Partida Rol por web

Las dos muchachas llegaron al puerto. Era la primera vez que Lucrecia entraba en el distrito desde que había llegado a la ciudad. No lo había evitado a propósito. Ni siquiera le molestaba el olor a pescado; era incluso agradable si lo comparaba con el hedor de los cadáveres con los que había compartido prisión.

Visto desde el exterior, el Lenguado Macerado le recordaba al tipo de taberna que podía encontrarse en los muelles de cualquier ciudad que tuviera un poco de tráfico marítimo o fluvial. Escasa en limpieza, densa en aromas y superlativa en personalidad. Había aprendido más en lugares como aquel que en la escuela parroquial.

Entrar fue una experiencia decepcionante. Nada de conversaciones a gritos en una docena de idiomas, ni piratas balanceándose en las lámparas o durmiendo la borrachera bajo las mesas mientras las ratas les mordisqueaban los restos de comida de las barbas. Solo un puñado de pescadores locales que podía haber confundido con del mobiliario si no hubiera estado atenta. Incluso el aroma era mediocre.

Al menos, había un grupo de lo que debían ser aventureros, a juzgar por el equipo que portaban. Y de los pobres. Como si yo estuviera nadando en riquezas... Las capas y gabanes polvorientos daban fe de que se trataba de recién llegados. Con suerte, forasteros. Espero que no vayan todos juntos, se dijo mirando a la variopinta reunión, demasiados para repartir tan poca recompensa.

Saludos, viajeros, dijo sonriente, acercándose a la barra. Escuchadme antes de negociar vuestra estancia. Tengo una propuesta que haceros.

Estamos buscando compañeros para una breve expedición a un pueblo cercano. Una peligrosa banda, al menos supongo que se trata de una, y espero que no sea muy peligrosa, de ladrones acecha en los alrededores y despoja a locales y viajeros de sus escasas posesiones. Los lugareños ofrecen recompensa en oro para quien los capture o haga huir. Un trabajo fácil para un grupo competente. Incluso a repartir, el pago debería ser suficiente para encontrar techo y sustento durante una temporada en la ciudad.

Elianne había seguido a Lucrecia con la inocencia de una oveja ciega. Y ahora se arrepentía. El puerto y sus alrededores ciertamente eran un lugar poco agradable. Estar atenta a esquivar a los marineros y mercaderes que avanzaban torpemente por ahí cargados de cajas pesadas era lo de menos. Tras la tormenta del día anterior el suelo era un lodazal y aunque ella no era ninguna fina, realmente prefería evitar tener que mojar sus botas. Además, no podía evitar tener la sensación de que de un momento a otro algún ratero trataría de quedarse con su bolsa.

Al abrir la puerta de la taberna y sentir los aromas inundarle el olfato no pudo evitar toser un poco. Lucrecia ¿Dónde nos estamos metiendo? pensó. No tuvo tiempo a decir nada, su compañera ya estaba escupiendo el discurso sobre la misión, asique por muy truhanes que pudieran ser los clientes del lugar, solo quedaba aparentar seguridad, y eso hizo. Separó un poco las piernas, cruzó los brazos y sacó un poco el pecho. Puso una sonrisa igualmente segura, levemente arrogante pero también amistosa.
—¿Quién se nos suma?— preguntó a nadie en particular.

Anduin se volvió hacia la voz que les hablaba y no pudo reprimir algo de sorpresa al encontrarse un tono tan grave en un rostro que sin duda parecía delicado y suave.

-¡Por Ilmater! -La expresión no solamente era por el contraste entre la voz de la mujer y su rostro, también por lo que les estaba diciendo.- ¡No podemos permitir tal tropelía! ¿Verdad Dilyn? ¿Que opinas? Creo que deberíamos quitar de en medio a esa escoria que abusa de pobres campesinos e indefensos viajeros.

Además ofrecían una recompensa que no les vendría mal para sufragar los gastos de alojamiento y para ayudar a más necesitados todavía. Aquello parecía una señal de su dios, así que miró a su hermana esperando escuchar su opinión antes de tomar una decisión definitiva.

Namarra se quedó colgando de la barra con medio cuerpo suspendido en el aire mientras esperaba la contestación del tabernero pero enarcó una ceja al escuchar a aquel par de mujeres espectaculares. 

Me va a costar encontrar novio aqui si todas las mujeres de la ciudad son asi...-pensó.

Ella no era del tipo luchador, asi que esperó un poco a ver cómo se desarrollaba la conversación.

Estaba de acuerdo con la descripción de la taberna de la mediana, pero, ¿quién no había tenido que comer y dormir en un lugar así o incluso peor alguna vez? Los hermanos, desde luego, más de una vez.

Pero también solo en lugares así se te acerca un grupo a preguntar quién se une a una aventura.

- Ya sabes que yo voy a donde tú vayas. - Le dijo Dilyn a Anduyn. - Y más aún si además es por el bien de la comunidad, y nos pagan.

Asintió ante las palabras de su hermana, si había sido la voluntad de Ilmater encontrarse con aquellas mujeres y poder ayudarlas a solucionar aquel problema debían dar un paso adelante.

-Mi nombre es Anduyn y soy sacerdote de Ilmater, es mi deber ayudar a los débiles y necesitados, así que me ofrezco para ayudaros a combatir a esos desalmados o intentar que regresen al buen camino al menos. Mi hermana es diestra con las armas, lo cual siempre está bien si las cosas no pueden solucionarse hablando. Si contamos con la bendición de Ilmater estoy seguro que podremos solucionar el problema. ¿Verdad Dilyn?

Que el sacerdote y la mujer de armas se presentaran como hermanos ató un nudo de angustia en el ánimo de Lucrecia. Era inevitable no pensar en su propio hermano, pudriéndose en una celda quién sabía dónde. Probablemente muy lejos de allí; en cualquier caso, más allá de su alcance.

Encima Ilmáter. La Santa se sentaba en los salones del señor de los mártires. Cuando era una niña, había trazado con los dedos las heridas en el cuerpo de su madre. Las heridas del espíritu habían empezado a ser evidentes poco después.

El nudo era pequeño, por fortuna. Había tenido tiempo de hacer las paces con aquella situación. El día en que fuera a buscarlo llegaría, pero todavía no estaba preparada. Y por el momento, tenía problemas más urgentes, como comer y dormir a resguardo de los elementos. Algunos pobres y necesitados, en lugar de recurrir a la misericordia de los dioses, se buscaban la vida como podían. Si somos afortunados, los ladrones no serán diferentes…

Encantada de contar con vosotros, dijo, ensanchando la sonrisa. Soy Lucrecia, y ella es Elianne. Tenemos otra compañera con la que hemos quedado más tarde. Creo que con nosotros cinco será suficiente, y la recompensa no es grande, pero no vamos a rechazar a nadie que quiera unirse y tenga habilidades que aportar, añadió, mirando a la mediana y el hombre que acompañaban a los hermanos, bien sea para rastrear a los ladrones o enfrentarse a ellos.

El rostro de Namarra era una mezcla de tristeza, compasion y ternura. La verdad es que como grupo no parecían gran cosa pero todos los grandes héroes empezaban su historia en alguna parte.

Lo siento, amigos pero me temo que no puedo unirme a vuestra excursión. La verdad es que no valgo mucho como aventurera pero, cuando volvais victoriosos os prometo que contaré vuestra historia!

Este no es lugar para dormir. Dijo el tabernero. Esto es un lugar para beber, o incluso comer. Pero aquí no se viene a dormir, pues aquí el único que pasa la noche soy yo. Le contestó muy malhumorado a Anduyn y a Namarra pues estaba cansado de responder siempre a las mismas preguntas.Este no es lugar para dormir. Dijo el tabernero. Esto es un lugar para beber, o incluso comer. Pero aquí no se viene a dormir, pues aquí el único que pasa la noche soy yo. Le contestó muy malhumorado pues estaba cansado de responder siempre a las mismas preguntas.

Luego miró a Vand, desayunar si que ponemos de desayunar, no necesariamente lenguado, tenemos algo de gachas con cerveza. La gente no viene normalmente aquí tan temprano, al menos no a comer nada. 

-¿Seguro que no quieres venirte Namarra?- dijo Vand, entristeciendose por momentos. Por una parte le encantaba el prospecto de ganar un poco de dinero rápido para poder costearse una temporada en la ciudad, o al menos ganar lo suficiente como para que la bolsa que llevaba le pesara algo, y que los bandos de buenos y malos estuviesen tan bien diferenciados calmaba su mente intranquila. Pero por otra parte... no soportaba la idea de dejar a Namarra sola nada más entrar en la ciudad; parecía buena chica y le había caído sorprendentemente bien. Esperó a su contestación antes de dar su resolución final.

- De acuerdo, pues. Esperaremos a esa otra persona con la que habéis quedado. ¿Y después? ¿Cuándo pensáis comenzar la misión?

Dilyn hablaba mirando a Lucrecia y Elianne.

- Lo pregunto sobre todo porque ya que nos están dejando claro que aquí no se puede dormir, por buscar otro lugar,
o esperar.

Namarra se sorprendió al escuchar  que en aquel lugar no de podía dormir.

-Pero si el guardia nos dijo... Bueno, es igual! Sabiéndolo, creo que me apuntaré a la aventura de Vand y mis amigos! ¿No será muy peligroso, verdad? 

No hay motivos para enfadarse, tabernero. Lucrecia le dedicó una sonrisa y le guiñó el ojo al airado individuo. Cuando ganemos unas monedas, volveremos a tu encantador local a dejarnos algunas como celebración.

Puede que incluso puedas contratar a unos carpinteros para que tapen ese agujero... Pero primero, lo primero.

Presumo que no pasaremos la noche en la ciudad, replicó a Dilyn, sino en el lugar en el que solicitan ayuda: Puente Brandon. Nos separamos de nuestra compañera hace un rato. Ella fue a hablar con un tabernero que supuestamente tiene información sobre el trabajo, y nosotras a buscar quienes nos acompañaran en la empresa.  Podemos acercarnos; puede que siga allí.

-Lucrecia, Elianne, encantado de conoceros, creo que Ilmater os ha puesto en nuestro camino para realizar el bien en estas tierras.

Parecía que Namarra no estaba muy decidida a ir con ellos, Anduyn no dijo nada, no tenía nada que reprochar a la mediana, solamente esperaba que le fuera todo bien. Entonces las palabras del tabernero le sorprendieron pues allí no había ningún lugar para dormir como les habían dicho, y además parecía que la pregunta lo había enfadado.

-Traquilícese buen hombre. Si no tiene lugar para dormir buscaremos otro sitio donde reposar, no hace falta que sea maleducado. -No le dolían tanto las palabras por ir dirigidas a él, sino más bien a Namarra, aquella joven alegre no merecía ese trato.- Nos iremos de su establecimiento.

Y además Anduyn lo haría sin intención de volver, sin alojamiento nada le interesaba de allí y para comer encontrarían muchos otros sitios seguramente. Sonrió a Namarra cuando finalmente decidió unirse al grupo de ayuda.

-Me alegra que te unas a nosotros. Y no temas por la dificultad de la misión, Ilmater estará con nosotros y nos protegerá. ¿Verdad Dilyn? -Escuchó las palabras de Lucrecia y asintió.- Pues pongamos rumbo a Puente Brandon, quede donde quede, pero antes pasemos a buscar a vuestra amiga.

Somos una compañia numerosa. Mejor, siempre me aburre viajar viajar sola— dijo Elianne con una sonrisa. Hacía mucho que no convivía con hombres santos, pero estos dos tienen cara de buena gente. Del otro no se que pensar. Y la halfling... espero que solo sea una cara bonita, no es que pueda robarme demasiado, pero...
—Y perdón si me confundo con los nombres, no son mi fuerte.
Luego se giró hacia lucrecia—Si no hay más que decir, deberíamos buscar a Sanya ¿Recuerdas a dónde dijo que iba? Si no, podemos esperarla en Recados— luego bajó la voz—pero por favor, vámonos de aquí, no aguanto más el olor.

- Me alegro de que hayas cambiado de opinión Namarra.- dijo Vand contento, intentando que no se le notara el alivio, pero dejando que se le escapara una sonrisa. -Si estamos todos de acuerdo, movámonos a la taberna a la que ha ido vuestra compañera o a Recados, dónde veáis vosotras.-

Es solo pescado y sudor, respondió con un susurro. Ignóralo, y la nariz se te acostumbrará enseguida.

Los cuatro viajeros se unían al grupo, lo que suponía decir adiós a cualquier posibilidad de conseguir más que unas mediocres ganancias de aquel trabajo. Claro que, más gente implicaba más cuerpos entre ella y el peligro, y más posibilidades de regresar de una pieza. Ya habría ocasiones en el futuro para encontrar trabajos realmente lucrativos.

La Pezuña en la Boca, dijo el nombre de la taberna. Si no está allí, hemos quedado en la puerta Este. Pero todavía es temprano, así que vayamos primero a la taberna.

Namarra bailoteó hasta Vand y se colgó de su brazo, que levantaba a la altura de la cabeza de la mediana.

-Sí, este sitio no tiene clase para nosotros, Vand! Eso de la Pezuña suena bien y seríamos unos malos recien llegados si nos quedáramos en la primera posada que vemos.

La mitad de esta taberna roñosa se alza sobre palafitos sobre las aguas del puerto, mientras que la otra mitad se asienta en tierra firme. Un cartel sobre la batiente puerta principal muestra un hombre con bigote, macerando un gran lenguado con un mazo de madera.

Su interior apesta a grog rancio, pescado y sudor, aunque a los parroquianos habituales no parece importarles mucho.

Una desvencijada barra atraviesa la zona sur y varios agujeros abiertos en el suelo junto a la pared oriental dan al mar. Los clientes pescan desde esos agujeros o se alivian por ellos, según sea su necesidad. El nombre de la taberna proviene de su especialidad, el lenguado hecho pasta frito con mantequilla y grog en grandes tortas.