Partida Rol por web

Phenios continuaba perdiendo sangre mientras todos miraban a Arael que parecía como ausente. La mujer parecía no reaccionar, parecía haber entrado en algún estado de shock en el que no fue capaz ni de hablar ni de actuar. Mientras, los demás podrían aplicar algunos primeros auxilios para evitar perderle, pues no sabían cuanto tiempo le quedaba de vida.

Quieto y manando sangre, algo de vida todavía en aquel cuerpo.
 

Kalicalwe no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, una sanadora de un dios benigno que justo se "ausentaba" en el combate y luego a la hora de curar a un compañero parecía estar en otro mundo literalmente hablando, o volvía pronto de sus divagaciones o Phenios podía morir allí mismo en sus brazos. No se atrevía a gritar por no llamar la atención de más criaturas del bosque por lo que insistió de nuevo a la Aasimar aprendiz de paladín. Por favor, Arael, vuelve de donde estés y salva a Phenios. 

Erik se acercó hasta Arael y la agarró de uno de sus brazos. Parecía que estaba en trance, en algún lugar lejano, ausente de lo que estaba sucediendo en aquella realidad, una realidad donde uno de sus compañeros estaba al borde de la muerte.

-Mierda Arael, reacciona o Phenios morirá!

Qué demonios le sucedía a aquella mujer? Fuese lo que fuese, no podía suceder, ni en ese momento ni en un futuro cercano. aquella misión era peligrosa, lo sabían, y era imperdonable que alguno de los miembros del equipo no estuviera a la altura de la situación.

Viendo que la assimar no reaccionaba, demandó a sus compañeros:

-Alguien puede cerrar la hemorragia? Tenéis conocimientos sobre sanación? Mierda, mierda, mierda...

Los compañeros de Phenios miraban atónitos como se desangraba lentamente. Arael era la única capaz de curar sus heridas mágicamente, pero el resto tan solo necesitarían la sangre fría suficiente como para tratar de frenar la hemorragia y conseguir así que se estabilizase.

Barrabás era un guerrero, sabía honrar a los muertos pero no salvar a los heridos. Cuando un guerrero herido llegaba hasta Ukruz Lobo Gris, era él quien les curaba.
Con un cuchillo se acercó a uno de los lobos, bajando la guardia para ver si podía sacarse unos filetes de carne.

Enfriándose su piel a medida que la vida se le escapaba del cuerpo, hasta el verde brillante de sus ojos perdía su lustre.

De acuerdo hagamos lo nosotros, pensó, aunque él no tenía ni idea de por donde empezar así que sin más se puso a ayudar a Barrabás o a Erik si se prestaba a ello para facilitarles el trabajo.

-Tendremos que ensuciarnos las manos.-dijo Erik tras comprobar que Arael no continuaba ausente y Phenios estaba más en el otro barrio que en este.
Con una par de jirones de un trozo de ropa que llevaba encima, improvisó una especie de venda que freno por unos momentos la hemorragia del elfo. Como mínimo, no perdería más sangre y se estabilizaría. Habían evitado una muerte en el grupo!
-Gracias por la ayuda, Kali. Hemos estado a punto de dejarlo fiambre.
Erik se levantó con las manos ensangrentadas y se acercó hasta la aasimar. Con mirada algo irritada, enseñó sus dedos manchados de escarlata y dijo a Arael:
-Estés donde estés, vuelve de una puñetera vez! Por poco perdemos la vida del elfo. Y tu, en tus mundos de...de...de gente con alas, mientras nosotros nos manchamos las manos con sangre y sin saber si hemos conseguido salvarlo del todo. Maldita sea!
Se alejó unos metros para limpiarse las manos y calmar su ligero enfado con la hermosa dama. Respiró profundamente y dijo.
-Momento de decidir qué hacer? En ese estado, Phenios no sirve de mucho. Qué hacemos?

Barrabás seguía fileteando el lobo para hacerse una buena cena, encogiéndose de hombros. - Si dejar elfo en bosque, ardillas comer él-
-Volver a Loto, o dejar morir por bestias de bosque -

La pregunta de Erik tenía mucho sentido ¿qué hacemos ahora? Phenios estaba inconsciente, Arael absorta en alguna plegaria a su dios y se encontraban en un peligroso bosque rodeado de criaturas sedientas de sangre. 

Propongo volver a la aldea hasta que Phenios salga de su letargo o hasta que Arael vuelva del lugar en el que esté. Nosotros tres solos no deberíamos enfrentarnos a los peligros que puede suponer esta misión.

Barrabás mira el camino del bosque - Si volver atrás cada día que alguien herida. Nosotros nunca llegar a druida.

Aún así, por muy bravo que Barrabás fuera no andaría solo por el bosque, y si decidían finalmente volver a Loto a sanar a Phenios, Barrabás cargaría un par de lobos muertos consigo para tratar de sacarles la piel en la aldea de Loto.

-Volvamos pues a Loto. Tienes razón Kalicalwe: enfrentarnos a peligros siendo solo tres...-esto último lo dijo mirando a Arael de forma algo asqueada- es sinónimo de fracaso absoluto. Y la vida nos va en ello!

Erik se acercó a Barrabás y poniendo una mano en su musculoso hombro, le dijo con voz animada:

-Querido amigo, te prometo que podrás agarrar a ese maldito druida y hacerle todo el daño que desees. Durante el camino disfrutarás de lo lindo de los enemigos que seguro nos acechan. Pero Phenios necesita de nuestra ayuda, campeón. Él también quiere partir algún hueso que otro. Lo entiendes?

Acto seguido, agarró a la aasimar de la mano y tiró de ella como si de una niña pequeña se tratara. Era momento de volver a Loto y prepararse mejor para el segundo intento.

Cuando Erik tocó el peludo hombro del orco, éste se giró mirándole directamente a sus pequeños y oscuros ojos de humano, enseñándole los dientes del lado derecho, mostrando en su totalidad el enorme y primitivo canino inferior mientras su pómulo se alzaba entrecerrando su, ya de por sí pequeña, mirada.

-Esa mano en el hombro, ¿Ese humano confiaba en él? ¿No les había parecido mal que descuartizara aquellos animales, como animales que eran? ¿Formaba parte de esa tribu que había iniciado esta difícil empresa? Varios sentimientos se cruzaron en la mente del orco, ahora, en parte y a su manera, se sentía responsable de aquellos pedazos de carne pálida, y ésto le produjo un agradable sentimiento que trató de expresar con su fea sonrisa y respondiendo un escueto

Sí, entiendo

Tomando dos lobos, uno sobre cada hombro, se dispuso a seguir al grupo de vuelta a Loto

Finalmente el grupo tomó lo que parecía la mejor decisión y regresaron a la Aldea del Loto. Al menos Barrabás cargaba con un par de lobos que servirían para dar algo de proteína a la comida que estaban ofreciendo en la villa.

Entre Erik y Kalikalwe cargaron con Phenios y Arael les seguía abstraída y en su mundo. Tras andar a paso ligero, finalmente llegaron de nuevo ante la muralla de la aldea.

Thorgus y Socar se quedaron a los pies de la muralla. Habían bajado mucho las temperaturas, pero Lis había prometido algo de comida y mantas para ellos, así que sería cuestión de tiempo. Además, había anochecido, y aquello complicaba soberanamente la posibilidad de hacer un refugio.

    Socar observó los alrededores y tras ello se detuvo a prestar cierta atención al lobo ¿Cómo actuaría el enano si la bestia realmente se volvía contra su dueño? Dudaba de que el cánido lo atacase a él pero de ser así no dudaría en responder con su maza, aunque tal vez sería interesante explorar algunas de las otras opciones.

    -¿Creeís que si nuestro adversario tratase de controlar al lobo o a ti mismo seríais capaz de usar esa puerta para obtener información valiosa? Alguna vez he oído que el uso de esa clase de poder es arriesgado ya que la conexión mental se da en ambas direcciones.- Era cierto que Socar había oído aquellos rumores, sin embargo tampoco encontraba que fuera lo que más le premiase en ese momento. -En cualquier caso necesitaremos hacer un fuego, puedo montar guardia pero mi vista no se diferencia mucho de la tuya, enano, así que comencemos a prepararlo cuanto antes o no dispondremos de una fuente de luz para ello.- 

    Acto seguido el paladín se dispuso a tratar de obtener algo lo más seco posible para que sirviese para hacer de leña y combustible para las llamas. 

-Por desgracia no soy de esas personas, sería interesante saber que trama. Pero de momento no podemos hacer nada, solo buscar leña mientras llegan con las mantas y la comida.

Thorgüs acompaña a Socar a buscar unos palos lo más secos posible. Mientras están en ello el enano se dirige a Socar de nuevo.

-¿Por casualidad no tendrás unacuerda por ahí? Quiero asegurarme de que Darko siga mañana con nosotros. Si tú no tienes podemos pedirla a los lugareños cuando vengan con las provisiones.

Ambos seguían buscando leña en silencio, el druida sabía que así el paladín se encontraba más cómodo, en el fondo él también agradecía unos minutos de paz y tranquilidad en la naturaleza.