Partida Rol por web

    Extrañado por la situación, aunque sin dejarse alterar por ella, Socar avanzó hacia el cuerpo que la bestia les había arrojado ¿Sería aquel el malvado hechicero o uno de los animales que estaban sometidos a su voluntad? Antes de comenzar a examinarlo se volvió para preguntar al enano.

    -¿Sabrías decir si se trataba de una bestia o de un cambiante?- En verdad aquello le resultaba atractivo, por fin podrían haber dado con un rival con el que ponerse a prueba después de aquella retirada forzosa contra el dragón. Acto seguido se inclinó ante el cadáver, tocándolo previamente con su maza para asegurarse de que este estaba muerto, necesitaba saber de que se trataba y de que era lo que habían tratado de decirles ¿Una advertencia? ¿Una amenaza? ¿Tal vez ninguna de ellas?

Thorgüs aún estaba tratando de entender lo que había pasado cuando de repente todo quedó en silencio y lo único que lo rompió fue la pregunta de Socar, tuvo que pensar durante un par de segundos antes de responder. 

-Ahora mismo no creo que pueda decirte una cosa o la otra, no estoy lo suficientemente centrado. Lo siento. ¿Sigue vivo, sea lo que sea? 

Terminó preguntando el enano, que parecía un poco más tranquilo tras comprobar que Darko había vuelto a la normalidad

-Puedo decirte que si Darko está tranquilo no debería suponer un peligro, de todas formas no te confíes. 

Fue lo último que le dijo al paladín antes de que este se dispusiera a comprobarlo. 

Al acercarse al cadáver pudieron ver que clavado con una daga en el corazón, había una carta tintada de sangre. 

A la atención de los Mercenarios de la Aldea del Loto:

Mis queridos mercenarios, soy El Señor del Castillo y os mando esta misiva con la intención de minimizar las muertes de ambos bandos.

No tenéis nada que hacer contra mi y mis siervos. 

Pretendo destruiros a todos si continuáis con vuestro intento de derrotarme. Y no dudaré en mandar a mi horda de criaturas salvajes para acabar con vosotros.

Además, Darko puede ser un gran aliado.

Será mejor que os marchéis cuanto antes, o el destino de este hombre, será el mismo para vosotros.

Dejadme en paz.

Atte:

El Señor del Castillo.

Thorgüs esperó que Socar dijera algo sobre la situación, al ver que no reaccionaba dejó a Darko y se acercó hacia el cadáver. Tras leer la nota estuvo unos segundos en silencio, tratando de recordar cuando había pronunciado el nombre de su compañero en las últimas horas. Si el nombre estaba en la nota significaba que aquel hombre había estado dentro del lobo. 

-Creo que sabe más de lo que creemos. Nos ha escuchado durante un tiempo, y si puede dominar varias especies a la vez poco podremos hacer. No jugaré con su vida, de momento estamos fuera. Dijo señalando al lobo que parecía estar tranquilo de nuevo. 

    No le extraño oir al enano acobardarse, lo había hecho también cuando apareció el dragón así que lo ignoró. En su lugar, Socar se deleitó un poco con la puesta en escena de su adversario, en verdad ahora tenía mayor interés en saber de él, levantó el cuerpo y lo llevó más próximo al fuego, más tarde iría en busca de los otros. 

    -Haced lo que queráis en ese caso, yo trasladaré el mensaje al resto.- Dicho aquello se volvió a preparar para completar su meditación hasta que fuera la hora en la que poder adentrarse en la aldea. 

Socar sabía que para entrar tenía que pedir a la centinela que le abriese la muralla y Thorgus sabía que Darko no iba a ser bien recibido en la aldea, así que era decisión suya si se marchaba de allí en busca de nuevas aventuras junto a su compañero Darko o si por el contrario, lo dejaba allí y ayudaba al resto.

Pero antes de que eso sucediera, Moris y llegó con un par de platos que servirían de desayuno a Thorgus y Socar, aunque para Darko no había nada, pues lo que servían en la Aldea del Loto era todo de origen vegetal. Dagmar iba junto a él acompañándole.

Thorgüs agradeció el plato de comida a Dagmar y Moris tras dar buena cuenta de el, la noche había sido larga y no había comido mucho que digamos. Tras haber rebanado el plato, carente de algo que hubiera conocido un pastor, se dirigió a ambos, ya que Socar conocía de sobra la historia.

-Anoche tuvimos una visita inesperada, un oso nos trajo un mensaje del Señor del Castillo, solo que el sobre pesaba unos 70 kilos y venia con una daga en vez de un sello de cera. Aquí la tenéis por si os apetece echarle un vistazo. Les tendió la carta que habían recibido en mitad de la noche y les dejo un tiempo para leerla detenidamente. Ahora mismo si no puedo dejar a Darko protegido y lejos de él, no creo que pueda unirme a una expedición junto a vosotros. No se como podríamos hacerlo. ¿Cuerdas? ¿jaula?. Mira al lobo esperando alguna mueca de aceptación, pero no parece estar interesado en la forma de tortura que va a sufrir.

- Dichoso amanecer, Thorgus y Socar, alimentáos bien- aunque en aquel momento no caía si la mole de metal que era el paladín de Hextor había comido en el pasado- ¿Una casta decís?

Miró a Dagmar y se posicionó a su lado a la hora de abrirla.

- A ver qué nos cuentan... - dijo de manera más cómica de la que intencionaba, algo de disgusto filtrándose en sus palabras pues no esperaba claudicación o diplomacia por parte del mago en su torre.

    Socar se detuvo dejando caer su carga a los pies de los recién llegados, quienes no tardaron en percibir que se trataba del "sobre" al que se refería Thorgus con una daga atravesándole el pecho. -Parece que el Señor del Castillo siente cierta inquietud con nuestra presencia aquí y por ello se apresuró a enviarnos su mensaje, la verdad es que resulta bastante interesante el hecho de que, si tan convencido se encuentra de su victoria, no se decidiese por dejar solo un cuerpo en vez de haber intentado dejar tres, en su lugar se cuidó de mantener las distancias.- Seguidamente el paladín alzó la mirada, cayendo en la cuenta de que habían traído dos raciones a la espera de que el tomase la suya. -Os lo dije anteriormente, no necesito ese sustento, podéis repartirlo o bien guardarlo, no os cortéis en leer la misiva antes de decidir si llevársela también al resto.-

    En verdad no le importaba gran cosa aquella decisión pero si que tenía cierto interés por saber como reaccionarían ante el mensaje, volvería a cundir el pánico o se mantendrían dispuestos a luchar contra aquel supuesto Señor, también tenía curiosidad por ver la actuación del resto de mercenarios, seguramente que más de uno decidía desertar con el rabo entre las piernas por miedo a poder resultar heridos.

A la atención de los Mercenarios de la Aldea del Loto:

Mis queridos mercenarios, soy El Señor del Castillo y os mando esta misiva con la intención de minimizar las muertes de ambos bandos.

No tenéis nada que hacer contra mi y mis siervos. 

Pretendo destruiros a todos si continuáis con vuestro intento de derrotarme. Y no dudaré en mandar a mi horda de criaturas salvajes para acabar con vosotros.

Además, Darko puede ser un gran aliado.

Será mejor que os marchéis cuanto antes, o el destino de este hombre, será el mismo para vosotros.

Dejadme en paz.

Atte:

El Señor del Castillo.

Y dichoso día, añadió Dagmar al saludo del karuth.

El enano estaba pálido y tenía los ojos hundidos, como si hubiese sido capaz de dormir en toda la noche, pero al menos estaba vivo. El estado de Socar, como siempre, era imposible de determinar para ella.

Leyó la carta junto al sacerdote, con cierto esfuerzo, pues aunque había dominado con rapidez la lengua hablada de aquellas tierras, los caracteres con los que la escribían todavía le eran poco familiares.

Somos una amenaza para él, dijo cuando terminó de leer. El grado de la amenaza que suponían estaba por determinar, pero suficiente como para que tomara aquella medida, en lugar de atacar a esos dos en la noche, o emboscarlos a todos en el camino. Lo bastante como para que le merezca la pena tratar de disuadirnos de nuestra empresa en lugar de encararnos de forma directa. Mas creo que, al contrario, esto nos da motivos para ser optimistas sobre nuestras posibilidades.

El lobo del druida, empero, sí era un problema. Por lo que había entendido de la relación de aquellos dos, era más que una mascota. Había entre ellos un vínculo mágico. Que el responsable de los ataques pudiera influenciar al animal era un problema.

El animal es su responsabilidad, Thorgus. Si ha sentido esa influencia de la que hablan en la aldea, lo mejor para él es que no nos acompañe. ¿No lo cree capaz de sobrevivir por sí solo unas jornadas, si lo conduce lejos de aquí, a la foresta?

Thorgüs sopesó durante un tiempo las opciones de las que disponía, ir o no ir, en caso de ir con sus compañeros debía decidir que hacer con Darko. Esta decisión era la que hacía que la primera tuviera un sentido.

Quería acabar con aquel hombre, no podía permitir dominara la naturaleza a su antojo, y si ya había podido hacerlo con Darko ahora porque no en un futuro, lo mejor era acabar con él cuanto antes. Así que la primera parte de la decisión estaba tomada, iría con sus compañeros. Se giró hacia el lobo y levanto la cabeza como preguntando, el animal aulló con tanta fuerza que los cuervos volaron de los arboles del bosque cercano.

-Creo que Darko tiene más ganas que yo de emprender esta aventura, he tratado de explicarle como he podido los peligros a los que él va a ser más vulnerable que los demás. Aún así ha decidido acompañarnos.

Darko tampoco era muy partidario de enfrentarse a aquel hombre, pero había visto como Thorgüs vacilaba a la hora de encarar el peligro, como se vio la noche anterior, así que decidió tomar la iniciativa por su parte. El enano no hubiera sido capaz de llegar a una decisión por si mismo si ponía en peligro a alguien además de su persona. Confiaba en el druida para que pusiera de su parte para protegerlo de ese hombre.

Dagmar observó al lobo de Thorgus. No eran bestias como aquella oriundas de sus tierras, y apenas nada sabía de tales, aparte de que no le gustaría toparse con una manada de ellas en solitario, en la noche. Pero había algo hermoso y feral en su rostro afilado de ojos dorados, y no le gustaría hacer lo que temía que, si los acompañaba, tendrían que hacer.

Es su responsabilidad, repitió, sin compartir ninguno más de sus pensamientos al respecto. 

    -Haced cómo deseéis pero no esperéis mucha consideración en el caso de que llegado el momento su voluntad sea sometida y alguno del grupo tenga que escoger entre salvar su propio pescuezo o el de tu compañero.- En verdad no sentía mayor simpatía por el resto que por aquella bestia pero si que respetaba el poderío natural de los lobos, en estado salvaje acostumbran a ser predadores terribles y despiadados, aunque en ocasiones parecía que Darko se comportaba más como un perro domesticado que como lo apropiado para su naturaleza ¿Sería capaz realmente de suprimir sus instintos primarios solo por el supuesto vínculo que había entre él y el enano?

    -En fin, si podemos dar ya esta conversación por acabada vayamos a por el resto, será bueno ver si entre esos mercenarios hay alguno con las agallas suficientes como para continuar.- El paladín se inclino para recuperar el cadáver y tomando la nota se dispuso a seguir camino a la aldea en busca del resto, con que el orco se les sumase ya estaría más que satisfecho, el resto no daban muestra de poder servir más que para poner cuerpos entre ellos y el señor del castillo una vez comenzase el combate.

- El que el Señor del Castillo sepa el nombre de Darko pero no desee dar el suyo se me hace una declaración de intenciones- lamentó Moris antes de obligarse a sí mismo a sonreír para Thorgus-; rezaré por que el espíritu de tu peludo compañero prevalezca.

La lectura que hacía Dagmar le llamó la atención y recordó el pasado que ella se había sentido cómoda de compartir con ellos: batallas, soldadesca y matar. Cosas de las que el Karuth había leído sólo de la última se veía capaz en nombre de su fe. Haría bien en prestar atención a lo que dijese si acaso iban a organizarse como un ¿escuadrón? ¿tropa? Grupo de guerra contra el Señor del Castillo.

Asintió en su dirección con las palmas apretadas la una contra la otra, reconociendo el haber escuchado lo que decía con atención.

Socar dijo en voz alta lo que Dagmar había preferido callar. Pocas posibilidades veía de que la criatura fuera a sobrevivir a la empresa.

Descolgó el mandoble y lo apoyó contra la roca. Se cruzó de brazos y se reclinó contra la muralla, demasiado impaciente como para sentarse a esperar a los demás, pero esperándolos de igual modo. 

Al escuchar a Socar Thorgüs comprendió que quizá podría perder a su compañero, pero Darko sabía mejor que ninguno a que nos enfrentamos y había decidido ayudar, el enano no se opondría al deseo del lobo. 

-Gracias Moris, espero que tu Dios sea benevolente. Se giró hacia Socar y Dagmar. Resolveremos ese problema cuando llegue el momento, ahora Darko es uno más, y puede que nos sea de utilidad. 

El enano se giró hacia Darko y lo acarició como si fuera la última vez. 

-Esto es lo que buscábamos, echar una mano a la naturaleza. Esperemos estar a la altura. Susurró al animal mientras lo acariciaba. 

Antes de que Socar tuviera que ir a buscar al resto del grupo, vio como el guardia abría la puerta de la muralla y tras ella salía el resto del grupo que se iba a enfrentar al Señor Del Castillo. Volvían a estar todos juntos, incluso Thorgus, que parecía haber pasado una mala noche.