Partida Rol por web

Jerinor hizo crujir su fuerte cuello al moverlo ladeando su cabeza hacía un lado y después hacia el otro, a la vez que  rotaba sus muñecas y abría sus manos un par de veces para desentumecerse, mientras escuchaba la parrafada de la niña mimada del alcalde.

Mirándola con rostro adusto exclamó, mientras que golpeaba sus puños: Hermanita! No quiero humillarte. Entrega el medallón a Kerri. Ya hemos aguantado demasiado tus caprichos. Si no lo haces me veré forzada a arrebatártelo. Además no creo que a tu padre “el gran Alcalde de FairHaill” le siente bien saber que tiene una hija ladronzuela y extorsionadora, además de ser perseguida por un malicioso brujo y sus secuaces con no muy buenas intenciones.

Haciendo una pausa, continuo en un tono más conciliador: Es Vox populi en el pueblo que de pequeña te diste un golpe en la cabeza, pero razona chica. Entregalo, vamos, venga! estirando la mano y vigilando sus intenciones.

(Si no hace caso que es lo más seguro hago lo siguiente) Jerinor ya hastiada ante tanta chiquillada, toma impulso y se abalanza cual pantera sobre Sirya, jalándola del pelo e inmovilizándola. Exclamando a Kerri: Hermana, coge el medallón.

Luego tirando del pelo hacía atrás le susurra al oído a Sirya: Que te crees! Que no he visto como miras al grandullón, pequeña zorra! Olvídalo. No eres mujer para él.

Luego al ver que sus palabras surten efecto y esta se revuelve, la aprieta con más fuerza. Veis! Está chica es un problema. A lo mejor deberíamos llevársela a su padre para que la dejará arrestada mientras que planeamos la incursión al Castillo. Salvo que recapacité y maduré.

Manteniéndola con la cabeza arqueada volvió a susurrarle: Será nuestro secreto.

QUIETO TODO EL MUDO!!!! bramo Kerri, hasta ahora no la habían visto enfadada, o de mala ostia, pero esto era demasiado, tanto por un lado como por el otro, así que se levanto mas cabreada que una mona y acercándose a Syria con mala ostia se interpuso en el camino de Jerinor y Groland, y digo a estos:- Vosotros tranquilizaros de una puta vez. y luego miro a Syria y digo:- O dejas de decir idioteces o te quedas fuera del grupo con tu padre en este pueblo, TE HA QUEDADO CLARO??, si vuelvo a escuchar que intentas imponer tu criterio por el mero echo de que tengas el medallon, te llevare ante Shandrill y la diré que nos estas extorsionando y con ella la aniquilación del pueblo y el exterminio de todo ser viviente en Kilómetros a la redonda. Luego se giro y mirando a Groland y a Jerinor dijo:- el medallon ya nos lo ha enseñado, si quiere ser ella el que lo inserte en la cerradura y compruebe si es verdadero o falso y que haga saltar una trampa que la mate, es cosa suya, yo aprendí por las malas, dejar que ella haga lo mismo. Aunque no creo que sea tan tonta.

Groland aún estaba furioso cuando Jerinor amenazó a Sirya y le exigió el medallón, pero su reacción fue de sorpresa cuando la soldado se lanzó sobre la chica:

—¿¡Pero qué...!? —gruñó, alarmado—. ¡Merde, Jerinor! ¡NO! ¡ALTO!

Las cosas se estaban precipitando. Groland intentó detener a la mujer, pero fue muy lento. Demasiado lento.

Con los nervios a flor de piel, las cosas se precipitaron.

Jerinor hizo ademán de echarse encima de Sirya mientras Groland, furioso, increpaba la muchacha. Kerri se levantó y se puso en medio intentando detener aquella locura...cuando Jerinor decidió que todo el pescado estaba vendido. 

Se abalanzó encima de la chica. 

Vio venir a Jerinor antes de que ella misma se viera yendo a sí misma, y estaba preparada para ello. Con Kerri entre medias pero sin ser suficiente obstáculo para parar a la guerrera, y Groland de tal manera que la impediría saltar por encima de la mesa y huir por las escaleras, su única vía de escape era la ventana; estaba cerrada, pero como ya había demostrado, una cerradura no era problema para ella. Un simple pestillo aún menos. 

Con un movimiento rápido, prueba de sus desarrollados reflejos, se movió hacia su escapatoria antes de que ninguno pudiera reaccionar, y mientras los otros caían en la cuenta de lo que pretendía, ella ya había logrado descorrer el portillo y abrir la cristalera de par en par. 

Una sonrisa triunfal asomó a su rostro viendo en su mente su siguiente movimiento, pero quiso el destino o la simple mala suerte, fue sólo ahí. Calculó mal el pequeño salto que tenía que dar a su libertad total, golpeándose la rodilla antes siquiera de despegar los pies del suelo, haciéndola retroceder mientras se daba la vuelta con los ojos como platos...

Fue tal vez por el miedo – un instinto primario difícil de controlar –, o tal vez por algo que en su mente volvió a tomar el control, pero cuando quiso darse cuenta ya había sacado la espada corta que llevaba a la cintura. Enarbolando el arma frente a ella no vio lo que hacía hasta que fue demasiado tarde. 

No parecía tener el aplomo para volver a atacar, ni siquiera parecía que lo hubiera hecho adrede, pero cuando recuperó el control, totalmente aterrorizada, seguía manteniendo la afilada hoja en alto y el colgante fuertemente agarrado en su otra mano, protegiéndolo contra su pecho como si fuera un preciado tesoro.

– A..., atrás - dijo con un hilo de voz, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla –. No, yo no..., no quiero hacerte daño. Sólo quiero que se me trate como me merezco... – otra lágrima; no sabíais muy bien si era porque estaba a punto de echarse a llorar o por la tensión. Y si era lo primero, ni siquiera estaba claro si sería un infantil gimoteo o había algo más profundo, como, por ejemplo, un total sentimiento de indefensión y demérito hacia su persona –. Me he esforzado mucho por llegar aquí, no voy a dejar que lo destrocéis todo...

Yo soy..., libre... _^<<y lucharé por seguir así_^>>.

Jerinor se abalanzó a por la escurridiza Sirya.

¡¡Ven aquí y dame eso chiquilla o juro que te rompo las piernas!!.

La cara de sorpresa de Groland se tiñó rápidamente de enfado.

—¡NO! ¡NO! ¡Basta, Jerinor! —protestó el grandullón—. ¡Estás aterrorizando a la chica! ¡Cálmate! —exigió, avanzando hacia la mujer para tratar de tirar de ella hacia atrás.

Groland había pensado en intentar lo mismo, y con más mala leche, pero viendo la reacción de Sirya se daba cuenta de que era un error. Mientras tanto, en un ataque de sensatez inusual en ella, Kerri se había interpuesto entre Jerinor y la chica y les estaba leyendo la papeleta a todos.

Estáis como cabras!, PARAROS DE UNA PUTA VEZ. Si Sirya se larga con el medallon, sabrán lo que ha sucedido y como lo ha conseguido desde el Arlen hasta el que limpia las cloacas, pasando por Baran, Shandrill, las posadas, los magos y demás. No voy a permitir que un medallon que nos puede abrir la puerta de ese engendro desaparezca o caiga en otras manos, como las de Vortigern. Y si ocurre, que se atenga a las consecuencias, ella, y todo los habitantes del pueblo, pues me largare de aquí.
Ahora miro a Syria y la digo:- A ver Syria que vas a hacer?, en tu mano esta la vida o la muerte de todos los seres que has conocido desde la infancia.
Luego miro a Jerinor y la digo:- Y tu, Levanta de hay, déjala respira joder! somos un grupo de aventureros o unos asaltadores de caminos?, esk no sabemos razonar? o que coño pasa?, se os ha ido la olla? ya estáis sentado os todos en los putos Sofás, a la voz de ya!!!! Y a tranquilizarnos todos.

Kerri reflexiono cuando habia sido la ultima vez que habia dicho tantas palabrotas juntas, y no recordaba ninguna ocasion, ni desde su mas tierna infancia.

La valiente Jerinor al abalanzarse a por la escurridiza Sirya se encontró con Kerri a la cual casi se lleva por delante al interponerse entre ella y su objetivo. Frenando en seco ante ella y con la mirada iracunda, mascullo unas palabras inteligibles para la seguidora de Freya.

Resoplando y ante el alboroto que allí se estaba montando, sacudió varias veces las manos y se dio la vuelta dando unos pasos tocándose la sien con una mano intentando recobrar la calma. Mientras Sirya lloraba esgrimiendo su espada corta y Groland conminaba a mantener la calma.

Mirando a todos, ya más relajada, exclamó: Esta bien, esta bien! Me dio un arrebato. Lo sientttooo. Dirigiéndose a la mesa y sirviéndose un vaso de agua fría, se refresco la garganta, mirando a continuación a Sirya: Sirya sabes que te aprecio y nunca te haría daño! No era  mi intención ponerte en este aprieto. Sólo quiero que medites lo que te decimos todos.

Recuerda, ahora somos un equipo! Decide la mayoría.

En aquellos momentos sintió un odio profundo y visceral, un sentimiento que arraigó tan profundamente en su ser que apenas fue consciente de él más que por una lejana voz que habló desde lo más hondo de su mente. _^<<Ha intentado matarte. No es tu amiga. ¡Miente!_^>>, le dijo sin miramientos aquél aullido interior que no sabía identificar, pero que no se daba por vencido; _^<<recordarás, y te vengarás_^>>. Aquellas últimas palabras acallaron el bramido de ira, dejándola de nuevo sola y sin poder hallar una respuesta con la que replicar. Luego volvió a ser ella misma, si es que eso significaba algo.

Fue en ese momento en que reparó en lo que ocurría a su alrededor: la aparente dejadez de Rash que seguía leyendo el libro como si todo lo demás careciese de importancia, las enfadadas protestas que habían sustituido el desconcierto de Groland..., y sobre todo, la abrupta intervención de Kerri; pero de sus gritos apenas podía recordar más que flashes aislados, clamorosos bramidos que apenas tenían sentido, pues se habían perdido en el camino hasta ella. De repente se dio cuenta...

– ¿Dónde...? – empezó a preguntar, encontrando la respuesta antes de terminar –. ¿Qué ha pasado? – confusa y turbada, dejó caer la espada al suelo, agradeciendo en su fuero interno que no hubiera sangre en su afilada hoja. El metal chocó contra la piedra con un repicar que se le metió por los oídos como un molesto zumbido. 

Aún con ese tañido, se movió, casi de manera autómata, hasta el sofá, sentándose en el reposabrazos. Su mirada, perdida en un vacío que no dejaba ver nada, se dirigió por instinto hacia la ventana abierta; una mano se deslizó inconsciente hacia la rodilla que se había golpeado al querer saltar, aunque esto no lo recordaba y sólo sentía un ligero dolor punzante como quien choca y sólo se da cuenta al rato, incapaz de dilucidar contra que lo ha hecho.

– Vortigern. 

Habló en voz alta pero...,¿qué quería decir? Lo había mencionado la perrita faldera de Shandrill, pero no era eso, era algo más. Lo tenía en la punta de la lengua, pero no le salía.

_^<<El cuervo_^>>.

– ¿El cuervo? ¿Qué cuervo? 

_^<<Lo has visto. Recuerda_^>>.

– Yo no... Espera, si, ¿si?

^_<<Si^_>>.

– ¡Si! 

¿Había perdido la cabeza o es que jamás había tenido cordura alguna? Lo que estaba claro, por los gestos que hacía y las pausas que hacía entre cada intervención, es que estaba hablando con alguien, y no con ninguno de los allí presentes, al menos no físicamente. A ella le importaba poco, tenía sus respuestas, y algo que decir.

– ¡El cuervo! – exclamó al fin, alzando la cabeza y fijándose directamente en Groland –. ¡Está aquí! No, bueno, no está, estaba. Antes. Lo he visto... – señaló la ventana por la que había intentado huir, su dedo apuntaba a un árbol que había justo en frente, a unos pocos metros –. Estaba allí, en una rama.

^_<<Y nos has encontrado^_>>.

Se quedó así, señalando la rama con una sonrisa torcida mientras susurraba unas últimas palabras casi imposibles de escuchar.

– Pronto vendrá a recuperarlo – y tal vez por primera vez desde que lo habías visto, podíais coger el medallón, pues colgaba de su cadena, sin fuerza, en la otra mano de Syria. Tenía ese brazo extendido hacia la clérigo. Ya no importaba.

Pese a que Jerinor parecía calmarse, Groland se quedó cerca de ella, con los brazos extendidos, quizás por si la soldado decidía pensárselo mejor. Mientras, Kerri se despachaba con extrema vehemencia, usando ese lenguaje tan soez y pintoresco que, aún habiéndolo escuchado ya antes, Groland no se explicaba de dónde podía haberlo sacado una ex-bibliotecaria que se había pasado toda la vida enclaustrada en un templo de Lathander.

—Sí, sí, calma, calmémonos todos —aceptó Groland, sorprendentemente conciliador—. Nadie quiere que ese medallón caiga en malas manos —añadió, respondiendo a las preocupaciones de la clériga.

Entonces, Sirya empezó a desvariar. «Otra vez como La Cocatriz», pensó Groland, recordando la escenita que habían tenido allí él y la chica. «¿¡Pero cómo vamos a llevarla así al castillo!? Está majareta». Luego, se corrigió: «Estas tres están majaretas». En cuanto la espada de la chica cayó al suelo, Groland la recogió y se la colocó -provisionalmente, para tener las manos libres- al cinto. Ya iba a contestar algo a Sirya cuando sus balbuceos tomaron una siniestra concreción.

—¿Qué dices? —El cormyriense parecía desconcertado.— ¿El cuervo? ¿El cuervo de Vortigern? —preguntó alarmado. Pensó rápido. Se volvió a Rash.— Mago: la han descubierto. Saben dónde está. —Miró a la soldado y a la clériga.— Hay que darse prisa. —Señaló a Jerinor.— Tú: avisa a Baran. —Luego, a Kerri.— Kerri: busca al alcalde. Decidles que es de la mayor urgencia. Que el pueblo está en peligro. Yo y Rash nos llevamos a la chica al templo. Nos vemos todos allí.

Y corrió a su cuarto para pertrecharse.

Dejó que Groland se fuera – ¡con su espada! –, y en cuanto desapareció por las escaleras volvió a hablar...

– Es tarde, no os vayáis a ningún lado. El cuervo estaba vigilando la casa – sonrió con malicia –. Seguro que os esperaba a vosotros. Ese brujo no es tonto, si nos separamos, nos matará uno a uno y luego recuperará el medallón cuando me quede sola. Debemos prepararnos y defender la casa. Es lo más inteligente... – _^<<...aunque no destaquéis ninguno por pensar_^>>. 

Las cosas no habían salido como planeaba, pero en el fondo habían salido como querían. 

Jerinor tras escuchar a Groland, permaneció durante un lapso abstraída, recomponiéndose. Tras un breve suspiro se dispuso a salir haciendo caso al grandullón para ir a avisar a Baran y relatarle el peligro que había en la Villa. En ese momento Sirya rompió su silencio y contó que había visto por la ventana el cuervo de Vortigern, acechándolos. El relato parecía creíble y parándose en seco, la miro con buenos sentimientos.

Sirya, si estas en lo correcto, quizás deberíamos simular que Groland y yo salimos, mientras que vosotros preparáis las defensas de la casa. Sería una treta y obligaríamos a las ratas a salir a la luz. Llegaríamos y caeríamos sobre ellos.

Al ver al gigante bajar las escaleras pertrechado, le exclamó: Oíste, parece que estamos siendo vigilados. Mirando al resto del grupo haber que proponían. Quizas tu familiar pueda seguir al cuervo, Rash.

Cuanto antes resolvamos y liquidemos el asunto, antes podremos ir al castillo.

Groland sube las escaleras raudo y veloz, y se le escucha trastear arriba, probablemente en su cuarto. El resto os estáis debatiendo qué hacer, hablando unos con otros y tratando de dilucidar cuál será el curso de acción más acertado, cuando, de repente, el medallón que colgaba de la mano lánguida de Sirya, sin fuerza, esperando ser cogido, se eleva sólo en el aire, y .....desaparece. 

Llegas a tu habitación y te empiezas a equipar a toda prisa, tratando de priorizar la armadura*, aunque sabes que te llevará unos minutos ponértela tú solo. Las prisas...si alguien te hubiera ayudado, tardarías mucho menos**, pero ya estás metido en faena y no quieres perder más tiempo. 

Abajo, escuchas al resto que están hablando, pero no los entenderías a menos que te esforzaras***, pero mientras te estás equipando, no te preocupas de eso. 

Eh! Sirya tu mano! El Medallón, que pasa! Moveos rápido. Cerrad la ventana! Lanzandose donde supuestamente estaba el medallón con la espada en su mano con la intención de cortar el aire.

Sus ojos se abrieron de repente en el mismo momento en que el medallón se escabullía de entre sus dedos para luego, de golpe, desparecer. Se quedó mirando a la nada, o más bien al espacio vacío que había dejado el colgante, incapaz de girar la cabeza pero de repente en tensión.

En cuanto habían empezado todos los golpes, los gritos y amenazas, Rashaniel se había girado para observar con ojos enrojecidos la escena que se desarrollaba ante él. No entendía realmente qué estaba sucediendo - sabía que el eje central era Sirya, por supuesto, pero no comprendía el revuelo - pero ver cómo Jerinor se abalanzaba sobre ella, Kerri se ponía a dar voces como si se tratara de una verdulera en un mercado, y Groland manejaba todo con su tacto habitual, le resultó tan confuso que tuvo que limpiarse el rostro con la manga. No, no estaba alucinando, se estaban lanzando los unos contra los otros mientras su familiar dejaba escapar gañidos de protesta.

Entonces, todo sucedió demasiado rápido. Sirya anunció que el grupo que la perseguía ya había llegado y Groland subió a equiparse sin preguntar nada. Rashaniel entrecerró los ojos, ya había tenido suficiente de esa mocosa, sus amenazas, sus bromas y quejidos. Se levantaría, cogería ese medallón y...

¿Dónde había ido el medallón? Un latido de corazón antes lo tenía Sirya en su mano, y el segundo, se había desvanecido.