Partida Rol por web

Parecía que Andrey tenía ganas de gresca, allí mismo, aún en el hogar del druida. La insolencia de los hombres de la ciudad la exasperaba. Le daban ganas de hacerle callar de una bofetada. Mucho más cuando mencionó su ignorancia sobre los círculos druídicos.

- No sabes nada, Andrey.* La avaricia de las ratas de ciudad no tiene parangón. ¿Se van a conformar con un viñedo bien cuidado? ¡JA! No me hagas reír. Cuando lo vean, querrán más. Esa ciudad apenas puede contener la gente entre sus muros. Muchas bocas que alimentar.- La idea no era mala. Menos espacio y más producción, pero como decía Lomenar no cualquier druida estaría dispuesto a algo así. Lictea sabía que al final acabaría mal. Los Licorambarino querían más, de eso estaba segura, así que descartó la idea.

-Pues lo hay.- Dijo cuando Andrey volvió a poner en evidencia su ignorancia, no sólo de los círculos druídicos, sino en lo que a la ciudad de Tormentos Cristalinos se refería.- Quizá ella pudiera ayudarnos, Lomenar. Es druida y es....una mujer.- Dijo mirando no sin cierto desprecio a los dos hombres que a sus ojos se extralimitaban en sus funciones. Que les habían dejado acompañarlas, sí. Que habían tenido alguna buena idea y hasta útil, también. Pero para metieran las narices más profundo ya podían hacerlo entre sus piernas en el lecho cuando ella les reclamase.

- Dar nada a cambio, dices. Aquí has llegado el último guapito, y no hemos sido nosotras las que no quisimos que nos acompañarais.- Aunque no le había importado lo más mínimo.- Si no el druida no habría confesado.- Menos daba una piedra. Tenían la confirmación de lo que estaba pasando, al menos.- ¡Ay, la nobleza me suda el coño, joder!

Lomenar estaba empezando a bajar por la cuerda, pero se había detenido escuchando a sus compañeros. Sonrió a Kanjstar por su apoyo frente a Andrey. Cuando Lictea habló Lomenar asintió.

- Esa es la idea. Probar la inocencia de los hombres lagarto, comprobar la legalidad de las tierras actuales de los Licorambarino y consultar a la druida que está en la ciudad.

Por un instante miró a Andrey y retiró la mirada, pero luego volvió a mirarle y le sonrió.

- Entiendo tu punto de vista y ya se que deberíamos convencer al druida, pero te aseguro que no podemos hacerlo, es muy tozudo y solo acabaríamos provocándole, cosa que no quiero hacer. Yo en su lugar haría lo mismo, defender por todos los medios el entorno que protejo, aunque los invasores sean abrumadoramente superiores. Por eso, aunque ahora mismo no pueda comprenderlo y le ciegue la furia quiero intentar buscar apoyos y alguna forma de que razone.

- Aunque apenas conozco las costumbres de la ciudad, no soy tan cándida como para saber que lo más posible es que nos ignoren, pero quiero intentarlo. Hasta ahora no ha matado a nadie y no ha ocasionado más que destrozos. Si los Licorambarino han cometido alguna irregularidad, entonces no habrá cometido ningún delito, defendía su entorno de los invasores.

- Y aún así. Dices que no nos comprendes y tienes más razón de la que crees. Un druida intentará buscar la legalidad si puede, pero la única ley que respetamos es la naturaleza y la defenderemos frente a las leyes humanas si hacen falta.

- Si todo falla quizás tenga que ponerme al lado de mi...

Calló. Los sentimientos la traicionaron. La verdad es que no estaba segura, el druida no había contestado ninguna de sus preguntas, la había ignorado. Lomenar suponía que la ira lo cegaba. Esperaba poder volver a hablar con él en mejores circunstancias, pero era la mejor pista que tenía hasta el momento y pensaba protegerla de la mejor forma posible.

Lictea había escuchado sus preguntas, por lo que ya se había hecho una idea de por donde iban los tiros. No era justo que sus compañeros no compartieran lo que ella sospechaba.

- Tengo la sospecha de que puede ser mi padre. - sentenció.

- Por favor, os pido que al menos de momento mantengáis su existencia oculta. La versión a presentar es "una extraña bestia con estas huellas es la que destroza los cultivos, no los hombres lagarto". En cuanto hablemos con la druida ya veremos qué hacer al respecto.

- Andrey, ponte en mi lugar. Imagina que fuera tu hermana. No pido exculparlo, pero al menos protegerlo mientras investigamos.

Kranj no pudo evitar dejar escapar el asombro en su rostro, así como también. Un poco de vergüenza. Era posible que este druida tan problemático fuera el padre de Lomenar. Kranj no había sido precisamente amable con él. Pero que te lleva a pensar eso? No dicen que no lograron verle en medio de la oscuridad? El clérigo negó con la cabeza. Esperaba que las cosas no se pusiera más tensas.

Andrei se había calmado un poco y Kranj esperaba que después de escuchar las últimas palabras de Lomenar, logrará entender que su deseo por defender al druida que había causado todo este problema, era mucho más que un simple capricho OK, movamonos entonces. Ya habrá tiempo para hablar sobre todo esto y aclarar las ideas.

Miró a Lictea con actitud algo socarrona y una ácida sonrisa de soslayo.-Puede que yo no sepa nada, la ventaja es que soy consciente de ello. Tú en cambio subestimas lo que no entiendes, no le das valor a algo que puede arrebatarte no solo la vida sino todo cuanto aprecias con un simple chasquido. La ciudad y esa nobleza a la que no temes te devorará como un lobo a una liebre.-la pequeña zancha de ser el recién llegado poco le importó. No quería entrar a discutir como críos quien había hecho que o cuanto había aportado cada uno, eso sería ridículo y estaría fuera de lugar. Él estaba por encima de eso.

Por contra, a medida que Lomenar fue hablando Andrey se mostró más sosegado y comedido, podía entender muy bien los sentimientos de la druida hacia su posible padre perdido. A pesar de la corta edad del soldado, la cual no se reflejaba en su rostro, el muchacho sabía que a veces la leyes no estaban hechas a la altura del hombre y por tanto había que romperlas para salvar a un individuo de un castigo injusto.- Lamento que hayas tenido que encontrarlo en estas circunstancias, intentemos tú plan, tal vez el embajador tenga el poder necesario para reprender a los Licormabarino si estos se han excedido en sus cultivos. No sería de extrañar que obrase así, si demostramos las falsas acusaciones vertidos sobre los hombres lagarto.- por un instante la miró como quien mira a una niña con una candidez impoluta. Suspiró con ternura, casi apenado.-Es bueno ver que aún queda gente en el mundo que no anhela matar a otros, puedes estar muy orgullosa de no tener las manos manchadas de sangre. Yo lucho por gente como tú, puede que suene raro, pero tarde o temprano la guerra nos alcanza a todos. Me gusta creé que puedo interponerme entre la gente inocente y sus males, aunque eso implique que yo deba mancharme las manos. Si todo falla.-miró a Lictea y a Kranjstar.-Nos pondremos de tú lado Lomenar, sea ese cual sea, yo lucho por mi hermana, tú luchas por tú padre. Sería un hipócrita si ahora te diera la espalda Normalmente el mejor camino nunca es el más fácil, así que adelante, empezamos a bajar antes de que se haga de noche.- sujeto las cuerda para que el resto fueran bajando, dejando que Lomenar llegase la primera para poder desatar a los lobos. Desde arriba le guiñó un ojo para aliviar sus preocupaciones.- Tranquila por lo que a mi respecta tenemos que dar caza a una gran bestia lagartoide que esta destrozando los cultivos.-no sería él quien desvelase la presencia de un druida oculto tras todo aquello. Se concentró de nuevo en los nudos y afianzando bien los pies iba bajando a sus compañeros casi a pulso sin mucho esfuerzo. Empezaba a notarse en cierto modo el talante estratégico de Andrey, quien para ser guerrero muchos se atreverían a elucubrar que era "demasiado" listo.

La palabrería de los hombres no tenía fin y Lictea no se iba a quedar todo el día escuchando la vocecilla de Andrey que se le metía en la cabeza como si de una oruga abriéndose camino por su cerebro se tratase. Así que fue bajando pro la cuerda hasta llegar a la zona más peligros. Miró abajo y vio la maldita cascada, con su potente chorro de agua. Le costó tragar, pero se hizo la indiferente.

- Los hombres primero.- Dijo con un gesto del brazo para que Kranjstar y Andrey pasaran primero, esperando poder mirar cuando el segundo se quitara la armadura, a ver si pillaba algo de carne.- Si necesitas ayuda con eso.- Le dijo dándole un golpe en el pecho.

Lomenar ya estaba abajo de la cuerda, solo le quedaba regresar por el complicado camino. De un gran salto superó la primera prueba, pero luego le falló el equilibrio y resbaló cuando estaba ya cerca del final una vez más cayendo al agua.

No tuvo problemas en nadar un poco para salir del lago, aunque su humor se había trastocado al volver a mojarse, el día estaba frío. Se retiró un poco de la vista para escurrir su ropa mientras esperaba que el resto de sus compañeros bajasen al suelo.

El soldado se puso rojo como tomate ante las ocultas intenciones de Lictea, una reacción incluso demasiado cándida para alguien de su edad, sin embargo la caída de Lomenar al agua le hizo reaccionar como un resorte. Cuando Andrey pudo comprobar que estaba fuera de peligro relajó la tensión de sus hombros y se dirigió al punto de descenso negando con la cabeza, las prisas nunca eran buenas consejeras.

Lejos de adoptar la misma táctica que en la subida esta vez se dejó la armadura puesta y la mochila a la espalda, estuvo un rato comprobando la cuerda al atársela por la cintura y entre los muslos formando un improvisado arnés. Una vez asegurado comprobó que la manta bajo la cuerda estuviera bien colocada y bajo poco a poco la pared hasta que su peso la pinzó del todo. En ese momento totalmente suspendido después del salto sencillamente fue impulsándose contra la pared de lado a lado ganando inercia con cada movimiento, así hasta que consiguiera alcanzar el resbaladizo camino del otro lado. Esta vez tenía la ventaja de la altura de su lado, así que no debería haber ningún problema si la cuerda aguantaba.

Una vez hubo cruzado le indicó a Lictea que atase primero a uno de los animales, entre Kranjstar y ella deberían balancear la cuerda desde arriba con el animal a peso muerto y él lo sujetaría cuando llegase a su altura liberándolo de las cuerdas. Tan solo esperaba que no pagasen el mal viaje con él.

Kranj se tomó algo de tiempo, mientras se quitaba la armadura. Esto de escalar y descender no era lo suyo. Lo mejor era tomar todas las precauciones del caso.

Aún tenían una tarea por cumplir, esperaba que el tiempo les alcanzara antes de que cayera el sol.

Ni Kranjstar, ni Andrey, ni Lomenar fueron capaces de cruzar ese pequeño salto sin caerse y los tres se precipitaron contra el agua. Notaron como la cascada caía con tanta fuerza que el agua les impulsaba hacia abajo con gran riesgo de ahogarse. Lomenar nadó con gran velocidad hacia la orilla mientras el resto se debatían entre la vida y la muerte en aquella agua tan peligrosa.

Lictea se mantuvo arriba, ayudando a bajar las armaduras en un hatillo, o a los animales. Después se mordía las uñas, negras de la suciedad acumulada, viendo cómo sus compañeros caían uno detrás de otro. Un sudor frío le perló el labio superior y la boca s ele quedó seca. Respiró algo más aliviada al ver salir airosa del agua a Lomenar.  Había llegado su turno. El suelo estaba tan resbaladizo como a la subida, pero logró situarse más o menos bien hasta el punto de dar el salto. El grito que dio al caer indicó a los demás que caía, corroborado por el ruido del cuerpo al zambullirse en el agua.

Kranj cayó estrepitosamente, luego de un salto fallido. Por suerte se había quitado la armadura y podía alcanzar la orilla, con suerte.

El clérigo imploró a Obad-Hai que le ayudará en aquel predicamento y al ver a sus compañeros caer su corazón fue invadido por la angustia. Sin apenas poder decir algo, pues el agua le cargaba la boca.

Lomenar estaba a punto de meterse entre la maleza para quitarse la ropa y escurrirla cuando se dio cuenta que sus compañeros habían caído al agua.

Se acercó rápido a la orilla y lanzó un conjuro, una sombra de color gris apareció en el agua y ante un gesto de Lomenar salió rápido hacia sus compañeros.

Inmediatamente después buscó alguna de las cuerdas que llevaban para lanzarlas al agua.

Lomenar echó una mano a sus compañeros que parecían estar siendo engullidos por la cascada. La druida convocó a un delfín que los ayudó a no ahogarse y poder salir de esa trampa mortal que era la catarata. Tras algunos segundos bastante angustiosos el delfín desapareció y Lictea, Kranjstar y Andrey ya estaban en la orilla empapados y tomando aire profundamente para recuperarse del susto.

-¡Cof, cof!- A cuatro patas sobre el fango de la orilla, Lictea echaba todo el agua que había tragado. Maldecía su suerte y a la "puta" catarata que convertía el idílico paraje en una trampa mortal. Mientras se escurría el pelo mojado y comprobaba que todas sus cosas estaban con ella, incluido Lico, la mujer apenas lograba sobreponerse a la vergüenza de haber caído cual vulgar hombrezuelo, como sus dos compañeros masculinos, y haber tenido que ayudarse del compañero animal convocado por Lomenar.

- Gracias.- Estrechó el brazo de la druida mostrándole su respeto, una vez más.- Salgamos de aquí.

El guerrero estaba un poco harto ya de aquella ridícula situación. Revisó la mochila y el equipo, esperaba no haber perdido nada en el fondo del lago, de todos modos nadie había salido herido lo cual ya era suficiente para él.-Bueno, creo que me iré al refugio, para encontrar la huella no me necesitareis. Intentaré encender algo de fuego y poner las ropas a secar, si me queréis dar algo lo pondré a secar también.-con cierta resignación se marchó hacia el lugar, Andrey era de los que prefería estar ocupados.

Cuando llegó al sitio hecho parte de la leña que habían dejado dentro resguardada, esta se habría secado durante la noche, avivaría las brasas nocturnas y esperaría a que el fuego arrancase con cierta intensidad antes de rodearlo con más leña para secar. Luego con algunas ramas cruzaría la ropa sobre el fuego en espera de que se ahumasen y secasen, obviamente la gruesa manta de invierno a pesar de haberla escurrido con fuerza sería lo que posiblemente más tardaría. En paños menores y con las botas puestas, dado que ya estaba mojado decidió terminar los arreglos que había dejado a medias la noche anterior.

Con más esfuerzo que pericia Andrey recordó lo que había visto hacer a los batidores mil y una veces, aunque llevarlo a la practica no resultó tan simple. Recogía gruesos pegotes de barro para sellar bien las goteras del refugio, luego encendía un nuevo fuego para que el barro se cociera, o cuanto menos se secara hasta endurecerse por ambos lados, y había apuntalado parte de la pared interior con gruesas piedras rodadas del lago usando el barro como argamasa. La falta de pericia le hizo tardar horas para una tarea en la que otros hubieran dedicado momentos, además de acabar embarrado de pies a cabeza. De todos modos al terminar aquel hombre mostraba claramente la satisfacción por el esfuerzo, al menos ahora era un lugar seco y algo más confortable donde pasar las duras noches en el exterior de la ciudad. Tal vez en un futuro le hiciera un buen servicio a él o a algún desventurado que no llegase a cruzar las puertas antes del anochecer. Andrey estaba satisfecho de un trabajo bien hecho.

Una vez terminó se lavó en el lago y volvió para secarse junto al fuego, allí esperaría a los demás mientras secaba el resto del equipo. Con las botas junto al fuego para que se secasen de una vez para poder limpiarlas en último lugar Andrey inspeccionaba minuciosamente el equipo, engrasando las correas de la armadura de cuero y dándole algo de aceite a las armas para evitar que estas se oxidasen, ya había tenido agua para una buena temporada.

El delfín cumplió su cometido y ayudó a sus compañeros a salir. Aliviada se reunió con ellos a la orilla del lago que tantas dificultades les estaba ocasionando.

Cuando Andrey se ofreció a llevarse la ropa, Lomenar lo miró de forma dudosa. Estaba empapada y hacía frío, la verdad es que la ropa necesitaba secarse, pero desnudarse así delante de Andrey le daba un poco de corte. De todas formas hizo más o menos caso del guerrero y le acompañó al refugio. La verdad es que no le molestaba estar desnuda frente a Lictea o Kanjstar y tampoco es que fuera especialmente tímida o pudorosa, de hecho en su área natal donde apenas había humanos, las ropas realmente cumplían una función exclusivamente de protección del frío.

Se retiró un poco de la vista de Andrey, quitándose parte de la ropa y dejando un mínimo que realmente estaba por debajo de la decencia, pero no esperaba toparse con nadie por allí.

- Gracias por ofrecerte a secar la ropa, nosotros vamos a por una muestra de una huella y volvemos rápido.

Procuraba mantenerse un poco a cubierto de Andrey, pero miraba interesada lo que estaba haciendo.

- No pensaba que dormiríamos aquí de nuevo - en su voz había un ligero tono de entusiasmo, la perspectiva de volver a pasar una noche al aire libre era algo que Lomenar valoraba mucho. - Aún es pronto y si obtenemos la impresión de una huella rápido - la verdad es que los viñedos estaban llenos, bastaba buscar una buena y clara - daría tiempo a volver a la ciudad. Yo prefiero pasar la noche al aire libre, pero se que a vosotros os gusta más una posada más cálida.

El pensamiento de pasar una noche en la posada con su compañero le hizo también desear una habitación y un cuerpo caliente a su lado. Estando casi desnuda procuró no pensar en ciertas cosas.

- Seca las ropas, no tardaremos mucho. ¿Vamos?

Esperaba a que los otros dos decidieran qué hacer con sus ropas e ir a por la impresion de la huella.

Andrey lejos de mirar o espiar a la semielfa se mantenía de espaldas como un caballero, parecía tan ruborizado o más que ella. Ciertamente ponerse a trabajar le hacía no pensar en ello.-No se si nos dará tiempo, pero por si acaso tendremos un sitio donde guarecernos, y el día de mañana este lugar podrá ser usado como refugio por los cazadores o los leñadores locales.-no pensaba que ellos se fueran a ir desnudos por el mundo a buscar la huellas, las costumbres de los amigos del bosque eran cuanto menos chocantes. Esperaba que no tuvieran ningún problema, una vez estuvo solo reviso la herida del virote la cual todavía no se había cerrado del todo, aprovechando ese momento para terminar lo que había empezado en la gruta.