Partida Rol por web

¡Oh, qué bien! se acercó al alcalde Yo soy una investigadora de mucho prestigio, y por eso estoy en esta situación de muerte. Creo que en el fondo ese Desthen se ha enamorado de mi y me desea, pero a mi me da grimilla. ¿Creen que podemos ir a verle y encargarnos nosotros de él?

El kraken guardó silencio mientras las muchachas discutían con el capitán de la guardia y el alcalde. El luchador profesional sabía que aquello le venía grande.

-EL KRAKEN ESTÁ CON ELLAS, CAPITÁN. 

Mientras las demás hablaban, Lucrecia pensaba. El fiasco de la noche anterior no la había arrojado a un callejón sin salida, todavía había un hilo que seguir. Y si ese resultaba estar cortado, podía volver sobre sus pasos y seguir las pistas originales. Una tarea laboriosa, compleja, que esperaba poder evitar.

Todavía quedaban algunas horas hasta la puesta del sol. A pesar de su cansancio, quizás por todo lo que había sucedido, estaba agitada. Estaba a punto de anunciar su marcha, cuando escuchó la propuesta de solucionar el asunto de Aire.

Aunque tarde o temprano debería afrontar su trabajo sola, podía permanecer en la seguridad del grupo un poco más. Así que permaneció allí, junto a Raellia, esperando la respuesta del guardia y el alcalde.

El aire estaba tenso, o esa impresión tenía Elianne. No sabía que hacer, que decir o a donde ir. Una parte de ella deseaba la "aventura" que podía representar el ir a investigar, la otra le decía que podría haber aprovechado la mañana mucho mejor y ahora solo estaba perdiendo el tiempo. Se quedó quieta en su lugar, viendo que hacían los otros, pero hechando miradas de reojo a la puerta de salida, queriendo irse pero sin animarse.

El gordo escuchó a Raelia que se ofrecía para ayudarles, dando un codazo al alcalde y al jefe de la guardia se hizo un hueco a través de la puerta para que todos pudieran verle. ¡Pues sí, yo necesito ayuda! ¡Que estos dos parecen ignorarme! Dijo mirando a la atractiva mujer rubia que tenía delante. El orondo hombre se había quedado impresionado al ver los pechos de Elianne, Lucrecia y Aire, pero especialmente los de Raelia. Luego miró a Snit y por último al gigantón. Hubiera soltado algún comentario machista, pero ante semejante ser y rodeado encima de dos de los miembros más importantes de la ciudad se contuvo.

¡Esta mañana he visto en el Mercado, un anillo muy importante para mí! ¡Lo estaban vendiendo! ¡Y resulta que es el mismo anillo que me robaron la semana pasada! ¡Es increíble! ¡He ido a denunciarlo ante estos dos, pero no quieren hacerme caso! ¡A ver si vosotros podríais investigarlo! ¡Os prometo que os recomenpensaré! ¡Si me lo traéis os daré podré dar 50 piezas de oro! Aunque quizá a repartir sea mucho, y dudo que sea una tarea para tanta gente... dijo encogiéndose de hombros, pero quizá alguno del grupo estuviera dispuesto a investigar por su cuenta y olvidar al resto.

El jefe de la guardia dio otro cozado a Flanigan para que le dejara pasar y así se pudo colocar en primer lugar para que lo vieran a él.Tenía que hablar con Aire. Ese Desthen es peligroso, pero no hemos encontrado nada que lo implique salvo tus acusaciones y las pruebas que nos has dado. Estamos tratando de vigilarle, si logramos ver alguna prueba de su casa, recurriremos a los guardias arcanos de la ciudad para que la investiguen. Pero tenemos que pillarle con las manos en la masa, y ahora que parece está en peligro, o amenazado, probablemente haya dejado de actuar.

El Kraken giró su inmensa cabeza hacia el gordo humano.

-EL KRAKEN ODIA A LOS LADRONES - dijo obviando el hecho de que acababa de intentar robar una bandeja él mismo. ÉL Y SUS AMIGAS SE ENCARGARÁN DE INVESTIGAR ESE ASUNTO CON DISCRECIÓN!!

¡¿50 monedas de oro?! ¡Incluso divididas entre los 6 son poco menos de 10 monedas para cada uno! Pensó Elianne Espero que El Kraken no sepa contar, de lo contrario dudo que alguien quiera disputarle las monedas del resto. El interés le iluminó el rostro. Quizás sus sueños de amasar una fortuna como aventurera no fueran tan imposibles como pensaba hace un momento. Por algún lugar había que empezar- Señor Flanigan ¿Cómo es ese anillo y dónde lo vio por última vez? Y más importante ¿Dónde podemos encontrarlo a usted una vez que lo recuperemos?- Le dijo mientras giraba el cuerpo para un costado y cruzaba los brazos sin dejar de mirar al gordo. Ninguna emoción en particular se filtraba en su rostro.
No le agradaba la idea, pero quizás eventualmente tuviera que recurrir a sus encantos para ponerse algo en el plato, y mientras menos vieran lo que tenía que ofrecer, mejor. Aunque... con semejante recompensa, si conseguía el dichoso anillo quizás pudiera evitar esa situación durante un buen tiempo.

Algo en el modo que tenia Flanigan de mirarla hizo que la mujer se sintiera terriblemente incómoda de pronto, así como algo avergonzada. Aunque la armadura y la espada podían hacer parecer otra cosa, era indudable que la muchacha era una mujer hermosa, algo que ella misma no solía tener en cuenta, y en aquel momento volvía a ella. Sin embargo, aquella enorme recompensa consiguió que lograra sobreponerse a la incomodidad, además de que sería para ayudar a una persona a recuperar un objeto robado, y eso siempre era bueno.

-Elliane tiene razón... Necesitamos más información, señor. ¿Cómo lo perdió?

El robo le interesaba una mierda a Snit, pero sí el oro. Necesitaba monedas, al menos para pasar una noche más en Tormentos Cristalinos y que no fuera a la intemperie.

Y no sólo necesitamos saber cómo es el anillo. Necesitamos saber cómo es la persona que lo intentaba vender y a quién se lo estaba vendiendo. ¿Sólo estaba intentando venderlo o lo ha conseguido finalmente? ¿Tiene algo que demuestre que es de su propiedad? No lo digo porque no le crea se apresuró a alzar las manos para tranquilizarle ante una posible discusión si no porque si lo ha conseguido vender, estaría bien poder mostrar algo que demuestre el por qué le han timado, simplemente

Pero... pero... Aire no se creía las palabras del jefe de la guardia ¿Hasta que no me mate no haréis nada? ¡Y de qué me sirve eso! Hay rumores que dicen que está buscando gente para protegerle. ¿Y no van a hacer nada? Pues nada, cuando me encuentren espero que mi cadáver esté bonito, y ya después me protegen y la muchacha se puso a llorar mientras Aristóteles croaba indignado.

Tampoco, querida, replicó a la airada Aire. Solo si encuentran pruebas de que es él quien te ha matado.

Ignoró las cuitas del gordo. Era el tipo de trabajo del que podría haberse ocupado en solitario, a su manera, de ser otra la situación en que se había encontrado con Flanigan. Tal y como estaban las cosas, tenía asuntos más importantes y urgentes.

Pero no llegaremos a eso, añadió, acariciando la cabeza de la extravagante mujer. Nos ocuparemos de él antes de que tenga la oportunidad de tocarte un pelo.

El kraken se acerco a aire y la rodeo con su gigantesco brazo.

-Aire no debe preocuparse. Aire,con amigos ahora. Ellos cuidande Aire.

Antes de que Flanigan pudiera responder a la pregunta que le había hecho Elianne, un guardia llegó hasta la puerta de la mansión y al ver a Iborian en el hall rodeado de un grupo de gente, le comunicó lo que estaba sucediendo. ¡Rápido! ¡Iborian! ¡Ha pasado algo muy peligroso! ¡Me han comunicado que hay una rana gigantesca destrozando el parque de la rana! ¡No saben ni de dónde ha salido, ni cómo ha llegado hasta allí! ¡Pero parece que es peligrosa! Estoy avisando primero a ti para que des la alarma! 

Iborian se quedó muy sorprendido ante las palabras de su compañero. Si había llegado hasta allí es porque verdaderamente había un peligro. Era el guardia que estaba de guardia, valga la redundancia, y si él era el que había dado el aviso es porque algo había sucedido.

¡De acuerdo! Gritó a su asalariado. ¡Ve a las torres! ¡Avisa al grupo de guarnición que está allí! Que los soldados de la puerta continúen vigilando y que estén atentos de que el monstruo no salga. 

Sr. Timertikos, por favor, vaya a la Catedral de Pelor y avise a Lyra para que toque el campanario. ¡Toque de queda! ¡Que nadie salga de ningún edificio hasta que no vuelvan a sonar las campanas! 

Vosotros seis, por favor, id a las tabernas a avisar lo que está pasando. Que nadie salga hasta que no esté todo solucionado. ¿Me haríais ese favor? 

Flanigan asintió ante las palabras de Iborian, sin llegar a contestar a ninguna de las preguntas que le habían hecho. Esa situación era mucho más peligrosa que cualquier robo que hubiera tenido. Lo mejor era ayudar a la guardia a informar. Que uno de vosotros venga conmigo, por si hay peligro que al menos me proteja. Yo iré a la dríada bailarina a informar. ¡Vosotros repartíos! Cuando se solucione el problema venid a mi local, Transportes Gorrablanca. Os espero allí cuando estemos a salvo. ¡Rápido!

Tú, dijo señalando a Realia, ¿Vienes conmigo para protegerme?

De repente, la noticia de un gran peligro, en la forma de un aún más grande anfibio, llegó hasta aquel lugar llevada por uno de los guardias a su capitán. Todo pareció quedar en segundo plano, y para Raellia era así. Lo prioritario era la protección de los habitantes del lugar. Por un momento pensó en ofrecerse para ayudar con la rana, pero no debía engañarse. Aún continuaba muy herida, y probablemente aquel asunto la superaba. Sin embargo, asintió ante la petición del capitán.

-Por supuesto, haremos todo lo posible por ayudar-respondió, implicando automáticamente al resto en su frase, a pesar de que no estaba segura de que aceptaran. Pero confiaba en que hicieran lo correcto. Después llegó la petición del hombre al que pretendían ayudar.

-Eh... Sí, creo que podré protegerle. Nos reunimos en Transportes Gorrablanca, chicos-dijo la muchacha, preparándose para seguir a aquel hombre. 

¡¿Una rana gigante?! -Exclamó Elianne incrédula, mirando de reojo a Aire y Aristóteles. O ese tal Dhesten tiene un gran sentido de la ironía o las casualidades que pueden darse en esa ciudad superan por mucho lo que soy capaz de imaginar. Pensó para si.- Um... iré al Bote del Lagarto, es al único lugar al que se llegar desde aquí.- Contestó a Iborian, aun con duda e incredulidad en la voz. Magos secuestradores, mansiones embrujadas, anillos robados y ahora ranas gigantes, y todo eso sin contar lo que había escuchado antes de llegar a la ciudad. Apenas era su primer día en Tormentos Cristalinos y ya se sentía toda una aventurera. No estaba segura de que le gustara, pero sin duda era una ciudad interesante para recorrer.

Elianne se fijo si tenía la capa bien agarrada y comenzó a correr hacia la puerta de salida.- Transportes Gorrablanca ¡Entendido!- Dijo mientras salía a la calle haciendo un gesto con la mano a modo de despedida.