Partida Rol por web

Al ver lo que estaba haciendo el Thorgus, Kalicalwe echó un vistazo para percatarse de que ponía en el escudo. Contra más supieran de todo mejor y a lo mejor él había visto o escuchado algo.

    Aunque ante todo momento Socar pareció no desviar su atención del frente, como si ignorase al enano con cierta desidia, finalmente alcanzo a hacer un leve movimiento afirmativo como si hubiera captado el mensaje. 

No les quedaba mucha distancia para adentrarse en el bosque, y por raro que pareciese estaba mucho más silencioso de lo que debería estar un bosque como ese.

No se despegó de Zila en el trayecto y prestó bastante atención a lo que se encontraba a su alrededor en busca de la presencia de algo que le indicase la presencia de peligro. Y se fijó en que Thorgus se quedaba en la retaguardia junto con su compañero canino, lo que no le hizo gustó mucho y así se lo hizo saber.

- Discúlpame Thorgus, y esperemos que al final todo se quede en una paranoia del grupo, pero sabiendo como está la situación creo que lo mejor sería que encabezases la marcha junto con tu compañero. - Intentaba ser lo más afable posible ya que no quería que hubiese problema entre ellos. - Ojala Obad-Hai no lo permita, pero si se da el caso que tu compañero cae bajo el control del Señor del Castillo sería mejor para todos que no nos pudiese atacar desde la retaguardia. -

Esperaba que sus palabras no hubiesen sido bruscas o se lo hubiese tomado mal, pero no tenía intención de arriesgarse a comprobar si el Señor del Castillo tenía tanto control sobre los animales, así que se paró y detuvo a Zila para pudiesen pasar delante y ellos dos situarse a la retaguardia del grupo.

Moris asintió con disimulo ante el escrito de Thorgus.

Kalicalwe se quedó muy extrañado pues todo el bosque estaba muy silencioso, demasiado silencioso quizá. Era como si algo estuviera a punto de pasar, como si les estuviesen acechando en cada sombra de cada árbol.

Dagmar oyó sonidos de pisadas aunque no pudo ver a nadie. Algo o alguien se acercaba, y era más de uno. Fuera quien fuese les estaban vigilando y era bastante probable que pretendiesen tenderles una emboscada.

Moris oyó sonidos de pisadas aunque no pudo ver a nadie. Algo o alguien se acercaba, y era más de uno y parecían andar a cuatro patas. Fuera quien fuese les estaban vigilando y era bastante probable que pretendiesen tenderles una emboscada.

Phenios no apreció nada interesante en aquel bosque, al menos nada que le llamase la atención y que mereciese la pena compartir con el grupo.

Barrabás se quedó muy extrañado pues todo el bosque estaba muy silencioso, demasiado silencioso quizá. Era como si algo estuviera a punto de pasar, como si les estuviesen acechando en cada sombra de cada árbol.

Socar no apreció nada interesante en aquel bosque, al menos nada que le llamase la atención y que mereciese la pena compartir con el grupo.

Thorgus no apreció nada interesante en aquel bosque, al menos nada que le llamase la atención y que mereciese la pena compartir con el grupo. A Darko le pasó lo mismo.

Kenshi no apreció nada interesante en aquel bosque, al menos nada que le llamase la atención y que mereciese la pena compartir con el grupo.

Moris quedó congelado en el lugar y levantó ambas palmas de sus manos a la altura de sus hombros.

- Ya están aquí, varios de ellos, a cuatro patas- hizo saber en voz baja mientras su mano derecha se introdujo por su manga izquierda para producir un decorado puñal y ofrecer un rezo-. Wee Jas, la sangre se derrama; sea tinta sobre el libro de huesos.

Aguardó el ataque para apoyar los esfuerzos de quienquiera que fuese a blandir sus armas contra las bestias que, convencido, el karuth creía que estaban a punto de echárseles encima.

El elfo puso expresión ojiplática ante lo que se acababa de decir y, sin perder un instante, armó su arco y se preparó para flechear. Sus labios dejando escapar una conjuración en su idioma natal que imbuyó sus ojos con un crepitar verduzco.

Dagmar caminaba tras Socar y Barrabás, que marcaban el ritmo con sus largas piernas. A pesar del ruido de la pesadez de las pisadas de esos dos, pudo escuchar, más allá, en la espesura, el suave sonido de pasos acercándose. Pasos cuidadosos, propios de quien pretendía atacar de improviso. La pérdida de un ojo y el largo encierro habían erosionado todas sus habilidades menos una; su oído se había agudizado. 

Puedo oírlos, dijo, asintiendo mientras desenfundaba la espada. Preparaos para luchar. 

Ante el repentino silencio del bosque y las advertencias de sus compañeros, cayó en la cuenta de que aún no había desenvainado. 

De la forma más sigilosa que pudo desenvainó la espada larga y la corta. Preparándose para la lucha.

Estaba dejando pasar a Thorgus cuando unos cuantos se detuvieron casi de golpe y empezaron a desenvainar sus armas mientras daban el aviso de la presencia de posibles enemigos.

Kenshi descolgó el arco, sacó una flecha de su carcaj a la vez que daba un rápido vistazo a los demás para poder ver la posición de cada uno del grupo y le habló a Zila en voz baja. - Preciosa, si la situación se complica acudiré para darte apoyo. -  Había elegido decir "apoyo" porque sabía que si hubiese dicho "ayuda" Zila probablemente se hubiese negado o lo hubiese mirado con mala cara.

Barrabás ya llevaba sus cadenas en la mano, por lo que solo se detuvo sobre sí mismo, observando al grupo que se detenían... humanos... tenían tan poca capacidad de supervivencia. Si el enemigo fueran arqueros, podrían tomar mejores posiciones mientras el grupo se quedaba allí inmóvil, deberían haber avanzado, eso le decía su táctica de orco. Pero dado que estaba luchando al lado de ellos, se quedó, esperando a que el enemigo se abalanzara sin muestra alguna de temor.

    Socar se centró en el punto al que prestaban atención los que parecían haber detectado a los atacante que venían a su encuentro y acto seguido golpeo su escudo con la maza de armas listo par iniciar el combate. -¡Fuerza en la victoria!- Sus rezos de combate eran breves y concisos, la verdadera muestra de devoción la daría su brazo cuando su maza comenzase a quebrar huesos y teñirse de rojo.

    Contaban con demasiados combatientes a distancia y pocos preparados para la lucha directa pero si querían ganar deberían igualmente de cerrar filas dejando por delante al orco, la humana tuerta y a él. -Cerrad filas, que los arqueros y conjuradores se queden tras nosotros e inicien el ataque tan pronto puedan asegurar un objetivo, nosotros acabaremos con los que lleguen a nosotros, enano, asegura que el lobo se mantenga de nuestro lado y atención a la retaguardia, con seguridad trataran de rodearnos.-

Thorgüs hizo caso al que había salvado su vida anteriormente y quedó tras Socar, con la cimitarra en la mano, a la espera de los acontecimientos. Darko parecía más nervioso por el simple contagio del nerviosismo general que por el peligro al que estaba expuesto. La cimitarra temblaba en las manos del enano, no sabía si por cansancio o miedo aunque cualquiera de las dos no era buena en ese momento, y miró a Darko en busca de algo que le mostrara que el animal todavía estaba lúcido.

-De acuerdo. Fue lo único que Socar escuchó de boca del enano.