Partida Rol por web

-Ese "tipo" es Coran Larmelion, paladín. Y le está salvando la vida a nuestra compañera. Siento no haber podido regresar antes, Coran... -dijo el bardo mientras se acercaba rápidamente y se arrodillaba junto a la mujer-loba- dime en qué puedo ayudar.

¿Y entonces, para qué narices has pedido mi ayuda? No entiendo qué hago yo aquí. Dice mientras sostiene la mirada al paladín y muestra sus dientes a modo de gesto de amenaza.

- En vez de hablar podríais echarme una mano en taponar sus heridas...- un suspiro escapa de mis labios y miro al bardo.- En este lugar habían algunas trampas aparte que sufrimos el ataque de unas alimañas, Daelric salió bastante malherido, así que decidió ir a buscar ayuda...

Coloco mis manos de nuevo sobre el cuerpo de la druida y busco con su propia ropa detener la hemorragia, rezo a Heironeus y me lamento por no poseer aún el poder de sanar con mis manos como otros paladines si eran capaces de hacer.

- ¿No teneis una poción a mano o hay un clerigo en la posada?

Está bien, pero esto cuenta como un favor que luego me deberéis. Daélrick me dijo que si yo os ayudaba, vosotros me ayudaríais a mi y a mis compañeros.

Dice mientras se acerca a la mujer malherida, arranca una manga de su ropa al bardo y entonces se pone a presionar la herida hasta que ésta deja de sangrar. Realmente está malherida, habrá que sacarla con mucho cuidado entretodos y después llevarla a algún lugar a que se hagan cargo de ella. No está en condiciones de seguir peleando con "alimañas". Dice entonando la última palabra con cierto ridículo. Cuando la hayamos llevado a un lugar seguro, entonces vosotros dos cumplireis vuestra parte del trato. ¿Entendido?

- ¿Parte del trato?- aquello no me hizo mucha gracia pero estaba ayudandonos a salverle la vida.- Esta bien, pero deberíamos dar parte de lo que hay aquí... al fin y al cabo el trabajo que se nos pidió está hecho.

Al ver como las heridas de la druida se cierran respiro más aliviado y me acercó hasta Raelia con una sonrisa más amable, realmente yo era apenas un principiante en todo esto, esta había sido mi primera trifulca real, estaba agradecido de que pareciera que había salido bastante bien.

- Gracias por la ayuda.- Ya podía pensar en otras cosas, de momento la loba parecía estable. Después desvié la mirada a la última puerta aún cerrada y susurré más para mi mismo que para el resto.- Lastima que quede una puerta sin revisar...

¿Y qué es lo que hay aquí? Dijo Raelia mirando a su alrededor tratando de darse cuenta de lo que hablaba Coran. ¿Para qué os mandaron llegar hasta aquí? ¿Para acabar con unas miserables ratas? Dice mientras observa los cadáveres de los roedores que había a su alrededor.

-No, en absoluto, pero ya que hemos llegado hasta aquí y tenemos refuerzos, casi que mejor abrimos la puerta secreta que encontré, ¿no? -preguntó mientras buscaba con la mirada si ésta había sido ya abierta o no, aunque imaginando que no, ya había habido suficiente con las agresivas ratas.

Torcí los labios en un gesto molesto y miré de reojo a la Druida, el bardo estaba herido y la Druida incosciente, yo no estaba en mi mejor momento...

- Si hallamos problemas tras la puerta, poco podremos hacer estando en tan mala situación. ¿Crees aún así que debemos abrirla?

Espero que no contéis conmigo para salvaros el culo, porque no lo haré. Me habéis prometido ayudarme, así que dejaros de secretismos y de suicidios y salgos de aquí antes de que ese apestoso enano se enfade más de lo que ya está.

No le ha hecho ninguna gracia que andéis urgando entre sus cosas.

- Eso es lo que precisamente estaba diciendo... Además es más importante salvar la vida de Lictea, ya habrá tesoros o misiones o incluso más aventuras, pero eso solo puede suceder si seguimos vivos.- Dije mirando al bardo mientras me agachaba y cargaba entre mis brazos a la druida.

- Una retirada digna a tiempo, es un día más para vivir.- Con su cuerpo entre mis brazos comencé a caminar hacia el exterior de aquél cubículo.

-Ya, ¿y qué hemos demostrado hasta el momento, que el enano protege con trampas su sótano y que tiene ratas grandotas y agresivas en él? Hay que abrir esa puerta secreta, es bien probable que no haya más oportunidades para ello. Ven -dijo el bardo haciendo señas a Raelia para que le siga- abrámosla.

Raelia La Oscura desenfundó su arma en un abrir y cerrar de ojos y se la mostró al bardo.

Tú me pediste ayuda con las ratas. Parece que ya no hay rastro de ellas. Dice señalando el suelo en donde estaban el cadaver de los cuatro roedores. Yo he cumplido mi parte del trato, ahora cumple tú la tuya. Dijo mientras mostraba su perlada dentadura a modo de amenaza.

¡Ahora es tú turno de ayudarme, debemos acabar con Mi Rata!

Daélric miró fijamente a Raelia. En otras circunstancias su mirada hubiera resultado hasta ofensiva, o al menos pícara, pero en esta ocasión le estaba sosteniendo la mirada. Lo hizo, aunque le costó horrores. Al final parecían haber llegado a una especie de tablas. El bardo se secó el sudor de su frente con el dorso de la mano, respirando profundamente sin todavía decir una palabra.

-Como tú misma has dicho, venías a ayudar con las ratas. No hay ratas, no ha habido ayuda. Si quieres te puedo acompañar a ver a Tú Rata y volverme, vamos, darte la misma ayuda que nos has dado tú... -dijo al fin.

Raelia escupió a los pies de Daélrick. Reza a tu dios de no encontrarte conmigo en otra situación. No estoy loca y me superáis en número. Pero si en algún momento mi camino se cruza con el vuestro, juro que te haré perder tanta sangre como tiempo me has hecho perder con esta tontería.

Y en cuanto a la apestosa de vuestra amiga, vigiladla bien. Pues tan pronto la he dado la vida, como puedo encargarme de arrebatársela.

Vigilad bien vuestra espalda. Dice mientras alza su arma y retrocede hacia el lugar que entró pero andando hacia atrás para no dar la espalda a sus, ahora, rivales.

-Raelia, esa actitud tuya no crea aliados. Cuídate, no la espalda, la lengua y la actitud. En mi no tienes un enemigo, pero tampoco ganarás nada acuchillándome sólo por venganza.

El bardo meneó la cabeza, sabedor de que seguramente sus palabras tenían nulo resultado en una persona con esa categoría moral. O falta de categoría moral.

- Que Daelric esté a tu vista en tu contra no significa que yo lo esté.- dije cansado de que me sumara a ese grupo.- Has salvado la vida a Lictea, por lo que estoy en deuda contigo, ahora si dejamos de discutir, me echais una mano a subir a la druida hasta arriba y podamos tomarnos un descanso... en cuanto esté recuperado de mis heridas, te ayudaré con tu rata si me explicas lo que sucede.

Seguía sin entender el empecinamiento de Daelric, si quería abrir la dichosa puerta que lo hiciera bajo su propia responsabilidad, si él no se sentía agradecido allá él, pensaba que ellos dos eran más amigos... será una pena que Lictea descubrirá cuando despierte.