Partida Rol por web

Turno 315

Edan asintió y siguiendo las indicaciones de Freagulf, desmontó de su caballo.
Seguía atentamente los progresos del ailgratha mientras permanecía atento a los alrededores. Avanzaban despacio, procurando no hacer demasiado ruido. Cada cierto tiempo Edan se detenía para hacer una pequeña marca en el tronco de algunos arboles a la altira de sus ojos. No quería tener que revisar la misma zona dos veces. La luz menguaba entre el follaje de la arboleda, y los ruidos del bosque se dispersaban en todas direcciones.

Turno 315

El enano escrutaba concienzudamente los alrededores de la diudad en busca de algún signo de los orientales. Era ilógico que se aprestaran tan cerca de la ciudad antes de adentrarse en ella, pero no los conocía asíq eu no sabía sus costumbres. Lo que si intuía es que, a apesar de ser un grupo numeroso, no lo creía tan grande como para asaltar aquella urbe.

-Mmmmgggggrrrrr -guuñó Gwalin a la pregunta de Grimbeorn, mientras meditaba la respuesta-. No creo que asalten la ciudad y si lo hacen lo haran o bien por la mañana infiltrándose y haciendo un ataque relámpago o bien por la noche intentando hacer el menor ruido posible. Con lo que las murallas me parecen buena defensa. Quizás un foso más grande ayude a disuadir a cualquier enemigo, pero con esas murallas sobran contra los orientales.

-De hecho si fuera un grupo tan numeroso como para asediar una ciudad amurallada y aguantar el asedio durante tiempo, habría alertado a las tropas reales que se ahbrían puesto en camino para dar cuenta de ellos -reflexionó el naugrim mirando a la ciudad-. Estoy con Larrid, segueramente hayan asaltado alguna graja o poblado pequeño donde puedan hacer daño rápidamente y sin sufrir bajas.

Turno 314

Inoal siguió al grupo de cuatro jinetes hasta que se separaron en dos grupos de dos jinetes. El montaraz junto con Hallfrid se fueron hacia el interior de la población mientras que Freagulf y Edan se marcharon siguiendo el camino. Así que desde aquel instante estaban solo ellos dos.

Al acercarse a las puertas de la ciudad vieron las imponentes murallas pero parecía que no había guarnición que las vigilara ni otra que, apostada en la puerta, les cortara el paso al interior. Pero al llegar a la puerta vieron dos guardias que les detuvieron y les preguntaron. Hallfrid les habló y estos muy amablemente les dejaron pasar instándoles a que visitaran su taberna. Parecía que todo allí estaba muy normal, como si nada malo hubiera pasado en años.

No creo que los orientales hayan pasado por aquí, si no la guarnición no estaría tan pasiva y amable. Esperemos a los demás en la plaza como hemos quedado y veamos si esto es como pienso o es solo una distracción.

RESOLUCION TURNO 315
 

Ya con los pies en tierra, continuaron caminando hacia el camino principal. Mientras Freagulf se esforzaba por distinguir huellas recientes, Edan no dejaba de mirar alrededor. Al principio todo estaba en calma, pero cuando se acercaban al camino, pudieron ver que estaba más transitado de lo esperado. Varios jinetes y carros entraban y salían de la ciudad por la puerta este, que daba directamente al camino. No conocían las cargas que portaban, pero todos seguían la ruta establecida, sin salirse del camino.

Freagulf siguió buscando huellas, pero finalmente lo dejo por imposible. Había demasiadas pisadas de botas, cascos, y rodadas de carruajes, como para lograr encontrar nada. Poco podían hacer, salvo insistir alejándose de la ciudad, o resignarse e ir junto a sus compañeros.

Los transeúntes no prestaban demasiada atención a los dos hombres, se limitaban a seguir su camino. Atravesaban la puerta, de igual hechura que la de la entrada este, o bien salían del interior. Sí que se fijaron que la mayoría tomaba una ruta hacia el sur, continuando su camino, mientras que hacia el norte apenas un par de carros iniciaban su camino.

RESOLUCION TURNO 315
 

Tras la corta charla con los soldados, no dieron mayor importancia a la llegada de extranjeros, ambos hombres se adentraron en la ciudad. No era tan pequeña como se habían imaginado. Una calle principal discurría entre las puertas este y oeste, servía de arteria para las callejuelas que se abrían a ambos lados. En realidad, el entramado era muy sencillo, aunque poco práctico. Era necesario volver a esa calle principal para ir a otra calleja, o bien ir hasta un pasillo que se formaba entra las primeras casas y la muralla, circunvalando toda la ciudad, para ir de un lado a otro.

La plaza estaba en el centro de la población, no había perdida alguna. En ella había una fuente, grande, con seis caños que descargaban en un regato del suelo y que desaguaba al norte hasta perderse por un sumidero. Era el alma de Caras Gwildor, en ella estaban la posada, una taberna, la casa del regente y varios comercios. Era un hervidero de gente, donde muchos recogían agua de la fuente, mientras otros realizaban sus transacciones. De la taberna entraba y salía gente, y todo el mundo parecía contento. A simple vista no parecía que allí hubiese pasado nada malo.

Hasta ese momento, ni Hallfrid ni Ional, habían notado nada extraño, sospechoso, o que pudiera hacerles desconfiar. Todo era absolutamente normal, incluso idílico.

RESOLUCION TURNO 315
 

Los cuatro jinetes estaban de acuerdo, ninguno creía que los orientales hubiesen podido asaltar aquella ciudad o tan siquiera haberlo intentado. Sin embargo, siempre cabía una remota posibilidad, podrían haber usado el sigilo para entrar y robar cuanto necesitasen, era poco probable.

Siguieron adelante, a un ritmo tranquilo y pausado para dar tiempo a sus compañeros a hacer las comprobaciones que les había pedido. Dejando que las monturas se dejasen llevar por la pendiente, se fueron acercando poco a poco a las puertas. La muralla se acercaba, era almenada, y más alta de lo que parecía a lo lejos, unos cinco metros de mampostería bien acabada. El camino llegaba a una puerta grande de doble hoja, hecha de madera tachonada, y sujeta al muro por fuertes goznes. Estaba abierta de par en par y se orientaba hacia el oeste. Estaba deliciosamente decorada con ramas y hojas metálicas, y disponía de tachuelas de refuerzo en toda su superficie. Era recia, pero estaba abierta y no impedía el paso de nadie. En principio podría haber sido una mala señal, pero aun desde fuera, no tardaron en ver a algunas personas por la larga calle que seguía al portón. Fueron a cruzas las puertas, y cuando lo estaban haciendo pudieron ver un par de guardias a ambos lados, en garitas. Sencillamente los miraron, pero no les dieron el alto, ni se preocuparon por que llevasen armas. Solo los saludaron y preguntaron qué hacían allí.

Turno 316

Al acercarse el enano pudo ver que la muralla era más recia de lo que parecía, aunque para él, acostumbrado a estar bajo la protección de toda una montaña, unos muros eran muy bajos como para poder asaltarlos por encima, pero realmente parecían muros fuertes y bien acabados, algo que gustó al guerrero.

Lo que le produjo más sorpresa fue la falta de guarnición delante de la puerta de entrada. Si no había nadie podía ser digno de dos cosas, o que nada ocurría, desde hacía bastante tiempo y estaban mal acostumbrados a no hacer nada, o que habían pasado todos a cuchillo.

- Grrrmmm -Gwalin gruñó en bajo, pues aunque creía que no había pasado nada, no le gustaba que la puerta estuviera desprotegida de aquella manera.

Sus pensamientos se hicieron realidad cuando al tratar de atravesar la puerta dos guardias salieron de su garita y les preguntaron qué hacían allí. El enano calló. No era él quien tenía que tener la voz cantante en aquella situación, así que se imitó a escuchar y mirar en su derredor lo que pasaba, por si podía sacar algo en conclusión.

Turno 316

Los temores del animista sobre un posible asalto sobre el asentamiento parecían infundados, lo cual fue un alivio para él. Sin embargo, la perspectiva de que los orientales podían haber merodeado por las cercanías y haber atacado granjas dispersas, alejadas de la protección de aquellos muros, era descorazonadora. ¿Qué motivo podían tener los orientales para hacer todo lo que habían estado haciendo? Creer que lo hacían únicamente por odio hacia la gente de Gondor o de los pueblos de Oeste en general no le parecía suficientemente convincente.

Mientras le daba vueltas a aquello, la muralla crecía en altura según los viajeros se acercaban. Las puertas, abiertas de par en par, eran de construcción recia y parecían reforzadas aun más con elementos metálicos. Hallarlas de ese modo daba más solidez a la premisa de que los orientales posiblemente ni se habían acercado a Caras Gwildor. Y no fue hasta que franquearon el portón que se dieron cuenta de la presencia de guardias en sus respectivas garitas, custodiando aquel acceso. A pesar de la sorpresa, Grimbeorn detuvo su montura antes de que se alejase de la posición más que unos pocos pasos, pero dejó que fuera Larrid quien declarase el proposito de su visita, tal como requerían los centinelas.

Turno 316

El bullicio de la gente ilusionaba al joven dunadan que veía en aquellas personas la ilusión por vivir en sociedad. Sobre todo ahora que la tranquilidad había llegado dejando muy lejos los cantos de la guerra pasada. Era hora de vivir, vivir en comunidad y tranquilidad, aunque nunca te podías descuidar.

El montaraz miró nuevamente en su derredor al pensar en los orientales. Eso le hizo ver que no todo el mundo quería la paz y no le importaba tener que matar para conseguir lo que quería.

Ional miró a la taberna y se le ocurrió que quizás el camarero pudiera saber si había pasado por allí alguien sospechoso o con motivos orientales, o quizás un grupo numeroso de guerreros a caballo. Descabalgo y ató su montura a una argolla cercana. Pero cuando se disponía a marchar, recordó que Larrid le había prohibido marchar sin que se le diera permiso. Así que se encogió de hombros y se quedó quieto en el sitio.

Parece que está todo muy tranquilo, ¿no te parece, Hallfrid? Me gustaría preguntar a alguien si ha visto algo extraño o si ha visto monturas orientales o si un grupo de guerreros. Pero será mejor esperar a Larrid, no vaya a ser que me abronque denuevo.

Turno 316

Larrid no había estado nunca en la ciudad, a juzgar por su cara, esperaba algo mucho mas humilde. Si que había estado en otras como esa, bien fortificadas, y de recias puertas, pero por alguna razón, siempre había pensado que aquella era un lugar de paso, sin pretensión alguna.

Ante la falta de algún aviso de sus compañeros, y viendo a los guardias, supuso que no existía peligro alguno. Se dispusieron a cruzar las puertas cuando los soldados se dirigieron a ellos.

- Estamos de paso, no se preocupen - dijo tranquilo - Nos dirigimos al sur, solo buscamos hospedaje - dijo sin revelar su propósito.

TURNO 316

Hallfrid saludó a los guardias alzando su mano, y luego se adentró en las sencillas callejuelas del poblado. Sin embargo, a pesar de la tranquilidad que reinaba en el ambiente, no pudo evitar soltar un suspiro de alivio en cuanto traspusieron el portal de ingreso y se alejaron unos pasos. Aunque recién se relajó por completo luego de un buen rato, cuando por fin quedaron fuera del ángulo de visión de los vigilantes.

Todo parecía indicar que había llegado a tiempo. Pues no se evidenciaban signos de que algo terrible hubiera ocurrido en aquella zona por esos días. Por supuesto, el joven campesino tampoco tenía muy en claro cuáles deberían de ser tales signos. Pero imaginaba que un combate, o incluso una pequeña escaramusa, por muy pequeña que fuera, debería de haber dejado los ánimos de los pobladores bastante crispados.

Pero allí la vida parecía discurrir con la misma naturalidad de siempre. Y el muchacho no pudo evitar dejarse llevar por la apacible atmósfera reinante...

- Nuestras órdenes eran avisar si veíamos algo extraño. Y aguardar en la plaza si nada raro ocurría. Creo que lo mejor será esperar aquí... - comentó mientras se bajaba de su montura para tomar unos tragos del agua de la fuente.

- Pero mantengamos los ojos abiertos. No creo que los orientales sean tan estúpidos como para intentar asaltar esas murallas. Si van a atacar el pueblo, deberán hacerlos desde dentro. Y necesitarán ayuda para eso...

Turno 316

La búsqueda estaba resultando infructuosa. Freagulf negaba con la cabeza cada vez que levantaba los ojos del suelo, y Edan asentía resignado.
A medida que se acercaban al camino, pudieron ver comerciantes que iban y venían de las puertas de la ciudadela. El rohir se fijó en los que venian del Norte pensativo. Tal vez no fuese mala idea preguntar a alguno de aquellos caminantes si habian tenido algun encuentro con los orientales, si habían visto algo fuera de lo normal u oído algo al respecto.
Con un gesto llamó la atención del Ailgratha y le señalo a los comerciantes

¿Que hacemos? ¿Seguimos rastreando? ¿O preguntamos a alguno de los viajantes y volvemos con el grupo?

El trasiego a través del camino era una noticia tranquilizadora, era señal de wue en la ciudad todo iba bien, además ya había pasado un buen rato y no habían oído el silbido de Hallfrid ni nada que pudiese interpretarse como señal de advertencia.

Turno 316

Leofred llevaba a su caballo al paso distraídamente, ensimismado con el ambiente en general e intentando seguir con la mirada a una de las personas que había visto más allá de la muralla. Mientras tanto, ya casi habían atravesado las puertas; Larrid le sacó de su ensimismamiento cuando declaró sus intenciones a los guardias, a lo que el bardo se apresuró por contestar también.

- Buenos días tengan ustedes. - Respondió tal vez demasiado alegremente, fingiendo levantarse un sombrero imaginario para saludar a los guardias, aunque no dijo mucho más sobre ellos mismos. La explicación de Larrid había sido escueta, pero directa. - ¿Qué nuevas hay por los caminos? Y ya puestos ¿serían tan amables de indicarnos el camino más directo hacia la plaza? He oído que allí están las mejores posadas y tabernas de Caras Gwidor -

Turno 316

- Poca cosa, aunque dicen que el norte esta revuelto, se oyen historias de invasiones. - dijo el guardia encogiéndose de hombros. - Y serán verdad, últimamente hay mas viajeros hacia el sur, huirán de la guerra - aseguro sin saber si sus palabras eran ciertas.

- Y las únicas - dijo para después dar una risotada - No hay perdida, solo tienen que seguir la calle principal - termino por decir, mientras señalaba hacia dentro.

Turno 316

- Entremos, esto esta todo pisoteado, si no nos alejamos no encontraremos nada - dijo convencido - No veo que problema podría haber en preguntar, quizás hayan visto u oído algo - se encogió de hombros - ¿Qué mal podríamos hacer por una pregunta? - terminó por decir mientras se encaminaba hacia la puerta.

RESOLUCION TURNO 316
 

La plaza era un devenir de gente, que tranquilamente realizaba sus tareas o simplemente se relajaban con paseos y tabernas. Ional y Hallfrid estaban tranquilizadoramente extrañados de que las cosas pareciesen en calma. Descabalgaron y se dispusieron a esperar al resto, tal y como les habían encomendado.

Ional quería ponerse a preguntar por la presencia de orientales, o de algún tipo de altercado en los últimos días, pero él mismo desechó la idea, temeroso de que Larrid pudiera enfadarse. Hallfrid secundo la idea de no hacer nada, no tanto por temor a la ira del rohirrim, sino por hacer lo que se le había pedido.

Se acercaron a la fuente. Sus surtidores manaban agua en un modesto caudal, pero más que suficiente. Bebieron, degustando el refrescante líquido. El agua tenía un ligero toque terroso, como si saliese directamente de un pozo subterráneo y estaba más bien fría. Si todo el pueblo bebía de allí, no había nada que temer.

Mientras bebían, se fijaban en la gente de la plaza. Buscaban, no a la gente de a pie, si no a hombres de armas, soldados, o guardianes. Ional solo supo diferenciar a un par de soldados, e incluso a un miliciano que estaban más ocupado en conversar con sus conocidos que en vigilar. Fue Hallfrid quien, además, pudo ver a varios alguaciles que disimuladamente hacían la ronda sin llamar demasiado la atención. Vestían ropas normales, y solo les diferenciaba de los demás en que todos llevaban bajo capa verduzca del mismo color, un brazalete amarillo. Solo podía verse fugazmente cuando su capa se abría casi sin querer, supuso que solo la mostrarían si era necesario.

Aguardaban la llegada de sus compañeros, cosa que ocurrió pasados varios minutos. Como ellos, aparecieron por la calle principal, desde el oeste. Los cuatro entraron a caballo hasta la plaza y muchos los miraron, como habían mirado a Ional y Hallfrid, durante unos instantes antes de volver a sus cosas.

RESOLUCION TURNO 316
 

Tras la corta charla con los soldados, no dieron mayor importancia a la llegada de extranjeros, el grupo se adentró en la ciudad. No era tan pequeña como se habían imaginado. Una calle principal discurría entre las puertas este y oeste, servía de arteria para las callejuelas que se abrían a ambos lados. En realidad, el entramado era muy sencillo, aunque poco práctico. Era necesario volver a esa calle principal para ir a otra calleja, o bien ir hasta un pasillo que se formaba entra las primeras casas y la muralla, circunvalando toda la ciudad, para ir de un lado a otro.

La plaza estaba en el centro de la población, no había perdida alguna. En ella había una fuente, grande, con seis caños que descargaban en un regato del suelo y que desaguaba al norte hasta perderse por un sumidero. Esa plaza era el alma de Caras Gwildor, allí estaban la posada, una taberna, la casa del regente y varios comercios. Era un hervidero de gente, donde muchos recogían agua de la fuente, mientras otros realizaban sus transacciones. De la taberna entraba y salía gente, y todo el mundo parecía contento. A simple vista no parecía que allí hubiese pasado nada malo.

Hasta ese momento, ninguno había notado nada extraño, sospechoso, o que pudiera hacerles desconfiar. Todo era absolutamente normal, incluso idílico. Junto a la fuente, estaban Hallfrid e Ional, esperando pacientes tal y como habían quedado en hacer.

RESOLUCION TURNO 316
 

En aquel lado de la muralla, al este, el camino estaba confluido y eso hacía que multitud de huellas se marcasen en el camino. Era complicado diferencian entre todas las huellas. Las había nuevas, viejas, y de todo tipo de pisadas, tanto animales como de botas. Si querían cumplir con su cometido, tendrían que alejarse bastante, y eso era algo que no entraba dentro de sus planes por el momento. Ninguno quería encontrarse cara a cara con los orientales sin el apoyo del grupo.

Resolvieron volver a la ciudad y cuando todos estuviesen ya juntos, decidir que podrían hacer. Edan, además, sugirió veladamente indagar un poco más. Hacer algunas preguntas a los viajeros que venían desde el norte, con el fin de recabar algo más de información. Freagulf ya sabía lo que ocurría allí, lo había vivido de cerca, incluso participado en alguna batalla tiempo atrás. Pensaba que todo había acabado, tal vez estuviese equivocado

Turno 316

El enano llegó hasta la fuente de los seis caños montado en su caballo mirando a un lado y otro de la calle mirando por si hubiera algo que no le gustara o que le llamara la atención. El guerrero siempre estaba alerta, o por lo menos quería estar preparado para lo que pudiera acontecer.

Pero no pasó nada y llegaron a la fuente donde estaban Ional y Hallfrid. ekl hecho de que no tuvieran ningún impedimento en que hombres de armas como ellos entraran hasta el mismo centro del pueblo sin el mayor problema no le gustó al enano pues vio la facilidad de que un grupo armado numeros entrase poco a poco y se hiciera con el control de la población desde su interior.

-Grrrrrmmmm, bonita muralla cuando puedes entrar con paso franco hasta las entrañas del pueblo -gruño en un susurro Gwalin viendo la facilidad de paso de aquella urbe.

Luego dejó que Larrid tomase la iniciativa de lo que iban a hacer, le habían dejado claro que había un líder y había que seguir sus directrices, cosa que le parecía normal, aunque no coincidiera en alguno de sus mandatos. uan así no rechistaría.

Turno 317

Caras Gwildor tenía sus propio carácter aunque, en el fondo, no era tan distinta de Tir Anduin. Al menos a los ojos del animista. Sus casas de piedra y madera, sus calles de tierra y su exigua naturaleza parecían ser las señas definitorias de la "civilización" y era lo que tenían en común aquellos dos lugares tan alejados entre sí. Y tan similares.

Grimbeorn examinaba las callejas que se abrían a izquierda y derecha a su paso. Se preguntaba si aquello sería una decisión premeditada en el momento de construir el asentamiento o sólo una consecuencia de edificar las casas. En cualquier caso, no parecía un trazado muy eficaz para moverse por el poblado. Incluso, mirándolo con otros ojos, esas calles secundarias eran auténticas trampas: sendos individuos o grupos en cada extremo atraparían con suma facilidad a cualquiera que se internase por una.

Sin embargo, con todo, los sureños parecían haber aceptado gustosamente vivir en lugares como aquellos, a juzgar por el hervidero de actividad que era la plaza y las bocacalles que daban a ella. La gente iba a y venía, se ocupaba de sus asuntos y parecía feliz. El norteño se preguntaba cuál sería el precio que pagaba aquella gente por habitar en sitios tan aparentemente perfectos como aquel. Porque algún inconveniente habría de tener.

Gwalin parecía descontento con algo, a juzgar por los gruñidos que lanzaba por lo bajo, aunque el animista lo dejó pasar por el momento. Al lado de la fuente que decoraba el centro de la plaza se encontraban Hallfrid e Ional. Los dos avanzados tal vez tendrían algo que contarles, por lo que indagar los motivos de la frustración del enano quedaría para más tarde.