Partida Rol por web

Necesitaban sacar de ahí a Cólera para que pudieran curar sus heridas, si es que había oportunidad de ello.  Sin embargo la situación se hacía más compleja al entrar en juego otro gran trasgo que bajaba por las escaleras.

- ¡Tks!- Protestó Ramase al sentir su ajada piel chamuscada por el fuego. Se apresuró a tratar de curar al dragoncito antes de que se les echara el otro trasgo encima y fuera más difícil.

Pues la bestezuela había caído inconsciente. Era lo que muchas veces pasaba con aquellos que confiaban demasiado en la violencia y le pillaban el gusto, que les pagaban con la misma moneda. Sin embargo era una circunstancia muy inoportuna, en especial dada la aparición de otro enemigo que conjuró fuego sobre sus compañeros. Encerrado entre estos y la pared, el clérigo hizo lo único que podía en aquel momento: intentar golpear al trasgo.

Ramase trató de lanzar un conjuro para curar a sus compañeros, pero el gran trasgo aprovechó que bajaba la guardia para encajarle un ataque al huesudo individuo sin mucho éxito. Afortunadamente, el conjuro surtió efecto y Cólera quedó estabilizado aunque aún lejos de recuperar la consciencia.

Después Filos y Cástor aprovecharon para golpear al gran trasgo que había derrotado a su compañera, pero éste frenó ambos golpes con su espada evitando que pudieran hacerle algún daño. Después se agachó para girar su espada y descargarla contra su huesudo cuello y hacerle una profunda herida.

Una vez más, el gran trasgo que había a su espalda volvió a lanzar el mismo conjuros sobre Filos y Ramase.

Filos sintió como el fuego lo abrasaba sin poder hacer nada al respecto. El filo del ocaso sintió como su carne ardía sin remedio pero, llevado por el dolor, descargó un hachazo sobre su rival original y se movió un paso hacia atrás para poder llegar al  nuevo tambien si era necesario

Se había arriesgado mucho por tratar de curar a la dragona, pero ahora podía centrarse en el combate. Gracias a ello puedo esquivar la llamarada de fuego que volvía a conjurar el gran trasgo de las escaleras.

- ¡Acabemos con este de una vez!- Espoleó a sus compañeros.

Cástor intentó descargar otro golpe contra el gran trasgo, de nuevo sin éxito... El tiempo se les agotaba, y estaba siendo demasiado torpe para su propio beneficio. O el de sus compañeros, ya que estábamos. 

El gran trasgo parecía estar bien protegido con su armadura y escudo y logró bloquear cada uno de los ataques que sus enemigos le hicieron. Y justo en el momento en que Filos dio un paso para retroceder, el gran trasgo hizo lo mismo para dejar de estar encerrado y ganar algo más de espacio y tener movilidad en la sala.

El gran trasgo que había bajado por las escaleras, vio llegar a Filos y también retrocedió para alejarse de él para después apuntarle con su varita y lanzar una pequeña esfera de energía brillante que impactó sobre él.

Filos gruñó ante el ataque recibido por la espalda y contestó con un tajo de su hacha al trasgo que ahora flanqueaba con Castor.

-Muere, maldito!

Huesos esperaba que fuera cuestión de tiempo que Cólera recuperase la consciencia, aunque estaría muy débil. Mientras tanto trató de impactar con su lanza pro el flanco del gran trasgo. Era un guerrero penoso, pero no quería malgastar su magia con seres tan insignificantes. 

Aquel combate se estaba eternizando, y no les quedaba tampoco mucho margen para actuar... Más valía que resolvieran aquello pronto, o quizás pasarían a ser la próxima cena de los trasgos...

Cólera se despertó gracias a la sanación que Cástor había lanzado sobre él, pero aún estaba algo cansado y herido como para seguir luchando, necesitaba esperar un poco. Mientras tanto, Filos encajó un duro corte en el pecho del gran trasgo, pero para sorpresa de todos aún no cayó. Aquel tipo era bastante más duro de lo que cabía esperar en un individuo como él, no era tan insignificante como Huesos había sospechado.

Herido, el Gran Trasgo decidió huir y echar a correr en dirección hacia la puerta que había al fondo de la cueva. Mientras tanto, el trasgo que estaba encima de las escaleras lanzó un nuevo conjuro sobre Filos que provenía de la varita que portaba.

-Hijo de puta... -susurró Filos al sentir el proyectil mágico humeando en su piel.

El filo del occaso vio pasar al cobarde que huia y le arrancó las piernas de un hachazo.

Hecho aquello, el guerrero se lanzó a por el tipo de la varita con el hacha en alto, los ojos inyectados en sangre y echando espumarajos por la boca. Parecía poseido cuando comenzó a descargar hachazo sobre él. La sangre verde del orco le bañó la cara pero el frenesí continuó durante varios golpes.

Un ojo abierto, luego el otro, un gruñido gutural y poco a poco la fiera fue alzando su cuerpecito del suelo. La boca le sabía acre y todo le dolía, de manera que no pudo hacer más que dedicarle una mirada cargada de sentimiento a Cástor por salvarle la vida.

No poder contribuir más a la muerte de aquellos grandes trasgos le resultaba molesto pero por ahora no podía hacer más.

-Buena chica.- Se dirigió a Cólera al ver que el gran trasgo huía y que del conjurador parecía que se ocupaba Filos. Sintió cierta envidia por no ser tan buen combatiente como su compañero, pero a la vez estaba agradecido de que formara parte de su equipo.

Cólera seguía respirando, y ahora consciente... Aquello era una buena noticia. Pero, tristemente, era de las pocas que quedaban. El poder mágico empezaba a brillar por su ausencia, y no estaba claro cuanto más tenían por delante en aquellas horrendas madrigueras. Aferrando con fuerza la maza, se adelantó en apoyo de Filos. No sabía cuanto más aguantaría el hombre en solitario, pero una pequeña ayuda nunca estaba de más. 

Al ver como el gran trasgo se les escapaba salió corriendo para encargarse del otro que aún seguía lanzando su magia sobre lo alto de las escaleras y antes de que a éste le diera tiempo a huir le cercenó la cabeza dejándole fuera del combate al momento.

Filos le pateó la cara al cadáver que cayó al suelo y luego lo registró con la esperanza de encontrar algo de curación. Aún no se había olvidado del otro, que había huido pero el grupo había sufrido muchos daños y no era cuestión de perseguirlo a lo loco.

-Puto orco de mierda. Encima se has escapado vivo! ¿Cómo andais? Yo empiezo a estar tocado. 

- Bueno, pero a este le diste lo suyo.- Dijo viendo el magnífico espectáculo de la matanza hecha por Filos.- Estoy herido, pero nada que mi dios no pueda arreglar. Cólera está muy herido, aunque mi magia sigue haciendo efecto en él. 

- Auuuuuuurrrrrjjj... -se quejó Cólera, ya enderezado su cuerpo- Man dau mu zo mu zo mu zo.

Articuló lo mejor que supo, sus sílabas tan espaciadas y torpes como sus pasos. Se encaminó hacia Cástor y arremetió contra su tobillo con su cornamenta subdesarrollada, quizás un gesto afectuoso de agradecimiento, antes darle otro a Huesos, pues acababa de oír lo que había dicho y se alegraba de sentir la magia ir obrando en su interior, y rematarlo con Filos, quien había matado a aquel maldito gran trasgo.

- Luz ke ro ma tá a lu ra máz ke an tez -farfulló, su garra pegando tirones del párpado de la cabeza cercenada hasta que atrapó el ojo y se lo comió con pausas debido al dolor que le provocaba masticar-, pi ru me due le tu do ¿Va muz, zí? -sonrió lo mejor que pudo, aquel hocico feo y arrugado de cucaracha pisada suyo.

De manera muy inconsciente Cólera apostaba por seguir adelante.