Partida Rol por web

pues no es mucho lo que les pueda contar le responde Rudolphus a Enna mientras se levanta de la silla siguiendole el paso a Erik. Aparentemente unas criaturas estan molestando a los pobladores, aunque no se muy bien de que criaturas se trata tras eso suelta una risa por su falta de información.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Al llegar a la taberna se dió cuenta de que aquel guardía le había tomado el pelo. El no estaba económicamente en condiciones de pernoctar en una de las mejores tabernas del lugar pero quizá aquello había sido pasarse, se habían reído de él a la cara. Aún así estaba cansado y hambriento. Entró en la taberna y el hedor que despedía le echo para atrás. Buscó con la mirada una mesa libre donde poder comer en el ligar más alejado posible que daba el mar y se acercó a la barra esperando que el tabernero le atendiera.

- Buenas noches, tomaré la especialidad de la casa para cenar con una pinta de cerveza, por favor. le dijo. - Aparte de saciar mi estomago hambriento, estoy buscando un lugar para pasar la noche, ¿dispone de habitaciones? estaba un tanto malhumorado por la tomadura de pelo y no se mostró amable ante el camarero, más bien un tanto seco. - Sólo quiero que se acabe el día lo antes posible. No me ha traído mas que miseria. se dijo así mismo mientras le servían en su mesa.

Echó un ojo a la taberna, encontrar trabajo en aquel lugar sería complicado pero por lo menos estaría atento a las conversaciones por si algo fuera de su interés.

El posadero se dirigió al hombre con cara de muy pocos amigos y un poco asqueado por haber llamado tanto la atención en el lugar. Le da dos tazas rancias de grog y una plasta apestosa de espinas y pescado. Y sin ser excesivamnete maleducado, le saluda y le dice:
Buenos días, toma, el grog y el lenguado macerado. Son una pieza de plata cada uno. Dudo que puedas encontrar nada más barato en toda la ciudad. Dice dirigiéndose con cara de desprecio al joven.

Este no es lugar para dormir. Dijo el tabernero. Esto es un lugar para beber, o incluso comer. Pero aquí no se viene a dormir, pues aquí el único que pasa la noche soy yo. Le contestó muy malhumorado pues estaba cansado de responder siempre a las mismas preguntas.

Con un movimiento de muñeca sacó las monedas de mala gana y se marchó a saciar lo mejor posible su hambre ante aquella inmunda comida. No sabía aún donde pasar la noche, ni conocía nada de la ciudad por lo que apartado en su mesa comía despacio mientras escuchaba las conversaciones de la gente.

De pronto algo se escuchó a las afueras de la posada:

La cara del hombre cambió olímpicamente, algo ha sucedido, avisó a todos los presentes, está sonando las campanas de la Catedral de Pelor, suena al ritmo de toque de queda. Será mejor que no salgáis de aquí. Hacía años que no las oía sonar, y solo se activan cuando el alcalde lo avisa, y debe ser por un terrible peligro en la ciudad. Dijo con semblante preocupado.

Certigam se quedo sorprendido, más problemas y apenas llevaba unas horas allí, aparentemente arapadi en aquella pocilga. No tenía intención de importunar de nuevo al posadero por lo que continuó comiendo atento a lo que aquello pudiera significar.

Tras aquellas palabras de advertencias, Ned continuó con sus tareas.

Miró irritado al tabernero cuando una gran tormenta comenzó a caer. Maldijo su suerte una vez más y fijó su mirada en la gente que estaba como él encerrada en ese vertedero. Tenía que aprender del comportamiento de los habitantes de esa ciudad, de las posibilidades que ofrecía y si por alguna casualidad alguien mencionaba algo sobre cambiar a una taberna en la que poder acabar en una cama, aprovecharía la ocasión.

Al pegar el oído a una conversación que mantiene Ned con uno de los clientes escuchas lo siguiente:

Sí, buscamos a alguien, pero tiene que ser discreto, muy discreto, nos jugamos mucho con esta misión. Necesitamos acabar con el gremio de Ladrones de la ciudad. Resulta que se esconde bajo la Dríada Bailarina y nos ha llegado a nuestros oídos que uno de los concejales de la villa, Toren Aerakin tiene relación con estos ladrones. Queremos desmantelar todo este nido de corrupción que es la Dríada Bailarina y a ser posible acabar con el puesto del concejal. No podemos permitir que nuestra ciudad esté regida por un corrupto como él. 

Además, si él está en el poder y sabe esto, ¿cuántos más lo sabran?

Después te lanzó una mirada fulminante, como si se hubiera dado cuenta que estabas espiando su conversación.

Por fin escuchaba algo interesante cuando pensaba que esa pozilga no iba a dar más de sí. El posadero clavó su mirada en él y Certigan le devolvió una sonrisa llena de malicia. Se levantó de la mesa y se acercó a la barra, directo, ya se había fijado en los parroquianos del lugar y no había visto a nadie indagar en las conversaciones de otros, él era el único que lo había echo.

Una vez en la barra, desafiante apoyó sus brazos sobre ella y les susurro. - Dime una cifra y quizás pueda ser tu hombre.

¿De que me hablas? Preguntó Ned al escuchar esas palabras. Tenía el rostro descolocado. Daba la sensación de que Certigan le hubiera descubierto y no tenía ninguna ganas de compartir la información con él. ¿Le habría estado escuchando?

- Toren Arakian, el gremio de ladrones y la Dríada Bailarina. le susurro sin quitar esas maliciosa sonrisa. - Buscáis a alguien que se mueva en la sombras. Imagino que no sólo sea bueno con las armas sino que sepa donde encontrar la información que necesita para llevar a cabo su cometido. después de los golpes de mala suerte que había tenido en su entrada en la ciudad por fin algo le había reconfortado. Información con la que jugar.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.

Menuda pocilga... - dijo Namarra por lo bajini. En fin. Cierto es que he estado hospedada en lugares peores.

La mediana se encogió de hombros y se acercó a la barra para hablar con el tabernero.

-Hola! ¿Teneis habitaciones libres? No importa si son comunales -dijo para dejar claro que estaba acostumbrada a regentar lugares así.

La taberna quizás no era la mejor que había visto en su vida, pero desde luego tampoco necesitaba lujos para dormir, de hecho prefería gastar lo menos posible en el alojamiento para poder invertir más en ayudar a los necesitados. El comentario de Namarra le hizo gracia, aquella muchacha tenía un gran desparpajo. Miró a su hermana y sonrió.

-Creo que aquí podremos conseguir un alojamiento bastante económico. ¿No te parece Dilyn? Seguro que sirven un buen lenguado. Sigamos a Namarra.

Se acercó a la barra y se puso al lado de la mediana mientras saludaba al hombre que parecía responsable del local.

-Que Ilmater te bendiga amigo. Nosotros también necesitamos alojamiento. Todos somos personas decentes, no tiene nada que temer, espero que disponga de sitio suficiente, no necesitamos ningún lujo, tan solo un sitio para descansar de una agotadora jornada.

-No es de lo mejorcito que puede ofrecer esta ciudad, pero he estado en sitios peores...-pensó Vand. Inspiró profundamente y sus fosas nasales se colapsaron con el fuerte olor a pescado y a gente que llevaba un par de semanas sin ducharse. Sus anteriores viajes le habían enseñado que es preferible respirar por la nariz y oler la inmundicia que intentar hacerlo por la boca y saborearlo todo.

Se acercó a la barra junto a Namarra y la miró extrañado cuando habló de habitaciones comunales. -Nota mental: La mediana no tiene tapujos.

-Aún es pronto y yo no he desayunado.- dijo alegremente. -No tengo por costumbre desayunar lenguado, pero si no tienen otra cosa... ¿qué os parece?- preguntó, girándose hacia el resto de la pequeña comitiva.