Partida Rol por web

A Zarus le interesaba muy poco muchas cosas, en este momento, pero lo que traía Argot, de una u otra forma podría estar relacionado con lo de la enfermedad "Pez".

Kranjstar se le acercó y le hizo recordar cierto compromiso que tenía con el clerigo Bien... Un acuerdo, es un acuerdo. dice dandole el pago acordado.

Volviendo su mirada a la suma sacerdotisa, Zarus pregunta esta vez por el estado de la cerveza del eneno Lograste identificar algo de la cerveza que te entregamos? Zarus esperaba que si.

Argot agachó la cara ante el comentario estúpido de aquella mujer, estaba enfermo y no era capaz de cuidar sus palabras. Su rara se iluminó  a la espera de ver si aquella mujer sabría algo sobre algas. - Necesito que alguien conocedor de algas me intente descubrir qué es esta alga y si podría tener algo que ver con la enfermedad mágica que ataca esta ciudad. - colocó las algas a la altura de los ojos de aquellos hombres más altos que él con el brazo estirado y las algas a la vista.

Lictea entro tras Krajstar y dejó al clérigo hacer sus cosas. Después de todo ella estaba un poco decepcionada también por lo que no estaba muy habladora.Se dispuso a desatar las perdices que llevaba colgadas al cinto cuando escuchó hablar sobre unas algas. Las palabras no venían que de otro que el hombre-pescado. Sin importarle las normas del decoro se presentó allí delante, asomando la cabeza entre los presentes y husmeando alrededor, metiendo las narices en el asunto.

-Snif, snif.- Arrugó la nariz olfateando las algas y con un brusco gesto apartó al semielfo (Leokas) para hacerse paso hasta los vegetales en cuestión.- Yo sé de plantas pescao.- Le dijo a Argot.- Trae pa´cá.- Tras echar un vistazo continuó poniendo a disposición del templo lo que había cazado y recolectado.- Lyra traigo algo carne de perdiz y setas con lo que podrán preparar un buen estofado. No creó que nadie quiera comer cosas salidas del agua, ¿eh? Ñek,ñek,ñek. -La entrecortada risa de Lictea no era nada agradable.Acabó de dar las bayas y frutos secos a Lyra para después seguir pululando por allí. La mención de un druida fue lo siguiente que llamó su atención.- ¿Quién es ese druida del que hablas?- Se dirigió a Cástor. Sus ojos entrecerrados, cargados de malsana sospecha, buscaron los de Kranjstar.

-El encargado de la capilla a Obad-Hai de la ciudad, según nos ha comunicado la hermana Lyra-dijo Cástor, sin molestarse en decir mucho más, pues tampoco tenía nada que decir. Sólo quedaba esperar a que alguno de los dos que se habían interesado supera algo de aquellas misteriosas algas. Puede que no fueran nada, pero sólo había un modo de saberlo. 

Esta impresionante catedral se alza sobre los edificios colindantes, y quizás sea la estructura más alta de todo Tormentos Cristalinos. Desde luego, es uno de sus rasgos más impresionantes. Los muros de piedra blanca de la catedral se elevan casi 100' sobre el nivel del suelo, y la gran cúpula de metal rojo y naranja que remata su estructura cuadrada añade otros 50' más a su altura. El radiante símbolo dorado de Pelor adorna los muros del templo, proclamando su fe con orgullo y sin sombra de duda. Pero a pesar de su grandiosa apariencia, el edificio parece un tanto abandonado e incluso algo sucio.

La propia catedral es básicamente un gran espacio abierto interior, que consiste en un púlpito central rodeado de numerosos bancos. Sus grandiosos ventanales mantienen el interior bien iluminado durante el día y, por la noche, un enorme símbolo sagrado de Pelor suspendido de la cúpula irradia varias llamas continuas. Con la oscuridad, el resplandor de este símbolo brilla como un faro a través de la cúpula de metal, convirtiéndola en un punto de referencia de noche igual que de día.

Se asienta en un complejo amurallado que también actúa como hospital de la ciudad. Varias residencias de enfermos se alinean en el muro oriental; los ciudadanos enfermos o heridos convalecen aquí bajo el cuidado de los sacerdotes de la iglesia. Hasta hace poco, estos cuidados se cobraban a precios muy razonables, pero la mala racha que atraviesa a iglesia ha obligado a los sacerdotes a subir sus tarifas.

Lyra negó con la cabeza a Kranjstar, por hoy no había llegado ningún herido, así que nadie necesitaba curación altruista. Gracias Kranjstar, pero todavía hoy no ha llegado nadie herido, así que no nos hace falta tu magia. Muchas gracias. Volvió a agradecerle.

Luego respondió a Leokas, sobre los permisos de residencia, pregúntalo en el Ayuntamiento, es allí donde se encargan de entregarlos, aunque me temo que es algo pronto para que te den a ti uno. Dijo encogiéndose de hombros sabiendo que seguramente no lo conseguiría.

A continuación respondió a Zarus, lo lamento, no he parado todavía desde que me lo habéis entregado, y dudo que hasta mañana pueda tener algún resultado. Dadme algo de margen, por favor, aún es pronto para obtener un resultado.

Tras recibir a Lictea, asintió ante sus palabras y recogió todo lo que traía consigo. Muchas gracias, esto nos será de gran ayuda para alimentar a los enfermos. Le contestó.

Finalmente señaló al exterior de la catedral, en la puerta se asomaba una mujer de aspecto extraño, a Lyra no le dio buena espina y no tardó en comunicárselo a los demás. Hay alguien ahí fuera, y no parece ser precisamente de los buenos. Les dijo señalando y después mirando a Argot.

El extraño ser callejea des del puerto hasta este lugar. Es un edificio enorme, gigante. Levanto la cabeza calculando mentalmente su altura mientras me calo mi capucha y trato de pasar lo más desapercibida posible mientras sigo los pasos del hombre pez.

Gente enferma se acerca pidiendo caridad o milagros. No cumplo de los segundos y lo más parecido a lo primero que les doy es un empujón cuando se acercan demasiado.

Al entrar en la catedral me recojo más si cabe dentro de mi capa. Me dan escalofríos estos lugares fanáticos llenos de humanos irracionales.

Camino por el interior, siguiendo el destino de aquél hombre-pez.

Lictea tomó nota del nombre del druida que le daba Castor y se propuso ir a hacerle una visita. Lo siguiente que hizo fue examinar las algas del Pescado.

- Esto es muuuy raro. Me conozco como la palma de mi mano las hierbas de por aquí y esta no es de esta región. ¿De dónde la has sacado, Pescao?- Inquirió sorprendida a Argot. Lictea las olfateaba y examinaba sopesando incluso que pudieran tener alguna propiedad mágica oculta, tal era su rareza.

Al proveer de comida y hierbas al templo de Pelor se sentía con derecho de andar por ahí como si fuera su casa sin preocuparse demasiado por ser diplomática. La aparición d ela elfa oscura le hizo arrugar el ceño y tomar a Lico del pescuezo.

Raellia observó con curiosidad casi infantil a todos los recién llegados, permaneciendo en pie aún a pesar de estar herida. Pero al menos ahora estaba descansada. Además, las últimas palabras de Lyra le hacían preocuparse un poco. Lo cierto es que esperaba que fuera otro rostro el que asomara entre esas puertas, pero no ver lo que más temía tampoco le supuso ningún alivio. 

Ante la pregunta de aquella mujer con lobo, la chica respondió con algo de timidez. 

-El señor... ¿Argot? Dijo que las encontró en el río, ¿no es así?-preguntó con inocencia. 

Cástor miró unos instantes a la sacerdotisa antes de adelantarse a recibir a los recién llegados. En cierto modo imponía más que la mujer, al tratarse de un hombre de rostro severo y mandíbula cuadrada, junto a un cuerpo vigoroso, aunque quizás quedaba atenuado por el símbolo de Pelor que llevaba en sus ropajes.

-Buenos días y que Pelor os bendiga, amigos. ¿Necesitáis la ayuda del templo?-preguntó con el tono más cordial que pudo reunir, aunque en cierto modo se le notaba tenso y alerta, quizás esperando que algo saliera mal. 

Argot se animó un poco, que aquel bicho raro no fuera capaz de entender que eran esas plantas podría significar algo bueno. - Bajo el río del puerto, fui a investigar por si habían introducido algo de contrabando por debajo de los muelles y estas plantas me llamaron la atención. - Se quedó mirando al resto - Creo que iré entonces a hablar con Ferrin, el druida de la capilla de Obad-hai, tal vez él sepa qué son y si tienen algo que ver con mi enfermedad. - Dicho esto guardó las hiervas y se colocó la capucha para salir.

A pesar de su buena voluntad, no había nada en lo que Leokas pudiese ayudar con la identificación de esas algas. Y, para sorpresa del semielfo, Lictea tampoco. No es que tuviese la certeza de que la ruda mujer tuviese la respuesta, pero la confianza que ella demostraba así lo daba a entender. -Yo tampoco tengo la menor idea. Lo siento.- Se vio obligado a decir al enfermo. 

Tampoco le entusiasmaron las palabras de Lyra al comunicarle las escasas posibilidades de conseguir un permiso para ahorrarse el peaje. -Vaya, tendré que controlar mis paseos por fuera de estas murallas entonces.- Comentó con una media sonrisa que no expresaba alegría alguna. Pero parecía que las novedades no iban a dejar de ir en aumento. Nuevamente fue la sacerdotisa la que los alertó de una presencia poco agradable en el recinto del templo. Con el rostro serio, Leokas dirigió su mirada hacia la persona que despertaba las sospechas de Lyra. En principio no había motivos para ser agresivo ni maleducado, pero ello no le quitó al pícaro de estar atento ante lo que pudiera ocurrir.

La muchacha entró en la catedral deslizándose sobre los dedos de los pies. Lo intentaba, al menos. Las baldosas no querían permitírselo; se empeñaban en agarrarse a las suelas de sus botas con manitas invisibles. Constituía todo un esfuerzo desplazarse de ese modo, lo que aparentemente privaba de sentido al acto. Y sin embargo, perseveró hasta que, ya bien adentro del edificio, a punto estuvo de irse de bruces al suelo.

Recobrada cierta compostura, se acercó a una columna y allí se quedó, como adherida, observando con los ojos muy abiertos las idas y venidas de las gentes que poblaban la catedral. Disponía de algunos minutos, podía permitirse tomarse unos momentos para empaparse del ambiente.

La respuesta de la sacerdotisa daba algo de molestia al joven Lazarus, el quería respuestas y las quería pronto.

Zarus se mostró sorprendido ante el hallazgo de Argot -Un pista!? Sería una de verdad?- aun no confiaba en el mediano-pez pero lo de las algas era algo que valía la pena investigar... -Dices que simplemente saliste a nadar a ver que encontrabas?- dice de forma irónica como si le pareciera demasiada aquella casualidad.

-Habías dicho que el sótano del enano da con el puerto, no? Crees que estas algas puedan estar mezclándose con su mercancía o que incluso hagan parte de ella?- una pregunta un tanto escamosa, de la que se esperaría una dudosa respuesta.

El ambiente se tensó un poco con la llegada de una mujer encapuchada, nada que a Zarus le importara en mucho, pero en vista de si el mediano estaba tras una buena pista, puede que hayan enviado alguien a eliminar las amenazas.

El clérigo se relajó al escuchar a la sacerdotisa Lyra, eran buenas noticias después de todo, aunque con todo lo sucedido en el día, se sintió un tanto inútil.

El que Lictea no conociera de esas plantas fue algo que le vino en sorpresa, había visto su habilidad para esas cosas y lo que dijo de ellas parecía un indicio de que algo no iba bien con esas algas.

-Lictea, no crees que sería una buena idea acompañar a Argot hasta donde aquel druida? Puede que él sepa algo de aquello que no pudimos averiguar a allá afuera.- le dice para motivarla.

Tirk aquel joven muchacho apuesto y sonriente que sienpre vestia con su capa de rombos, y que cada vez que entraba en la catedral hablaba en celestial, entro corriendo por la puerta de la catedral acompañado por Aire. los dos parecían tener prisa.

Tirk como de costumbre se puso a hablar en celestial segun entro.- Desthen es malvado, puede que sea el, el que hace desaparecer a la gente de la ciudad, llama a criaturas de pura maldad a este mundo con garras, el pobre Gruguer ha desaparecido, nos engaño, pensamos que lo queria ayudar, pero ahora no esta en ningún lado.- Los ojos de Tirk estaban vidriosos, para alguien tan inocente como el aquello era muy impactante.

La muchacha observó como aquel joven entraba alterado, y se alarmó un poco al escuchar lo que decía. Desde luego, no eran buenas noticias para nada.

-¿Cómo que malvado? Debemos ayudar a encontrar al desaparecido-dijo, quedando claro que había entendido todo, y se puso en pie a pesar de encontrarse herida. Si ese señor llamado Desthen había hecho algo malo y realmente traía monstruos, había que hacer algo u otra gente sufriría.