Partida Rol por web

-¡BUUURRP!-  Eructó con toda la fuerza de la que fue capaz cuando Kranjstar terminó de hablar. Era muy gracioso aquel hombre, tan melindroso y educado.- Yo pienso quedarme un buen rato aquí. Si mi presencia molesta que me den cuartel antes...

Milkahá camina por el patio mirando la casa, buscando alguna otra forma de entrar.

Al ver a Milkahá husmeando pro los alrededores de la casa, Lictea se reincorporó divertida.

- Jo,jo,jo.-En posición lobuna se acercó a una de las ventanas para ver si podía escuchar o ver algo de lo que pasara en su interior.

Pero... que hacen? se preguntó el clérigo, en baja voz, mientras se incorporaba de su posición de meditación.

Moviendose rápidamente, Kranjstar se acercó a donde se encontraba Lictea, debía impedir que cometíera alguna imprudencia. Sin embargo, antes de que el clérigo le pudiera decir alguna cosa a la druida, esta le exigió silencio poniendole las manos en la boca, lo cual sin duda no fue del todo agradable, pues ella solicia mantenerlas sucias.

Kranjstar comprendió que la idea era verificar si se podía escuchar algo hacia el interior de la casa, así que él también hizo lo mismo.

Aunque no era muy propio, el clérigo intentó comprobar si la ventana estaba abierta, abrirla un poco permitiría escuchar mejor.

Muy al pesar de Kranjstar, esta era una de las situaciones en las que había que dejar la diplomacia a un lado. El alcalde estaba siendo bastante descortés y desconsiderado con aquellos que arriesgaron sus vidas salvando a la ciudad de un terrible mal y por lo menos merecía respeto y no ser tratados como un cero a la izquierda. 

El clérigo observó todo a su alrededor para ayudar a Lictea a encontrar una forma de colarse hacia la casa, o de por lo menos poder ver o escuchar algo de lo que estaba pasando al interior. 

A través de la ventana Lictea pudo ver que el tal Flanigan y el alcalde charlaban amistosamente.

Menudo memo.- Se les había colado un pardillo por la única razón de ser amigo personal del alcalde. Lo peor es que parecían que hablaran del tiempo, algo que enfurecía a la voluble mujer, aunque no llegaba a entender realmente lo que decían. Se quedó esperando a ver si Kranjstar o los demás conseguían saber de qué iba la conversación.

Lomenar estaba aburrida de tanto esperar.

- ¿Qué sabemos de ese Flaningan? ¿No tiene un negocio o algo que atender? Creo que deberíamos buscar un motivo, algo que le preocupe y que le fuerce a abandonar esa tertulia tan cómoda.

¿Alguien puede ver al alcalde? - les pregunta a sus compañeros, mientras se asoma por distintas ventanas - tengo que tenerlo a vista para poder llamar su atención

Tomando la pregunta de Lomenar, el clérigo dio una breve respuesta Es poco lo que sé. En una ocasión fui con Zarus a devolver un anillo que este había perdido. A cambio de que el tema de la extraña secta que aquejaba a la sacerdotisa Lyra, fuera investigada. Al parecer cuenta con buen dinero e influencias en la ciudad. dice mientras intenta agudizar el oído para escuchar que es lo que hablan.

- ¿Estás cegata o qué?- Preguntó de forma ruda Lictea pero sin ánimo de ofender. Es que era bruta, la pobre.- Ahí está hablando con el gordo.- Le señaló con el dedo.

Lomenar preguntó a sus compañeros:

- ¿Qué sabemos de ese Flaninngan? Esto tiene pinta de que se va a pasar todo el día ahí metido. Hay que hacerle salir de alguna manera. ¿No tiene un negocio que atender o hay algo que le interese solucionar? Si forzamos su marcha el alcalde quedaría libre para atendernos.

- Hay que hacerle pasar una nota como que lo llaman o que le piden que atienda algo en algún lado. Tema de negocios o cualquier cosa que le haga salir. No veo otra solución. ¿Hay algo que sepáis de él?

La única forma que se le ocurría a Lictea de hacer salir a un conejo de su madriguera era hacer una hoguera y ahumar los túneles de la misma. Pero tras unos días en la ciudad sabía que a algunos les parecería una reacción desmedida.

- ¿Alguno escucha de lo que hablan?- Preguntó mientras se metía el dedo en la oreja puesto que ella no lo graba entender lo que decían.

- Lómenar... este lobo tuyo...- Dijo con cierto tono de desprecio pues creía que Lomenar lo mimaba demasiado.- ...¿sabe aullar como cuando es luna llena?

Por mucho que se esforzó, el clerigo no logró escuchar nada en concreto. El resto del grupo empezó a tramar algo para hacer salir al comerciante. Es dueño de un negocio, al parecer. Cuando fui con él, parecía ser quien dirigía Transportes Gorrablanca. responde a Lomenar. El tipo esta obsesionado con el tema de su anillo, tal vez algo como eso pueda llamar su atención. dice de forma dudosa.

Y si sencillamente exigimos que nos atienda? podemos armar un bullicio hasta que de la cara. sugiere el clerigo.