algún lugar abierto al aire y árboles en el que tranquilizarse. Fue así como se dirigió entonces a la capilla de Obad-Hai, el dios de la naturaleza.

Parte sala de bailes, parte taberna, parte posada y parte burdel, la Dríada bailarina es uno de los edificios más notables de Tormentos Cristalinos. Presenta una fachada colorista, que parece fuera de lugar en su ubicación cercana a los barrios bajos. Sus muros están jalonados de columnas de mármol talladas para semejar árboles, y una "imagen silenciosa" permanente de una escandalosa mujer contoneante, de piel pálida y cabello verde, ondula sobre la puerta principal en un escenario en miniatura que representa una cañada forestal.

En su interior, la sala principal está llena de mesas para jugar a las cartas, dados y otros juegos de azar, todos controlados por la casa. Hermosas mujeres vestidas como dríadas  y ninfas anotan los pedidos junto a bellos mancebos  vestidos como sátiros y pixis. Un gran escenario, en el extremo más alejado, muestra un réplica a escala real de la cañada en miniatura que sobre la entrada; las noches en las que la dríada baila sobre ese escenario suelen ser las más concurridas.

Los clientes pueden alquilar habitaciones en el piso superior para pasar la noche pero la mayoría de la clientela lo hace para fines más carnales. Los camareros y camareras no solo ofrecen bebidas en este lugar.

Lomenar salió de El Erizo Borracho y se encaminó a la Driada Bailarina. Por primera vez estaba sola desde que había llegado a la ciudad y ya quería volver con sus nuevos amigos. Toda una vida practicamente sola había sido suficiente, esperaba poder volver a encontrarlos pronto.

Pero esto era algo que debía hacer sola. Había ofrecido sus servicios de confidente a Sasha a cambio de... pues lo que pudiera ofrecerle. La situación aun no era mala, pero necesitaría o algo de dinero o algún sitio para poder pasar las noches, con eso sería suficiente.

Por otra parte, en terminar tendría que ir a El Bote del Lagarto para enterarse del asunto de la Aldea del Loto. Además, allí se supone que volvería a ver a sus amigos.

La Driada Bailarina no se parecía en absoluto a como la había visto la noche anterior, ahora, a primera hora del día parecía practicamente vacía. Entró y busco con la mirada al encargado o a alguna empleada que estuviera disponible a esas horas.

- Buenos días, mi nombre es Lomenar y quisiera saber si Sasha ha dejado algún mensaje o una nota para mi - Preguntó al primer empleado que encontró.